La sentencia del Tribunal de Apelación en el caso Forse & ors v Secarma Ltd & ors es un caso importante sobre las solicitudes de requerimiento de trampolín en los casos de competencia de empleados y de traslado de equipos. También es un excelente ejemplo de cómo los mensajes de WhatsApp pueden proporcionar pruebas cruciales en estos casos.
WhatsApp es famoso por ofrecer un “cifrado de extremo a extremo”, de modo que “tus mensajes… están protegidos para que no caigan en las manos equivocadas” y “solo tú y la persona con la que te comunicas podéis leer lo que se envía” (estas son citas de su sitio web, aunque en el momento de escribir este artículo se está informando ampliamente de que su tecnología se vio comprometida recientemente por un software espía). Por lo tanto, con sus mensajes tan seguros, los empleados que participan en movimientos de equipo pueden creer que pueden ser precavidos, pero si se revelan en un proceso judicial, sus chats pueden volverse en su contra.
HECHOS DEL CASO
El caso se refería a un grupo numeroso de acusados que eran presuntamente responsables de conspiración para perjudicar por medios ilícitos en relación con un movimiento de equipo entre empresas de ciberseguridad competidoras. En resumen, los cofundadores de una de ellas vendieron sus acciones, pero permanecieron como empleados y directores; estaban sujetos a varios pactos restrictivos, así como a deberes de directores; y luego, junto con el director general (MD), fueron acusados de liderar un esquema altamente orquestado para robar empleados clave a favor de una empresa competidora directa. Cuando se presentó la demanda, se habían producido 28 dimisiones (casi la mitad de la plantilla). Los empleados implicados eran especialistas en “pen testers” (cuyo trabajo consiste en intentar piratear deliberadamente los sistemas perito informatico de los clientes). Los “pen testers” especializados escasean.
LOS MENSAJES DE WHATSAPP
La principal prueba en apoyo de la solicitud de requerimiento provino de los mensajes de WhatsApp. El Tribunal de Apelación adoptó la inusual medida de adjuntarlos a su sentencia y su lectura es ciertamente interesante. El Tribunal consideró que mostraban que el director general, mientras estaba de baja por jardín, trabajó estrechamente con un antiguo colega que ya se había trasladado al nuevo empleador para planificar un traslado de equipo de 21 empleados en cuatro etapas. Hubo un chat de grupo llamado “Orden del Fénix”. Se utilizaron seudónimos (el director general se llamaba “Vlad” y los participantes tenían que asegurarse de que sólo aparecía en sus contactos con ese nombre). El plan general se disfrazó de campeonato de bolos (“Campeonato de Bolos del Martillo”, “el Martillo” era el seudónimo del fundador de la nueva empresa). En un giro divertido, el chat del grupo incluía una discusión (entre hackers profesionales) sobre cómo cerrarlo y borrar sus contenidos dadas las posibles “consecuencias legales debido a las cláusulas de no
MANDATOS DEL TRAMPOLÍN
Los mandamientos judiciales del trampolín pueden obtenerse para evitar graves pérdidas económicas a un empleador anterior causadas por empleados que se aprovechan injustamente de la violación de sus obligaciones, como la confidencialidad, la fidelidad y los pactos restrictivos. En este caso, el requerimiento prohibía una serie de actividades hasta que se celebrara un juicio acelerado en un plazo de cinco meses, entre las que se encontraban la captación de nuevos empleados, la prestación de servicios de pen testing a su nuevo empleador por parte de los empleados en cuestión y cualquier solicitud o trato con clientes del empleador anterior. También se prohibió al nuevo empleador llevar a cabo cualquier negocio de pen testing en competencia con el empleador anterior. En la apelación, se modificó esta prohibición para permitirle seguir subcontratando dicha actividad, como anteriormente, pero el Tribunal de Apelación consideró que el juez había acertado al conceder una orden judicial que impedía al nuevo empleador realizar pruebas de pluma dentro de la empresa.
El punto legal clave del caso es que en los casos de interdicto de trampolín generalmente será necesario que el juez evalúe la fuerza de los argumentos de cada parte en cuanto a la responsabilidad, así como la duración de la ventaja competitiva injusta de la infracción en cuestión. El punto de partida, como siempre en las solicitudes de requerimiento de competencia de los empleados, es si existe una cuestión seria que deba juzgarse (lo que pone el listón bastante bajo para los demandantes), si los daños y perjuicios compensarían adecuadamente al demandante en caso de éxito en el juicio (o al demandado si el demandante no tiene éxito en el juicio) y, en caso contrario, si el “equilibrio de conveniencia” favorece el mantenimiento del statu quo mediante la concesión del requerimiento en espera del juicio. Sin embargo, en los casos de interdicto de trampolín, el interdicto otorga efectivamente al demandante un recurso sustantivo, al restringir la libertad del demandado para llevar a cabo su actividad o desplegar sus habilidades. También puede impedir que el demandado cumpla sus compromisos contractuales en favor de terceros, como empleados y clientes. Por estas razones, el tribunal debe tener en cuenta la solidez de los argumentos de cada parte y realizar una evaluación justa y razonable de las perspectivas de éxito del demandante en el juicio a la hora de considerar las solicitudes de mandatos trampolín.