Palabra de vida eterna | El hombre sólo puede salvarse en medio de la gestión de Dios

Palabra de vida eterna | El hombre sólo puede salvarse en medio de la gestión de Dios

Dios Todopoderoso dice: “No tiene entendimiento del sentido de la salvación de la humanidad por parte de Dios y de Su obra de gestión ni comprende cómo desea Él que sea la humanidad en última instancia. ¿Es una humanidad parecida a Adán y Eva, no corrompida por Satanás? ¡No! La gestión de Dios tiene el fin de ganar a un grupo de personas que adoren a Dios y se sometan a Él. Esta humanidad ha sido corrompida por Satanás, pero ya no lo ve como su padre; reconoce el feo rostro de Satanás, y lo rechaza, y viene delante de Dios para aceptar Su juicio y castigo. Sabe lo que es feo, y cómo contrasta con lo que es santo, y reconoce la grandeza de Dios y la maldad de Satanás. Una humanidad como esta ya no trabajará más para él ni lo adorará, ni lo consagrará. Es porque es un grupo de personas a las que Dios ha ganado de verdad. Este es el sentido de la gestión de la humanidad por parte de Dios”.

Recomendación: Palabras diarias de Dios | Sólo el que experimenta la obra de Dios verdaderamente cree en Dios (Fragmento 4)

Música cristiana | Dios se encarna para derrotar a Satanás y salvar a la humanidad

Música cristiana | Dios se encarna para derrotar a Satanás y salvar a la humanidad

I
En esta encarnación de Dios en la tierra, Él hace Su obra entre los hombres.
Toda esta obra tiene un propósito: derrotar al diablo Satanás.
Lo derrotará conquistando al hombre, y haciéndoos completos.
Cuando deis resonante testimonio,
también será señal de la derrota de Satanás.
Dios se encarna para derrotar a Satanás y salvar a la humanidad.
Para que Satanás sea derrotado,
primero el hombre ser conquistado, luego completado.
II
Pero en esencia, al derrotarlo, Dios salva al hombre del dolor.
No importa que esta obra se realice en China o por todo el universo,
es para derrotar a Satanás, salvar al mundo,
y que el hombre entre en un lugar de reposo.
Y derrotar al diablo Satanás.
Dios se encarna para derrotar a Satanás y salvar a la humanidad.
La encarnación de Dios en la carne común es para derrotar a Satanás.
La obra del Dios de carne es salvar a los que le aman bajo el cielo.
Es para conquistar a toda la humanidad, y también para derrotar a Satanás.
III
El núcleo de esa obra está ligado a la derrota de Satanás por la salvación.
Dios se encarna para derrotar a Satanás y salvar a la humanidad.
Dios se encarna para vencer a Satanás y salvar a la humanidad,
salvar a la humanidad. Salva a toda la humanidad.
Salva a la humanidad. Salva a toda la humanidad.
De “La Palabra Manifestada En Carne

 

La descendencia: la quinta coyuntura

Palabras diarias de Dios |  La descendencia: la quinta coyuntura

Después de casarse, uno comienza a criar a la siguiente generación. Uno no tiene nada que decir en cuanto al número o al tipo de hijos que tiene; esto también viene determinado por el destino de una persona, predestinado por el Creador. Esta es la quinta coyuntura por la que debe pasar una persona.

Si uno nace con el fin de desempeñar la función del hijo de otro, cría a la siguiente generación con el fin de desempeñar la función del padre de otro. Este cambio de papeles hace que uno experimente fases diferentes de la vida desde perspectivas distintas. También le proporciona a uno diferentes series de experiencias vitales, en las que llega a conocer la misma soberanía del Creador, así como el hecho de que nadie puede sobrepasar o alterar la predestinación del Creador.

1. Uno no tiene control sobre lo que pasa con sus hijos

El nacimiento, el crecimiento y el matrimonio producen diversos tipos y diferentes grados de decepción. Algunas personas no están satisfechas con sus familias o sus aspectos físicos; a algunos no les gustan sus padres; otros están resentidos o tienen muchas cuentas pendientes con el entorno en el que crecieron. Y, para la mayoría de las personas, entre todas estas decepciones, el matrimonio es la más insatisfactoria. Independientemente de lo insatisfecho que uno esté con su nacimiento, su crecimiento o su matrimonio, todo el que ha pasado por ellos sabe que uno no puede elegir dónde y cuándo nace, qué aspecto tiene, quiénes son sus padres ni quién es su cónyuge, sino que debe solamente aceptar la voluntad del cielo. Pero cuando llegue el momento de que las personas críen a la siguiente generación, proyectarán todos sus deseos no realizados en la primera mitad de sus vidas sobre sus descendientes, esperando que ellos compensen todas las decepciones que experimentaron en la primera mitad de sus vidas. Así, las personas se permiten toda clase de fantasías sobre sus hijos: que sus hijas crecerán hasta ser asombrosas bellezas y, sus hijos elegantes caballeros; que sus hijas serán cultas y talentosas, y sus hijos, brillantes estudiantes y atletas estrella; que sus hijas serán amables, virtuosas y sensibles y, sus hijos, inteligentes, capaces y sensibles. Esperan que, ya sean hijas o hijos, respetarán a sus mayores, serán considerados con sus padres, serán amados y alabados por todos… En este punto, las esperanzas de la vida brotan de nuevo, y se encienden nuevas pasiones en los corazones de las personas. Estas saben que están indefensas y desesperanzadas en esta vida, que no tendrán otra oportunidad, otra esperanza, de destacar sobre los demás, y que no tienen elección sino aceptar sus destinos. Y, por tanto, proyectan todas sus esperanzas, sus deseos e ideales no realizados en la siguiente generación, esperando que sus descendientes puedan ayudarles a lograr sus sueños y materializar sus deseos; que sus hijas e hijos traigan gloria al apellido, sean importantes, ricos o famosos; en resumen, quieren ver aumentar las fortunas de sus hijos. Los planes y las fantasías de las personas son perfectos; ¿no saben que el número de hijos que tienen, el aspecto de sus hijos, sus capacidades, etc., no es algo que ellos puedan decidir, que los destinos de sus hijos no descansan en absoluto en las palmas de sus manos? Los humanos no son señores de su propio destino, pero esperan cambiar los destinos de la generación más joven; no tienen poder para escapar de sus propios destinos, pero intentan controlar los de sus hijos e hijas. ¿No están sobrevalorándose? ¿No es esto insensatez e ignorancia humanas? Las personas llegan hasta donde sea por el bien de sus hijos, pero al final, cuántos tenga uno, y cómo sean estos, no responde a sus planes y deseos. Algunas personas son pobres, pero engendran muchos hijos; algunas son ricas, pero no tienen ninguno. Algunos quieren una hija, pero se les niega ese deseo; algunos quieren un niño, pero son incapaces de tener un varón. Para algunos, los hijos son una bendición; para otros, una maldición. Algunas parejas son brillantes, pero dan a luz hijos torpes; algunos padres son trabajadores y honestos, pero los hijos que crían son indolentes. Algunos padres son amables y justos, pero tienen hijos que resultan ser astutos y despiadados. Algunos padres están sanos de mente y cuerpo, pero dan a luz hijos discapacitados. Algunos padres son ordinarios y fracasados, pero tienen hijos que consiguen grandes éxitos. Algunos padres son de un estatus bajo, pero tienen hijos que llegan a ser eminencias.

