¿Qué es la encarnación? ¿Cuál es la esencia de la encarnación?

¿Qué es la encarnación? ¿Cuál es la esencia de la encarnación?

¿Qué es la encarnación? ¿Cuál es la esencia de la encarnación?

Versículos bíblicos como referencia:

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1).

Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida […]” (Juan 14:6).

Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: ‘Muéstranos al Padre’? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os digo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí es el que hace las obras. Creedme que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí; y si no, creed por las obras mismas” (Juan 14:9-11).

Yo y el Padre somos uno” (Juan 10:30).

Las palabras relevantes de Dios:

El significado de la encarnación es que Dios aparece en la carne y Él viene a obrar en medio del hombre de Su creación bajo una imagen de carne. Por tanto, para que Dios se encarne, primero debe ser carne, una carne con una humanidad normal; esto, como mínimo, es el requisito previo más básico. De hecho, la implicación de la encarnación de Dios es que Él vive y obra en la carne; Dios se hace carne en Su misma esencia, se hace hombre.

de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

La encarnación significa que el Espíritu de Dios se hace carne, es decir, que Dios se hace carne; la obra que Él realiza en la carne es la obra del Espíritu, la cual se materializa en la carne y es expresada por la carne. Nadie, excepto la carne de Dios, puede cumplir con el ministerio del Dios encarnado; es decir, que sólo la carne encarnada de Dios, esta humanidad normal —y nadie más— puede expresar la obra divina.

de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

El Cristo con humanidad normal es una carne en la que el Espíritu se materializa, que posee una humanidad normal, un sentido normal y un pensamiento humano. “Materializarse” significa que Dios se hace hombre, que el Espíritu se hace carne; dicho claramente, es cuando Dios mismo habita en la carne con una humanidad normal y expresa Su obra divina a través de ella. Esto es lo que significa materializarse o encarnarse.

de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto porque Él posee la esencia de Dios, y posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, que el hombre no puede alcanzar. Los que así mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino también es la carne particular asumida por Dios a medida que cumple y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no es una que cualquier hombre pueda reemplazar, sino una que pueda adecuadamente llevar la obra de Dios en la tierra y expresar el carácter de Dios y representar bien a Dios y proveer al hombre con la vida.

de ‘Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”

La implicación de la encarnación de Dios es que Él vive y obra en la carne; Dios se hace carne en Su misma esencia, se hace hombre. Su vida y Su obra encarnadas pueden dividirse en dos etapas. Primero es la vida que vive antes de desempeñar Su ministerio. Él vive en una familia humana ordinaria, en una humanidad totalmente normal, obedeciendo la moral y las leyes normales de la vida humana, con necesidades humanas normales (comida, vestido, refugio, descanso), debilidades humanas normales y emociones humanas normales. En otras palabras, durante esta primera etapa Él vive en una humanidad no divina y completamente normal, y se involucra en todas las actividades humanas normales. La segunda etapa es la vida que vive después de empezar a desarrollar Su ministerio. Sigue morando en la humanidad ordinaria con un caparazón humano normal, sin mostrar señal externa alguna de lo sobrenatural. No obstante, Él vive puramente por el bien de Su ministerio y durante este tiempo Su humanidad normal existe enteramente al servicio de la obra normal de Su divinidad; y es que, para entonces, Su humanidad normal ha madurado hasta el punto de ser capaz de desempeñar Su ministerio. Por tanto, la segunda etapa de Su vida consiste en llevar a cabo Su ministerio en Su humanidad normal; es una vida tanto de humanidad normal como de divinidad completa. La razón por la que durante la primera etapa de Su vida Él vive en una humanidad completamente ordinaria es que Su humanidad no equivale aún a la totalidad de la obra divina, todavía no está madura; sólo después de que Su humanidad madura y es capaz de cargar con Su ministerio, es cuando Él puede ponerse a realizarlo. Como Él, siendo carne, necesita crecer y madurar, la primera etapa de Su vida es la de una humanidad normal, mientras que en la segunda, al ser capaz Su humanidad de acometer Su obra y llevar a cabo Su ministerio, la vida que el Dios encarnado vive durante ese periodo es una tanto de humanidad como de divinidad completa. Si el Dios encarnado hubiera comenzado Su ministerio formal desde el momento de Su nacimiento, realizando señales sobrenaturales y maravillas, entonces Él no tendría una esencia corpórea. Por tanto, Su humanidad existe por el bien de Su esencia corpórea; no puede haber carne sin humanidad y una persona sin humanidad no es un ser humano. De esta forma, la humanidad de la carne de Dios es una propiedad intrínseca de la carne encarnada de Dios. Decir que “cuando Dios se hace carne es totalmente divino, no es en absoluto humano”, es una blasfemia, porque esta es una postura imposible de adoptar y que viola el principio de la encarnación. Incluso después de empezar a llevar a cabo Su ministerio, Su divinidad sigue habitando Su caparazón externo humano cuando Él realiza Su obra; sólo que en ese momento, Su humanidad tiene el único propósito de permitirle a Su divinidad desempeñar la obra en la carne normal. Así pues, el agente de la obra es la divinidad habitando en Su humanidad. Es Su divinidad, no Su humanidad, la que obra, pero es una divinidad escondida dentro de Su humanidad; Su divinidad completa, no Su humanidad, es la que, en esencia, lleva a cabo Su obra. Pero el actor de la obra es Su carne. Se podría decir que Él es un hombre, pero que también es Dios, porque Dios se convierte en un Dios que vive en la carne, con un caparazón y una esencia humanos, pero también con la esencia de Dios. Al ser un hombre con la esencia de Dios, Él está por encima de cualquiera de los humanos creados y de cualquier hombre que pueda desarrollar la obra de Dios. Por tanto, entre todos los que tienen un caparazón humano como el suyo, entre todos los que poseen humanidad, sólo Él es el Dios mismo encarnado, todos los demás son humanos creados. Aunque todos poseen humanidad, los humanos creados no tienen más que humanidad, mientras que Dios encarnado es diferente. En Su carne, no sólo tiene humanidad sino que, más importante aún, también tiene divinidad. Su humanidad puede verse en la apariencia externa de Su carne y en Su vida cotidiana, pero Su divinidad es difícil de percibir. Como Su divinidad se expresa únicamente cuando Él tiene humanidad y no es tan sobrenatural como las personas lo imaginan, verla es extremadamente difícil para las personas. Incluso hoy es muy difícil que la gente pueda comprender la verdadera esencia del Dios encarnado. De hecho, incluso después de haber hablado tanto sobre ello, supongo que sigue siendo un misterio para la mayoría de vosotros. Este asunto es muy simple: como Dios se hace carne, Su esencia es una combinación de humanidad y divinidad. Esta combinación se llama Dios mismo, Dios mismo en la tierra.

de‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

La vida que Jesús vivió en la tierra fue una vida normal de la carne. Él vivió en la humanidad normal de Su carne. Su autoridad —para llevar a cabo Su obra y hablar Su palabra, o para sanar a los enfermos y echar fuera a los demonios, para hacer tales cosas extraordinarias— no se manifestó, en mayor parte, hasta que Él comenzó Su ministerio. Su vida antes de los veintinueve años de edad, antes de llevar a cabo Su ministerio, fue prueba suficiente de que Él era sólo una carne normal. Por ello, y porque aún no había comenzado a realizar Su ministerio, las personas no vieron nada divino en Él, no vieron más que a un ser humano normal, a un hombre ordinario, igual que en ese momento algunos creyeron que Él era el hijo de José. Las personas creían que Él era el hijo de un hombre corriente, no tenían forma de decir que Él era la carne encarnada de Dios; incluso cuando, en el transcurso de la realización de Su ministerio Él obró muchos milagros, la mayoría de las personas seguía diciendo que Él era el hijo de José, porque Él era el Cristo con el caparazón corporal de una humanidad normal. Su humanidad normal y Su obra existieron con el fin de cumplir el significado de la primera encarnación, demostrando que Dios había venido enteramente en la carne, que se había hecho un hombre totalmente ordinario. Que tuviera una humanidad normal antes de empezar Su obra fue una prueba de que Él era una carne ordinaria; y que obrase después, también demostró que Él era una carne ordinaria, porque Él llevó a cabo señales y maravillas, sanó a los enfermos y echó fuera a los demonios estando en la carne con una humanidad normal. La razón por la que Él podía obrar milagros era porque Su carne tenía la autoridad de Dios, era la carne de la que estaba vestido el Espíritu de Dios. Él poseía esta autoridad por el Espíritu de Dios, lo que no significaba que Él no fuese carne. Sanar a los enfermos y echar fuera a los demonios era la obra que Él debía realizar en Su ministerio, una expresión de Su divinidad escondida dentro de Su humanidad, e independientemente de las señales que mostrara o de cómo demostrara Su autoridad, seguía viviendo en una humanidad normal y seguía siendo una carne normal. Hasta el momento en que resucitó después de morir en la cruz, Él habitó dentro de una carne normal. Conceder gracia, sanar a los enfermos y expulsar a los demonios era parte de Su ministerio, todo era parte de la obra que Él llevó a cabo en Su carne normal. Antes de ir a la cruz, Él nunca se separó de Su carne humana normal, independientemente de lo que estuviera haciendo. Él era Dios mismo llevando a cabo la obra propia de Dios, pero como Él era Su carne encarnada, comía alimentos y vestía ropa, tenía necesidades humanas normales, una razón y una mente humanas normales. Todo esto era prueba de que Él era un hombre normal, que a su vez demostraba que la carne encarnada de Dios era una carne con una humanidad normal y no sobrenatural.

de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

La humanidad de Dios encarnado existe para mantener la obra divina normal en la carne; Su pensamiento humano normal sustenta Su humanidad normal y todas Sus actividades corporales normales. Se podría decir que Su pensamiento humano normal existe con el fin de sustentar toda la obra de Dios en la carne. Si esta carne no poseyera una mente humana normal, entonces Dios no podría obrar en la carne y lo que Él debe hacer en la carne no se cumpliría jamás. Aunque el Dios encarnado posee una mente humana normal, Su obra no está adulterada por el pensamiento humano; Él emprende la obra en la humanidad con una mente normal, bajo la condición previa de que Él posee la humanidad con una mente propia, no por el ejercicio del pensamiento humano normal. No importa cuán elevados sean los pensamientos de Su carne, Su obra no lleva el sello de la lógica o del pensamiento. En otras palabras, Su obra no es concebida por la mente de Su carne, sino que es una expresión directa de la obra divina en Su humanidad. Toda Su obra es el ministerio que debe cumplir y nada de ella es concebida por Su cerebro. Por ejemplo, sanar a los enfermos, echar fuera a los demonios y la crucifixión no fueron productos de Su mente humana; ningún hombre con una mente humana podría haber logrado estas cosas. De igual forma, la obra de conquista actual es un ministerio que debe llevar a cabo el Dios encarnado, pero no es la obra de una voluntad humana, es la obra que Su divinidad debe llevar a cabo y que ningún humano carnal es capaz de realizar. Así pues, el Dios encarnado debe poseer una mente humana normal, debe poseer una humanidad normal, porque Él debe desempeñar Su obra en la humanidad con una mente normal. Esta es la esencia de la obra del Dios encarnado, la propia esencia del Dios encarnado.

de ‘La esencia de la carne habitada por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

En el período de tiempo en que el Señor Jesús estuvo obrando, las personas podían ver que Dios tenía muchas expresiones humanas. Por ejemplo, podía danzar, asistir a bodas, conversar, hablar y discutir con las personas. Además de eso, el Señor Jesús también llevó a cabo mucha obra que representaba Su divinidad, y por supuesto toda esa obra era una expresión y una revelación del carácter de Dios. Durante este tiempo, cuando la divinidad de Dios se materializó en una carne ordinaria que las personas podían ver y tocar, ya no sentían que Él fuera y viniera repentinamente, que no pudieran acercarse a Él. Por el contrario, podían intentar comprender la voluntad de Dios o entender Su divinidad a través de todos los movimientos, las palabras, y la obra del Hijo del Hombre quien, encarnado, expresaba la divinidad de Dios a través de Su humanidad y le transmitía Su voluntad a la humanidad. A través de la expresión de la voluntad y del carácter de Dios, también le reveló al Dios que no puede verse ni tocarse en la esfera espiritual. Lo que las personas vieron era Dios mismo, tangible y de carne y hueso. Así, el Hijo del Hombre encarnado concretizó y humanizó cosas como la identidad, el estatus, la imagen, el carácter de Dios, y lo que Él tiene y es. Aunque Su aspecto externo tenía algunas limitaciones respecto a la imagen de Dios, Su esencia y lo que Él tiene y es, eran totalmente capaces de representar Su propia identidad y estatus; sencillamente existían algunas diferencias en la forma de expresión. Independientemente de que sea la humanidad del Hijo del Hombre o de Su divinidad, no podemos negar que Él representaba la propia identidad y estatus de Dios. Sin embargo, durante este tiempo, Dios obró a través de la carne, habló desde esa perspectiva, y se presentó ante la humanidad con la identidad y el estatus del Hijo del Hombre, y esto les proporcionó a las personas la oportunidad de encontrar y experimentar las palabras y la obra prácticas de Dios en medio de la humanidad. También les permitió tener una percepción de Su divinidad y de Su grandeza en medio de la humildad, así como obtener un entendimiento y una definición preliminares de la autenticidad y la realidad de Dios. Aunque la obra realizada por el Señor Jesús, Sus formas de obrar, y la perspectiva desde la que habló diferían de la persona real de Dios en la esfera espiritual, todo lo relativo a Él representaba realmente al Dios mismo que los humanos nunca habían visto antes; ¡esto es innegable! Es decir, no importa en qué forma aparezca Dios ni desde qué perspectiva hable, o en qué imagen se presente ante la humanidad, Dios no representa nada que no sea Él mismo. No puede representar a ningún ser humano; no puede representar a ningún humano corrupto. Dios es Dios mismo, y esto no se puede negar.

