Explicación del Mateo 24:36: El verdadero significado de “Pero de aquel día y hora nadie sabe”

Han aparecido las cuatro lunas de sangre y cada vez son más habituales los desastres como terremotos, hambre y epidemias. Las profecías del regreso del Señor se han cumplido fundamentalmente y, en la red, algunos han dado testimonio público de que el Señor ya ha llegado. Algunos hermanos y hermanas están perplejos, ya que lo siguiente está escrito en la Biblia: “Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mateo 24:36). ¿Cómo pueden saber que el Señor ha regresado? ¿Ha vuelto realmente? ¿Qué deberíamos hacer para recibirlo? Vamos a hablar de esta misma cuestión.

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Pero de aquel día y hora nadie sabe”. ¿Qué significa esto?

Algunos hermanos y hermanas creen que cuando el Señor regrese, nadie lo sabrá y para ello se basan en el siguiente versículo de la Biblia: “Pero de aquel día y hora nadie sabe”. Por esta razón ninguno de ellos da crédito o consideración a las afirmaciones de la gente que difunde la noticia del regreso del Señor. ¿Es esta opinión correcta o no? ¿Concuerda con la voluntad del Señor? El Señor Jesús profetizó: “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6). “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). Estas líneas de la escritura nos demuestran que, cuando el Señor haya regresado en los últimos días, llamará a nuestra puerta con Sus palabras e incluso nos hará salir a recibirle con un grito humano que diga: “Aquí está el novio”. Hay personas que nos están contando la noticia del regreso del Señor y esto demuestra que cuando haya venido, sin duda Él se lo comunicará a la gente. Obviamente, es completamente erróneo interpretar “Pero de aquel día y hora nadie sabe” como que nadie se enterará de la venida del Señor cuando haya tenido lugar.
¿Cómo deberíamos interpretar entonces este pasaje de la escritura? Podemos conectar estos versículos: “Y de la higuera aprended la parábola: cuando su rama ya se pone tierna y echa las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed que Él está cerca, a las puertas. En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda. El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán. Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solo el Padre” (Mateo 24:32-36). “Por eso, también vosotros estad preparados, porque a la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre” (Mateo 24:44). Y Apocalipsis 3:3 dice: “Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti.” Estos pasajes utilizan profecías del regreso del Señor para darnos la respuesta. Mencionan que “el Hijo del hombre viene” y “como un ladrón”. El “Hijo del hombre”, en efecto, se refiere a Dios encarnado; el cuerpo espiritual no puede denominarse Hijo del hombre. Solo alguien como el Señor Jesús puede ser llamado el Hijo del hombre, ya que es el Espíritu de Dios vestido en la carne que ha venido entre los humanos para hacer una obra muy práctica y posee humanidad normal. “Como un ladrón” se refiere a llegar sigilosamente y en secreto. Esto pone de manifiesto que el regreso del Señor supone el descenso secreto en la carne como el Hijo del hombre. Él desciende en secreto y por eso no podremos percibirlo fácilmente, porque nadie conoce el día y la hora en que Dios aparece encarnado. Es decir, “Pero de aquel día y hora nadie sabe”, significa que nadie sabe el momento exacto del regreso del Señor. Sin embargo, cuando haya venido a hablar y obrar, sin duda, habrá personas que se hayan enterado y es entonces cuando debemos despertarnos. Cuando escuchamos a los que predican el evangelio del regreso del Señor, debemos buscar e investigar. Solo entonces podemos recibir al Señor y cenar con Él. Sin embargo, ahora mismo, no solo no estamos despiertos, sino que tampoco buscamos ni investigamos cuando escuchamos a otros predicar la noticia del regreso del Señor. ¿No significa esto que hemos malinterpretado la voluntad del Señor? Vamos a leer un par de pasajes más de las palabras de Dios para llegar a comprender estos pasajes de la escritura.