2. Después de criar a la siguiente generación, las personas obtienen un nuevo entendimiento del destino

La mayoría de las personas que se casan lo hacen alrededor de los treinta años de edad, y en este punto de la vida uno no tiene ningún entendimiento del destino humano. Pero cuando las personas empiezan a criar a sus hijos, conforme sus descendientes crecen, ven a la nueva generación repetir la vida y todas las experiencias de la anterior, y ven sus propios pasados reflejados en ellos y se dan cuenta de que el camino recorrido por la generación más joven, como la suya, no puede planearse ni escogerse. Frente a esta realidad, no tienen elección sino admitir que el destino de cada persona está predestinado; y sin darse cuenta de ello dejan gradualmente de lado sus propios deseos, y las pasiones en sus corazones se consumen y mueren… Durante este período de tiempo, uno ha pasado en su mayor parte los hitos importantes de la vida y ha obtenido un nuevo entendimiento de la vida, ha adoptado una nueva actitud. ¿Cuánto puede esperar del futuro una persona de esta edad y qué perspectivas tiene? ¿Qué mujer de cincuenta años de edad sigue soñando con el Príncipe Azul? ¿Qué hombre de cincuenta años de edad sigue buscando a su Blancanieves? ¿Qué mujer de mediana edad sigue esperando pasar de ser un patito feo a ser un cisne? ¿Tienen la mayoría de los hombres mayores la misma energía en su profesión que los jóvenes? En resumen, independientemente de si uno es un hombre o una mujer, cualquiera que viva hasta esta edad probablemente tenga una actitud relativamente racional y práctica hacia el matrimonio, la familia y los hijos. A esa persona no le quedan básicamente elecciones ni deseos de desafiar el destino. Hasta donde llega la experiencia humana, tan pronto como uno alcanza esta edad desarrolla naturalmente una actitud de “uno debe aceptar el destino; los hijos corren sus propias suertes; el destino humano es ordenado por el cielo”. La mayoría de las personas que no entienden la verdad, después de haber aguantado todas las vicisitudes, frustraciones y dificultades de este mundo, resumirán sus perspectivas de la vida humana con tres palabras: “¡Es el destino!”. Aunque esta frase sintetiza la conclusión y la comprensión de las personas mundanas acerca del destino humano, aunque expresa la impotencia de la humanidad y podría decirse que es penetrante y precisa, no tiene mucho que ver con un entendimiento de la soberanía del Creador, y simplemente no sustituye el conocimiento de Su autoridad.

3. Creer en el destino no sustituye el conocimiento de la soberanía del Creador

Después de haber sido seguidores de Dios durante tantos años, ¿existe una diferencia sustancial entre vuestro conocimiento del destino y el de las personas mundanas? ¿Habéis entendido realmente la predestinación del Creador, y habéis llegado verdaderamente a conocer Su soberanía? Algunas personas tienen un entendimiento profundo y muy sentido de la frase “es el destino”, pero no creen en absoluto en la soberanía de Dios, no creen que Dios organiza y orquesta el destino humano, y no están dispuestas a someterse a Su soberanía. Esas personas están como a la deriva en el océano, lanzadas por las olas, llevadas por la corriente, sin otra elección que esperar pasivamente y resignarse al destino. Sin embargo, no reconocen que el destino humano está sujeto a la soberanía de Dios; no pueden llegar a conocerla por su propia iniciativa y, de ese modo, lograr el reconocimiento de la autoridad de Dios, someterse a Sus orquestaciones y arreglos, dejar de resistirse al destino y vivir bajo el cuidado, la protección y la dirección de Dios. En otras palabras, aceptar el destino no es lo mismo que someterse a la soberanía del Creador; creer en el destino no significa que uno acepte, reconozca y conozca la soberanía del Creador; creer en el destino es sólo el reconocimiento de este hecho y de este fenómeno externo, que es diferente de conocer cómo gobierna el Creador el destino de la humanidad, de reconocer que el Creador es la fuente de dominio sobre los destinos de todas las cosas e, incluso más, de someterse a Sus orquestaciones y arreglos para el destino de la humanidad. Si una persona sólo cree en el destino, aun teniendo una profunda convicción del mismo, pero no es capaz aún de conocer, reconocer, someterse a la soberanía del Creador sobre el destino de la humanidad, y aceptarla, su vida no será más que una tragedia, una vida vivida en vano, un vacío; seguirá siendo incapaz de someterse al dominio del Creador, de convertirse en un ser humano creado en el sentido estricto de la frase, y de disfrutar de Su aprobación. Una persona que conoce y experimenta verdaderamente la soberanía del Creador debería estar en un estado activo, no pasivo ni impotente, sino aceptando al mismo tiempo que todas las cosas están destinadas, debería poseer una definición precisa de la vida y el destino: que toda vida está sujeta a la soberanía del Creador. Cuando uno mira atrás el camino que ha recorrido, cuando uno rememora cada fase de su viaje, ve que, en cada paso, ya fuera el camino arduo o liso, Dios estaba dirigiendo su senda y planificándola. Fueron los arreglos meticulosos de Dios, Su planificación cuidadosa, los que llevaron a uno, inconscientemente, hasta hoy. Poder aceptar la soberanía del Creador, recibir Su salvación, ¡qué gran suerte! Si la actitud de una persona hacia el destino es pasiva, demuestra que se está resistiendo a todo lo que Dios ha organizado para ella, que no tiene una actitud sumisa. Si la actitud de uno hacia la soberanía de Dios sobre el destino humano es activa, cuando uno mira atrás a su viaje, cuando llega a comprender verdaderamente la soberanía de Dios, deseará con más empeño someterse a todo lo que Dios ha organizado, tendrá más determinación y confianza para dejar que Dios orqueste su destino, para dejar de rebelarse contra Dios. Porque uno ve que cuando no comprende el destino, cuando no entiende la soberanía de Dios, cuando anda a tientas voluntariamente, tambaleándose y cayendo, a través de la niebla, el viaje es demasiado difícil, demasiado descorazonador. Por tanto, cuando las personas reconocen la soberanía de Dios sobre el destino humano, los inteligentes escogen conocerla y aceptarla, decir adiós a los dolorosos días en los que intentaban construir una buena vida con sus propias manos, en lugar de seguir luchando contra el destino y perseguir a su manera los así llamados objetivos de la vida. Cuando uno no tiene a Dios, cuando no puede verlo, cuando no puede reconocer claramente la soberanía de Dios, cada día carece de sentido, es vano, miserable. Allí donde uno esté, cualquiera que sea su trabajo, sus medios de vida y la persecución de sus objetivos no le traen otra cosa que una angustia infinita y un sufrimiento que no se pueden aliviar, de forma que uno no puede soportar mirar atrás. Sólo cuando uno acepta la soberanía del Creador, se somete a Sus orquestaciones y arreglos, y busca la verdadera vida humana, se librará gradualmente de toda angustia y sufrimiento, se deshará de todo el vacío de la vida.

