La única manera de evitar el desastre

Por Chaotuo, provincia de Hubei

Desde el terremoto del 12 de mayo en Sichuan, siempre he tenido miedo y me ha preocupado que algún día pudiera golpearme el desastre. En particular desde que veo que los desastres van en aumento y los terremotos son cada vez más frecuentes, mi miedo a una muerte inminente se ha vuelto aún más pronunciado. Como resultado, paso días enteros sopesando las precauciones que debería tomar para protegerme si se produjera un terremoto.

Un día, durante el almuerzo, la hermana de mi familia anfitriona encendió la televisión como de costumbre, y el conductor del noticiero hablaba precisamente de medidas de seguridad frente a terremotos. En caso de terremoto, debes salir corriendo a un espacio abierto para evitar resultar herido por un edificio que se derrumbe. Si no puedes evacuar a tiempo, debes esconderte bajo una cama, una mesa o en un rincón… Después de escuchar aquello, me sentí como si hubiera encontrado una solución salvavidas y pronto memoricé aquellas medidas de precaución para poder salvar mi vida si se producía un terremoto. Después de comer volví a mi habitación y examiné cuidadosamente el interior y el exterior de la casa. Me sentí muy decepcionada por lo que vi: había un montón de trastos bajo la cama y no quedaba espacio para esconderse. Al mirar fuera de la casa, todos los edificios a cien metros de donde estaba eran de cinco o seis plantas y estaban muy juntos. Aunque consiguiera salir de mi edificio probablemente muriera aplastada. Parecía que cumplir con mis deberes allí resultaba demasiado peligroso. Tendría que esperar a que la líder del distrito fuera allí y me trasladase a una familia anfitriona en el campo. Así, si llegara a producirse un terremoto, sería más fácil salir corriendo a un espacio abierto. Pero de pronto se me ocurrió que mi trabajo corrigiendo artículos conllevaba principalmente permanecer en el interior. Incluso viviendo en el campo, mi vida seguiría en peligro. Para eso podía decirle a la líder del distrito que me trasladase a un equipo de evangelización. Así al menos podría pasar todo el día fuera y sería más seguro que quedarme en casa. Lo único que ocurría era que no sabía cuándo vendría la líder del distrito. Por el momento, todavía necesitaba preparar un refugio. Y así vivía atemorizada cada día y era incapaz de concentrarme en corregir mis artículos.

Entonces, un día, leí el siguiente pasaje en “Deberías preparar suficientes buenas obras para tu destino”: “Cuando llegue el desastre, el hambre y la peste caerán sobre todos aquellos que se oponen a Mí y llorarán. Quienes hayan cometido toda clase de maldades pero que me hayan seguido durante muchos años no escaparán a la acusación; ellos también vivirán en un constante estado de pánico y miedo en medio de la catástrofe que apenas se ha visto a lo largo de las épocas. Y todos Mis seguidores que han sido leales a Mí y a ningún otro, se regocijarán y aplaudirán Mi grandeza. Ellos experimentarán una alegría inefable y vivirán en un júbilo que Yo nunca antes he otorgado a la humanidad”. “En cualquier caso, espero que preparéis suficientes buenas obras para vuestro propio destino. Entonces Yo me sentiré satisfecho; de lo contrario, ninguno de vosotros escaparéis del desastre. El desastre se origina en Mí y, por supuesto, Yo lo orquesto. Si no podéis parecer buenos a Mis ojos, entonces no escaparéis de sufrir el desastre” (“La Palabra manifestada en carne”). Las palabras de Dios me hicieron despertar. Resulta que Dios provoca los desastres, que emanan de Él. Dios quiere utilizar los desastres para destruir esta raza humana malvada y corrupta. Esto es lo que Dios desea hacer en los últimos días. Los gentiles no lo saben y creen que son desastres naturales. Por eso utilizan métodos humanos y esfuerzos humanos para salvarse cuando se enfrentan al desastre. Creen que pueden evitar la devastación que provocan los diversos desastres haciendo esto. Y yo, que era ignorante, creía en Dios pero no conocía Su obra en absoluto. Pensaba que todo lo que tenía que hacer era seguir las medidas de precaución de los gentiles y que escaparía del sufrimiento que acarrean los desastres y sobreviviría. En verdad, ¡era absurdo que sostuviera el mismo punto de vista que los gentiles! ¿No debería haber sabido que si las personas no cumplen con sus obligaciones fielmente y no realizan buenas obras, no serán consideradas buenas a los ojos de Dios? Independientemente de lo fuertes que puedan ser los humanos y de lo avanzadas que puedan ser sus medidas de precaución o de lo perfectos que sean sus planes de rescate, al final no hay escapatoria a los desastres que Dios arroja sobre el hombre. Basándose en mis variadas respuestas a la amenaza del desastre, resultaba evidente que no tenía fe real en Dios. No comprendía realmente Su obra en los últimos días ni Su omnipotencia y soberanía. No tenía ni idea de a quién tiene intención de destruir Dios en los desastres ni de a quién desea salvar. Tampoco me percataba de que en los desastres, sólo quienes son fieles a Dios y han preparado suficientes buenas obras son aquellos que se salvan en la calamidad. Por tanto, cuando la amenaza del desastre se cernía sobre mí, en lugar de reflexionar sobre si había preparado buenas obras y de si era fiel a Dios, buscaba la verdad y había recibido Su salvación, pasaba todo mi tiempo sopesando maneras de salvarme. ¡Sin la verdad, nos volvemos así de patéticos!