Dios Todopoderoso ha dicho: “Al amanecer, sin que nadie lo supiera, Dios vino a la tierra e inició Su vida en la carne. Las personas fueron totalmente inconscientes de ese momento. Quizás estaban todos dormidos; tal vez muchos de los que estaban despiertos y vigilantes esperaban, y es posible que muchos estuvieran orando en silencio a Dios en el cielo. Sin embargo, entre toda esta cantidad de personas, nadie supo que Dios ya había llegado a la tierra” (‘Obra y entrada (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Al principio, cuando Jesús aún tenía que desarrollar oficialmente Su ministerio, como los discípulos que lo siguieron, en ocasiones asistió a reuniones, cantó himnos, alabó y leyó el Antiguo Testamento en el templo. Después de ser bautizado y levantarse, el Espíritu descendió oficialmente sobre Él y comenzó a obrar, revelando Su identidad y el ministerio que iba a emprender. Antes de esto, nadie conocía Su identidad, excepto María. Ni siquiera Juan la conocía. Jesús tenía 29 años cuando fue bautizado. Después de Su bautismo, los cielos se abrieron y una voz dijo: ‘Este es mi Hijo amado en quien me he complacido’. Una vez que Jesús había sido bautizado, el Espíritu Santo comenzó a dar testimonio de Él de esta forma. Antes de ser bautizado a la edad de 29, Él había vivido la vida de una persona ordinaria, comiendo cuando tenía que comer, durmiendo y vistiéndose normalmente, y nada de Él era diferente de los demás. Por supuesto esto sólo era así para los ojos carnales del hombre. […] La Biblia no registra lo que Él hizo antes de ser bautizado porque Él no hizo Su obra antes de ser bautizado. Él era simplemente un hombre ordinario y era lo que representaba; antes de que Jesús comenzase a desarrollar Su ministerio, no era diferente de las personas ordinarias, y los demás no podían ver diferencia en Él. Fue sólo después de alcanzar los 29 años de edad cuando Jesús supo que había venido a completar una etapa de la obra de Dios; antes, Él mismo no lo sabía, porque la obra realizada por Dios no fue sobrenatural” (‘Acerca de los apelativos y la identidad’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Las palabras de Dios Todopoderoso nos muestran que nadie sabe cuándo Dios desciende en la tierra encarnado, ni siquiera el Hijo del hombre, sino que solo el Espíritu en el cielo lo sabe. No obstante, cuando Dios empieza a hacer Su obra, el Espíritu Santo da testimonio de la obra de Dios encarnado y entonces utiliza a los seguidores de Dios para difundir el Evangelio; entonces la gente va conociéndolo poco a poco. Es igual que cuando Jehová Dios utilizó al principio a un profeta para predecir la venida del Mesías, pero solo Jehová Dios sabía cuándo o dónde llegaría. Cuando el Señor Jesús regresó en la carne para hacer Su obra, al principio ni siquiera Él mismo sabía que era el Mesías, que había venido a hacer la obra de redención. Vivió una vida normal como un ser humano corriente. Los demás tampoco sabían que el Señor Jesús era Cristo, el mismo Dios encarnado. Cuando el Señor Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo empezó a dar testimonio de Él y el Señor Jesús comenzó a expresar el camino para el arrepentimiento de los seres humanos mediante señales y prodigios, la sanación de los enfermos y la expulsión de demonios. Algunas personas empezaron a reconocer poco a poco que el Señor Jesús era el Mesías. Los que aceptaron la obra de redención del Señor Jesús primero, como Pedro y Juan, empezaron a viajar por todas partes para difundir el evangelio del Señor. Así es cómo cada vez más personas conocieron la salvación del Señor y esta ha sido transmitida a lo largo de la historia hasta el presente. Ahora hay creyentes en todas las partes del mundo.
El Señor Jesús también predijo lo siguiente para los últimos días: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). “El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 12:48). La Biblia también dice: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios” (1 Pedro 4:17). Cuando el señor regresa, expresa verdades que son más numerosas y elevadas que las de la Era de la Gracia, de acuerdo con nuestra estatura. Él nos juzga y purifica con Sus palabras para que nos libremos de las ataduras del pecado y así seamos purificados y transformados. De esta manera, cuando el Señor regresa en los últimos días para aparecer y hacer la obra, algunos escucharán definitivamente la voz de Dios y aceptarán Su obra para después viajar por todos los rincones de la tierra donde difundirán la buena noticia del regreso del Señor. Esto es lo mismo que cuando tuvimos fe en el Señor por primera vez; solo la aceptamos cuando escuchamos a otros predicar el evangelio de la crucifixión. Como está escrito en la Biblia: “Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo” (Romanos 10:17).