de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III’ en “La Palabra manifestada en carne”

Aunque el aspecto del Dios encarnado sea exactamente igual al de un ser humano, Él aprende el conocimiento humano, habla el lenguaje humano y, en ocasiones, hasta expresa Sus ideas a través de los medios o las expresiones del hombre, Su modo de ver a los seres humanos y la esencia de las cosas es absolutamente distinto a como las personas corruptas ven estas mismas cosas. Su perspectiva y la altura en la que se halla es algo inalcanzable para una persona corrupta. Esto se debe a que Dios es la verdad, Su carne también posee la esencia de Dios, y Sus pensamientos así como lo que expresa Su humanidad también son la verdad. Para las personas corruptas, lo que Él expresa en la carne son provisiones de la verdad y de la vida, y no sólo es para una persona, sino para toda la humanidad. En el caso de cualquier persona corrupta, en su corazón solamente se hallan las pocas personas relacionadas con ella. Sólo hay aquel grupo de personas que ella aprecia y por las que se preocupa. Cuando el desastre está en el horizonte piensa primero en sus propios hijos, su cónyuge, o sus padres, y una persona más filantrópica pensaría como mucho en algún familiar o en un buen amigo; ¿piensa en alguien más? ¡Nunca! Porque los seres humanos son, después de todo, humanos, y sólo pueden ver algo desde la perspectiva y la altura de una persona. Sin embargo, Dios encarnado es totalmente diferente de una persona corrupta. Independientemente de lo corriente, normal y humilde que sea la carne del Dios encarnado, o de la cantidad de desprecio con que lo mire la gente, Sus pensamientos y Su actitud hacia la humanidad son cosas que ningún hombre podría poseer ni imitar. Él siempre observará a la humanidad desde la perspectiva de la divinidad, desde la altura de Su posición como Creador. Siempre la contemplará a través de la esencia y de la mentalidad de Dios. No puede verla en absoluto desde la altura de una persona normal ni desde la perspectiva de una corrupta. Cuando las personas miran a la humanidad, lo hacen con una visión humana, y usan cosas como el conocimiento, las normas y las teorías humanos como punto de referencia. Esto se halla dentro del ámbito de lo que las personas pueden ver con sus ojos, de lo que unos seres corruptos pueden lograr. Cuando Dios mira a la humanidad, lo hace con visión divina; usa como medida Su esencia y lo que Él tiene y es. Este ámbito incluye cosas que las personas no pueden ver, y en esto es en lo que Dios encarnado y los humanos corruptos son totalmente diferentes. Esta divergencia viene determinada por la esencia de los seres humanos que es distinta a la de Dios y que determina las identidades y las posiciones, así como la perspectiva y la altura desde la que ven las cosas.

de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo III’ en “La Palabra manifestada en carne”

El Dios encarnado se llama Cristo y Cristo es la carne que se viste con el Espíritu de Dios. Esta carne es diferente a cualquier hombre que es de la carne. La diferencia es porque Cristo no es de carne y hueso, sino que es la personificación del Espíritu. Tiene tanto una humanidad normal como una divinidad completa. Su divinidad no la posee ningún hombre. Su humanidad normal sustenta todas Sus actividades normales en la carne mientras que Su divinidad lleva a cabo la obra de Dios mismo. Sea Su humanidad o Su divinidad, ambas se someten a la voluntad del Padre celestial. La esencia de Cristo es el Espíritu, es decir, la divinidad. Por lo tanto, Su esencia es la de Dios mismo; esta esencia no interrumpirá Su propia obra y Él no podría hacer nada que destruyera Su propia obra ni tampoco pronunciaría ninguna palabra que fuera en contra de Su propia voluntad. Por lo tanto, el Dios encarnado nunca haría alguna obra que interrumpiera Su propia gestión. Esto es lo que todos los hombres deben entender. La esencia de la obra del Espíritu Santo es salvar al hombre y es por el bien de la propia gestión de Dios. De manera similar, la obra de Cristo es salvar a los hombres, y lo es por causa de la voluntad de Dios. Dado que Dios se hace carne, Él realiza Su esencia dentro de Su carne de tal manera que Su carne es suficiente para emprender Su obra. Por lo tanto, toda la obra del Espíritu de Dios la reemplaza la obra de Cristo durante el tiempo de la encarnación, y en el corazón de toda la obra a través del tiempo de la encarnación está la obra de Cristo. No se puede mezclar con la obra de ninguna otra era. Y ya que Dios se hace carne, obra en la identidad de Su carne; ya que viene en la carne, entonces termina en la carne la obra que debía hacer. Ya sea el Espíritu de Dios o Cristo, ambos son Dios mismo y Él hace la obra que debe hacer y desempeña el ministerio que debe desempeñar.

La esencia de Dios en sí misma ejerce autoridad, pero es capaz de someterse por completo a la autoridad que proviene de Él. Sea la obra del Espíritu o la obra de la carne, ninguna entra en conflicto con la otra. El Espíritu de Dios es la autoridad sobre toda la creación. La carne, con la esencia de Dios, también posee autoridad, pero Dios en la carne puede hacer toda la obra que obedece la voluntad del Padre celestial. Esto no lo puede alcanzar o concebir ningún hombre. Dios mismo es la autoridad, pero Su carne puede someterse a Su autoridad. Este es el significado interno de las palabras: “Cristo obedece la voluntad de Dios Padre”. Dios es un Espíritu y puede hacer la obra de salvación, de la misma manera que lo puede hacer Dios hecho hombre. De cualquier manera, Dios mismo hace Su propia obra; Él no interrumpe ni interfiere, y, mucho menos, lleva a cabo una obra que sea mutuamente contradictoria, porque la esencia de la obra que hace el Espíritu y la carne son iguales. Sea el Espíritu o la carne, ambos obran para cumplir una voluntad y para gestionar la misma obra. Aunque el Espíritu y la carne tienen dos cualidades dispares, sus esencias son las mismas; ambas tienen la esencia de Dios mismo y la identidad de Dios mismo. Dios mismo no tiene elementos de desobediencia; Su esencia es buena. Él es la expresión de toda la belleza y bondad, así como de todo el amor. Incluso en la carne, Dios no hace nada que desobedezca a Dios Padre. Incluso a costa de sacrificar Su vida, estaría dispuesto de todo corazón y no elegiría de otra manera. Dios no tiene elementos de santurronería ni prepotencia, arrogancia o altivez; no tiene elementos de ruindad. Todo lo que desobedece a Dios proviene de Satanás; Satanás es el origen de toda maldad y fealdad. La razón por la que el hombre tiene cualidades parecidas a las de Satanás es porque Satanás ha corrompido al hombre y ha obrado en él. Satanás no ha corrompido a Cristo; por lo tanto, Él sólo tiene las características de Dios y ninguna de las de Satanás. No importa qué tan ardua sea la obra o débil la carne, Dios, mientras vive en la carne, nunca hará nada que interrumpa la obra de Dios mismo, y, mucho menos, abandonará la voluntad de Dios Padre en desobediencia. Preferiría sufrir dolores en la carne que ir contra la voluntad de Dios Padre; así como Jesús lo dijo en la oración, “Padre mío, si es posible, que pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieras”. El hombre escogerá, pero Cristo no. Aunque tiene la identidad de Dios mismo, aún así busca la voluntad de Dios Padre y cumple lo que Dios Padre le confió, desde la perspectiva de la carne. Esto es algo inalcanzable para el hombre. Lo que proviene de Satanás no puede tener la esencia de Dios, sólo algo que desobedece y se resiste a Dios. No puede obedecer por completo a Dios, mucho menos obedecer de buen grado la voluntad de Dios. Todos los hombres excepto Cristo pueden hacer lo que resiste a Dios y ninguno puede emprender directamente la obra que Dios le confió; ninguno es capaz de ver la gestión de Dios como su propio deber que desempeñar. Someterse a la voluntad de Dios Padre es la esencia de Cristo; la desobediencia contra Dios es la característica de Satanás. Estas dos cualidades son incompatibles y cualquiera que tenga las cualidades de Satanás no se puede llamar Cristo. La razón de que el hombre no pueda hacer la obra de Dios en Su lugar es porque el hombre no tiene nada de la esencia de Dios. El hombre obra para Dios por el bien de sus intereses personales y de sus perspectivas futuras, pero Cristo obra para llevar a cabo la voluntad de Dios Padre.

de ‘La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial’ en “La Palabra manifestada en carne”

La humanidad de Cristo está gobernada por Su divinidad. Aunque Él está en la carne, Su humanidad no es del todo parecida a la de un hombre de la carne. Él tiene Su propio carácter único y a este también lo gobierna Su divinidad. Su divinidad no tiene debilidades; la debilidad de Cristo se refiere a la de Su humanidad. Hasta cierto punto, esta debilidad constriñe Su divinidad, pero esos límites están dentro de un cierto radio de acción y tiempo y no son ilimitados. Cuando llega el tiempo de ejecutar la obra de Su divinidad, se hace independientemente de Su humanidad. La humanidad de Cristo la dirige por completo Su divinidad. Además de la vida normal de Su humanidad, Su divinidad influye en todas las demás acciones de Su humanidad, las afecta y las dirige. Aunque Cristo tiene una humanidad, no interrumpe la obra de Su divinidad. Esto es precisamente porque la humanidad de Cristo la dirige Su divinidad; aunque Su humanidad no es madura en Su conducta ante los demás, no afecta la obra normal de Su divinidad. Cuando digo que Su humanidad no se ha corrompido quiero decir que la humanidad de Cristo la puede dirigir directamente Su divinidad, y que Él posee un sentido más elevado que el del hombre común. Su humanidad es la más adecuada para ser dirigida por la divinidad en Su obra; Su humanidad es la más capaz de expresar la obra de la divinidad, así como también es la más capaz de someterse a tal obra. Mientras Dios obra en la carne, nunca pierde de vista el deber que un hombre en la carne debe cumplir; Él es capaz de adorar a Dios en el cielo con un corazón sincero. Tiene la esencia de Dios y Su identidad es la de Dios mismo. Es sólo que ha venido a la tierra y se ha vuelto un ser creado, con el caparazón exterior de un ser creado y que ahora posee una humanidad que no tenía antes; es capaz de adorar a Dios en el cielo. Este es el ser de Dios mismo y que el hombre no puede imitar. Su identidad es Dios mismo. Es desde la perspectiva de la carne que Él adora a Dios; por lo tanto, las palabras “Cristo adora a Dios en el cielo”, no están equivocadas. Lo que Él pide del hombre es precisamente Su propio ser; ya ha logrado todo lo que pide del hombre antes de que se lo demande. Nunca haría demandas a otros mientras Él mismo se desentiende de ellas, porque todo esto constituye Su ser. Independientemente de cómo lleve a cabo Su obra, no actuaría de una manera en la que desobedeciera a Dios. No importa qué pida Él del hombre, ninguna demanda excede lo que el hombre puede lograr. Todo lo que Él hace es hacer la voluntad de Dios y es en aras de Su gestión. La divinidad de Cristo está por encima de todos los hombres; por lo tanto, Él es la autoridad suprema de todos los seres creados. Esta autoridad es Su divinidad, es decir, el carácter y el ser de Dios mismo, que determina Su identidad. Por lo tanto, no importa qué tan normal sea Su humanidad, es innegable que tiene la identidad de Dios mismo; no importa desde qué punto de vista hable y la manera en la que Él obedezca la voluntad de Dios, no puede decirse que no sea Dios mismo.

de ‘La esencia de Cristo es la obediencia a la voluntad del Padre celestial’ en “La Palabra manifestada en carne”

La declaración de Dios continúa, y Él emplea varios métodos y perspectivas para advertirnos qué hacer y expresar la voz de Su corazón. Sus palabras llevan la energía de la vida y nos muestran el camino que debemos caminar y nos permiten entender cuál es la verdad. Empezamos a ser atraídos a Sus palabras, comenzamos a enfocarnos en el tono y la manera en la que habla, y subconscientemente comenzamos a tener un interés en la voz del corazón de esta persona que no tiene nada de especial. Hace esfuerzos meticulosos por nosotros, pierde el sueño y el apetito por nosotros, llora por nosotros, suspira por nosotros, se queja en la enfermedad por nosotros, sufre humillación por el bien de nuestro destino y salvación, y Su corazón sangra y derrama lágrimas por nuestra insensibilidad y rebeldía. Tal ser y tales posesiones están más allá de una persona ordinaria; ninguno de los corruptos las puede poseer o conseguir. Tiene una tolerancia y paciencia que ninguna persona ordinaria posee, y Su amor no lo posee ningún ser creado. Nadie excepto Él puede saber todos nuestros pensamientos, o tener tal conocimiento de nuestra naturaleza y esencia, o juzgar la rebeldía y corrupción de la humanidad, o hablarnos y obrar entre nosotros como lo puede este en nombre del Dios del cielo. Nadie excepto Él posee la autoridad, la sabiduría y la dignidad de Dios; el carácter de Dios, y lo que Él tiene y es, emana en su totalidad de Él. Nadie excepto Él nos puede mostrar el camino y traernos la luz. Nadie excepto Él puede revelar los misterios que Dios no ha revelado desde la creación hasta el día de hoy. Nadie excepto Él nos puede salvar de la esclavitud de Satanás y de nuestro carácter corrupto. Él representa a Dios y expresa la voz del corazón de Dios, las exhortaciones de Dios y las palabras de juicio de Dios hacia toda la humanidad. Él ha comenzado una nueva época, una nueva era, y ha traído un nuevo cielo y una nueva tierra, una nueva obra, y nos ha traído esperanza, y ha puesto fin a la vida que llevábamos en la imprecisión, y nos permitió contemplar plenamente el camino de salvación. Él ha conquistado todo nuestro ser y ha ganado nuestros corazones. De ese momento en adelante nuestras mentes se hacen conscientes y nuestros espíritus parecen ser revividos: esta persona ordinaria e insignificante, que vive entre nosotros y que nosotros hemos rechazado desde hace ya mucho tiempo, ¿no es el Señor Jesús, quien siempre está en nuestros pensamientos, y a quien anhelamos noche y día? ¡Es Él! ¡Realmente es Él! ¡Él es nuestro Dios! ¡Él es la verdad, el camino y la vida!