4. Sólo aquellos que se someten a la soberanía del Creador pueden alcanzar la verdadera libertad

Como las personas no reconocen las orquestaciones y la soberanía de Dios, siempre afrontan el destino desafiantemente, con una actitud rebelde, y siempre quieren desechar la autoridad y la soberanía de Dios y las cosas que el destino les tiene guardadas, esperando en vano cambiar sus circunstancias actuales y alterar su destino. Pero nunca pueden tener éxito; se ven frustrados a cada paso. Esta lucha, que tiene lugar en lo profundo del alma de uno, es dolorosa; el dolor es inolvidable; y, al mismo tiempo, uno está desperdiciando su vida. ¿Cuál es la causa de este dolor? ¿Es debido a la soberanía de Dios, o porque una persona nació sin suerte? Obviamente ninguna de las dos es cierta. En última instancia, es debido a las sendas que las personas toman, los caminos que eligen para vivir sus vidas. Algunas personas pueden no haberse dado cuenta de estas cosas. Pero cuando conoces realmente, cuando verdaderamente llegas a reconocer que Dios tiene soberanía sobre el destino humano, cuando entiendes realmente que todo lo que Dios ha planeado y decidido para ti es un gran beneficio, y es una gran protección, sientes que tu dolor se reduce gradualmente, y todo tu ser se queda relajado, libre, liberado. A juzgar por los estados de la mayoría de las personas, aunque en un nivel subjetivo no quieren seguir viviendo como lo hacían antes, aunque quieren alivio de su dolor, objetivamente no pueden comprender realmente el valor y el significado prácticos de la soberanía del Creador sobre el destino humano; no pueden reconocer ni someterse realmente a la misma, y mucho menos saber cómo buscar y aceptar las orquestaciones y los arreglos del Creador. Así, si las personas no pueden reconocer realmente el hecho de que el Creador tiene soberanía sobre el destino humano y sobre todas las cosas de los hombres, si no pueden someterse realmente a Su dominio, entonces será difícil para ellas no verse impulsadas y coartadas por la noción de que “el destino de uno está en sus propias manos”, será difícil para ellas deshacerse del dolor de su intensa lucha contra el destino y la autoridad del Creador, y no hace falta decir que también será difícil para ellas estar verdaderamente liberadas y libres, convertirse en personas que adoran a Dios. Existe una forma muy simple de liberarse de este estado: decir adiós a la antigua forma de vida de uno, a los anteriores objetivos en la vida, resumir y analizar el estilo de la vida, visión de la vida, las búsquedas, los deseos y los ideales, y compararlos después con la voluntad y las exigencias de Dios para el hombre, y ver si todos ellos son acordes con estas, si todos ellos transmiten los valores correctos de la vida, llevan a uno a un mayor entendimiento de la verdad, y le permiten vivir con humanidad y semejanza humana. Cuando investigas repetidamente y analizas cuidadosamente los diversos objetivos de la vida que las personas persiguen y sus diversas formas diferentes de vivir, verás que ninguno de ellos encaja con el propósito original del Creador cuando creó a la humanidad. Todos ellos apartan a las personas de Su soberanía y Su cuidado; son todos pozos en los que la humanidad cae, y que la llevan al infierno. Después de que reconozcas esto, tu tarea es dejar de lado tu antigua visión de la vida, mantenerte alejado de diversas trampas, dejar a Dios que se haga cargo de tu vida y haga arreglos para ti, intentar someterte solamente a las orquestaciones y la dirección de Dios, no tener elección y convertirte en una persona que lo adora a Él. Esto suena fácil, pero es difícil de hacer. Algunos pueden soportar el dolor que ello conlleva, otros no. Algunos están dispuestos a obedecer, otros no. Los que no están dispuestos carecen del deseo y la determinación para hacerlo; son claramente conscientes de la soberanía de Dios, saben perfectamente bien que es Él quien planea y organiza el destino humano, pero siguen pateando y luchando, siguen sin reconciliarse con la idea de dejar sus destinos en las manos de Dios y someterse a Su soberanía y, además, están resentidos con Sus orquestaciones y Sus disposiciones. Así, habrá siempre algunas personas que quieran ver por sí mismas de lo que son capaces; quieren cambiar sus destinos con sus propias manos, o conseguir la felicidad con sus propias fuerzas, ver si pueden sobrepasar los límites de la autoridad de Dios y subir por encima de Su soberanía. Lo triste del hombre no es que busque una vida feliz ni que persiga fama y fortuna o luche contra su propio destino a través de la niebla, sino que después de haber visto la existencia del Creador, después de haber conocido la realidad de que Él tiene soberanía sobre el destino humano, siga sin enmendar sus caminos, sin poder sacar los pies del fango, y endurezca su corazón persistiendo en sus errores. Preferiría quedarse revolcándose en el barro, compitiendo obstinadamente contra la soberanía del Creador, resistiéndose a ella hasta el amargo final, sin la más mínima pizca de remordimiento, y sólo cuando yace quebrantado y sangrando decide finalmente rendirse y darse la vuelta. Esto es lo realmente triste del ser humano. Así pues, digo que aquellos que deciden someterse son sabios, y aquellos que deciden escapar son testarudos.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