Por tanto, cuando escuchamos la noticia del regreso del Señor, no debemos rechazarla por completo a ciegas; debemos buscarla con una mente abierta, preguntarles a los que están difundiendo el evangelio cuál es la obra que el Señor ha hecho desde Su regreso y qué palabras ha expresado. Si su testimonio concuerda con las profecías del Señor esta será la prueba de que sí que ha regresado para aparecer y obrar, y cuando lo aceptemos y nos sometamos, estaremos recibiendo al Señor. Dios Todopoderoso dice: “Ya que estamos buscando las huellas de Dios, debemos buscar la voluntad de Dios, las palabras de Dios, las declaraciones de Dios, porque donde están las nuevas palabras de Dios, ahí está la voz de Dios, y donde están las huellas de Dios, ahí están los hechos de Dios. Donde está la expresión de Dios, ahí está la aparición de Dios, y donde está la aparición de Dios, ahí existe la verdad, el camino y la vida. Mientras buscabais las huellas de Dios, ignorasteis las palabras que dicen que ‘Dios es la verdad, el camino y la vida’. Y es que, cuando muchas personas reciben la verdad, no creen que han encontrado las huellas de Dios y mucho menos reconocen la aparición de Dios. ¡Qué error tan grave es ese!” (‘La aparición de Dios ha traído una nueva época’ en “La Palabra manifestada en carne”).
La Iglesia de Dios Todopoderoso es la única en todo el mundo que está dando testimonio abiertamente de que el Señor ha regresado, es decir, que Cristo de los últimos días, Dios Todopoderoso, ha expresado muchas verdades y ha hecho la obra de juzgar y purificar a las personas. La inmensa mayoría de las declaraciones de Dios Todopoderoso están recogidas en el libro La Palabra manifestada en carne. Las palabras de Dios han dilucidado todo aspecto de la verdad. Hablan llanamente de los misterios de las encarnaciones de Dios, las verdades escondidas dentro de la Biblia, el objetivo del plan de gestión de seis mil años de Dios para la humanidad, las diferencias entre su obra y la obra del hombre, y cómo Dios juzga y purifica a las personas, cómo deben conocerlo a Él, cómo Dios determina el resultado y el destino de todo ser humano, etc. Estas verdades están todas relacionadas con la propia obra de Dios; son todas misterios que señalan de manera clara la senda de la salvación para nosotros. Debemos dedicarnos a tratar de esclarecer si esto es el Espíritu Santo que está hablando a las iglesias, y si es el Dios de los últimos días que está haciendo Su obra de juicio empezando con Su casa. Esta es la manera de verificar si Dios Todopoderoso es el Señor Jesús regresado. Yo tengo la certeza de que, siempre que tengamos la intención de buscar, ¡Dios nos guiará a recibir el regreso del Señor! Esto se debe a que, como dijo el Señor Jesús, “Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3).

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

 

Reflexión cristiana | Las “buenas” intenciones del pastor (Sketch)

Reflexión cristiana | Las “buenas” intenciones del pastor (Sketch)

Yang Xiangming trabaja en una denominación, y en cuanto comprueba que Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado en los últimos días, guía a algunos de sus hermanos y hermanas para que vuelvan a Dios Todopoderoso. Esto intranquiliza a su pastor, quien utiliza el estatus y el dinero para tentar a Yang Xiangming y, además, usa la boda de su hijo para amenazarlo con el objetivo de que abandone el camino verdadero… Ante las “buenas” intenciones del pastor, ¿qué decidirá hacer Yang Xiangming al final? En este momento crucial en que debemos recibir la venida del Señor, ¿por qué impide este pastor que los creyentes estudien el camino verdadero? El sketch Las “buenas” intenciones del pastor te ayuda a entender la realidad de los hechos.

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Si estáis diciendo que el Señor Jesús ya ha vuelto, ¿cómo lo sabríais?

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Con respecto al retorno del Señor, la Biblia recoge claramente: “Pero de aquel día o de aquella hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Marcos 13:32). Si estáis diciendo que el Señor Jesús ya ha vuelto, ¿cómo lo sabríais?

