¿Quieres comprender los misterios de la encarnación de Dios? Parte 2
¡Hola, hermanos y hermanas! Hoy vamos a continuar explorando y comunicando el tema sobre el misterio de la encarnación. El mayor misterio de la encarnación no tiene nada que ver con Su imagen carnal, sin importar sea grande o corriente, sino que esta persona común en apariencia esconde la divinidad completa, y nadie es capaz de descubrirlo y verlo. Al igual que cuando el Señor Jesús vino a obrar, si el hombre no pudiera oír Su voz, experimentar Sus palabras y Su obra, nadie podría conocer que Él era Cristo, el Hijo del hombre.
Dios dice: “La encarnación significa que el Espíritu de Dios se hace carne, es decir, que Dios se hace carne; la obra que Él realiza en la carne es la obra del Espíritu, la cual se materializa en la carne y es expresada por la carne. Nadie, excepto la carne de Dios, puede cumplir con el ministerio del Dios encarnado; es decir, que sólo la carne encarnada de Dios, esta humanidad normal —y nadie más— puede expresar la obra divina”.
“El Cristo con humanidad normal es una carne en la que el Espíritu se materializa, que posee una humanidad normal, un sentido normal y un pensamiento humano. ‘Materializarse’ significa que Dios se hace hombre, que el Espíritu se hace carne; dicho claramente, es cuando Dios mismo habita en la carne con una humanidad normal y expresa Su obra divina a través de ella. Esto es lo que significa materializarse o encarnarse”.
“Al ser un hombre con la esencia de Dios, Él está por encima de cualquiera de los humanos creados y de cualquier hombre que pueda desarrollar la obra de Dios. Por tanto, entre todos los que tienen un caparazón humano como el suyo, entre todos los que poseen humanidad, sólo Él es el Dios mismo encarnado, todos los demás son humanos creados. Aunque todos poseen humanidad, los humanos creados no tienen más que humanidad, mientras que Dios encarnado es diferente. En Su carne, no sólo tiene humanidad sino que, más importante aún, también tiene divinidad. Su humanidad puede verse en la apariencia externa de Su carne y en Su vida cotidiana, pero Su divinidad es difícil de percibir. Como Su divinidad se expresa únicamente cuando Él tiene humanidad y no es tan sobrenatural como las personas lo imaginan, verla es extremadamente difícil para las personas. […] como Dios se hace carne, Su esencia es una combinación de humanidad y divinidad. Esta combinación se llama Dios mismo, Dios mismo en la tierra”.
Es igual que cuando el Señor vino a llevar a cabo Su obra, nadie podía determinar que Él era Cristo, Dios encarnado, a través de Su apariencia, ni descubrir Su divinidad la que se escondía en Su humanidad. El hombre no descubrió que las palabras del Señor llenaban de autoridad poder y acabó siguiéndolo hasta que Él no expresó la verdad haciendo la obra de la redención de la humanidad; y el hombre no se dio cuenta de que Él era Cristo encarnado, era la aparición de Dios, hasta que no Él se resucitó entre los muertos. Si el Señor no expresó la verdad ni obró, nadie seguiría a Él; si Él no dio testimonio de que Él mismo era Cristo, la aparición de Dios, nadie fue capaz de conocerlo. Para el hombre, la carne vestida por Dios debe ser una carne extraordinaria, un hombre gran, robusto, elegante etc, no sólo puede hablar con la autoridad y el poder, también realizar los milagros, tal carne es la encarnación de Dios. Al contrario, un hombre con aspecto corriente como una persona común y tiene humanidad normal, no puede ser Dios encarnado.
Echemos un vistazo atrás, cuando el Señor Jesús se hizo carne para hablar y obrar, el hombre de aquel momento no le importó cómo expresó el Señor la verdad y la voz de Dios, no lo reconoció y además, cuando alguien dio testimonio del Señor, algunos dijeron que ¿no era el hijo de José? ¿No era un hombre de Nazaret? ¿Por qué la gente lo juzgaron de esta manera? Porque el Señor Jesús tenía una humanidad normal y era una persona común en apariencia y no se encarnó en una imagen grande, por lo que no lo aceptaron. De hecho, Aquel que es Dios encarnado seguramente tiene una humanidad normal y hace que el hombre vea que el Espíritu de Dios se viste en una persona común y normal, Él es una persona normal en exterior, si la carne que Él mora es una persona extraordinaria y especial, no es el que tiene humanidad normal, siendo así, perderá el sentido de la encarnación. Por eso, Cristo tiene que poseer una humanidad corriente, de modo que demuestre que Él es el “Verbo” que se convierte en la “carne”.
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