de ‘Contemplando la aparición de Dios en Su juicio y Su castigo’ en “La Palabra manifestada en carne”

La carne vestida por el Espíritu de Dios es la propia carne de Dios. El Espíritu de Dios es supremo; Él es todopoderoso, santo y justo. Así, de igual forma, Su carne también es suprema, todopoderosa, santa y justa. Carne como esa sólo es capaz de hacer lo que es justo y beneficioso para la humanidad, lo que es santo, glorioso y poderoso, y es incapaz de hacer cualquier cosa que viole la verdad o la moralidad y la justicia, mucho menos cualquier cosa que traicione al Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios es santo y, por lo tanto, Su carne no es susceptible de corrupción por Satanás; Su carne es de una esencia diferente que la carne del hombre. Porque es el hombre, no Dios, el que es corrompido por Satanás; Satanás no podría corromper la carne de Dios. Por lo tanto, a pesar del hecho de que el hombre y Cristo moran dentro del mismo espacio, es sólo el hombre quien es ocupado, usado y entrampado por Satanás. En cambio, Cristo es eternamente inmune a la corrupción de Satanás porque Satanás nunca será capaz de ascender al lugar del altísimo y nunca será capaz de acercarse a Dios.

de ‘Un problema muy serio: la traición (2)’ en “La Palabra manifestada en carne”

Dios puede salvar hombres corruptos de la influencia de Satanás, pero esta obra no la puede conseguir directamente el Espíritu de Dios; más bien, sólo la puede hacer la carne que el Espíritu de Dios se pone, la carne encarnada de Dios. Esta carne es hombre y también es Dios, es un hombre que posee una humanidad normal y también es Dios que posee una divinidad completa. Y entonces, aunque esta carne no es el Espíritu de Dios, y difiere grandemente del Espíritu, todavía es el mismo Dios encarnado que salva a los hombres, que es el Espíritu y también la carne. No importa cómo se le llame, al final de cuentas es todavía Dios mismo que salva a la humanidad. Porque el Espíritu de Dios es indivisible de la carne y la obra de la carne también es la obra del Espíritu de Dios; es sólo que esta obra no se hace usando la identidad del Espíritu sino que se hace usando la identidad de la carne.

de ‘La humanidad corrupta necesita más que nadie la salvación del Dios encarnado’ en “La Palabra manifestada en carne”

El Dios mismo práctico del que se habla hoy obra tanto en humanidad como en divinidad. Mediante Su aparición se logran Su obra y Su vida humanas normales, así como Su obra completamente divina. Su humanidad y Su divinidad se combinan en una sola, y la obra de ambas[a] se logra por medio de las palabras; tanto en humanidad como en divinidad, Él hace declaraciones. Cuando Dios obra en humanidad, habla el lenguaje de la humanidad, de forma que las personas puedan tener contacto y entender. Habla Sus palabras claramente, y estas son fáciles de entender, de forma que pueden proveerse a todas las personas; independientemente de si estas personas poseen conocimiento o tienen una educación deficiente, todas pueden recibir las palabras de Dios. La obra de Dios en divinidad también se lleva a cabo por medio de palabras, pero está llena de provisión, de vida, no está manchada por las ideas humanas, no implica preferencias humanas, no tiene límites humanos, está fuera de los límites de cualquier humanidad normal; también se lleva a cabo en la carne, pero es la expresión directa del Espíritu. Si las personas sólo aceptan la obra de Dios en humanidad, se confinarán dentro de cierto ámbito, y necesitarán un tratamiento, una poda y una disciplina perennes a fin de que se produzca un mínimo cambio en ellas. Sin la obra o la presencia del Espíritu Santo, sin embargo, siempre recurrirán a sus viejos caminos; sólo a través de la obra de la divinidad pueden rectificarse estos males y deficiencias. Sólo entonces pueden las personas ser completadas. En lugar de un tratamiento y una poda sostenidos, lo que se requiere es una provisión positiva, usando palabras para compensar todas las faltas, para revelar cada estado de las personas, para dirigir sus vidas, todos sus dichos, todos sus actos, y dejar al descubierto sus propósitos y motivaciones; esta es la obra práctica del Dios práctico. Y así, en tu actitud hacia Él, deberías someterte a Su humanidad, admitiéndolo y reconociéndolo y, además, aceptar y obedecer la obra y las palabras divinas. La aparición de Dios en la carne significa que toda la obra y las palabras del Espíritu de Dios se llevan a cabo a través de Su humanidad normal, y de Su carne encarnada. En otras palabras, el Espíritu de Dios dirige Su obra humana y lleva a cabo la obra de la divinidad en la carne, y en Dios encarnado puedes ver Su obra en humanidad y Su obra completamente divina; este es el sentido aún más práctico de la aparición de Dios en la carne. Si puedes ver esto claramente, serás capaz de conectar todas las diferentes partes de Dios, y dejarás de dar demasiada importancia a Su obra en la divinidad, y de despreciar demasiado Su obra en humanidad; no te irás a los extremos, ni tomarás ningún desvío. En general, el sentido del Dios práctico es que la obra de Su humanidad y Su divinidad, dirigida por el Espíritu, se expresa por medio de Su carne, de forma que las personas puedan ver que Él es vívido y natural, verdadero y real.

de ‘Deberías saber que el Dios práctico es Dios mismo’ en “La Palabra manifestada en carne

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

Música cristiana de adoración | Dios ha predestinado cuántas sendas ha de seguir el hombre (MV)

Música cristiana de adoración | Dios ha predestinado cuántas sendas ha de seguir el hombre (MV)

La senda por la que Dios nos guía no va hacia arriba,

es un camino sinuoso lleno de baches.

Cuanto más rocosa la senda, nos dice Dios, más revela el amor en nuestros corazones.

Pero ninguno de nosotros puede abrir esta clase de senda,

pero ninguno de nosotros puede abrir esta clase de senda.

En Mi experiencia, he caminado muchas sendas traicioneras y rocosas.

He soportado gran sufrimiento, a veces estuve tan atribulado.

Pero creo que por esta senda nos guía Dios,

así que soporto el dolor, para seguir adelante.

Dios lo ha decretado, por eso nadie puede escaparlo.

No le pido bendiciones,

sólo pido ser capaz de caminar la senda que debo caminar de acuerdo a la voluntad de Dios.

No quiero ser como otros, ni transitar su mismo camino.

Yo elijo la senda de Mi propia devoción, para caminarla hasta el final.

Lo que cada individuo deba sufrir, la distancia a la que deba ir, está decretado por Dios

y nadie puede ayudar a otros.

Lo que cada individuo deba sufrir, la distancia a la que deba ir, está decretado por Dios

y nadie puede ayudar a otros.

Está decretado por Dios y nadie puede ayudar a otros.

De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”

Recomendación: Música cristiana de alabanza y adoración 2020|Sólo el Creador tiene compasión por esta humanidad(MV)

El reino de los cielos está, en realidad, sobre la tierra

Por Chen Bo, China

El más grande anhelo que tenemos los creyentes es poder entrar en el reino de los cielos y disfrutar la dicha eterna que el Señor le otorga al hombre. Cada vez que oía a un pastor decir en un sermón que el lugar que el Señor preparará para nosotros en el futuro se encuentra arriba, en los cielos, que habrá campos de oro y paredes de jade, que por todas partes brillarán las piedras preciosas, que podremos comer del fruto del árbol de la vida y beber el agua del río de la vida, que no habrá más dolor, lágrimas o sufrimiento y que todos serán libres y liberados, sentía una increíble oleada de emoción y alegría. Es un lugar que he anhelado durante mucho tiempo y mi vida en la tierra de trabajo duro y sufrimiento me dejó el corazón verdaderamente agotado. Así pues, fui predicando el evangelio y esforzándome con gran entusiasmo por el Señor; difundía el evangelio y fundaba iglesias y nunca me detenía para tomar aire sin importar lo dolorosas o difíciles que fueran las cosas. Especialmente desde que me enteré de que estamos en los últimos días y que el Señor regresaría pronto para llevarnos a todos a nuestro hogar celestial, trabajé y me esforcé de una manera mucho más proactiva.

Un día, fui a la casa de mi hermana a visitar a nuestra madre y, justo cuando estaba a punto de marcharme, mi hermana me dio un libro y me instó a que lo leyera cuidadosamente. Pensé: “Este libro que me dio mi hermana debe ser algo espiritual y resulta que mi espíritu se siente en este momento muy reseco. No siento la presencia del Señor. Cuando leo la Biblia, no obtengo ningún tipo de iluminación. Cuando regrese tengo que darle una buena leída a este libro. Quizás obtenga algún sustento de él”. Después de regresar a casa, abrí el libro y comencé a leer; antes de que pudiera darme cuenta, la lectura ya me había atrapado. Cuanto más lo leía, más quería leer y más sentía que había luz en esas palabras, que contenían el esclarecimiento del Espíritu Santo y que no había forma de que pudiera pronunciarlas una persona común y corriente. Después de leer ese libro llegué a comprender verdades que no había entendido antes a partir de la lectura de la Biblia y tuve una sensación de claridad y gozo internos. Eso me hizo desear orar y acercarme más al Señor; mi fe creció y mi estado espiritual mejoró cada vez más. Pensé: “Solo la obra del Espíritu Santo puede brindarle al hombre fe y fortaleza y darle alimento y sustento para su espíritu. Las palabras contenidas en este libro ciertamente vienen del Espíritu Santo”. Como resultado, lo primero que hice cada mañana después de despertar fue leer este libro.

Un día, lo abrí y leí el siguiente pasaje: “Que Dios entre en el reposo quiere decir que ya no llevará a cabo Su obra de salvación de la humanidad. Que la humanidad entre en el reposo quiere decir que toda la humanidad va a vivir dentro de la luz de Dios y bajo Sus bendiciones; no habrá nada de la corrupción de Satanás ni tampoco ocurrirán cosas injustas. La humanidad vivirá normalmente sobre la tierra y vivirá bajo el cuidado de Dios” (‘Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo’ en “La Palabra manifestada en carne”). Sentí un vuelco en el corazón cuando leí esto y pensé: “¿Acaso en el futuro el hombre vivirá sobre la tierra? ¿No prometió el Señor Jesús que en el futuro viviríamos en el cielo? ¿Por qué dice aquí que estaremos en la tierra? ¿Cómo podría ser esto posible? ¿Acaso estoy malinterpretando esto?”. Así pues, volví a leer cuidadosamente el pasaje. En verdad decía que en el futuro el hombre viviría sobre la tierra. Me pregunté qué significaba eso realmente. Esto no sería suficiente: yo sabía que tenía que comprender lo que esto significaba realmente. Seguí leyendo: “Dios tiene el destino de Dios y el hombre tiene el destino del hombre. Mientras reposa, Dios seguirá guiando a toda la humanidad en sus vidas sobre la tierra. Mientras está en la luz de Dios, el hombre adorará al único Dios verdadero que está en el cielo. […] Cuando la humanidad entre en el reposo, esto querrá decir que el hombre se ha convertido en una verdadera creación; la humanidad adorará a Dios desde la tierra y tendrá vidas humanas normales. La gente ya no será desobediente a Dios o resistirá a Dios; regresará a la vida original de Adán y Eva” (‘Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo’ en “La Palabra manifestada en carne”). Cuanto más leía, más confundida me sentía: ¿Acaso el hombre adorará a Dios desde la tierra? ¿Cómo ocurrirá esto? ¿Acaso la Biblia no menciona estar en el cielo? ¿Cómo podría ser estar en la tierra? Me apresuré a consultar mi Biblia y la abrí en Juan 14:2-3 y leí estas palabras del Señor Jesús: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para vosotros. Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros”. El Señor Jesús claramente dice que Su resurrección y ascensión al cielo tuvo como objetivo preparar un lugar para nosotros, así que nuestro destino debía estar arriba en el cielo. ¡Esta es la promesa del Señor! Pensé: “Lo que este libro dice es diferente a lo que el Señor dice, así que no puedo seguir leyéndolo”. Tras cerrar el libro me encontré en un estado de gran confusión mental y no supe qué era lo correcto hacer, así que oré al Señor una y otra vez: “¡Oh, Señor! Por favor, guíame y dirígeme. ¿Debo leer este libro o no? ¡Oh, Señor! Por favor, esclaréceme y guíame”. […] Después de orar, pensé cómo, tras leer este libro, sentí que mi relación con el Señor era más cercana, me sentí más entusiasmada en lo relacionado con mi fe y que mi espíritu había obtenido sustento. Sentí que, si lo hacía a un lado y dejaba de leerlo, regresaría a sentirme espiritualmente reseca. Ya que ese libro había sido increíblemente edificante para mí y como yo podía confirmar que había venido del Espíritu Santo y que nada proveniente de Él podía estar equivocado, sabía que no debía rechazarlo ni rehusarme a leerlo, aunque parte de su contenido no estuviera alineado con mis nociones. Después de reflexionar sobre todo esto, decidí que debía seguir leyendo antes de tomar una decisión.