Durante el tiempo de Noé, cuando Dios destruyó la tierra con el diluvio, porque Noé era temeroso de Dios y se mantenía alejado del mal, construyó el arca de acuerdo con la voluntad de Dios, se lo gastó todo a petición suya y demostró su lealtad absoluta. Dios lo consideró bueno. Por lo tanto, cuando llegó el desastre, los ocho miembros de su familia fueron salvados. En ese momento recordé aquello de lo que habla “Comunicar y predicar acera de la entrada a la vida”: “Si no preparas buenas acciones, cuando acaezca el desastre, tu corazón vivirá en el pánico todo el día. Sin buenas acciones, el corazón del hombre no siente consuelo y este no tiene autoconfianza ni paz de espíritu. Porque no ha preparado buenas obras, no hay verdadera paz ni gozo en su corazón. Los malhechores tienen remordimientos de conciencia y son malvados de corazón. Cuantas más maldades llevan a cabo, más culpables se sienten y más temerosos se vuelven. Si quieres reconfortar tu corazón y darle paz cuando llegue el gran desastre, tienes que hacer más el bien y preparar más buenas acciones ahora. Sólo entonces sentirás paz y consuelo en tu corazón cuando acaezca el desastre” (‘El significado importante detrás de preparar buenas obras’ en “Sermones y enseñanzas sobre la entrada en la vida II”). Al pensar en lo intranquila y nerviosa que me había sentido todo el día, temerosa de mi propia muerte en un desastre, me di cuenta de que se debía a que no había cumplido fielmente con mi deber y a que no había preparado ninguna buena acción. Al cumplir con mi deber, nunca había asumido verdaderamente la carga de las tareas que me habían sido encomendadas por la iglesia. Nunca había cumplido con mis obligaciones con el corazón fiel a Dios. En lugar de ello, había engañado a Dios y había tratado con Él desde la indulgencia de la carne. No hacía mucho con los artículos que me enviaban, sino que los corregía de forma descuidada y únicamente buscaba completar mi tarea. Cuando veía lo desorganizados que estaban los artículos escritos por mis hermanos y hermanas, no los guiaba ni los ayudaba diligentemente, sino que escribía unos cuantos comentarios sin importarme si los entendían o si les servirían de ayuda. En lugar de eso, les devolvía los artículos a toda prisa y, después recibía cada vez menos artículos para editar. Como resultado, el trabajo editorial prácticamente se detuvo. Aun así, yo no reflexioné acerca de mis acciones ni intenté identificar y rectificar la causa del problema, sino que culpé a la líder afirmando que los problemas surgieron porque ella no le daba importancia al trabajo editorial. ¿Cómo pretendía satisfacer a Dios con semejantes actos y así sentir consuelo en mi corazón? De esta manera, ¿cómo podía Dios considerarme buena? Si sigo por ese camino y no busco la verdad como es debido, si no soy fiel a aquello que me ha confiado la iglesia y no preparo las buenas acciones suficientes, seguro que seré incapaz de escapar a la ira del castigo de Dios a los malvados, aunque siga esas precauciones establecidas por las personas mundanas para cuando acontece el desastre.