3. Quién conoce el corazón maternal de Dios

En el pasado, yo no entendía la obra de Dios de salvar a la humanidad. Yo pensaba que en tanto que alguien manifieste corrupción en su trabajo o cometa transgresiones que dañen la obra de la iglesia, esa persona debe enfrentar retribución, perder su deber o ser sometida a castigo. Esta es la justicia de Dios. Dado este entendimiento incorrecto, además del temor de perder mi deber por haber cometido errores en mi trabajo, yo pensé en un método “astuto”: Cada vez que hiciera algo mal, haría todo lo posible para que los líderes no se enteraran y rápidamente trataría de compensarlo yo misma y haría todo lo posible por corregirlo. ¿No me ayudaría eso a conservar mi deber? Por tanto, siempre que presentaba informes sobre mi trabajo, yo reducía los grandes problemas a pequeños y los pequeños problemas a nada. Si a veces era pasiva, yo hacía lo posible por cubrirlo frente a los líderes y pretendía estar muy activa y positiva, aterrada de que los líderes pensaran que yo era incompetente y dejaran de utilizarme. Así que simplemente de esa manera, estaría cuidadosamente protegida contra Dios y los líderes en todo lo que hacía.

Sin embargo, Dios inspecciona el corazón de las personas y mi “soberbio truco” nunca podía escapar de los ojos de Dios. Descubrí que mientras más trataba de cubrir las cosas, más me exponía Dios a la luz. Por ejemplo: siempre que trataba de presumir de mi “talento” frente a los líderes me sobrecargaba y me ponía en ridículo; siempre que trataba de cubrir mi condición pasiva, “nubes oscuras” surgían involuntariamente en mi cara y los hermanos y hermanas las descifraban; siempre que trataba de encubrir los errores y omisiones en mi trabajo, el resultado era como un espejo que lo revelaba todo. … Una y otra vez la vergüenza y el tormento de mi conciencia por ser deshonesto me hicieron caer, sin embargo, no comprendí entendía de ello las intenciones y el propósito detrás de la razón de que Dios obraba de esta manera, ni tampoco entendía cómo Dios salvaba a las personas. Simplemente esperaba pasivamente la llegada del “justo juicio de Dios” para ser tratada por la iglesia.

Pero la realidad no progresó como yo la imaginaba: en mi trabajo, aunque yo había sido podada y tratada por no cumplir adecuadamente mi deber, yo podía recibir la devota guía de hermanos y hermanas, quienes me hicieron saber lo que era superficial y lo que era cumplir lealmente con mi deber. Entendí que únicamente al actuar de acuerdo con los requerimientos de Dios uno puede cumplir adecuadamente su deber. En términos de entrar en la vida, muchas veces me encontré envuelta en pensamientos malignos de los que no podía deshacerme, lo que dejaba mi corazón en agonía. Yo quería abrir mi corazón y buscar comunicación, pero me sentía demasiado avergonzado para hablar. Al final, caí en la oscuridad y perdí la obra del Espíritu Santo. Pero después de abrirme y exponerlo todo, vi que los hermanos y hermanas, no sólo no se rieron de mí ni me menospreciaron debido a ello, sino que más bien me dieron ayuda y exhortación, lo que me permitió vivir en la luz y me dio una senda para practicar y el poder para derrotar el pecado. Más tarde, vi que cuando los hermanos y hermanas a mi alrededor hacían algo mal o revelaban corrupción, la iglesia no los envió a casa debido a ello. En cambio, la iglesia hacía todo lo posible por comunicarse con ellos y apoyarlos, dándoles una y otra oportunidad. Aun si algunas personas eran enviadas a casa al final, era sólo debido a que carecían de buena humanidad; porque estaban alterando e interfiriendo con la obra de la iglesia, fallando en desempeñar un papel positivo. Siempre salían del paso en sus deberes, no lograban ningún resultado práctico y se rehusaban a arrepentirse, incluso después de haber sido podadas, tratadas y hablado con ellas en múltiples ocasiones. Pero incluso para esas personas, la iglesia aún espera que se arrepientan y despierten. Si en realidad auto-reflexionan y cambian después de un tiempo, la iglesia todavía les dará oportunidades de practicar y preparar buenas obras. Estos hechos me hicieron ver que la actitud de Dios es como cuando los padres enfrentan el regreso de su hijo pródigo, con amor y afecto sin igual. Fue sólo entonces que me di cuenta de que, ya sea que Dios trate a las personas con misericordia y amor o que las trate con justicia, majestad e ira, todo esto es para salvar a la humanidad en la mayor medida posible. Dentro de todo esto se encuentra el amor ilimitado y la salvación de Dios para la humanidad y todo está determinado por Su esencia. Reflexionando sobre la voluntad de Dios, pensaba en aquellos que fueron expuestos, reemplazados o enviados de vuelta a casa; fue sólo dentro de ese tipo de entorno de ser expuestos y eliminados que comenzaron a reflexionar sobre sí mismos, a ver claramente la verdad de que Satanás los había corrompido, a postrarse delante de Dios y a arrepentirse verdaderamente. Sin ese tipo de fracaso, probablemente seguirían vagando a ciegas por esa senda. Resulta evidente que la obra que Dios realiza, en verdad es la de salvar a la humanidad y que contiene Su amor y Sus amables intenciones para el hombre. En el pasado, yo no entendía realmente Su obra de salvación; mi entendimiento de Dios era demasiado parcializado.