Así pues, tomé nuevamente el libro y seguí leyendo: “El lugar de reposo del hombre está en la tierra y el lugar de reposo de Dios está en el cielo. Mientras el hombre adora a Dios en reposo vivirá sobre la tierra, y mientras Dios guía a la porción restante de la humanidad que está en reposo, los guiará desde el cielo, no desde la tierra” (‘Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo’ en “La Palabra manifestada en carne”). Le di vueltas a esto en mi cabeza una y otra vez y pensé: “Este pasaje dice que el lugar de descanso de Dios está en el cielo y que, cuando el hombre descanse, adorará a Dios sobre la tierra. ¿Podría ser que el lugar de descanso del hombre realmente esté en la tierra, tal y como dice aquí? ¡Eso es imposible! El Señor Jesús ya dijo que debemos estar dondequiera que el Señor esté, y ya que el Señor Jesús resucitó y ascendió al cielo, ¡del mismo modo, seguramente nosotros también ascenderemos al cielo!”. Recordé cómo en los últimos años había estado recorriendo las calles para el Señor, cómo había soportado tanto sufrimiento. ¿Acaso todo ese sufrimiento no había sido para que yo pudiera subir al cielo y ya no experimentar el dolor del mundo? Si es como este libro dice, que en el futuro el hombre seguirá viviendo en la tierra, entonces ¿acaso no se vendrían abajo mis esperanzas? Me senté sobre la cama, incapaz de moverme, sintiéndome débil de pies a cabeza. Cuanto más pensaba en ello, más inquieta me sentía. Quise obtener algo de claridad sobre esto, así que corrí a casa de mi hermana.

Cuando llegué, vi a una mujer de mediana edad a quien mi hermana me presentó como la hermana Li. Poco después, les revelé lo que pensé tras haber leído este libro. Luego de escucharme, la hermana Li compartió esta enseñanza conmigo: “Hermana, todos los que creemos en el Señor, creemos que el Señor Jesús ha prometido prepararnos un lugar; que dondequiera que Él esté, nosotros estaremos también. Pensamos que, ya que el Señor regresó a los cielos, cuando Él regrese en el futuro, ciertamente nos recibirá en el cielo, donde viviremos junto a Él. Sin embargo, ¿alguna vez hemos pensado si este tipo de imaginación, este tipo de extrapolación es sostenible? Si fuera como lo imaginamos —que el Señor vendrá y nos llevará a vivir al cielo— entonces ¿no serían en vano las palabras del padrenuestro ‘Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo’ (Mateo 6:10) y la profecía que se encuentra en el Libro del Apocalipsis ‘He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos’ (Apocalipsis 21:3)? ¿Cómo podrían cumplirse? Si el destino final que Dios nos dará es el cielo, entonces, cuando Dios creó originalmente al hombre ¿qué significó que Él nos hiciera vivir en la tierra?” Yo no estaba ni remotamente convencida, y respondí: “Aunque esto es lo que se dijo en las Escrituras, el Señor mismo dijo: ‘Porque voy a preparar un lugar para vosotros. Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros’ (Juan 14:2-3). Después de que el Señor Jesús resucitó, ascendió al cielo, y aquí el Señor dice que irá a preparar un lugar para nosotros. Dice que donde Él esté, también nosotros podemos estar. Así pues, esto prueba que Dios nos prometió que ascenderemos al cielo para obtener la vida eterna y no que obtendremos la vida eterna sobre la tierra. ¡Esto es algo que nadie puede negar!” La hermana Li continuó pacientemente: “Hermana, es cierto que el Señor está preparando un lugar para aquellos que creen en Él, pero ¿este lugar está realmente en la tierra o arriba en el cielo? Eso no se menciona en estas palabras del Señor, así pues ¿en qué nos basamos cuando decimos que el lugar que Él está preparando para nosotros está en el cielo? ¿Es esta realmente la promesa del Señor o son nuestras nociones e imaginaciones? Para aquellos que creemos en el Señor, todas las cosas deben basarse en Su palabra; no debemos adulterar las palabras del Señor con nuestras propias nociones e imaginaciones y luego afirmar que eso es lo que Él quería decir. ¿No es esto explicar la palabra del Señor a través de nuestras ideas y motivos personales? ¿No es esto distorsionar la palabra del Señor? No podemos basarnos en lo que imaginamos en nuestra mente o en nuestros pensamientos y preferencias para explicar la palabra del Señor. Esto es un error. En Génesis 2:7-8, dice: “Y Jehová Dios formó al hombre a partir del polvo de la tierra e insufló en sus fosas nasales el aliento de vida, y el hombre se convirtió en un alma viva. Y Jehová Dios plantó un jardín en el Edén, al oriente, y puso ahí al hombre, a quien había formado”.* Queda claro que, en el principio, Dios creó al hombre en la tierra y, antes de que Dios creara al hombre, Él primero creó todas las cosas para preparar un ambiente apropiado para nuestra supervivencia. Podemos ver que la voluntad de Dios es que vivamos sobre la tierra. Además, en el padrenuestro, el Señor nos dice que oremos a Dios para que Su reino venga a la tierra. Está profetizado en el Libro del Apocalipsis: ‘El reino del mundo ha venido a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo’ (Apocalipsis 11:15) y ‘El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos’ (Apocalipsis 21:3). Podemos ver a partir de estos versículos y profecías que el lugar que Dios está preparando para nosotros está en la tierra y que nuestro destino futuro está en la tierra y no arriba en el cielo”. La enseñanza de la hermana Li era totalmente contraria a mis nociones. Simplemente no escuché lo que dijo. Me puse de pie y le expresé, muy enojada: “¡Ya he escuchado suficiente! ¡Durante todos estos años he estado recorriendo las calles, me he esforzado y he sufrido por el Señor para poder subir al cielo! Siempre he anhelado que el Señor me lleve a casa, en el cielo, para ya no sufrir en la tierra, pero tú estás diciendo que nuestro destino final está en la tierra. Esto es simplemente inaceptable para mí”. Después de decir esto, me di la vuelta para marcharme. Mi hermana menor corrió para tratar de hacerme entrar en razón: “Oye, ¿cómo puedes ser tan testaruda? ¿Está bien esta noción a la que te estás aferrando? No conoces el verdadero significado de que el Señor dijera ‘voy y preparo un lugar para vosotros’, sino que simplemente estás siguiendo tu propio parecer. ¿No es eso ser estúpido? ¡Esta no es la clase de actitud que los buscadores de la verdad deben tener! El Señor Jesús, a quien hemos estado anhelando, ya ha regresado: ¡Dios Todopoderoso es el Señor Jesús que ha regresado! ¡Ese libro que te di a leer contiene las declaraciones y palabras personales de Dios! El Señor, cuyo regreso hemos esperado todos los días para que pueda venir a recibirnos, ya ha regresado. Debemos escuchar atentamente. ¡Definitivamente, no podemos perdernos esta oportunidad única en la vida!”

Quedé impactada al oír a mi hermana decir todo esto. Simplemente no me atrevía a creer lo que oía: ¿el Señor ha regresado? ¿Es esto cierto? Luego, mi hermana dijo: “¿Acaso no dijiste antes que las palabras contenidas en este libro vienen del Espíritu Santo? Dijiste que leerlo te había traído un gran sustento, que obtuviste la obra del Espíritu Santo y que tu relación con el Señor fue más cercana. Ahora, piensa en esto: además de las propias palabras del Señor, ¿quién más puede hablar de una forma que logre este tipo de efecto? El Señor ha regresado ahora a llevar a cabo Su obra y a expresar nuevas palabras y podemos saborear la dulzura de las palabras de Dios. Si no buscamos y examinamos esto, si simplemente nos aferramos ciegamente a nuestras propias nociones e imaginaciones y al significado literal de la Biblia, con el tiempo eso nos arruinará. En su época, los fariseos, que eran bien versados en la Biblia, se aferraron ciegamente a la letra de esta, pero no trataron en absoluto de cuestionar si su propio entendimiento de la Biblia era correcto o si se ajustaba a la voluntad de Dios. En cambio, simplemente creyeron que cualquiera que no fuera llamado el Mesías no era el Salvador que habría de venir. Ellos simplemente no examinaron si el camino del Señor Jesús brindaba sustento a la vida del hombre o si podía proporcionar una senda de práctica. Simplemente se apegaron neciamente a sus nociones e imaginaciones y rechazaron ciegamente la salvación del Señor Jesús, y, finalmente, cometieron el atroz pecado de crucificar al Señor. ¡No podemos seguir los pasos de los fariseos y descender por su camino de resistencia a Dios!” Después de escuchar las palabras de mi hermana pensé que lo que ella decía era razonable. Solo las palabras del Señor son la solución a un espíritu reseco. Recordé cómo, desde que comencé a leer este libro, mi estado espiritual verdaderamente había mejorado cada vez más. Me dio fe en Dios y pude sentir la presencia del Señor. Incluso llegué a comprender algunas verdades. ¿Podría ser que las palabras de este libro verdaderamente fueran las declaraciones del Señor que ha regresado? El regreso del Señor es algo extraordinario. Yo sabía que no podía rechazar y juzgar esto ciegamente, sino que tenía que hacer un esfuerzo por estudiarlo y buscarlo. ¡No podía ser como aquellos fariseos que no buscaban la verdad sino que solo se aferraban a sus nociones y se resistían a Dios! En aquel momento me sentí tanto gratamente sorprendida como atemorizada. Gratamente sorprendida, porque creía en el Señor y anhelaba que regresara y me aceptara en el reino de los cielos donde pudiera vivir una vida libre de preocupaciones, donde ya no tuviera que vivir una vida de dificultades en la tierra, y ese día escuché la noticia del regreso del Señor. Fue algo verdaderamente gozoso y monumental. Tenía miedo porque si Dios Todopoderoso es el Señor que ha regresado, entonces mi sueño de esperar que el Señor me llevara al reino de los cielos se haría pedazos. […] Mi corazón estaba totalmente confundido: estaba plagado de distintas emociones. En esta impotencia, todo lo que pude hacer fue recurrir al Señor en oración: “¡Oh, Señor! Cada día he esperado que vengas para llevarme a Tu hogar celestial, pero ellos dicen que el lugar que Tú has preparado como mi destino final está aquí en la tierra. Yo verdaderamente soy incapaz de enfrentar este hecho. Realmente no quiero seguir viviendo una vida tan dura en la tierra. ¡Oh, Señor! En este momento mi corazón está sufriendo mucho; por favor, ayúdame y guíame de aquí en adelante”. Después de orar, vinieron a mi mente estas palabras del Señor Jesús: “Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3). ¡Es cierto! Al Señor le agradan aquellos que son pobres de espíritu, que buscan la verdad y solo ellos pueden entrar en el reino de los cielos. Yo debo ser pobre de espíritu: solo escuchar cuidadosamente su enseñanza está alineado con la voluntad del Señor.

Justo en ese momento, la hermana Li expresó: “El Señor dijo: ‘Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios’ (Mateo 5:8). Debemos escuchar la palabra del Señor; debemos ser puros de corazón para acoger el regreso del Señor. Aunque la obra que Dios lleva a cabo hoy no se ajuste a nuestras nociones o imaginaciones, todo lo que Dios hace es bueno; todo es por el bien de la humanidad y todo contiene la voluntad de Dios; en ella hay verdad que debemos buscar. Si no tenemos un entendimiento profundo, primero debemos hacernos a un lado y esforzarnos por buscar la verdad de modo que podamos recibir el esclarecimiento de Dios y comprender Su voluntad. Hermana, por favor, abre tu corazón y comparte cualquier cosa que todavía no tengas clara y podemos buscarlo juntas en comunión”. Sentí que lo que la hermana Li dijo tenía sentido y que debía calmarme y buscar, así que dije: “Hermana, hay una cosa que no comprendo. ¿Por qué nuestro destino final no estaría en el cielo sino, más bien, aquí en la tierra?” La hermana Li encontró Juan 3:13 “Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, es decir, el Hijo del Hombre que está en el cielo” y Isaías 66:1 “El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies”, y me dio estos dos versículos para que los leyera. Luego dio enseñanza sobre el significado de estos dos pasajes. Su enseñanza trajo repentinamente luz a mi corazón: yo ya estaba familiarizada con estos versículos de la Biblia; así pues ¿realmente no había yo reflexionado antes en ellos? El Señor dice muy claramente que excepto por el Hijo del hombre que descendió del cielo, ningún hombre puede ascender a él, pues el cielo es el trono de Dios y la tierra es Su escabel; así pues, ¿cómo podría el hombre ser digno de subir al cielo? Dios creó al hombre en la tierra y hace que vivamos en ella. Desde el día mismo en el que Dios creó al hombre, este ha vivido y se ha multiplicado en la tierra, generación tras generación. Toda la obra de Dios de salvar a la humanidad también se ha llevado a cabo en la tierra. Esto fue predestinado por Dios hace mucho tiempo y es algo que nadie puede cambiar. Continuó y entrelazó la Biblia en su enseñanza y habló acerca de cómo el Señor dijo que Él prepararía un lugar para nosotros. Explicó que esto se refería a la aparición de Dios encarnado y a Su obra en la tierra en los últimos días y que Él había predestinado que naciéramos en los últimos días, que escucháramos Su voz, que fuéramos capturados delante del trono de Dios, que aceptáramos Su juicio y purificación de los últimos días y, finalmente, que fuéramos guiados hacia el reino de Dios. Este es el verdadero significado de las palabras “donde yo estoy, allí estéis también vosotros” (Juan 14:3). ¡Vi que el reino de Dios está, en realidad, sobre la tierra y que el destino final de la humanidad está en ella y no en el cielo! Todo ese tiempo había estado viviendo dentro de mis propias nociones e imaginaciones; había limitado el regreso de Dios a simplemente llevarme al cielo a vivir, ¡pero eso no estaba, en absoluto, alineado con la voluntad del Señor ni con los hechos! Sin embargo, como yo todavía no estaba dispuesta a vivir este tipo de vida en la tierra, siendo afligida por Satanás. Luego le expliqué a la hermana Li lo que pensaba.