Gracias a Dios por guiarme y abrirme la mente para permitirme comprender que sólo cumpliendo con mi obligación debidamente y realizando suficientes buenas acciones podré ganarme la salvación del sufrimiento que acarrean los desastres y escapar con vida. Esta es la única manera. En el futuro, deseo buscar la verdad correctamente, ser tan fiel como pueda al cumplir con mis obligaciones y preparar suficientes buenas acciones para satisfacer a Dios.

¿Por qué se ha encarnado Dios como una mujer en los últimos días? ¿Cuál es el significado de esto?

La respuesta de la palabra de Dios:

Cada etapa de la obra realizada por Dios tiene un sentido real. Cuando Jesús llegó, era varón, y en este momento es mujer. A partir de esto, puedes ver que Dios creó al varón y a la mujer para Su obra y que con Él no hay distinción de género. Cuando Su Espíritu llega, Él puede adoptar cualquier carne a voluntad y esta lo representa. Sea varón o mujer, ambos representan a Dios mientras sean Su carne encarnada. Si Jesús hubiera llegado y aparecido como una mujer, en otras palabras, si una niña recién nacida, no un niño, habría de ser concebido por el Espíritu Santo, esa etapa de la obra se habría completado de todas formas. Igualmente, si un varón tuviera que completar esta etapa de la obra, la misma se completaría también. La obra llevada a cabo en ambas etapas es significativa; ninguna de las dos obras se repite ni ellas entran en conflicto entre sí. En el momento de Su obra, a Jesús se le llamaba el único Hijo, lo que indica género masculino. ¿Por qué no se menciona, entonces, al único Hijo en esta etapa? Esto se debe a que las necesidades de la obra han exigido un cambio de género diferente al de Jesús. Con Dios no hay distinción de género. Su obra se realiza como Él desea y no está sujeta a ninguna restricción; es particularmente libre, pero cada etapa tiene un significado práctico. Dios se hizo carne dos veces, y sobra decir que Su encarnación en los últimos días es la última vez. Él ha venido a revelar todos Sus hechos. Si Él no se hubiera hecho carne en esta etapa para realizar personalmente una obra de la que el hombre fuera testigo, este tendría siempre la noción de que Dios es sólo varón, no mujer. Antes de esto, todos creían que Dios sólo podía ser varón y que una mujer no podía ser llamada Dios, porque todos consideraban que el hombre tenía autoridad sobre la mujer. Creían que esta no podía asumir la autoridad, sino sólo el hombre. Incluso decían que el hombre era la cabeza de la mujer y que la mujer debía obedecer al hombre y no podría sobrepasarlo. Cuando se dijo en el pasado que el hombre era la cabeza de la mujer, se dijo con respecto a Adán y a Eva, a quienes la serpiente había engañado, y no al hombre y a la mujer creados por Jehová en el principio. Por supuesto, una mujer debe obedecer y amar a su marido, así como el hombre debe aprender a sustentar a su familia. Estos son las leyes y los decretos establecidos por Jehová que la humanidad debe cumplir durante su vida en la tierra. Jehová dijo a la mujer: “Tu deseo será para tu marido y él tendrá autoridad sobre ti”. Esto sólo se dijo para que la humanidad (es decir, tanto el hombre como la mujer) pudiera vivir una vida normal bajo el dominio de Jehová, para que su vida tuviera una estructura y no perdiera el orden. Por tanto, Jehová hizo normas apropiadas para delimitar cómo deberían actuar el hombre y la mujer, pero estas sólo se referían a toda la creación que vivía sobre la tierra y no a la carne encarnada de Dios. ¿Cómo podría ser Dios lo mismo que Su creación? Sus palabras sólo iban dirigidas a la