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1923 - EL PRIMER TÍTULO LUEGO EN LA ESTRENA ENTRE LOS GRANDES
El 1° equipo campeón entre los grandesEn el año siguiente, con los cariocas lastimando aún la muerte de Ruy Barbosa, el equipo entró en la disputa por el título principal del fútbol de la ciudad. El Vasco, un club desacreditado, venía de un campeonato en que los opositores eran débiles. Y haría frente a los grandes, como Flamengo, Fluminense, Botafogo y América.Pero un hecho ha despertado curiosidad. Mientras los equipos que disputaban la Serie A eran formados exclusivamente por jóvenes de la élite carioca, el Vasco llegaba al campeonato relleno de jugadores negros y de operarios, todos arrebañados en los terrenos baldíos de los suburbios cariocas. El técnico Ramón Platero sometía los jugadores a un ritmo alucinante de entrenamientos, los hacía correr diariamente del campo del Vasco, entonces en la calle Morais e Silva, en la Quinta de la Boa Vista, hasta la Plaza Barão de Drumond, en Vila Isabel. Los otros grandes, a pesar de instigados, no habían notado la fuerza del equipo del Vasco. Después de un empate en un gol con el Andaraí, en General Severiano, la nave del Vasco quedó más fuerte en el campeonato y aplastó sus adversarios, utilizando siempre una técnica infalible. La preparación física del equipo era evidentemente superior a de otros, con eso Platero hacia su equipo jugar lentamente en el primer tiempo, para, en el segundo, arrasarlos. Todas las 11 victorias en el campeonato habían sido alcanzadas en los últimos 45 minutos. Al fin del primer turno, el Vasco presentaba ya números espantosos para los adversarios: seis victorias y solamente un empate, en la estrena en el campeonato. Su equipo también seguía su camino de éxito en el segundo turno, cuando encontró adelante su ya conocido rival de Regatas, el Flamengo. Por primera vez en la historia donde los dos equipos si enfrentaron, el en turno anterior, el Vasco llega a la victoria por el marcador de 3 a 1. Los camisas negras - apodo dado a los jugadores del Vasco debido al uniforme - masacraron sus adversarios y el equipo rubro negro iba a ser solamente uno más a caer. Domingo, 8 de julio de 1923. El título Clásico de los Millones, que más adelante ha nombrado el confronto entre los dos rivales, ya podría haber sido inventado en aquella tarde, en el campo del Fluminense, en la entonces calle Guanabara. La Liga Metropolitana, responsable por la organización del campeonato y el ojo a gran recaudación, puso muchas entradas en venta. El resultado fue contado en los periódicos de la época. "Más de 35 mil personas, sin exagero, llenaron las dependencias extensas del tricolor", ha escrito "O Imparcial". Con todos los sitios privados al público rellenos, muchos torcedores saltaron la rejilla que separaba el campo para atender al juego de la pista del atletismo. El interés en aquél partido era justificable: el Vasco venía ganando todos los clubes cariocas y lo que se había visto en aquella tarde fue una reunión de torcedores de todos los equipos contra los terribles camisas negras.El Flamengo arrancó por primero y después amplió de pronto el ventaje 2 a 0. Al principio del segundo tiempo Cecy disminuyó, pero en seguida los rubro negros ampliaron el marcador. A los cuatro minutos del fin Arlindo ha descontado una vez más para el Vasco, dejando el marcador en 3 a 2. En la secuencia, hubo una presión fuerte del Vasco, pero el Flamengo obtuvo mantener el resultado. El juego creó una histórica polémica. Los cruzmaltinos afirman, hasta hoy, haber tenido un tercer gol anulado por el árbitro. Pero no hay ningún registro de este facto en la prensa carioca. Resta la duda en la cabeza de algunos torcedores del Vasco: ¿será que, como la hinchada que llenaba el estadio, los periodistas también torcieron contra los camisas negras? Sin embargo, la derrota para el rival no estremeció la confianza del Vasco que usó toda su fuerza para intentar ganar el título. Bien alimentados por las comidas que hacían en el restaurante Filhos do Céu, en Plaza de la Bandera, y bien dispuestos, gracias al reposo ofrecido en el dormitorio del Club, los jugadores cruzmaltinos enfrentaron, a seguir, América, Fluminense y São Cristóvão. Rubros y tricolores habían caído en la misma táctica de las otras victorias del Vasco y habían sido eliminados, en el segundo tiempo, por placar suficiente de 2 a 1. Una victoria sobre el São Cristóvão, en la penúltima rodada, daría el título por anticipación a los cruzmaltinos. Por lo tanto, el adversario marcó primero, ampliando la ventaja luego a seguir. Con 2 a 0 en el placar, el público que torcía contra el Vasco creía que ya había ganado. Sin embargo, una vez más, la estrategia de Ramón Platero tuvo éxito y, en la etapa final, el equipo entró con más aliento y cambió el partido para 3 a 2, con un gol de Cecy y dos de Negrito. Los camisas negras, en su año de estrena en la Serie de la Primera División, se tornaron campeones con todos los méritos posibles, con el siguiente equipo de base: Nélson, Leitão y Mingote, Nicolino, Claudionor y Artur, Pascoal, Torterolli, Arlindo, Cecy y Negrito. 