La respuesta de la palabra de Dios:

Al amanecer, sin que nadie lo supiera, Dios vino a la tierra e inició Su vida en la carne. Las personas fueron totalmente inconscientes de ese momento. Quizás estaban todos dormidos; tal vez muchos de los que estaban despiertos y vigilantes esperaban, y es posible que muchos estuvieran orando en silencio a Dios en el cielo. Sin embargo, entre toda esta cantidad de personas, nadie supo que Dios ya había llegado a la tierra.

de ‘Obra y entrada (4)’ en “La Palabra manifestada en carne

La aparición de Dios se refiere a Su llegada personal a la tierra para hacer Su obra. Con Su propia identidad y carácter, y con Su método inherente, Él desciende entre los hombres para llevar a cabo la obra de comenzar una época y terminar otra. Esta clase de aparición no es una especie de ceremonia. No es una señal, un cuadro, un milagro o una gran visión y mucho menos una clase de proceso religioso. Es un hecho real y verdadero que se puede tocar y contemplar. Esta clase de aparición no es en aras de seguir un proceso o en aras de un trabajo a corto plazo; es, para ser más precisos, en aras de una etapa en la obra de Su plan de gestión. La aparición de Dios siempre es significativa y siempre se conecta con Su plan de gestión. La “aparición” a la que se refiere aquí es completamente diferente a la “aparición” de la guía, dirección y esclarecimiento de Dios para el hombre. Cada vez que Él se revela, Él lleva a cabo una etapa de la gran obra. Esta obra es diferente de la de cualquier otra época. Para el hombre es inimaginable y él nunca la ha experimentado. Es una obra que da inicio a una nueva época y termina con la vieja época, y es una forma nueva y mejorada de obrar para la salvación de la humanidad; más aún, es una obra para llevar a la humanidad a una nueva época. Este es el significado de la aparición de Dios.

[…] Así, ya que estamos buscando las huellas de Dios, debemos buscar la voluntad de Dios, las palabras de Dios, las declaraciones de Dios, porque donde están las nuevas palabras de Dios, ahí está la voz de Dios, y donde están las huellas de Dios, ahí están los hechos de Dios. Donde está la expresión de Dios, ahí está la aparición de Dios, y donde está la aparición de Dios, ahí existe la verdad, el camino y la vida. Mientras buscabais las huellas de Dios, ignorasteis las palabras que dicen que “Dios es la verdad, el camino y la vida”. Y es que, cuando muchas personas reciben la verdad, no creen que han encontrado las huellas de Dios y mucho menos reconocen la aparición de Dios. ¡Qué error tan grave es ese! La aparición de Dios no se puede reconciliar con las nociones del hombre; mucho menos puede Dios aparecer por orden del hombre. Dios hace Sus propias elecciones y tiene Sus propios planes cuando hace Su obra; más aún, Él tiene Sus propios objetivos y Sus propios métodos. No es necesario que Él discuta con el hombre la obra que Él hace, ni que busque el consejo del hombre, ni mucho menos que les notifique de Su obra a cada una de las personas. Este es el carácter de Dios y, además, todos lo deben reconocer.

de ‘La aparición de Dios ha traído una nueva época’ en “La Palabra manifestada en carne”

Aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su esencia, y aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su expresión. Haciéndose carne, Dios traerá la obra que debe hacer, y haciéndose carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida, y de mostrarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios seguramente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Para investigar si es la carne encarnada de Dios, el hombre debe determinarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, si es o no la carne encarnada de Dios, y si es o no el camino verdadero, debe discernirse a partir de Su esencia. Y así, para determinar[a] si es o no la carne de Dios encarnado, la clave está en prestar atención a Su esencia (Su obra, Sus palabras, Su carácter, y mucho más), en lugar de fijarse en Su apariencia exterior. Si el hombre sólo ve Su apariencia exterior, y pasa por alto Su esencia, demostrará la ignorancia y la ingenuidad del hombre. La apariencia externa no determina la esencia; aún más, la obra de Dios nunca se ha conformado a los conceptos del hombre. ¿No estaba reñida la apariencia exterior de Jesús con los conceptos humanos? ¿No eran Su aspecto y Sus vestiduras incapaces de proporcionar pista alguna sobre Su verdadera identidad? ¿No fue la razón por la que los antiguos fariseos se opusieron a Jesús, porque simplemente miraban Su aspecto exterior, y no se tomaron en serio las palabras que Él habló?

de ‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”