humanidad de Su creación; eran normas establecidas para el hombre y la mujer con el fin de que la humanidad pudiera vivir una vida normal. En el principio, cuando Jehová creó a la humanidad, hizo tanto al varón como a la mujer; por tanto, Su carne encarnada también se diferenció entre varón o mujer. Él no decidió Su obra en base a las palabras que habló a Adán y a Eva. Las dos veces que se hizo carne se determinaron totalmente en línea con Su pensamiento cuando creó por primera vez a la humanidad. Es decir, Él completó la obra de Sus dos encarnaciones en base al varón y a la mujer que no habían sido corrompidos. Si el hombre aplica las palabras habladas por Jehová a Adán y a Eva, quienes habían sido engañados por la serpiente, a la obra de la encarnación de Dios, ¿no tendría que amar Jesús también a Su esposa como debería? ¿Sigue Dios siendo Dios entonces? Si lo es, ¿puede Él completar Su obra? Si es incorrecto que la carne encarnada de Dios sea mujer, ¿no habría sido también un gran error que Dios creara a la mujer? Si el hombre sigue creyendo que es incorrecto que Dios se encarne en una mujer, ¿no sería entonces un error similar a la presente encarnación, la de Jesús, quien no se casó y por tanto no pudo amar a Su esposa? Ya que usas las palabras habladas por Jehová a Eva para medir la verdad de la encarnación de Dios en el presente, debes usar las palabras de Dios a Adán para juzgar al Señor Jesús que se hizo carne en la Era de la Gracia. ¿No son lo mismo estas dos cosas? Si juzgas al Señor Jesús por el varón a quien la serpiente no había engañado, no puedes juzgar la verdad de la encarnación hoy por la mujer a quien la serpiente engañó. ¡Eso es injusto! Si emites ese juicio, eso muestra tu falta de racionalidad. Cuando Jehová se hizo carne dos veces, el género de Su carne estaba relacionado con el varón y la mujer que no habían sido engañados por la serpiente. En dos ocasiones Él se hizo carne conforme a aquel varón y a aquella hembra no seducidos por la serpiente. No pienses que la masculinidad de Jesús era la misma que la del Adán engañado por la serpiente. Jesús no tiene ninguna relación con él y son dos varones de diferentes naturalezas. ¿Seguro que la masculinidad de Jesús no demuestra que Él sólo es la cabeza de todas las mujeres, pero no de todos los hombres? ¿No es Él el Rey de todos los judíos (incluidos hombres y mujeres)? Él es Dios mismo, no sólo la cabeza de la mujer, sino del hombre también. Él es el Señor de todas las criaturas y la cabeza de todas ellas. ¿Cómo podrías determinar que la masculinidad de Jesús es el símbolo de la cabeza de la mujer? ¿No es esto blasfemia? Jesús es un varón que no ha sido corrompido. Él es Dios; Él es Cristo; Él es el Señor. ¿Cómo podría ser Él un varón como Adán, que había sido corrompido? Jesús es la carne vestida por el santísimo Espíritu de Dios. ¿Cómo podrías decir que Él es un Dios que posee la masculinidad de Adán? ¿No sería entonces errónea toda la obra de Dios? ¿Podía incorporar Jehová en Jesús la masculinidad de Adán, que había sido engañado? ¿No es la encarnación presente otra obra del Dios encarnado, diferente en género de la de Jesús, pero de igual naturaleza? ¿Todavía te atreves a decir que Dios encarnado no podría ser una mujer, ya que fue una mujer la primera que fue engañada por la serpiente? ¿Todavía te atreves a decir que al ser la mujer la más impura y el origen de la corrupción de la humanidad, Dios no podía en absoluto encarnarse como una mujer? ¿Todavía te atreves a decir que “la mujer siempre obedecerá al hombre y nunca podrá manifestar o representar directamente a Dios”? […]