1924 - EL VASCO CREA EL BICHO EN EL FÚTBOLEn este campeonato el Vasco instituyo una forma creativa de pagamiento a sus jugadores. En los mercados de seco y mojados de la Saúde y de la calle del Russel, los portugueses tenían el costumbre de apostar en las victorias del Vasco.Como ganaban casi siempre, habían decidido a dividir el lucro con los jugadores. Sin embargo, los atletas no podrían recibir en dinero, puesto que eran amadores. Fue creada, entonces, una tabla que sustituía una premiación de animal, de acuerdo con la importancia del adversario que el Vasco vencía. El América, el campeón en 22, tenía el valor de una vaca con cuatro piernas. El Flamengo, bicampeón en 20/21 era merecedor de una vaca con tres piernas. Una victoria sobre el tricolor carioca era cambiada por dos ovejas y un cerdo. Ganar al Botafogo y otros equipos también valía algún animal, siempre de gallo para arriba.Había entonces sido creado el bicho, un tipo de premiación por resultado bueno en un juego y que iba a ser una institución en el fútbol brasileño.1924 - UNA RESISTENCIA A LA DISCRIMINACIÓN RACIAL Y SOCIALMientras en la política el líder era el presidente Arthur Bernardes, en el fútbol el equipo del Vasco ganaba casi todos los partidos a que disputaba y también las competiciones. Después de atropellar los adversarios en el año anterior, en 1924 el Vasco era ya el enemigo número 1 de las otras torcidas cariocas. Un rival a ser batido de cualquier manera.Y desde que era difícil de batirlo en campo, los dirigentes de los clubes rivales habían decidido a investigar las posiciones profesionales y sociales de los camisas negras, es que el fútbol seguía siendo amador y el jugador no podría recibir por la práctica del deporte. Un golpe verdadero para sacar el Vasco de las disputas. Entretanto, el Vasco había fintado con categoría las leyes de la Liga Metropolitana al registrar sus estrellas como empleados de establecimientos comerciales de los portugueses.No conformados, los miembros de la sindicatura de la entidad habían decidido fiscalizar la veracidad de las informaciones. El tricolor Reis Carneiro, el rubro Armando de Paula Freitas y el rubro negro Diocésano Ferreira se agotaron de golpear a las puertas de las empresas lusitanas y oír que los jugadores, o mejor, empleados, estaban realizando servicios externos.La fiscalización de las profesiones de los jugadores era, en realidad, ilegítima. Debajo de los paños, muchos atletas de los grandes clubes cariocas recibían para jugar. Lo que de hecho incomodaba a los adversarios era el origen de aquellos jugadores: un equipo formado por negros, mulatos y operarios, arrebañados en las áreas pobres de la ciudad de Río de Janeiro. Y, además, con el trofeo en las manos.Después de agotadas todas las posibilidades para quitar el Vasco de la disputa, por el reglamento de la Liga Metropolitana los adversarios habían apelado para la creación de una entidad nueva, la Asociación Metropolitana de Deportes Atléticos (AMEA). Aceptaron la inscripción de todos los grandes y, por supuesto, habían rechazado la de los asociados al Vasco. Con una discusión no convincente. Según los dirigentes adversarios, el equipo cruzmaltino era formado por atletas de profesión dudosa y el club no tenía un estadio en buenas condiciones. Realmente, el campo de la calle Morais e Silva no tenía la estructura que el Vasco merecía, pero este no era el problema. Eso estaba claro en la propuesta hecha por la AMEA, excluir 12 de sus jugadores de la competición, justamente los negros y los operarios. El Vasco rechazó la oferta por una carta histórica de José Augusto Prestes, entonces presidente cruzmaltino, al presidente de la AMEA, Arnaldo Guinle. "Estamos seguros de que Su Excelencia será el primer a reconocer que sería un acto poco digno de nuestra parte sacrificar, al deseo de filiarse a la AMEA, algunos de los que lucharon para que alcanzáramos, entre otras victorias, la del Campeonato del Fútbol de la Ciudad de Río de Janeiro de 1923" ha argumentado Prestes. Él siguió a defender sus atletas. "Son 12 jóvenes jugadores, casi todos brasileños, en el comienzo de sus carreras. Un acto público que los manchase nunca será practicado con la solidaridad de los que dirigen la casa que los recibió, ni debajo del pabellón que ellos con tanta gallardía habían cubierto de glorias". Y se acabó, decidiendo por no entrar en la entidad nueva: "En estos términos, sentimos tener que comunicar a Su Excelencia que hemos desistido de hacer parte de la Asociación".Sin un campo en condiciones y víctima del racismo de sus adversarios, ha restado al Vasco disputar, con otros 21 equipos de poca expresión, el campeonato de la olvidada Liga Metropolitana de Deportes Terrestres. Dieciséis victorias más adelante, sin ningún empate o derrota, los camisas negras habían levantado el bicampeonato sin dificultades. Al final triangular, en el campo del Andaraí, el Vasco goleó por 5 a 0 el Engenho de Dentro y pasó sin dificultades por el Bonsucesso, con una victoria simple. El equipo base era casi una repetición del año anterior, con dos sustituciones solamente: Nicolino por Brilhante y Arlindo por Russinho. Ramón Platero seguía siendo firme en el comando. En el año siguiente, gracias a la intervención de Carlito Rocha, dirigente del Botafogo y árbitro del partido polémico contra el Flamengo, en 1923, el Vasco fue admitido en la AMEA. El club hacía sus juegos en el campo del Andaraí, donde es el Shopping Iguatemi, pero sus dirigentes ya se movían para construir un bello estadio de fútbol. Y, por tabla, dar una lección a aquellos que un día alejaron los camisas negras de la disputa con los grandes.