Dios guarda silencio y nunca se nos ha aparecido, sin embargo, Su obra nunca se ha detenido. Ve todas las tierras y manda a todas las cosas y contempla todas las palabras y obras del hombre. Su gestión es conducida por pasos, y de acuerdo a Su plan. Este avanza en silencio, sin un efecto dramático, pero Sus pisadas avanzan cada vez más cerca de la humanidad, y Su tribunal se despliega en el universo a la velocidad de la luz, inmediatamente seguido por el descenso de Su trono entre nosotros. ¡Qué escena tan majestuosa es esta; qué cuadro tan imponente y solemne! Como una paloma, como un león rugiente, el Espíritu llega entre todos nosotros. Es sabio, es justo y majestuoso; Él llega entre nosotros en silencio, dueño de la autoridad y lleno de amor y compasión. Nadie está consciente de Su llegada, nadie acoge Su llegada y, más aún, nadie sabe todo lo que va a hacer. La vida del hombre sigue sin cambios; su corazón no es diferente y los días transcurren como siempre. Dios vive entre nosotros como una persona ordinaria, como un seguidor tremendamente insignificante y un creyente ordinario. Él tiene Sus propias búsquedas, Sus propias metas y, además, tiene una divinidad que ningún hombre ordinario posee. Nadie se ha dado cuenta de la existencia de Su divinidad, ni nadie ha percibido la diferencia entre Su esencia y la del hombre. Vivimos junto con Él, sin restricciones y sin temor, porque lo vemos como nada más que un creyente insignificante. Él observa todos nuestros movimientos, y todos nuestros pensamientos e ideas están expuestos ante Él. A nadie le interesa Su existencia; nadie se imagina Su oficio y, más aún, nadie sospecha quién es Él. Nosotros sólo seguimos nuestras búsquedas como si Él no tuviera nada que ver con nosotros…

Por casualidad, el Espíritu Santo expresa un pasaje de palabras “por medio” de Él, y aunque se siente muy inesperado, reconocemos que esta es la declaración de Dios y sin problemas la aceptamos como de Dios. Esto es porque, independientemente de quién exprese estas palabras, siempre que vengan del Espíritu Santo las debemos aceptar y no las podemos negar. La siguiente declaración podría ser a través de mí, podría ser a través de ti o podría ser a través de él. Independientemente de quién sea, todo es la gracia de Dios. Sin embargo, no importa quién sea la persona, no la debemos adorar porque independientemente de cualquier otra cosa, no puede ser Dios; por ningún motivo podemos escoger a una persona ordinaria como esta para que sea nuestro Dios. Nuestro Dios es demasiado grande y honorable; ¿cómo alguien tan insignificante lo podría representar? Es más, todos estamos esperando la llegada de Dios para que nos lleve de regreso al reino de los cielos y por eso, ¿cómo podría alguien tan insignificante estar calificado para una tarea tan importante y ardua? Si el Señor viene otra vez, debe ser en una nube blanca, visible para todos. ¡Qué glorioso será eso! ¿Cómo podría Él esconderse tan calladamente entre un grupo ordinario de personas?

Y sin embargo es esta persona ordinaria, que está escondida entre las personas, la que está haciendo la nueva obra de salvarnos. Él no nos aclara nada, ni nos dice por qué ha venido. Él sólo hace por pasos la obra que tiene la intención de hacer, y de acuerdo a Su plan. Sus palabras y declaraciones cada vez se hacen más frecuentes. De consolar, exhortar, recordar y advertir a reprochar y disciplinar; de un tono gentil y amable, a palabras que son temibles y majestuosas, todo infunde tanto compasión como estremecimiento en el hombre. Todo lo que dice tiene un fuerte efecto en los secretos que están profundamente escondidos dentro de nosotros; Sus palabras lastiman nuestros corazones, nuestros espíritus, y nos dejan avergonzados y humillados. Nos comenzamos a preguntar si el Dios que está en el corazón de esta persona realmente nos ama, y qué exactamente es lo que pretende hacer. ¿Será que tal vez sólo podremos ser arrebatados después de soportar tal dolor? En nuestras cabezas estamos calculando… acerca del destino que está por venir y acerca de nuestra suerte futura. Aun así, ninguno de nosotros cree que Dios se ha hecho carne y obra entre nosotros. Aunque ha estado por tanto tiempo con nosotros, aunque ya ha hablado muchas palabras cara a cara con nosotros, todavía no estamos dispuestos a aceptar a alguien tan ordinario como el Dios de nuestro futuro, mucho menos estamos dispuestos a confiarle el control de nuestro futuro y destino a alguien tan insignificante. De Él disfrutamos una provisión sin fin de agua viva, y gracias a Él vivimos cara a cara con Dios. Sólo somos agradecidos por la gracia del Señor Jesús que está en el cielo y nunca hemos puesto atención a los sentimientos de esta persona ordinaria que posee la divinidad. Él todavía hace Su obra escondido humildemente en la carne, expresando la voz de Su corazón, aparentemente insensible a que la humanidad lo rechace, al parecer perdonando eternamente el infantilismo del hombre y su ignorancia, y siempre tolerante de la irreverencia del hombre para con Él.