Si sólo se hubiera hecho la obra de Jesús sin el complemento de esta etapa en los últimos días, el hombre se habría aferrado para siempre a la noción de que sólo Jesús es el único Hijo de Dios; es decir, Dios sólo tiene un hijo y que cualquiera que venga después con otro nombre no será el único Hijo de Dios, mucho menos Dios mismo. El hombre tiene la noción de que aquél que sirve como ofrenda por el pecado o que asume el poder de Dios y redime a toda la humanidad es el único Hijo de Dios. Hay algunos que creen que mientras el que venga sea un varón, se le puede considerar el único Hijo de Dios y representante de Dios. Y están incluso los que dicen que Jesús es el Hijo de Jehová, Su único Hijo. ¿No es esta una noción grave? Si esta etapa de la obra no tuviera lugar en la era final, toda la humanidad estaría envuelta en una sombra cuando se trata de Dios. Así, el hombre pensaría que tiene un estatus más alto que la mujer y las mujeres nunca podrían levantar la cabeza. De ser ese el caso, ninguna mujer recibiría la salvación. Las personas siempre creen que Dios es un varón y que Él siempre aborrece a la mujer y no le dará la salvación. De ser así, ¿no es cierto que todas las mujeres creadas por Jehová y también corrompidas nunca tendrían la oportunidad de ser salvadas? ¿No habría sido entonces inútil que Jehová creara a la mujer, es decir, a Eva? ¿Y no perecería la mujer por toda la eternidad? Por tanto, esta etapa de la obra en los últimos días es para salvar a toda la humanidad, no sólo a la mujer sino a toda la humanidad. Esta obra es por el bien de toda la humanidad, no sólo por la mujer. Si alguien piensa de otra forma, ¡es de lo más insensato!

[…] Jesús y Yo venimos del mismo Espíritu. Aunque nuestras carnes no tienen relación, nuestros Espíritus son uno; aunque lo que hacemos y la obra que llevamos no sean lo mismo, somos iguales en esencia; nuestras carnes adoptan distintas formas, y esto es debido al cambio en la era y la necesidad de nuestra obra; nuestros ministerios no son iguales, por lo que la obra que traemos y el carácter que revelamos al hombre también son diferentes. Esa es la razón por la que lo que el hombre ve y recibe hoy en día es diferente a lo del pasado; esto es así por el cambio en la era. Aunque el género y la forma de Sus carnes son diferentes, y aunque Ellos no nacieron de la misma familia, mucho menos en la misma época, Sus Espíritus son uno. Aunque Sus carnes no comparten la misma sangre ni una relación física de ninguna forma, esto no niega que Ellos sean las carnes encarnadas de Dios en dos períodos de tiempo diferentes. Es una verdad innegable que son las carnes encarnadas de Dios, aunque no compartan el mismo linaje o un lenguaje humano común (uno fue un varón que hablaba el lenguaje de los judíos y el otro es una mujer que sólo habla chino). Es por estas razones que Ellos realizan la obra que deben en diferentes países y en períodos de tiempo distintos también. A pesar del hecho de que son el mismo Espíritu y poseen la misma esencia, no hay ninguna similitud en absoluto entre los armazones externos de Sus carnes. Simplemente comparten la misma humanidad, pero la apariencia y el nacimiento de Sus carnes no son parecidos. Esto no ejerce ningún impacto en Sus respectivas obras o en el conocimiento que el hombre tiene de Ellos, porque, después de todo, son el mismo Espíritu y nadie puede separarlos. Aunque no tienen parentesco alguno, Sus seres por entero están dirigidos por Sus Espíritus, de forma que Ellos emprenden una obra diferente en distintos períodos de tiempo, con Sus carnes que no comparten un linaje. De manera similar, el Espíritu de Jehová no es el padre del Espíritu de Jesús, al igual que el Espíritu de Jesús no es el hijo del Espíritu de Jehová. Ambos son el mismo Espíritu, al igual que el Dios encarnado de hoy en día y Jesús. Aunque no tienen relación de sangre, son uno; esto se debe a que Sus Espíritus son uno. Él puede realizar la obra de compasión y misericordia, así como la de juicio justo y castigo del hombre y la de traer maldiciones sobre el hombre. Al final, Él puede realizar la obra de destruir el mundo y castigar a los malvados. ¿Acaso no hace todo esto Él mismo? ¿No es esto la omnipotencia de Dios?