Después de escucharme, la hermana Li abrió La Palabra manifestada en carne y me leyó un pasaje de la palabra de Dios Todopoderoso: “Una vida en el reposo es una vida sin guerra, sin inmundicia, sin una persistente injusticia. Es decir, sin el acoso de Satanás (aquí ‘Satanás’ se refiere a las fuerzas hostiles), ni la corrupción de Satanás, así como la invasión de cualquier fuerza que se oponga a Dios. Todos siguen a los de su propia especie y adoran al Señor de la creación. El cielo y la tierra están completamente tranquilos. Esta es la vida apacible de la humanidad. […] Después de que Dios y el hombre entren en el reposo, Satanás ya no existirá y, como Satanás, esa gente malvada tampoco existirá. Antes de que Dios y el hombre entren en el reposo, esos malvados individuos que una vez persiguieron a Dios sobre la tierra y los enemigos que fueron desobedientes a Él sobre la tierra ya habrán sido destruidos; los grandes desastres de los últimos días los habrán destruido. Después de que esos malvados individuos hayan sido destruidos por completo, la tierra nunca más volverá a conocer la persecución de Satanás. La humanidad obtendrá la salvación completa y sólo entonces será que la obra de Dios termine por completo. Estos son los prerrequisitos para que Dios y el hombre entren en el reposo” (‘Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo’ en “La Palabra manifestada en carne”).

A través de la lectura de las palabras de Dios Todopoderoso llegué a comprender que, aunque seguiremos viviendo en la tierra, una vez que Dios dé por concluida Su etapa final de la obra de salvar a la humanidad, Satanás será destruido, y, en nuestra vida terrenal, jamás volveremos a ser molestados por él, jamás volveremos a afanarnos ni estaremos angustiados y no habrá lágrimas ni suspiros. Será como cuando Adán y Eva vivían en el Jardín del Edén. Seremos libres de adorar a Dios y viviremos una vida hermosa y bendecida donde Dios está con el hombre. Este es el destino final de la humanidad y esto es lo que Dios finalmente llevará a cabo en Su obra de los últimos días. ¡Es fantástico, en verdad! En ese momento, exclamé: “¿Quién podría explicar tan claramente el destino final de la humanidad? ¿Quién podría planear el resultado de la humanidad? ¡Solo Dios podría hacer esto!” Reconocí la voz de Dios dentro de las palabras de Dios Todopoderoso ¡y vi que la obra de Dios Todopoderoso es la aparición y la obra de Dios! Las nociones que había dentro de mí finalmente se habían disipado y acepté alegremente la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días, regresando ante el trono de Dios.

Some Scriptures taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation

Película cristiana en español latino | “Salvación” Basada en una historia real

Película cristiana en español latino | “Salvación” Basada en una historia real

¿Qué es la salvación? Aquellos que creen en el Señor Jesús piensan que si le oran con sinceridad al Señor, confiesan y se arrepienten de sus pecados, estos les serán perdonados y se les concederá la salvación, y que cuando el Señor venga ascenderán directamente al reino de los cielos. ¿Pero de verdad es tan simple la salvación?

El héroe de la película, Xu Zhiqian, cree en Dios desde hace muchos años, se entrega apasionadamente a Dios y lo abandonó todo para cumplir con sus deberes. A causa de ello, fue arrestado y torturado por el Partido Comunista de China. Tras salir de la cárcel, continuó cumpliendo con sus deberes, adquirió algo de experiencia práctica y sus sermones y su obra resolvieron algunos problemas prácticos de sus hermanos y hermanas. Más tarde, su esposa también fue arrestada, pero él no se quejó, no se volvió negativo ni se desmoronó… Todo esto le valió los cumplidos y elogios de sus hermanos y hermanas. Xu Zhiqian cree que posee la realidad de la verdad y que no hay problema para entrar en el reino de los cielos. Pero pronto le sobreviene una prueba inesperada: su esposa muere torturada por la policía del PCCh. Xu Zhiqian, angustiado, tiene nociones, confusiones y quejas sobre Dios, y piensa en rebelarse contra Él y traicionarlo… Luego, cuando se da cuenta de que está traicionando a Dios, comienza a reflexionar y se pregunta si las personas que, como él, pasan por pruebas y luego se quejan, malinterpretan a Dios y lo traicionan son salvadas realmente. ¿De verdad son aptas para entrar en el reino de Dios?

Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso

Himno cristiano | El juicio ha despertado mi corazón

Himno cristiano | El juicio ha despertado mi corazón

I

¿Qué debería buscar en mi fe?

He abierto los ojos al fin.

Antes, creía en el Señor sólo por las bendiciones.

Gozaba de Su gracia con avaricia.

Pero el juicio despertó mi corazón.

En mis oraciones, decía lo correcto,

pero en la práctica, hacía lo que quería.

Lo que hacía para Dios era sólo por mi destino.

La verdad no practicaba.

Pero el juicio despertó mi corazón.

Adoraba a Dios con ritos religiosos,

pero en el fondo, estaba vacía, incompleta.

Mi corrupción no estaba purificada.

¿Cómo iba a hacer Su voluntad?

Las palabras de Dios son tan afiladas,

se clavan en mi corazón.

He sufrido en las pruebas y el refinamiento,

se ha limpiado mi corrupción.

He probado Su amor y estoy decidida

a buscar y obtener la verdad.

Cumpliré fielmente mi deber con Dios

para ser Su testigo y retribuir Su amor.

II

En mi fe, he gozado de Su gracia,

pero no significa que haya ganado vida.

Sin la verdad, no puedo vivir la realidad,

decir que lo amaba es del todo incierto.

Pero el juicio despertó mi corazón.

No importa mi devoción ni mis buenas acciones,

todo era pura hipocresía.

En mi deber, hice tratos con Dios,

lo engañé y me opuse a Él.

Pero el juicio despertó mi corazón.

Soy consciente de lo corrupta que soy.

Necesito Su juicio y purificación.

He sido juzgada ante el trono de Cristo.

Y mi corazón se ha despertado.

Las palabras de Dios son tan afiladas,

se clavan en mi corazón.

He sufrido en las pruebas y el refinamiento,

se ha limpiado mi corrupción.

He probado Su amor y estoy decidida

a buscar y obtener la verdad.

Cumpliré fielmente mi deber con Dios

para ser Su testigo y retribuir Su amor.

De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”

Música cristiana de adoración y alabanza 2020|Sólo el Creador tiene compasión por esta humanidad(MV)

Música cristiana de adoración y alabanza 2020|Sólo el Creador tiene compasión por esta humanidad(MV)

I

Por el bien del hombre, el Creador de un lado a otro va;

cada minuto de Su vida, en silencio da.

Por sí mismo no tiene piedad, pero atesora

a la humanidad que Él creó y todo lo que tiene le da.

Sólo el Creador por el hombre tiene compasión,

un cariño sincero, inquebrantable afecto.

Sólo Él al hombre misericordia ofrece

y atesora toda Su creación.

II

Da misericordia y tolerancia sin condición,

para que el hombre viva y reciba Su provisión,

y para que un día se someta y vea que Él

nutre la vida del hombre y provee a toda la creación.

Sólo el Creador por el hombre tiene compasión,

un cariño sincero, inquebrantable afecto.

Sólo Él al hombre misericordia ofrece

y atesora toda Su creación.

III

Su corazón se altera con cada acción del hombre:

se enoja, angustia y apena por el mal y la corrupción;

se alboroza, complace y alegra por la fe y la contrición.

Todos Sus pensamientos e ideas giran alrededor de la humanidad.

Lo que Él es y tiene es por el bien de la humanidad;

y todas Sus emociones, entretejidas con el hombre están.

Sólo el Creador por el hombre tiene compasión,

un cariño sincero, inquebrantable afecto.

Sólo Él al hombre misericordia ofrece

y atesora toda Su creación.

De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”

Ver más : Coro Cristiano | “Himno Del Reino: El Reino Ha Descendido al Mundo” Fragmentos destacados IV

El Señor Jesús mismo profetizó que Dios se encarnaría en los últimos días y aparecería como el Hijo del Hombre para llevar a cabo Su obra

l Señor Jesús mismo profetizó que Dios se encarnaría en los últimos días.

El Señor Jesús mismo profetizó que Dios se encarnaría en los últimos días y aparecería como el Hijo del Hombre para llevar a cabo Su obra

Versículos bíblicos como referencia:

Vosotros también estad preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no esperéis” (Lucas 12:40).

Porque como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:37).

Porque así como el relámpago sale del oriente y resplandece hasta el occidente, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:27).

Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que El padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25).

Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6).

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

Y me volví para ver de quién era la voz que hablaba conmigo. Y al volverme, vi siete candelabros de oro; y en medio de los candelabros, vi a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una túnica que le llegaba hasta los pies y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la blanca lana, como la nieve; sus ojos eran como llama de fuego; sus pies semejantes al bronce bruñido cuando se le ha hecho refulgir en el horno, y su voz como el ruido de muchas aguas. En su mano derecha tenía siete estrellas, y de su boca salía una aguda espada de dos filos; su rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza” (Apocalipsis 1:12-16).

Las palabras relevantes de Dios:

Jesús dijo que Él llegaría tal como se fue, pero ¿conoces el verdadero significado de Sus palabras? ¿Pudo realmente habéroslo dicho? Sólo sabes que Él llegará tal como se fue en una nube, pero ¿sabes exactamente cómo hace Su obra Dios mismo? Si fueras verdaderamente capaz de ver, ¿cómo deben explicarse las palabras de Jesús? Él dijo: Cuando el Hijo del hombre venga en los últimos días, Él mismo no sabrá, los ángeles no sabrán, los mensajeros en el cielo no sabrán, y las personas no sabrán. Sólo el Padre sabrá, esto es, sólo el Espíritu sabrá. Ni siquiera el propio Hijo del hombre sabe, ¿y tú eres capaz de ver y saber? Si tú fueras capaz de saberlo y verlo con tus propios ojos, ¿acaso estas palabras no se habrán dicho en vano? ¿Y qué dijo Jesús en ese momento? “Pero ningún hombre sabe la hora ni el día, ni los ángeles del cielo, sino sólo Mi Padre. Pero como fue en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. […] Entonces, vosotros también debéis estar listos porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que menos lo penséis”. Cuando llegue ese día, el Hijo del hombre no lo sabrá. El Hijo del hombre se refiere a la carne encarnada de Dios, una persona normal y ordinaria. Ni siquiera el propio Hijo del hombre lo sabe; así pues, ¿cómo podrías saberlo tú?

de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

“El que puede oír, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. ¿Habéis oído ahora las palabras del Espíritu Santo? Las palabras de Dios han venido sobre vosotros. ¿Las oís? Dios realiza la obra de la palabra en los últimos días y tales palabras son las del Espíritu Santo, porque Dios es el Espíritu Santo y también puede hacerse carne; por tanto, las palabras del Espíritu Santo, tal como se hablaron en el pasado, son las palabras del Dios encarnado hoy. Hay muchos hombres absurdos que creen que las palabras del Espíritu Santo deberían descender de los cielos a los oídos del hombre. Cualquiera que piense de esta forma no conoce la obra de Dios. En verdad, las declaraciones habladas por el Espíritu Santo son las habladas por Dios hecho carne. El Espíritu Santo no puede hablar directamente al hombre, y Jehová tampoco habló directamente a todo el pueblo, ni siquiera en la Era de la Ley. ¿Acaso no sería bastante menos probable que lo hiciera en esta era actual? Para que Dios haga declaraciones para llevar a cabo la obra, Él debe hacerse carne, o de lo contrario Su obra no conseguirá Su objetivo.

de ‘¿Cómo puede el hombre que ha definido a Dios en sus conceptos recibir Sus revelaciones?’ en “La Palabra manifestada en carne”