Sin que nosotros lo sepamos, este hombre insignificante nos ha llevado paso a paso en la obra de Dios. Sufrimos un sinnúmero de pruebas, somos sujetos a innumerables castigos y probados por la muerte. Aprendemos del carácter justo y majestuoso de Dios; disfrutamos, también, Su amor y compasión, y llegamos a valorar el gran poder y sabiduría de Dios; somos testigos de la hermosura de Dios y contemplamos el deseo ansioso de Dios de salvar al hombre. En las palabras de esta persona ordinaria, llegamos a conocer el carácter y la esencia de Dios, llegamos a entender la voluntad de Dios, llegamos a conocer la naturaleza y la esencia del hombre, y vemos el camino de salvación y perfección. Sus palabras nos hacen morir y nos hacen volver a nacer; Sus palabras nos dan consuelo, pero también nos atormentan con la culpa y un sentimiento de deuda; Sus palabras nos dan alegría y paz, pero también nos causan gran dolor. A veces somos como ovejas al matadero en Sus manos; a veces somos como la niña de Sus ojos y gozamos Su amor y afecto; a veces somos como Sus enemigos, convertidos en ceniza por Su ira en Sus ojos. Somos la humanidad que Él salvó; somos gusanos a Sus ojos, y somos los corderos perdidos que piensa noche y día encontrar. Él es misericordioso con nosotros, nos desprecia, nos levanta, nos consuela y nos exhorta, nos guía, nos esclarece, nos castiga y nos disciplina, y hasta nos maldice. Se preocupa por nosotros noche y día, nos protege y cuida de nosotros noche y día, nunca se aparta de nuestro lado, nos dedica todo Su cuidado y paga cualquier precio por nosotros. Con las palabras de esta pequeña carne ordinaria, hemos gozado la totalidad de Dios y contemplado el destino que Dios nos ha concedido. Pero a pesar de esto, la vanidad todavía acecha dentro de nuestros corazones, y todavía seguimos indispuestos a aceptar activamente a una persona como esta como nuestro Dios. Aunque nos ha dado tanto maná, tanto para disfrutar, nada de esto puede usurpar el lugar del Señor en nuestros corazones. Honramos la identidad y el estatus especiales de esta persona sólo con gran renuencia. Si Él no hablara para hacernos reconocer que Él es Dios, entonces nunca tomaríamos sobre nosotros el reconocerlo como el Dios que pronto llegará y que ha estado obrando entre nosotros por tanto tiempo.