En ese momento pensé en un pasaje de las palabras de Dios: “¿Qué es la esencia de Cristo? La esencia de Cristo es el amor por la humanidad; con respecto a quienes lo siguen, es amor ilimitado. Si Él no tiene amor o misericordia, las personas no serían capaces de seguirlo hasta el tiempo presente. Algunas personas dicen: ‘Entonces ¿no sigue siendo justo Dios?’. ¡Sí! Es correcto que Él sigue siendo justo, pero desde la perspectiva de Su carácter, Su justicia es odio hacia la corrupción y la maldad de la humanidad. ¿Y si Él tuviera meramente justicia y no amor? ¿Y si el amor no pudiera superar a la justicia? Se podría decirse que la humanidad estaría acabada. Por tanto, os hablo con franqueza; es decir, en la obra que Dios hace para la humanidad, durante el tiempo de Su encarnación, Su esencia más aparente y prominente es el amor, la tolerancia ilimitada. De no ser amor, sino que Dios destruyera a las personas como vosotros imagináis; al hablar destrucción, las personas serían destruidas, y al hablar de odio por las personas, serían castigadas, malditas, juzgadas, y escarmentadas, ¡sería muy grave! Si Él se enojara con las personas, ellas temerían y temblarían, y no serían capaces de mantenerse en pie ante los ojos de Dios… Esto no es más que un método para expresar el carácter de Dios y, al final, Su propósito sigue siendo la salvación. Su amor discurre por todas las revelaciones de Su carácter. Reflexionad sobre esto: durante la obra en el tiempo de la encarnación, lo que más se ha revelado para las personas es el amor. ¿Qué es la paciencia? La paciencia es tener piedad, porque contiene amor, y Su propósito sigue siendo salvar a las personas. Dios es capaz de tener piedad de las personas, porque tiene amor. Del mismo modo que si hay amor verdadero entre un marido y su esposa, ellos no miran las deficiencias y los errores del otro. Si fueras provocado a ira, seguirías siendo capaz de ser paciente. Todo se establece sobre el fundamento del amor. ¿Qué ocurre si Él fuera odioso? Su actitud, Su expresión y el resultado no serían como son. Si Dios sólo sintiera odio e ira, y sólo hubiera juicio y castigo, sin amor, la situación no sería la que veis ahora ni estaríais en buenas situaciones. ¿Os proveería Él la verdad?” (‘El verdadero amor de Dios por la humanidad’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). Cuando en el pasado veía este pasaje, aun cuando yo dijera que lo reconocía, nunca lo comprendí realmente y todavía estaba llena de desconfianza y recelo hacia Dios. Es sólo ahora que tengo un mínimo de verdadero entendimiento de estas palabras y puedo apreciar que tienen demasiada esencia. Los espacios entre líneas están llenas del profundo afecto de Dios por la humanidad y Su bien intencionada provisión, apoyo y enseñanza para ella.

En este momento, yo no pude evitar desarrollar en mi corazón profundos sentimientos de culpa hacia Dios: ¡Oh Dios! Por todo el tiempo que Te he seguido, incluso aunque yo creía en Ti, yo no Te conocía. No sólo ciega y falsamente malinterpreté Tu corazón maternal, también te causé demasiado dolor. Realmente soy demasiado indigna de presentarme ante Ti, e incluso soy aún más indigna de Tu salvación. ¡Sólo soy digna de Tu maldición! Pero, la manera en que me tratas no se basa en mi desobediencia. En cambio, en gran medida Tú me exaltas, sientes compasión de mi y me toleras, permitiéndome disfrutar de todo Tu amor y gracia, permitiéndome ver Tu belleza y bondad, y experimentar la practicidad de Tu palabra, ¡Dios es justo y, más aún, es amor! Desde ahora deseo conocer más de Tu condición adorable a través de Tu palabra y por medio de la vida real, y esforzarme por ser una persona honesta, que Te ama, ¡y cumplir fielmente mi deber para retribuir Tu gran amor!

música cristiana 2018 | Los siete truenos retumban

 música cristiana 2018 | Los siete truenos retumban

I
Retumban los siete truenos, al mundo hacen temblar,
desgarrando el firmamento, el cielo y la tierra.
Fuerte el sonido. ¿Dónde se refugiará el hombre?
Se transforma el mundo bajo rayos y truenos.
Agoniza el hombre. Una tormenta, estalla en el universo,
con la velocidad de un rayo; empieza a diluviar.
Cada rincón de la tierra queda sumergido,
y nada queda impuro en la tierra.
El mundo entero se lava y no queda mancha alguna.
¿Quién puede esconderse de la tempestad?
La destrucción al enemigo fulminará,
caerán vencidos en las aguas turbulentas.
Serán arrastrados a su merecido final,
arrojados sin esperanza a su muerte.
II
Los siete truenos retumban. Claros están los fines de Dios.
El mal será castigado entre escenas de llanto.
Algunos despiertan de sus sueños, sus planes malvados sopesan,
queriendo volver al pie del trono de Dios.
Ellos no dudan, corren al trono de Dios.
No se dejan enredar por sus crímenes y falsedad, y se arrepienten justo a tiempo.
Dios es justo, es amor, y es misericordioso,
en Dios puedes confiar, es Dios de majestad.
Algún día la tierra lo verá, Dios es un fuego en llamas.
No tendrá misericordia cuando le toque juzgar.
Desde Su trono imperial, Dios mira hacia abajo,
examinando a fondo corazones y mentes,
salvando a todos aquellos que lo buscan con sinceridad.
Quien ama a Dios sobre todas las otras cosas,
conoce bien el corazón de Dios,
lo sigue todo el camino hasta el final, Dios eternamente lo salvará.
III
Los siete truenos retumban a través de la tierra.
El hombre consigue la salvación y llega hasta el trono de Dios.
¡Los hombres buscan sobrevivir en la luz de la vida,
se inclinan y adoran ante Dios Todopoderoso!
IV
Los siete truenos retumban, lucen relámpagos,
proclamando ante todos el comienzo del juicio.
Para quien no habla con el corazón, quien se descuida y duda,
y rechaza la voluntad de Dios, ¡el juicio le espera, el juicio le espera!
Dios es justo, es amor, y es misericordioso,
en Dios puedes confiar, es Dios de majestad.
Algún día la tierra lo verá, Dios es un fuego en llamas.
No tendrá misericordia cuando le toque juzgar.
Y que en todo el universo se sepa la verdad,
Dios Todopoderoso es el único Dios digno de reverencia.
¿Quién puede luchar contra Dios u oponerse a Él?
Nadie puede juzgarlo o calumniarlo.
Cada lengua y corazón le jurarán lealtad.
Cada nación se rendirá ante Dios.
Hoy, mañana y siempre,
¡se inclinarán, se inclinarán,
se inclinarán ante Dios para siempre!
De “Declaraciones y testimonios de Cristo en el principio”

¿Cómo aparecerá y obrará realmente el Señor Jesús cuando regrese?