de ‘Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación’ en “La Palabra manifestada en carne”

La sabiduría, lo maravilloso, la justicia, y la majestad de Dios nunca cambiarán. Su esencia y lo que Él tiene y es nunca cambiarán. Sin embargo, Su obra siempre está progresando hacia adelante, y siempre va profundizando, porque Él siempre es nuevo y nunca viejo. En cada era Dios adopta un nuevo nombre, hace una obra nueva, y permite a Sus criaturas ver Su nueva voluntad y nuevo carácter. Si las personas no ven la expresión del nuevo carácter de Dios en la nueva era, ¿no lo clavarían eternamente en la cruz? Y al hacerlo, ¿no lo definirían? Si Dios sólo se encarnó como varón, las personas lo definirían como tal, como el Dios de los hombres, y nunca creerían que es el Dios de las mujeres. Entonces, los hombres creerían que Dios es del mismo género que los hombres, que Él es la cabeza de los hombres; ¿y qué hay de las mujeres? Esto es injusto; ¿no es un trato preferencial? Si fuera el caso, todos aquellos a quienes Dios salvó serían hombres como Él, y no habría salvación para las mujeres. Cuando Dios creó a la humanidad, creó a Adán y a Eva. No sólo creó a Adán, sino que hizo tanto al varón como a la mujer a Su imagen. Dios no es sólo el Dios de los hombres, también lo es de las mujeres. Él está haciendo una nueva obra en los últimos días. Él revelará más de Su carácter, y no serán la compasión y el amor de la época de Jesús. Como tiene una obra nueva, esta irá acompañada por un nuevo carácter. Por tanto, si esta obra fue realizada por el Espíritu, si Dios no se hizo carne, sino que el Espíritu habló directamente por medio del trueno, de forma que el hombre no tuviera contacto alguno con Él, ¿conocería el hombre Su carácter? Si sólo el Espíritu hizo la obra, el hombre no tendría forma de conocer Su carácter. Las personas sólo pueden ver el carácter de Dios con sus propios ojos cuando Él se hace carne, cuando la Palabra aparece en la carne, y Él expresa todo Su carácter por medio de la carne. Dios vive de verdad en medio del hombre. Él es de imagen y forma; el hombre puede tener contacto realmente con Su carácter y lo que Él tiene y es; sólo de esta forma puede el hombre conocerlo en realidad. Al mismo tiempo, Dios también ha completado Su obra de ser el Dios de hombres y mujeres, y ha cumplido la totalidad de Su obra en la carne.

de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

Satanás tienta a Job por primera vez (le roban su ganado y la calamidad cae sobre sus hijos)

a. Las palabras que Dios habló

Job 1:8 Y Jehová dijo a Satanás: ¿Has considerado a Mi siervo Job? No hay ningún otro como él en la tierra, un hombre perfecto y recto, que teme a Dios y se aparta del mal.

Job 1:12 Y Jehová dijo a Satanás: Mira, todo lo que él posee está en tu poder, solo que no pongas tu mano sobre él. Entonces Satanás salió de la presencia de Jehová.

b. La respuesta de Satanás

Job 1:9-11 Entonces Satanás respondió a Jehová, y dijo: ¿Teme Job a Dios en vano? ¿No has puesto una cerca alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene por doquier? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus propiedades han crecido en la tierra. Pero estira Tu mano ahora, y toca todo lo que tiene, y él te maldecirá de frente.