La declaración de Dios continúa, y Él emplea varios métodos y perspectivas para advertirnos qué hacer y expresar la voz de Su corazón. Sus palabras llevan la energía de la vida y nos muestran el camino que debemos caminar y nos permiten entender cuál es la verdad. Empezamos a ser atraídos a Sus palabras, comenzamos a enfocarnos en el tono y la manera en la que habla, y subconscientemente comenzamos a tener un interés en la voz del corazón de esta persona que no tiene nada de especial. Hace esfuerzos meticulosos por nosotros, pierde el sueño y el apetito por nosotros, llora por nosotros, suspira por nosotros, se queja en la enfermedad por nosotros, sufre humillación por el bien de nuestro destino y salvación, y Su corazón sangra y derrama lágrimas por nuestra insensibilidad y rebeldía. Tal ser y tales posesiones están más allá de una persona ordinaria; ninguno de los corruptos las puede poseer o conseguir. Tiene una tolerancia y paciencia que ninguna persona ordinaria posee, y Su amor no lo posee ningún ser creado. Nadie excepto Él puede saber todos nuestros pensamientos, o tener tal conocimiento de nuestra naturaleza y esencia, o juzgar la rebeldía y corrupción de la humanidad, o hablarnos y obrar entre nosotros como lo puede este en nombre del Dios del cielo. Nadie excepto Él posee la autoridad, la sabiduría y la dignidad de Dios; el carácter de Dios, y lo que Él tiene y es, emana en su totalidad de Él. Nadie excepto Él nos puede mostrar el camino y traernos la luz. Nadie excepto Él puede revelar los misterios que Dios no ha revelado desde la creación hasta el día de hoy. Nadie excepto Él nos puede salvar de la esclavitud de Satanás y de nuestro carácter corrupto. Él representa a Dios y expresa la voz del corazón de Dios, las exhortaciones de Dios y las palabras de juicio de Dios hacia toda la humanidad. Él ha comenzado una nueva época, una nueva era, y ha traído un nuevo cielo y una nueva tierra, una nueva obra, y nos ha traído esperanza, y ha puesto fin a la vida que llevábamos en la imprecisión, y nos permitió contemplar plenamente el camino de salvación. Él ha conquistado todo nuestro ser y ha ganado nuestros corazones. De ese momento en adelante nuestras mentes se hacen conscientes y nuestros espíritus parecen ser revividos: esta persona ordinaria e insignificante, que vive entre nosotros y que nosotros hemos rechazado desde hace ya mucho tiempo, ¿no es el Señor Jesús, quien siempre está en nuestros pensamientos, y a quien anhelamos noche y día? ¡Es Él! ¡Realmente es Él! ¡Él es nuestro Dios! ¡Él es la verdad, el camino y la vida!

de ‘Contemplando la aparición de Dios en Su juicio y Su castigo’ en “La Palabra manifestada en carne”

Nota al pie:

a. El texto original dice “en cuanto a”.

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Reflexiones bíblicas: Aprender a escuchar la voz de Dios para poder recibir el regreso de Cristo

¿Alguna vez has escuchado la historia del lobo y los conejos? Érase una vez que varios conejitos y un gran lobo Vivían en un bosque. Para proteger a sus conejitos del lobo, cada vez que la mamá conejo salía, advertía a sus bebés que cerraran la puerta con firmeza y que no la abrieran hasta que ella regresara. Los bebés conejos eran muy obedientes e inteligentes. Entonces, el lobo llamó a la puerta, imitando el sonido de la madre conejo. Pero los conejitos se dieron cuenta del truco del lobo al distinguir el sonido del lobo del sonido de su madre. Al final, cuando su madre regresó y llamó a la puerta, la reconocieron al escuchar su voz y abrieron la puerta felizmente.

Fue porque su madre les advirtió antes de irse de su madriguera que los pequeños conejos fueron cautos y no abrieron ciegamente a la puerta cuando oyeron llamar a ella. A parte de que, los pequeños conejos eran inteligentes, sabían que deberían oír la voz y distinguir si el que llamó a la puerta era su madre, se dieron cuenta de que el lobo se había disfrazado como su madre. Por lo tanto, estuvieron sanos y salvos hasta que su madre regresó. Pienso: si los conejitos no hubieran escuchado la advertencia de su madre y hubieran abierto la puerta al lobo, las consecuencias hubieran sido inimaginables. Sin embargo, siguieron al pie de la letra las advertencias de su madre, protegiéndose y no abriendo la puerta a quien llamara, habrían dejado a su madre fuera cuando ella realmente regresó.
Al oír esta historia, no puedo evitar recordar que el Señor Jesús, hace dos mil años, advirtió a la gente: “Entonces, si alguno os dice: ‘Mirad, aquí está el Cristo’, o: ‘Mirad, allí está’, no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y mostrarán señales y prodigios a fin de extraviar, de ser posible, a los escogidos. Mas vosotros, estad alerta; ved que os lo he dicho todo de antemano” (Marcos 13: 21-23).

De este verso, podemos ver que en los últimos días, si algunas personas atestiguan que el Señor ha regresado, debemos tener cuidado y no escuchar a ciegas sus palabras. Pero esto no significa que no podamos creer a nadie que predica el regreso del Señor. De lo contrario, dejaremos a Cristo fuera y perderemos la oportunidad de recibir al Señor cuando realmente venga. Además, el Señor Jesús ha explicado claramente que Su voluntad es protegernos contra los falsos cristos, cuyos rasgos principales son mostrar señales y maravillas. No debemos creer a esas personas cuando nos encontremos con ellas. Pero ahora hay muchos hermanos y hermanas que no escuchan a nadie que predica la segunda venida del Señor por temor a ser engañados por falsos Cristos. ¿No es esto un caso de no comer por miedo a atragantarse?