Versículos bíblicos relevantes

Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que El padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25).

Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6).

He aquí, vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus ropas, no sea que ande desnudo y vean su vergüenza” (Apocalipsis 16:15).

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

Palabras relevantes de Dios

La aparición de Dios se refiere a Su llegada personal a la tierra para hacer Su obra. Con Su propia identidad y carácter, y con Su método inherente, Él desciende entre los hombres para llevar a cabo la obra de comenzar una época y terminar otra. Esta clase de aparición no es una especie de ceremonia. No es una señal, un cuadro, un milagro o una gran visión y mucho menos una clase de proceso religioso. Es un hecho real y verdadero que se puede tocar y contemplar. Esta clase de aparición no es en aras de seguir un proceso o en aras de un trabajo a corto plazo; es, para ser más precisos, en aras de una etapa en la obra de Su plan de gestión. La aparición de Dios siempre es significativa y siempre se conecta con Su plan de gestión. La aparición a la que se refiere aquí es completamente diferente a la aparición de la guía, dirección y esclarecimiento de Dios para el hombre. Cada vez que Él se revela, Él lleva a cabo una etapa de la gran obra. Esta obra es diferente de la de cualquier otra época. Para el hombre es inimaginable y él nunca la ha experimentado. Es una obra que da inicio a una nueva época y termina con la vieja época, y es una forma nueva y mejorada de obrar para la salvación de la humanidad; más aún, es una obra para llevar a la humanidad a una nueva época. Esta es la trascendencia de la aparición de Dios.

de “La aparición de Dios ha traído una nueva época”

Jesús dijo que Él llegaría tal como se fue, pero ¿conoces el verdadero significado de Sus palabras? ¿Pudo realmente habéroslo dicho? Sólo sabes que Él llegará tal como se fue en una nube, pero ¿sabes exactamente cómo hace Su obra Dios mismo? Si fueras verdaderamente capaz de ver, ¿cómo deben explicarse las palabras de Jesús? Él dijo: “Cuando el Hijo del Hombre venga en los últimos días, Él mismo no sabrá, los ángeles no sabrán, los mensajeros en el cielo no sabrán, y las personas no sabrán. Sólo el Padre sabrá, esto es, sólo el Espíritu sabrá”. Si eres capaz de saber y ver, ¿no son entonces vacías estas palabras? Ni siquiera el propio Hijo del Hombre sabe, ¿y tú eres capaz de ver y saber? Si tú has visto con tus propios ojos, ¿no se dijeron en vano esas palabras? ¿Y qué dijo Jesús en ese momento? “Pero ningún hombre sabe la hora ni el día, ni los ángeles del cielo, sino sólo Mi Padre. Pero como fue en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. […] Entonces, vosotros también debéis estar listos porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos lo penséis”. Cuando llegue ese día, el Hijo del Hombre no lo sabrá. El Hijo del Hombre se refiere a la carne encarnada de Dios, que será una persona normal y ordinaria. Incluso Él mismo no lo sabrá, ¿cómo podrías saberlo tú entonces?

de “La visión de la obra de Dios (3)”

“El que puede oír, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” […] Hay muchos hombres absurdos que creen que las palabras del Espíritu Santo deberían descender de los cielos a los oídos del hombre. Cualquiera que piense de esta forma no conoce la obra de Dios. En verdad, las declaraciones habladas por el Espíritu Santo son las habladas por Dios hecho carne. El Espíritu Santo no puede hablar directamente al hombre, y Jehová tampoco habló directamente a todo el pueblo, ni siquiera en la Era de la Ley. ¿No sería bastante menos probable que lo hiciera en esta era actual? Para que Dios haga declaraciones para llevar a cabo la obra, debe hacerse carne, o de lo contrario Su obra no conseguirá Su objetivo. Los que rechazan a Dios hecho carne son los que no conocen el Espíritu ni los principios por los que Dios obra.

de “¿Cómo puede el hombre que ha definido a Dios en sus conceptos recibir Sus revelaciones?”

Dios guarda silencio y nunca se nos ha aparecido, sin embargo, Su obra nunca se ha detenido. Ve todas las tierras y manda a todas las cosas y contempla todas las palabras y obras del hombre. Su gestión es conducida por pasos, y de acuerdo a Su plan. Este avanza en silencio, sin un efecto dramático, pero Sus pisadas avanzan cada vez más cerca de la humanidad, y Su tribunal se despliega en el universo a la velocidad de la luz, inmediatamente seguido por el descenso de Su trono entre nosotros. ¡Qué escena tan majestuosa es esta; qué cuadro tan imponente y solemne! Como una paloma, como un león rugiente, el Espíritu llega entre todos nosotros. Es sabio, es justo y majestuoso; Él llega entre nosotros en silencio, dueño de la autoridad y lleno de amor y compasión. Nadie está consciente de Su llegada, nadie acoge Su llegada y, más aún, nadie sabe todo lo que va a hacer. La vida del hombre sigue sin cambios; su corazón no es diferente y los días transcurren como siempre. Dios vive entre nosotros como una persona ordinaria, como un seguidor tremendamente insignificante y un creyente ordinario. Él tiene Sus propias búsquedas, Sus propias metas y, además, tiene una divinidad que ningún hombre ordinario posee. Nadie se ha dado cuenta de la existencia de Su divinidad, ni nadie ha percibido la diferencia entre Su esencia y la del hombre. Vivimos junto con Él, sin restricciones y sin temor, porque lo vemos como nada más que un creyente insignificante.

de “Contemplando la aparición de Dios en Su juicio y Su castigo”