Por varios miles de años el hombre ha anhelado poder ser testigo de la llegada del Salvador. El hombre ha anhelado contemplar a Jesús el Salvador sobre una nube blanca mientras desciende, en persona, entre aquellos que lo han añorado y anhelado durante miles de años. El hombre ha deseado que el Salvador regrese y se reúna con el pueblo, es decir, que Jesús el Salvador vuelva al pueblo de quien ha estado separado durante miles de años. Y el hombre espera que Él lleve a cabo una vez más la obra de redención que Él hizo entre los judíos, que sea compasivo y amoroso con los hombres, que perdone sus pecados, que los lleve e incluso que lleve todas las transgresiones del hombre y lo libre del pecado. Anhela que Jesús el Salvador sea el mismo que antes, un Salvador que sea adorable, afable y venerable, que nunca esté airado con el hombre ni le haga reproches, que este Salvador perdone y lleve todos los pecados del hombre e incluso muera en la cruz una vez más por él. Desde que Jesús partió, los discípulos que lo siguieron, y todos los santos que fueron salvos gracias a Su nombre, lo han estado añorando y esperando desesperadamente. Todos aquellos que fueron salvos por la gracia de Jesucristo durante la Era de la Gracia han estado anhelando ese día gozoso durante los últimos días, cuando Jesús el Salvador llegue sobre una nube blanca y aparezca entre los hombres. Por supuesto, este también es el deseo colectivo de todos aquellos que aceptan el nombre de Jesús el Salvador hoy. En todo el universo, todos aquellos que saben de la salvación de Jesús el Salvador han estado anhelando desesperadamente la llegada repentina de Jesucristo para cumplir Sus palabras cuando estuvo en la tierra: “Llegaré tal como partí”. El hombre cree que después de la crucifixión y la resurrección Jesús volvió al cielo sobre una nube blanca y tomó Su lugar a la diestra del Altísimo. De forma parecida, el hombre concibe que Jesús descenderá de nuevo sobre una nube blanca (esta nube se refiere a la nube sobre la que Jesús cabalgó cuando regresó al cielo) entre aquellos que lo han anhelado desesperadamente durante miles de años, y que Él llevará la imagen y las vestimentas de los judíos. Después de aparecer al hombre, Él le concederá comida y hará que el agua viva brote para él y vivirá en medio de él, lleno de gracia y amor, vivo y real. Y así sucesivamente. Sin embargo, Jesús el Salvador no hizo esto; Él hizo lo contrario de lo que el hombre concibió. No llegó entre los que habían anhelado Su regreso ni se les apareció a todos los hombres mientras cabalgaba sobre la nube blanca. Él ya ha llegado, pero el hombre no lo conoce y permanece ignorante de Su llegada. El hombre solamente está esperándolo sin propósito, sin darse cuenta de que Él ya ha descendido sobre una “nube blanca” (la nube que es Su Espíritu, Sus palabras, todo Su carácter y todo lo que Él es) y está ahora entre un grupo de vencedores que Él formará durante los últimos días.

de ‘El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca”’ en “La Palabra manifestada en carne”

Los que obedecen la verdad y se someten a la obra de Dios vendrán bajo el nombre del segundo Dios encarnado, el Todopoderoso. Serán capaces de aceptar la dirección personal de Dios, y adquirirán más verdad y más elevada, y recibirán la vida humana real. Contemplarán la visión que las personas del pasado nunca han visto: “Y me volví para ver la voz que me hablaba. Y cuando había volteado, vi siete candelabros dorados. Y en medio de ellos había uno como el Hijo del hombre, vestido con ropa hasta los pies y ceñido por encima del pecho con una faja dorada. Su cabeza y Su cabello eran blancos como la lana, tan blancos como la nieve; y Sus ojos eran como flamas de fuego; y Sus pies como bronce fino, como si se estuvieran quemando en una estufa; y Su voz como el sonido de muchas aguas. Tenía en Su mano derecha siete estrellas; y de Su boca salía una espada afilada de dos lados; y Su semblante era como el sol cuando resplandece en su fuerza” (Apocalipsis 1:12-16). Esta visión es la expresión de todo el carácter de Dios, y tal expresión del mismo lo es también de la obra de Dios cuando se hace carne esta vez. En los torrentes de castigos y juicios, el Hijo del hombre expresa Su carácter inherente hablando palabras, permitiendo que todos aquellos que acepten Su castigo y juicio vean el verdadero rostro del Hijo del hombre, un rostro que es un fiel retrato del rostro del Hijo del hombre visto por Juan. (Por supuesto, todo esto será invisible para aquellos que no acepten la obra de Dios en la Era del Reino).

de ‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”

Os digo, aquellos que creen en Dios por las señales son sin duda la categoría que sufrirá la destrucción. Los que son incapaces de aceptar las palabras de Jesús, que ha vuelto a la carne, son sin duda la progenie del infierno, los descendientes del arcángel, la categoría que será sometida a la destrucción eterna. Muchas personas pueden no preocuparse por lo que digo, pero aun así quiero decirle a cada uno de estos llamados santos que siguen a Jesús que, cuando lo veáis descendiendo del cielo sobre una nube blanca con vuestros propios ojos, esta será la aparición pública del Sol de justicia. Quizás será un momento de gran entusiasmo para ti, pero deberías saber que el momento en el que veas a Jesús descender del cielo será también el momento en el que irás al infierno a ser castigado. Ese momento anunciará el final del plan de gestión de Dios, y será cuando Él recompense a los buenos y castigue a los malos. Porque Su juicio habrá terminado antes de que el hombre vea señales, cuando sólo exista la expresión de la verdad. Aquellos que acepten la verdad y no busquen señales, y por tanto hayan sido purificados, habrán regresado ante el trono de Dios y entrado en el abrazo del Creador. Sólo aquellos que persisten en la creencia de que “El Jesús que no cabalgue sobre una nube blanca es un falso Cristo” se verán sometidos al castigo eterno, porque sólo creen en el Jesús que exhibe señales, pero no reconocen al Jesús que proclama un juicio severo y manifiesta el camino verdadero de la vida. Y por tanto, sólo puede ser que Jesús trate con ellos cuando Él vuelva abiertamente sobre una nube blanca. Son demasiado tozudos, confían demasiado en sí mismos, son demasiado arrogantes. ¿Cómo puede recompensar Jesús a semejantes degenerados? El regreso de Jesús es una gran salvación para aquellos que son capaces de aceptar la verdad, pero para los que son incapaces de hacerlo es una señal de condenación. Debéis elegir vuestro propio camino y no blasfemar contra el Espíritu Santo ni rechazar la verdad. No debéis ser personas ignorantes y arrogantes, sino alguien que obedece la dirección del Espíritu Santo, que anhela y busca la verdad; sólo así os beneficiaréis.

de ‘En el momento que contemples el cuerpo espiritual de Jesús, Dios ya habrá vuelto a crear el cielo y la tierra’ en “La Palabra manifestada en carne

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

palabras de Dios | El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca” (Fragmento 3)

 palabras de Dios | El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca” (Fragmento 3)

 

 

Relámpago Oriental, la Iglesia de Dios Todopoderoso nació debido a la aparición y a la obra de Dios Todopoderoso, el retorno del Señor JesúsCristo de los últimos días. La iglesia está compuesta de todos aquellos quienes sinceramente aceptan la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso y están conquistados y salvados por la palabra de Dios. Fue completamente fundada por Dios Todopoderoso personalmente y personalmente la orienta y la pastorea y de ninguna manera fue establecida por ningún hombre. Cristo es la verdad, el camino y la vida. Las ovejas de Dios oyen la voz de Dios. En tanto leas las palabras de Dios Todopoderoso, verás que Dios ha aparecido.

Recomendación: Dios te habla | El suspiro del Todopoderoso

Música cristiana | “La voz del corazón de un ser creado” Adorar a Dios en espíritu y en verdad

Música cristiana | “La voz del corazón de un ser creado” Adorar a Dios en espíritu y en verdad

I

Quería llorar, pero ningún lugar parecía adecuado.

Quería cantar, pero no hallé canción alguna.

Quería expresar el amor de un ser creado.

Removí cielo y tierra, pero no había palabras que pudieran expresar,

expresar cómo me siento.

El Dios práctico y verdadero, el amor de dentro de mi corazón.

Elevo mis manos para alabarte,

me regocijo en que vinieras a este mundo.

II

El hombre vino del polvo, y Dios le dio vida.

Satanás vino a corromper a la humanidad.

Perdidas están su humanidad y razón.

Generación tras generación, caídos desde aquel día.

Pero Tú eres… el Dios práctico y verdadero, el amor de dentro de mi corazón.

Soy polvo pero veo Tu rostro. ¿Cómo puedo no adorarte?

El Dios práctico y verdadero, el amor de dentro de mi corazón.

Soy polvo pero veo Tu rostro. ¿Cómo puedo no adorarte?

III

Dios creó al hombre y lo ama tanto, que se volvió de nuevo carne,

soportó lo bueno y lo malo, la adversidad y la pena,

salvándonos y llevándonos a un hermoso lugar.

Siempre Te lo agradeceremos.

El Dios práctico y verdadero, el amor de dentro de mi corazón.

Yo era corrupto, ¡pero Tú me salvaste! ¿Cómo puedo no adorarte?

El Dios práctico y verdadero, el amor de dentro de mi corazón.

Yo era corrupto, ¡pero Tú me salvaste! ¿Cómo puedo no adorarte?

¿Cómo puedo no adorarte? ¿Cómo puedo no adorarte?

Ver másCanción cristiana | Que Dios conmueva de nuevo nuestro espíritu

Fuente: Relámpago Oriental

Una clase diferente de amor

Por Chengxin, Brasil

En 2011, me surgió una oportunidad única de venir a Brasil desde China. Recién llegado, me sentía abrumado por las nuevas y estimulantes experiencias, lleno de curiosidad, y tenía un buen presentimiento sobre el futuro. Pero pasado algún tiempo, aquella nueva y estimulante sensación fue reemplazada rápidamente por la soledad y el dolor de encontrarme en una tierra extraña y lejana. A diario, volvía a casa y comía solo, contemplando las paredes que me rodeaban sin nadie con quien hablar. Me sentía muy solo, y a menudo lloraba en secreto. Justo cuando me sentía más angustiado e indefenso, la guía del Señor Jesús me llevó a una reunión por medio de un amigo. Cuando leía la palabra del Señor, cantaba himnos y oraba en las reuniones, Él consolaba mi corazón solitario. Aprendí de la Biblia que los cielos y la tierra y todas las cosas fueron creados por Dios, y que el hombre también es Su creación. También aprendí que el Señor Jesús fue crucificado para redención de la humanidad, que fue el Señor Jesús quien nos redimió del pecado, y que Él es el único Redentor de la humanidad. Al haber llegado a la presencia de la salvación del Señor, que es lo más grande que existe, me sentí profundamente conmovido y decidido a seguir al Señor el resto de mi vida. Por lo tanto, fui bautizado en Acción de Gracias y me convertí formalmente en cristiano. Ya que me gustaba cantar, sobre todo himnos de alabanza a Dios, tras ser bautizado me involucré activamente en la obra de la iglesia uniéndome al coro. Gracias a la guía y las bendiciones de Dios, viví en paz y felicidad. Cada vez que iba a una reunión o alababa a Dios en adoración, me sentía lleno de energía.

Pero los buenos tiempos no duran para siempre, y cuando me uní a las filas del ministerio de la iglesia, empecé a ver que los hermanos y hermanas de la iglesia aparentaban cuidarse y mirar los unos por los otros y parecían llevarse bien entre ellos, pero en realidad todo lo que decían y hacían era por su propio interés. No querían sufrir ninguna pérdida personal mientras trabajaban en el ministerio de la iglesia, y a menudo intrigaban a espaldas de los demás acerca de quién estaba haciendo más y quién menos. Incluso el pastor era extremadamente soberbio. Trataba a la gente en base a la cuantía de sus donaciones, y mencionaba especialmente las donaciones cada vez que daba un sermón. Cuando el pastor venía a una reunión, el tema que más le preocupaba era si la gente estaba haciendo donaciones o no y cuánto estaban aportando; no quería saber nada sobre las vidas de los hermanos y hermanas. Hablaba de amor, pero nunca le vi desempeñar ninguna acción real. Siempre que un hermano o hermana tenía una dificultad, el pastor no los ayudaba ni los apoyaba. Pero lo que era aún más escandaloso era que además criticaba a la gente y despreciaba a esos hermanos y hermanas impotentes y sin dinero. Me sentí decepcionado cuando presencié esta situación en la iglesia, aunque también confundido: ¿Cómo había cambiado la iglesia hasta convertirse en lo mismo que la sociedad en general? Poco a poco, perdí el amor y la fe que había tenido al principio, y ya no participaba tan activamente cuando iba a la iglesia los domingos. Ni siquiera quería cantar. Aunque iba a la iglesia cada semana, me quedaba fuera tomando café o me echaba una siesta en las bancas. Cuando el sermón terminaba, entregaba una donación y me iba, siempre con un sentimiento de pena e impotencia en mi corazón.