Jesucristo llama la puerta,la segunda venida de Cristo

Se dice en el libro de Apocalipsis: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo”(Apocalipsis 3:20). El Señor Jesús también dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen;” (Juan 10:27).
Además, vi dos pasajes de las palabras de Dios en un sitio web del evangelio: “Así, ya que estamos buscando las huellas de Dios, debemos buscar la voluntad de Dios, las palabras de Dios, las declaraciones de Dios, porque donde están las nuevas palabras de Dios, ahí está la voz de Dios, y donde están las huellas de Dios, ahí están los hechos de Dios. Donde está la expresión de Dios, ahí está la aparición de Dios, y donde está la aparición de Dios, ahí existe la verdad, el camino y la vida”. “¡Así que busquemos la voluntad de Dios y descubramos Su aparición por Sus declaraciones, y sigamos Sus huellas! Dios es la verdad, el camino y la vida. Sus palabras y Su aparición existen simultáneamente […]”.

De las palabras de Dios, podemos ver que cuando el Señor regresa, Él se parará a la puerta y tocará. Si podemos darle la bienvenida principalmente depende de si somos capaces de escuchar Su voz. Si podemos reconocer la voz de Dios, podremos abrir nuestras puertas para darle la bienvenida a fin de asistir al banquete con Él. Entonces, cuando se trata de la segunda venida del Señor, no podemos cerrar nuestras puertas para protegernos contra aquellos que lo predican debido a nuestro temor. Es crucial prestar atención y escuchar la voz de Dios.

Al igual que en la Era de la Gracia, fue al escuchar las palabras del Señor Jesús que esos creyentes reconocieron que el Señor Jesús era el Mesías venidero, lo siguieron y luego recibieron la llegada del Mesías. Por ejemplo, en Juan 1: 47-49 dice: “Jesús vio venir a Natanael y dijo de él: He aquí un verdadero israelita en quien no hay engaño. Natanael le dijo: ¿Cómo es que me conoces? Jesús le respondió y le dijo: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Natanael le respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. Al principio, Natanael no creía que el Señor Jesús fuera el Mesías. Pero al oír que el Señor Jesús lo había conocido cuando estaba bajo la higuera, reconoció que el Señor Jesús era Dios mismo y lo siguió. Además, Pedro, Juan y otros discípulos también reconocieron la voz de Dios al escuchar las palabras del Señor Jesús. Finalmente, ellos recibieron la salvación de Dios.

Por el contrario, otros judíos también sabían que el Mesías vendría, pero creían en las mentiras de los principales sacerdotes y fariseos y se negaban ciegamente sin buscar o escuchar las palabras y declaraciones del Señor Jesús por temor a ser engañados. Finalmente, perdieron la salvación del Señor.
Se puede ver que es muy importante para nosotros poder escuchar la voz de Dios, ya que está directamente relacionada con la obtención de la salvación de Dios. Especialmente ahora, es un momento crucial para el regreso del Señor, debemos ser aún más los que escuchemos humildemente la voz de Dios. Así como Apocalipsis dice: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. […]” (Apocalipsis 2:7).

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Reflexión cristiana | “El misterio del nombre de Dios” ¿Se llamará Jesús cuando el Señor regrese?

Reflexión cristiana | “El misterio del nombre de Dios” ¿Se llamará Jesús cuando el Señor regrese?

A lo largo de 2000 años, los cristianos siempre han orado e implorado en el nombre del Señor Jesús, creyendo que el único nombre de Dios será por siempre el de Jesús. Sin embargo, el Libro del Apocalipsis, capítulo 3, versículo 12, profetiza que el Señor tendrá un nombre nuevo a Su regreso. Entonces, ahora que el Señor ha regresado en los últimos días, ¿podemos seguir llamándolo Jesús? ¿Qué misterios oculta el nombre de Dios? El diálogo cómico “El misterio del nombre de Dios” combina los estilos interpretativos del canto y el recital con el objetivo de guiarnos para que entendamos la relevancia de por qué Dios adopta nombres distintos en eras distintas.

Recomendación:  ¿Qué es la fe en Dios?