Una vez se me conoció como Jehová. También se me llamó el Mesías, y las personas me llamaron una vez Jesús el Salvador porque me amaban y respetaban. Pero hoy no soy el Jehová o el Jesús que las personas conocieron en tiempos pasados; soy el Dios que ha vuelto en los últimos días, el que pondrá fin a la era. Soy el Dios mismo que se levanta en los extremos de la tierra, repleto con todo Mi carácter, y lleno de autoridad, honor y gloria. Las personas nunca han tenido contacto conmigo, nunca me han conocido, y siempre han ignorado Mi carácter. Desde la creación del mundo hasta hoy, ni una persona me ha visto. Este es el Dios que se aparece al hombre durante los últimos días pero que está oculto en medio de él. Reside entre los hombres, verdadero y real, como el sol ardiente y el fuego llameante, lleno de poder y rebosante de autoridad. No hay una sola persona o cosa que no ha de ser juzgada por Mis palabras, y ni una sola persona o cosa que no ha de ser purificada ardiendo en el fuego. Finalmente, todas las naciones serán benditas por Mis palabras, y también hechas pedazos por ellas. De esta forma, todas las personas durante los últimos días verán que soy el Salvador que ha vuelto, que soy el Dios Todopoderoso que conquista toda la humanidad, que una vez fui la ofrenda por el pecado para el hombre, pero en los últimos días también me convertiré en las llamas del sol que quema todas las cosas, así como el Sol de justicia que revela todas las cosas. Esa es Mi obra de los últimos días. Adopté este nombre y poseo este carácter de forma que todas las personas puedan ver que soy un Dios justo, el sol ardiente, y el fuego llameante. Es así para que todos puedan adorarme, el único Dios verdadero, y para que puedan ver Mi verdadero rostro: no soy sólo el Dios de los israelitas, y no soy sólo el Redentor, soy el Dios de todas las criaturas a través de los cielos, la tierra y los mares.

de “El Salvador ya ha regresado en una ‘nube blanca’”

Cuando Jesús vino al mundo del hombre, trajo la Era de la Gracia y terminó la de la Ley. Durante los últimos días, Dios se hizo carne una vez más y, esta vez acabó la Era de la Gracia y trajo la del Reino. Todos aquellos que acepten la segunda encarnación de Dios serán conducidos a la Era del Reino, y podrán aceptar personalmente Su dirección. Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad, se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre, pero no lo libró de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió a Jesús cargar con los pecados del hombre como la ofrenda por el pecado, sino también que Dios realizara una obra mayor para librar completamente al hombre de su carácter, que ha sido corrompido por Satanás. Y así, después de que los pecados del hombre fueron perdonados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio, que llevó al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida.

de “Sólo el que experimenta la obra de Dios verdaderamente cree en Dios”

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

¿Podemos recibir la segunda venida del Señor Jesús guardándonos obcecadamente de los falsos Cristos y negándonos a buscar y estudiar la aparición y obra del Señor?

ersículos bíblicos relevantes

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2-3).

Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3).

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados” (Mateo 5:6).

Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).

Palabras relevantes de Dios

Investigar algo así no es difícil, pero requiere que cada uno de nosotros conozca esta verdad: Aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su esencia, y Aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su expresión. Haciéndose carne, Dios traerá la obra que debe hacer, y haciéndose carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida, y de mostrarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios seguramente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Para investigar si es la carne encarnada de Dios, el hombre debe determinarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, si es o no la carne encarnada de Dios, y si es o no el camino verdadero, debe discernirse a partir de Su esencia. Y así, para determinar[a] si es o no la carne de Dios encarnado, la clave está en prestar atención a Su esencia (Su obra, Sus palabras, Su carácter, y mucho más), en lugar de fijarse en Su apariencia exterior. Si el hombre sólo ve Su apariencia exterior, y pasa por alto Su esencia, demostrará la ignorancia y la ingenuidad del hombre.

de ‘Sólo el que experimenta la obra de Dios verdaderamente cree en Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto porque Él posee la esencia de Dios, y posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, que el hombre no puede alcanzar. Los que así mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino que es la carne particular asumida por Dios a medida que cumple y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no es una que cualquier hombre pueda reemplazar, sino una que pueda adecuadamente llevar la obra de Dios en la tierra y expresar el carácter de Dios y representar bien a Dios y proveer al hombre con la vida. Tarde o temprano, todos esos cristos falsos caerán porque, aunque afirmen ser Cristo, no poseen nada de la esencia de Cristo. Y así digo que la autenticidad de Cristo, el hombre no la puede definir, sino que Dios mismo la contesta y la decide.

de ‘Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”

En cuanto a cómo Dios se hizo carne para ser un hombre, cómo el Espíritu dio las revelaciones en aquel momento, y cómo el Espíritu descendió sobre un hombre para hacer la obra, estos son asuntos que el hombre no puede ver o tocar. Es completamente imposible que estas verdades sirvan como una prueba de que Él es el Dios encarnado. Como tal, sólo se puede hacer disinción en las palabras y la obra de Dios, que son tangibles para el hombre. Sólo esto es real. Esto es así porque los asuntos del Espíritu no son visibles para ti y sólo Dios mismo los sabe con claridad, y ni siquiera la carne encarnada de Dios lo sabe todo; sólo puedes verificar si Él es Dios[a] por la obra que ha hecho. De Su obra se puede ver que, en primer lugar, Él puede abrir una nueva era; segundo, puede suplir la vida del hombre y mostrarle al hombre el camino a seguir. Esto es suficiente para establecer que Él es Dios mismo. Por lo menos, la obra que Él hace puede representar completamente al Espíritu de Dios, y de tal obra se puede ver que el Espíritu de Dios está dentro de Él. Ya que la obra que hizo el Dios encarnado fue principalmente para marcar el comienzo de una nueva era, guiar una nueva obra, inaugurar nuevas circunstancias, estas cuantas condiciones por sí solas son suficientes para establecer que Él es Dios mismo.

de ‘La diferencia entre el ministerio del Dios encarnado y el deber del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”