Un domingo de agosto de 2016, conocí a la hermana Li Min en un parque. Venía de Estados Unidos y había sido compañera de clase de las hermanas Gao Xiaoying y Liu Fang. Todos creíamos en el Señor, y nos pusimos a charlar sentados en el césped. Hablamos y hablamos y llegamos al tema de la situación en la iglesia, y les conté todo lo que había visto allí. Cuando terminé de hablar, la hermana Li Min asintió pensativa y dijo: “Hoy en día, no solo tu iglesia se ha vuelto así, todo el mundo religioso ha perdido la obra del Espíritu Santo y ha caído en la oscuridad y la desolación. El Señor Jesús profetizó una vez: ‘Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará’ (Mateo 24:12). Estamos ahora al final de los últimos días, y el desorden es cada vez mayor en la religión. Los pastores y ancianos no acatan los mandamientos del Señor, no practican Su camino y piensan que vivir en pecado de esa manera no es para tanto. Todos sabemos que el florecimiento de la iglesia es un logro de la obra del Espíritu Santo. Ahora, Dios ya ha realizado una nueva obra y la obra del Espíritu Santo se ha trasladado a un grupo de personas que aceptan y obedecen la nueva obra de Dios. Los pastores y ancianos religiosos no guían a los creyentes a buscar e investigar la obra de Dios de los últimos días, sino que se oponen y condenan la nueva obra de Dios difundiendo todo tipo de rumores y falacias para evitar que la gente acuda a Él. Se encuentran con Su odio y rechazo, y así el mundo religioso entero carece de la bendición de Dios, ha perdido completamente la obra del Espíritu Santo y ha sido desechado y eliminado por el Señor. Por lo tanto, la iglesia se vuelve cada vez más desolada y oscura. Es igual que cuando el Señor Jesús se encarnó para realizar Su obra. La obra del Señor Jesús comenzó la Era de la Gracia y puso fin a la Era de la Ley. Aquellos que siguieron al Señor Jesús aceptaron y obedecieron la nueva obra de Dios, obtuvieron la obra del Espíritu Santo, mientras que el Espíritu Santo no obró entre aquellos que no aceptaron al Señor Jesús y permanecieron en el templo. Y así, el templo que una vez estuvo lleno de la gloria de Dios, donde los creyentes lo adoraban, se convirtió en un lugar para hacer negocios y una guarida de ladrones. En otras palabras, hay dos razones que explican la desolación de la iglesia. La primera es que los pastores y ancianos no se adhieren a los mandamientos de Dios ni practican Su palabra, y constantemente cometen pecados y hacen el mal; la segunda razón es que Dios está realizando una nueva obra, porque la obra del Espíritu Santo ha cambiado y la gente no está siguiendo las huellas de Dios. Sin embargo, la voluntad de Dios está detrás de la desolación de la iglesia y existe una verdad que hay que buscar. Mediante la desolación de la iglesia, Dios obliga a todos aquellos que creen en Él con sinceridad en el corazón y están sedientos de la verdad a dejar atrás la religión, para que puedan buscar la obra del Espíritu Santo, seguir las huellas de Dios, entrar en Su presencia y obtener Su presente obra y salvación”.

Después de escuchar a la hermana Li, asentí con la cabeza y dije: “Lo que dices está bien. Sin duda es así. Nunca fui capaz de entender este problema. La iglesia era originalmente un lugar para adorar a Dios, pero ya no hay diferencia entre la iglesia y la sociedad en general. Además, no hay nueva luz en lo que los pastores predican ni gozo en escucharlos, y todo el mundo vive ahora en tinieblas. Ha resultado ser así porque no nos hemos actualizado con la nueva obra de Dios, así que, ¿qué debemos hacer ahora para mantenernos al día con la nueva obra de Dios?” La hermana Li dijo: “El Señor Jesús ha regresado hace mucho tiempo. En los últimos días, Dios se ha encarnado como el Hijo del hombre para expresar la verdad bajo el nombre de Dios Todopoderoso, y así realizar la etapa de la obra de juzgar y purificar a la humanidad. Tenemos que seguir la obra de Dios en los últimos días y aceptar el juicio de la palabra de Dios, y solo entonces podremos obtener la obra del Espíritu Santo”. Cuando oí que el Señor Jesús ya había regresado y estaba realizando la obra de juicio, me quedé asombrado. Pensé: “¿No es el juicio castigar a una persona después de que ha sido declarada pecadora? Dios viene en los últimos días para juzgar a aquellos que no creen en Dios, y nosotros que creemos en el Señor Jesús ya hemos sido absueltos de nuestros pecados y hemos sido bendecidos con la salvación. No necesitamos recibir el juicio de Dios, porque cuando el Señor venga, Él nos elevará directamente al reino celestial. ¿Cómo iba a venir a juzgarnos?”. Con ese pensamiento, le di voz a mi opinión, y en ese momento la hermana Liu Fang dijo: “Hermano, he estado investigando la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días con la hermana Gao durante esta semana. Al leer la palabra de Dios Todopoderoso, hemos reconocido que es la voz de Dios. Dios Todopoderoso es sin duda el Señor Jesús retornado. Lee la palabra de Dios Todopoderoso y entonces lo entenderás. La razón por la cual el Señor Jesús ha regresado para realizar la obra de juicio es porque, aunque los que creemos en el Señor hemos sido perdonados de nuestros pecados, seguimos viviendo siempre en pecado y no podemos librarnos de él. Somos incapaces de librarnos de la esclavitud y el control del pecado, y de verdad necesitamos que Dios exprese la verdad para juzgarnos y purificarnos, para erradicar nuestra naturaleza pecaminosa y nuestro carácter satánico corrupto. La obra de juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días es una obra más nueva y elevada construida sobre la base de la obra redentora del Señor Jesús. Purifica y salva completamente al hombre a través del juicio de la palabra, y conduce a la gente a un destino maravilloso”. Después, comunicaron pacientemente conmigo sobre muchas otras verdades. Pero daba igual lo que me dijeran, era incapaz de aceptar que el Señor había regresado para juzgar a los que creían en Él. Mientras estaba lidiando con este conflicto interno, también me sentía desconcertado: las hermanas Gao y Liu eran creyentes muy piadosas, todo el mundo reconocía su fe y amor por el Señor, así que ¿cómo podían creer que el Señor Jesús regresaba para juzgar a aquellos de nosotros que creíamos en Él, y que además no nos elevaría directamente al reino de los cielos? ¿Podría ser que hubiera algún misterio o verdad en este asunto que yo desconocía?

En mitad de mis pensamientos, la hermana Li Min sacó un libro y me dijo con toda sinceridad: “Hermano, el Señor Jesús dijo: ‘Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos’ (Mateo 5:3). No saques conclusiones precipitadas, ¿de acuerdo? Primero veamos si la palabra de Dios Todopoderoso es la voz de Dios, y si puede proveer para nuestras vidas y purificarnos y salvarnos; entonces sabremos si Dios Todopoderoso es o no el Señor Jesús que regresó. Confío en que las ovejas de Dios oirán la voz de Dios, así que vamos a leer juntos Su palabra”. Me sentí algo reacio y no le contesté. Las tres hermanas se entristecieron un poco al ver mi actitud. La hermana Liu de repente sugirió: “Primero oremos y luego leamos la palabra de Dios”. Las tres hermanas comenzaron a orar y no tuve más remedio que seguirlas. Sin embargo, mientras oraba, apenas podía calmar mi corazón. Aunque no podía oír sobre qué oraban las hermanas, me conmovió la forma en la que se comportaban. Su actitud hacia Dios era muy sincera, y buscaban la voluntad de Dios en todo. Esperaban que yo estudiara la obra de Dios de los últimos días, y esa esperanza también nacía del amor de Dios. Después de orar, la hermana Li me entregó un libro y me dijo con sinceridad: “La mayoría de las preguntas de este libro, Cien preguntas y respuestas sobre la investigación del camino verdadero, se hacen entre personas de todas las denominaciones. Se han escogido algunos pasajes relacionados de la palabra de Dios para responder a cada pregunta. Adelante, echa un vistazo”. No quería coger el libro, pero viendo la sinceridad con la que había hablado, volví a mirar a la hermana Gao y a la hermana Liu, y vi lo mucho que anhelaban que yo estudiara y buscara. Pensé que era muy importante dar la bienvenida a la venida del Señor y que no debía tratar el asunto con desidia. En ese momento, acepté el libro y dije: “De acuerdo, estoy dispuesto a aceptar este libro. No hablemos más de ello hoy. Primero leeré el libro, y luego hablaremos un poco más”.

Al regresar a casa, dejé de lado el libro, mi mente era un remolino. Pensaba sobre lo que había comunicado la hermana Li Min y todo me parecía claro y transparente. Todo lo que había dicho era verdad, pero lo que yo no podía entender era por qué el Señor realizaría la obra de juicio a Su regreso. Lo contemplé con calma, pero aun así no lo entendí. En cuanto al asunto de la segunda venida del Señor, sin embargo, como ya había oído hablar de ella, no podía tomar mis propias decisiones a ciegas y resignarme a mi destino. Pensé que sería una buena idea echar un vistazo al libro y desarrollar un poco de discernimiento. Por lo tanto, pasé seis días leyendo aquel libro de principio a fin. Vi que Dios Todopoderoso había dado a conocer muchas, muchas verdades y misterios de los que nunca había oído hablar y sentí gran sustento al leerlos. También, cuando leí las palabras de Dios Todopoderoso, sentí que había muchas cosas que se decían en el mismo tono que las del Señor Jesús. Las palabras tenían autoridad y poder, como si Dios mismo estuviera hablando. Así que, después de terminar de leer el libro, quise entender mejor de qué trataba la obra de juicio realizada por Dios Todopoderoso, y decidí ir a buscar a la hermana Gao para preguntarle al respecto.

Al día siguiente, fui a casa de la hermana Gao y me encontré por casualidad con algunos de sus amigos. Todos habían aceptado la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días y estaban celebrando una reunión y comunicando entre ellos. Nos saludamos y la hermana Li Min fue al grano al preguntarme: “Hermano, ¿qué nociones sigues teniendo? ¿Qué aspecto de la obra de Dios de los últimos días quieres entender? Podemos comunicar juntos”. Le dije: “Mencionaste que la iglesia se ha vuelto desolada en los últimos días porque la obra del Espíritu Santo ha avanzado. Eso puedo aceptarlo, pero los que creemos en el Señor ya hemos sido absueltos de nuestros pecados y el Señor no nos ve como pecadores. ¿Por qué sigue queriendo Dios realizar la obra de juicio? ¿Podremos ser arrebatados al reino celestial si Dios no realiza esta etapa de Su obra? Cuando Dios juzga a una persona, ¿no está entonces condenada? ¿Debemos ser todos castigados? ¿Cómo podemos ser elevados al reino celestial?”. La hermana Li Min dijo: “En cuanto a las nociones de la mayoría de la gente, las personas a las que juzga el Señor retornado son incrédulos que no creen en Dios. Ellos creen que cuando Dios juzga a alguien, esa persona es entonces condenada y castigada. Creen que los que tienen fe en el Señor han sido absueltos de sus pecados y que cuando venga el Señor, Él los arrebatará directamente al reino celestial y ciertamente no los va a juzgar. Por lo tanto, rechazan aceptar la obra de juicio de Dios en los últimos días. Al hacerlo, malinterpretan completamente la voluntad de Dios y demuestran que no conocen Su obra. En realidad, la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días —la de expresar la verdad y juzgar y purificar al hombre— se realiza precisamente para elevar a los creyentes al reino celestial. Todos sabemos que la Biblia dice: ‘El juicio comience por la casa de Dios’ (1 Pedro 4:17). Esta profecía nos dice claramente que la obra de juicio de Dios en los últimos días comienza primero por la casa de Dios. Es decir, comienza con aquellas personas que creen en Dios con un corazón sincero y aceptan Su obra en los últimos días. Entonces, pensamos que creer en el Señor Jesús significa que no tenemos que aceptar el juicio de Dios, pero este punto de vista es erróneo. En los últimos días, Dios usa Sus palabras para juzgar a todos los que vienen ante Su trono, purifica y salva a esta gente y hace que un grupo de personas se convierta en vencedores antes de que lleguen los desastres. Después, cuando vengan los grandes desastres, Él recompensará a los buenos y castigará a los malvados. Así es como funciona la obra de juicio de Dios en los últimos días. Nadie puede escapar de la obra de juicio de Dios en los últimos días, pero para aquellos que aceptan y obedecen el juicio de Dios, este es purificación, salvación y perfección. En cuanto a aquellos que rechazan y se oponen a la obra de juicio de Dios en los últimos días, aunque puedan esconderse del juicio de la palabra de Dios, al final no pueden escapar del juicio de los grandes desastres. ¡Esto es un hecho! La razón por la que Dios quiere juzgarnos en los últimos días se explica muy claramente en la palabra de Dios Todopoderoso. Leamos juntos un pasaje de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: ‘Tú sólo sabes que Jesús descenderá durante los últimos días, pero ¿cómo lo hará exactamente? Un pecador como alguno de vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado o perfeccionado por Dios, ¿puedes ser conforme al corazón de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísta y miserable, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡tendrías que tener tanta suerte! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme al corazón de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Y así, tú, un pecador que acaba de ser redimido, no puedes heredar directamente la herencia de Dios’ (‘Acerca de los apelativos y la identidad’ en “La Palabra manifestada en carne”). Entendemos de la palabra de Dios que creyendo en el Señor Jesús solo se nos perdonan nuestros pecados. Esto no significa que no pequemos, ni que carezcamos de pecado. En realidad, todos vivimos en el círculo vicioso de pecar y confesar, y seguimos necesitando que Dios exprese Su palabra para juzgarnos y purificarnos. Solo cuando seamos purificados seremos aptos para ser arrebatados al reino celestial. Está escrito en la Biblia: ‘Sed santos, porque yo soy santo’ (Levítico 11:44). ‘La santidad, sin la cual nadie verá al Señor’ (Hebreos 12:14). Dios es santo. Las personas contaminadas y corruptas no pueden ver el rostro de Dios y no son aptas para entrar en Su reino. La obra de redención realizada por el Señor Jesús solo nos absolvió de nuestros pecados, pero no de nuestro carácter corrupto y naturaleza pecaminosa. Por lo tanto, nuestro carácter satánico corrupto aún permanece, seguimos siendo arrogantes y engreídos, deshonestos y astutos, egoístas y despreciables, malvados y codiciosos, sentimos aversión a la verdad y disfrutamos de la injusticia. Este carácter corrupto es precisamente la raíz de que pequemos y nos opongamos a Dios. Si no se resuelve, a menudo pecaremos, pelearemos entre nosotros por fama y ganancia, participaremos en disputas por celos, mentiremos y engañaremos, nos exaltaremos y daremos testimonio de nosotros mismos, y otras cosas más. En especial, cuando la obra de Dios no se ajusta a nuestras nociones, seguimos confiando en nuestras nociones e imaginaciones para juzgar, negar y condenar a Dios, y para oponernos a Su obra. ¿Cómo pueden ser elevados al reino celestial los que se oponen a Dios? Él expresa la verdad y realiza la obra de juicio en los últimos días, y Su meta al hacerlo es purificar nuestro carácter satánico corrupto y cumplir nuestro sueño de ser arrebatados al reino celestial. Cuando aceptamos el juicio de Dios, nos liberamos de nuestro carácter corrupto, somos purificados y transformados, entonces estamos calificados para heredar la promesa de Dios y ser guiados por Dios al reino”.

Después de escuchar la comunicación de la hermana y la palabra de Dios Todopoderoso, pensé: “Cuando uno cree en el Señor, se le perdonan los pecados, pero eso no significa que ya no los cometa. ¡Esto es muy cierto! Cuando observo a la gente de la iglesia, desde los pastores y ancianos hasta a los miembros corrientes, incluyéndome a mí, todos vivimos en un estado en el cual cometemos pecados durante el día y los confesamos por la noche, y somos incapaces de escapar de la esclavitud y el control del pecado. Parece que la gente ciertamente no podrá ver el rostro del Señor sin antes ser juzgada y purificada por la palabra de Dios. Planteándolo así, es absolutamente necesario que Dios venga y realice la obra de juicio y purificación del hombre. Antes creía que si uno tenía fe en el Señor Jesús, entonces no tenía que ser juzgado. Pensaba que el Señor vendría a juzgar a los que no creían en Él. Ahora entiendo que esta idea no está de acuerdo con la voluntad de Dios, y que es un malentendido”. En ese momento, la hermana Gao me mostró un video con cánticos y danzas de La Iglesia de Dios Todopoderoso llamado El gozo en la tierra de Canaán: “En la casa de Dios, siento gozo y emoción. Qué suerte, al fin puedo ver a Dios Todopoderoso. Sus palabras guían a la gente en la Era del Reino, me muestran la senda y entiendo el camino que como persona debo tomar. La búsqueda se acabó, mi sueño del reino de los cielos se ha hecho realidad. He sido regado por Dios con el agua viva de vida. Estar cara a cara con Él es un placer sin comparación” (“Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”). Todo en aquel cántico era alegre y conmovedor, me resultó increíblemente inspirador. Noté que los rostros de cada uno de los hermanos y hermanas en el video estaban llenos de felicidad, y no pudimos evitar ponernos a cantar el himno. Empezamos a bailar al ritmo de la música y nuestros corazones se llenaron de alegría. Me di cuenta de que los hermanos y hermanas que tenían la provisión de la palabra de Dios estaban bendecidos y llenos de gozo. Aunque se habían sometido al juicio y castigo de Dios, no tenían ninguna preocupación, sino que estaban liberados, eran libres, alegres y felices. Pensé en cómo habían desaparecido mi fe y entusiasmo por la religión, en que lo único que veía era la desolación y oscuridad en la iglesia. Los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso, por otro lado, estaban llenos de la obra del Espíritu Santo. La luz resplandecía en sus comunicaciones en torno a la verdad, alababan a Dios vigorosamente y daban testimonio de Él con gran entusiasmo y energía. Comparados conmigo, ellos parecían vivir en un mundo completamente diferente. En ese momento, me sentí como un huérfano perdido que había regresado a casa y estaba disfrutando de la calidez del abrazo de su madre. Pensé: “Aquí hay una verdad que buscar. Debo escuchar bien a los hermanos y hermanas respecto a la verdad de la obra de juicio de Dios en los últimos días para no perder la oportunidad de recibir la llegada del Señor y ser arrebatado al reino celestial”.

Después de aquello, la hermana Li nos leyó dos pasajes más de la palabra de Dios: “¿A través de qué se alcanza la perfección que Dios tiene para el hombre? A través de Su justo carácter. El carácter de Dios consiste principalmente de la justicia, la ira, la majestad, el juicio y la maldición y Su perfección para el hombre es principalmente por medio del juicio. Algunas personas no entienden y preguntan por qué es que Dios sólo puede perfeccionar al hombre por medio del juicio y la maldición. Dicen: ‘Si Dios maldijera al hombre, ¿no moriría el hombre? Si Dios juzgara al hombre, ¿el hombre no sería condenado? Entonces, ¿cómo puede todavía ser perfeccionado?’. Esas son las palabras de la gente que no conoce la obra de Dios. Lo que Dios maldice es la desobediencia del hombre y lo que Él juzga son los pecados del hombre. Aunque Él habla severamente y sin la menor sensibilidad, Él revela todo lo que hay dentro del hombre y a través de estas palabras severas revela lo que es esencial dentro del hombre pero a través de ese juicio le da al hombre un conocimiento profundo de la esencia de la carne y, por lo tanto, el hombre se somete a la obediencia frente a Dios. La carne del hombre es de pecado y de Satanás, es desobediente y el objeto del castigo de Dios, en consecuencia, para permitirle al hombre que se conozca, las palabras del juicio de Dios le deben suceder y todo tipo de refinamiento se debe emplear; sólo entonces puede ser efectiva la obra de Dios” (‘Sólo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer el encanto de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra de juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él” (‘Cristo hace la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”).

La hermana Li nos dijo: “Tras ser corrompidos por Satanás, todos vivimos bajo su campo de acción y nos convertimos en degenerados que se oponían a Dios. Según la esencia justa y santa de Dios, todos fuimos blanco de Su imprecación y destrucción, pero no es la voluntad de Dios destruir a la humanidad, sino salvarla. Así que, para poder salvar completamente a la gente del campo de acción de Satanás, Dios expresa Sus palabras y realiza la obra de juzgar y purificar al hombre en los últimos días. La obra de juicio es en realidad Dios usando Su palabra para exponer el discurso, las acciones, la naturaleza y la esencia rebelde y opuesta a Dios de la gente, con el fin de que puedan llegar a conocer su esencia corrupta y la verdad de su corrupción, reconocer el carácter de Dios de justicia y santidad, y alcanzar el odio a uno mismo. Entonces, la gente puede arrepentirse de verdad y transformarse, y así liberarse de su corrupto carácter satánico y ser ganados por Dios. De esta manera, la gente alcanzará la salvación completa. Solo a través del juicio y castigo de la palabra de Dios podemos ver que estamos llenos de corrupción, que en todo momento y lugar mostramos nuestro carácter corrupto: en el egoísmo, la arrogancia, el engaño y la avaricia; que estamos llenos de nociones e imaginaciones, deseos extravagantes y exigencias irracionales respecto a Dios; y que carecemos de conciencia o razón, lealtad u obediencia. Cuanto más aceptamos el juicio de Dios, más reconocemos cuán profundamente corrompidos estamos y que en realidad no tenemos humanidad. Comenzamos a sentir asco y a odiarnos a nosotros mismos en nuestros corazones. Cuanto más aceptamos el juicio de Dios, más vemos Su santidad y Su justicia y nuestros corazones veneran más a Dios. Llegamos a estar dispuestos a abandonar nuestros deseos carnales y vivir de acuerdo con la palabra de Dios. Posteriormente, se produce una transformación en nuestras perspectivas sobre las cosas y en nuestro carácter corrupto, y empezamos a vivir a semejanza de un auténtico ser humano. Entonces llegamos a apreciar de verdad que el juicio y castigo de Dios son Su gran amor y salvación hacia nosotros. Sin el juicio y castigo de Dios, todos seríamos blanco de la destrucción”.

La hermana terminó ahí su comunicación, y me sentí muy conmovido por lo que había dicho; me di cuenta de cuán grande y verdadero es el amor de Dios. ¡Él es el Dios que ama a la humanidad! Fui yo quien malinterpretó la buena intención de Dios al salvar a la gente. Había creído que Dios juzgaba a las personas para condenarlas y castigarlas, y nunca había pensado que el hecho de que Dios expresara Su palabra y juzgara al hombre en los últimos días pudiera ser un amor aún más verdadero o fuera una salvación aún mayor para nosotros. ¡Gracias a Dios Todopoderoso! Mediante la lectura de la palabra de Dios Todopoderoso y la comunicación de las hermanas, obtuve algo de comprensión de la obra de juicio de Dios y se disiparon mis malentendidos acerca de Él. Alcancé la firme creencia de que Dios Todopoderoso no es otro que el Señor Jesús retornado, y estoy dispuesto a aceptar la obra de juicio de Dios. Había salido completamente de la niebla de la confusión, y en mi rostro brillaba una alegre sonrisa. La hermana Li dijo, feliz: “Demos gracias a Dios por guiarte. Todo es resultado de la palabra de Dios. Con esto, podemos ver que antes de que lleguemos a entender la verdad, aunque puedan surgir nociones acerca de Dios y Su obra, siempre y cuando busquemos y aceptemos la verdad y escuchemos la palabra de Dios, entenderemos la verdad y tendremos conocimiento de Su obra y nuestras nociones e imaginaciones desaparecerán como nubes de humo. Entonces seremos capaces de entender la voluntad de Dios y ya no lo malinterpretaremos”. Asentí feliz y le agradecí a Dios por haberme salvado.

Después de haber aceptado la obra de Dios en los últimos días, instalé una aplicación de mensajería en mi teléfono para que la hermana Gao y los demás pudieran compartir conmigo películas evangélicas, vídeos musicales e himnos de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Cuando vi la película evangélica de la Iglesia de Dios Todopoderoso llamada Desde el trono fluye el agua de la vida, tuvo un gran impacto en mí. La situación desolada de la iglesia de la película era la misma que la de nuestra propia iglesia, y en la película se mostraba la causa de esta desolación con perfecta claridad. Debido a que la obra de Dios había cambiado, y Él ya no obraba dentro de la iglesia religiosa, las personas que se negaban a aceptar la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días estaban sufriendo hambruna. Aquellas personas que aceptaron la palabra de Dios Todopoderoso lograron la provisión de Dios del agua de vida, ya no estaban sedientas y vivieron una vida bendecida con Dios. Cuando vi la película Esperando, no pude evitar suspirar. El viejo pastor de la película había creído en el Señor toda su vida y pensaba que su duro trabajo tenía mérito. Solo esperaba que el Señor viniera para tener la posibilidad de arrebatarle al cielo. Pero se aferraba obstinadamente a la creencia de que cuando el Señor llegara, descendería sobre una nube y se revelaría primero ante él. Debido a esta terquedad, se opuso y se negó a aceptar la obra de Dios de los últimos días, así que al final se quedó mirando al cielo, esperando una nube, y murió lleno de pesar. Desde luego, esta amarga lección da que pensar al espectador. Al mismo tiempo, me regocijé en mi corazón y le di gracias a Dios Todopoderoso por salvarme a mí, un hijo rebelde que solo buscaba obtener Sus bendiciones pero era reacio a aceptar Su juicio y purificación, y por guiarme ante Su trono para alcanzar Su salvación en los últimos días.

Ahora vivo la vida de iglesia en la Iglesia de Dios Todopoderoso, y a través de experimentar de verdad el juicio y castigo de la palabra de Dios, lentamente he comenzado a percibir cuán real y práctico es para Él realizar la obra de juicio. Cuando Dios diseccionó la naturaleza traicionera del hombre, sentí que como yo mismo nunca mentía, me negaba a reconocer la situación real revelada por las palabras de Dios. Cuando me encontré con una situación práctica que Dios había arreglado para mí, dije mentiras involuntariamente con el fin de proteger mis propios intereses y salvaguardar mi vanidad. Además, sentía la traición y el engaño en mi corazón, y también tenía muchos secretos que no quería que se supieran abiertamente. Esto me llevó a ver que lo único que revela la palabra de Dios es la verdad y la situación real, y que es la naturaleza y esencia del hombre. Solo entonces me convenció realmente la palabra de Dios y tuve el urgente deseo de buscar la verdad y de transformar mi propia naturaleza tramposa. Después de esta experiencia, me di cuenta de que si no hubiera sido por el juicio práctico y el castigo de Dios, nunca habría reconocido mi propia naturaleza traicionera, y nunca habría podido practicar la verdad para cambiar mi propio carácter tramposo. El juicio y castigo de Dios ciertamente me estaban purificando y salvando, y son una clase diferente de amor. Quiero apreciar bien este tipo especial de amor y aceptar el juicio y castigo de Dios, y deseo convertirme lo antes posible en una persona nueva para poder satisfacer a Dios.

Ver más :  Dios Todopoderoso me guio hacia el camino de obtener la purificación

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.