Si durante el día presente, emerge una persona capaz de exhibir señales y maravillas, y puede echar fuera demonios, sanar a los enfermos, y llevar a cabo muchos milagros, y si esta persona declara ser Jesús que ha venido, sería una falsificación de espíritus malos, y su imitación de Jesús. ¡Recuerda esto! Dios no repite la misma obra. La etapa de la obra de Jesús ya ha sido completada, y Dios nunca más la acometerá. La obra de Dios es irreconciliable con los conceptos del hombre; por ejemplo, el Antiguo Testamento predijo la venida de un Mesías, pero resultó que vino Jesús, por lo que sería erróneo que viniera otro Mesías de nuevo. Jesús ya ha venido una vez, y sería incorrecto que Él viniera de nuevo en esta ocasión. Hay un nombre para cada era, y cada nombre se caracteriza por una era. En los conceptos del hombre, Dios siempre debe hacer señales y maravillas, siempre debe sanar a los enfermos y echar fuera demonios, y siempre debe ser como Jesús, pero esta vez Dios no es así en absoluto. Si durante los últimos días, Dios siguiera exhibiendo señales y maravillas, echara fuera demonios y sanara a los enfermos —si hiciera exactamente lo mismo que Jesús—, Dios estaría repitiendo la misma obra, y la de Jesús no tendría significado ni valor. Así pues, Dios lleva a cabo una etapa de la obra en cada era. Una vez completada cada etapa de la obra, los espíritus malignos la imitan pronto, y después de que Satanás empiece a pisarle los talones a Dios, este cambia a un método diferente; una vez que Dios ha completado una etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan. Debéis tener claras estas cosas.

de ‘Conocer la obra de Dios hoy’ en “La Palabra manifestada en carne”

Algunos están poseídos por espíritus malignos y claman persistentemente “¡Soy Dios!”. Pero al final, no pueden mantenerse firmes, porque actúan en nombre del ser incorrecto. Representan a Satanás y el Espíritu Santo no les presta atención. Por muy alto que te exaltes o por muy fuerte que clames, sigues siendo un ser creado, que pertenece a Satanás. Yo nunca clamo: “!Soy Dios, soy el amado Hijo de Dios!”. Pero la obra que hago es la de Dios. ¿Debo gritar? No hay necesidad de exaltación. Dios hace Su obra por sí mismo y no necesita que el hombre le conceda un estatus o un título honorífico, y Su obra es suficiente para representar Su identidad y estatus. Antes de Su bautismo, ¿no era Jesús Dios mismo? ¿No era la carne encarnada de Dios? ¿Es acaso cierto que pueda decirse que Él sólo se convirtió en el único Hijo de Dios después de que se dio testimonio de Él? ¿Acaso no había un hombre llamado Jesús mucho antes de que Él comenzase Su obra? No puedes traer nuevos caminos o representar al Espíritu. No puedes expresar la obra del Espíritu o las palabras que Él habla. No puedes realizar la obra de Dios mismo ni la del Espíritu. No puedes expresar la sabiduría, la maravilla y lo insondable de Dios ni todo el carácter por medio del cual Él castiga al hombre. Así pues, tus repetidas reivindicaciones de ser Dios no importan; sólo tienes el nombre y nada de la esencia. Dios mismo ha venido, pero nadie lo reconoce, y aun así Él sigue en Su obra y lo hace en representación del Espíritu. Independientemente de que lo llames hombre o Dios, Señor o Cristo, o hermana, todo está bien. Pero la obra que Él hace es la del Espíritu y representa la de Dios mismo. No le importa el nombre con el que el hombre lo denomine. ¿Puede ese nombre determinar Su obra? Independientemente de cómo lo llames, desde la perspectiva de Dios, Él es la forma encarnada del Espíritu de Dios; representa a este y este lo aprueba. No puedes dejar paso a una nueva era ni finalizar la antigua, ni iniciar la nueva, ni hacer una nueva obra. Por tanto, ¡no se te puede llamar Dios!

de ‘El misterio de la encarnación (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”

El regreso de Jesús es una gran salvación para aquellos que son capaces de aceptar la verdad, pero para los que son incapaces de hacerlo es una señal de condenación. Debéis elegir vuestra propia senda, y no blasfemar contra el Espíritu Santo y rechazar la verdad. No debéis ser personas ignorantes y arrogantes, sino alguien que obedece la dirección del Espíritu Santo, anhela y busca la verdad; sólo así os beneficiaréis. Os aconsejo que andéis con cuidado por la senda de la creencia en Dios. No saquéis conclusiones apresuradas; más aún, no seáis despreocupados y descuidados en vuestra creencia en Dios. Deberíais saber que, como mínimo, los que creen en Dios deben ser humildes y reverenciales. Los que han oído la verdad, pero fruncen el entrecejo son insensatos e ignorantes. Los que han oído la verdad, pero sacan conclusiones precipitadas descuidadamente o la condenan están cercados por la arrogancia. Nadie que crea en Jesús es apto para maldecir o condenar a otros. Deberíais ser todos racionales y aceptar la verdad. Quizás, habiendo oído el camino de la verdad y leído la palabra de vida, creas que sólo una de cada 10.000 de estas palabras está en sintonía con tus convicciones y con la Biblia, y después deberías seguir buscando en esa palabra 10.000 de las mismas. Sigo aconsejándote que seas humilde, no te confíes demasiado y no te exaltes mucho. Con tu corazón mostrando una reverencia tan exigua por Dios, obtendrás mayor luz. Si examinas detenidamente y contemplas repetidamente estas palabras, entenderás si son o no la verdad, y si son o no la vida. Quizás, habiendo leído sólo unas pocas frases, algunas personas condenarán ciegamente estas palabras, diciendo: “Esto no es nada más que algún esclarecimiento del Espíritu Santo”, o “Este es un falso Cristo que ha venido a engañar a la gente”. ¡Los que dicen tales cosas están cegados por la ignorancia! ¡Entiendes demasiado poco de la obra y de la sabiduría de Dios, y te aconsejo que empieces de nuevo desde cero! No debéis condenar ciegamente las palabras expresadas por Dios por causa de la aparición de falsos Cristos durante los últimos días ni ser personas que blasfeman contra el Espíritu Santo, porque teméis al engaño. ¿No sería esto una gran lástima? Si, después de mucho examen, sigues creyendo que estas palabras no son la verdad, no son el camino y no son la expresión de Dios, serás castigado en última instancia, y te quedarás sin bendiciones. Si no puedes aceptar esa verdad hablada de forma tan llana y clara, ¿no eres inadecuado para la salvación de Dios? ¿No eres alguien sin la fortuna suficiente como para volver delante del trono de Dios? ¡Piensa en ello! No seas imprudente e impetuoso, y no trates la creencia en Dios como un juego. Piensa en el bien de tu destino, en el bien de tus perspectivas, en el bien de tu vida, y no juegues contigo mismo. ¿Puedes aceptar estas palabras?

de ‘Cuando veas el cuerpo espiritual de Jesús será cuando Dios haya hecho de nuevo el cielo y la tierra’ en “La Palabra manifestada en carne