Dios le permite a Satanás que tiente a Job para que su fe se perfeccione

Satanás tienta a Job por primera vez (le roban su ganado y la calamidad cae sobre sus hijos)

Job 1:8 es el primer relato que vemos en la Biblia de un diálogo entre Jehová Dios y Satanás. ¿Y qué dijo Dios? El texto original provee el siguiente relato: “Y Jehová dijo a Satanás: ¿Has considerado a Mi siervo Job? No hay ningún otro como él en la tierra, un hombre perfecto y recto, que teme a Dios y se aparta del mal”. Esta fue la valoración que Dios hizo de Job delante de Satanás; lo catalogó como hombre perfecto y recto, que temía a Dios y se apartaba del mal. Antes de estas palabras entre Dios y Satanás, el primero había decidido usar a Satanás para tentar a Job: lo entregaría en manos de Satanás. Por un lado, esto demostraría que la observación y la evaluación que Dios hizo sobre Job eran precisas y sin error, y que provocaría que Satanás fuera avergonzado por medio del testimonio de Job; por otro, perfeccionaría la fe de este en Dios y su temor de Él. Por tanto, cuando Satanás vino delante de Dios, este no fue ambiguo. Fue directamente al grano y le preguntó a Satanás: “¿Has considerado a Mi siervo Job? No hay ningún otro como él en la tierra, un hombre perfecto y recto, que teme a Dios y se aparta del mal”. La pregunta de Dios conlleva el siguiente significado: Dios sabía que Satanás había deambulado por todas partes, y había espiado con frecuencia a Job, Su siervo. Lo había tentado y atacado a menudo, tratando de encontrar una forma de traer la ruina sobre él para demostrar que su fe en Dios y su temor de Él no podrían mantenerse firmes. Satanás también buscó, flagrantemente, oportunidades para destruir a Job, para que renunciara a Dios y esto le permitiera arrebatarlo de Sus manos. Pero Dios miró dentro del corazón de Job y vio que era perfecto y recto, y que le temía y se apartaba del mal. Dios usó una pregunta para decirle a Satanás que Job era un hombre perfecto y recto que le temía y se apartaba del mal, que nunca renunciaría a Él para seguirle. Oyendo la valoración que Dios hacía de Job, se produjo en Satanás un enfurecimiento nacido de la humillación, se enojó aún más, y se impacientó más para arrebatar a Job, porque nunca creyó que alguien pudiera ser perfecto y recto, o que pudiera temer a Dios y apartarse del mal. Al mismo tiempo, Satanás también aborrecía la perfección y la rectitud en el hombre, y odiaba a las personas que podían temer a Dios y apartarse del mal. Así está escrito en Job 1:9-11: “Entonces Satanás respondió a Jehová, y dijo: ¿Teme Job a Dios en vano? ¿No has puesto una cerca alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene por doquier? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus propiedades han crecido en la tierra. Pero estira Tu mano ahora, y toca todo lo que tiene, y él te maldecirá de frente”. Dios estaba íntimamente familiarizado con la naturaleza maliciosa de Satanás, y sabía muy bien que desde hacía mucho este había planeado traer la ruina sobre Job, y por tanto Dios deseaba decirle una vez más a Satanás que Job era perfecto y recto, que temía a Dios y que se había apartado del mal, y con ello obligarlo a revelar su verdadero rostro y que atacara y tentara a Job. En otras palabras, Dios deliberadamente enfatizó que Job era perfecto y recto, que temía a Dios y que se había apartado del mal, provocando con ello que Satanás atacara a Job por el odio y la ira que sentía de que este fuera un hombre perfecto y recto, uno que temía a Dios y que se había apartado del mal. Como consecuencia, Dios traería vergüenza sobre Satanás por medio del hecho de que Job era un hombre perfecto y recto, uno que temía a Dios y que se había apartado del mal, y Satanás quedaría totalmente humillado y derrotado. Después de esto, Satanás ya no dudaría más ni haría más acusaciones respecto a Job en cuanto a su perfección, justicia, temor de Dios o alejamiento del mal. De esta forma, la prueba de Dios y la tentación de Satanás eran casi inevitables. El único capaz de resistirlas era Job. Tras el diálogo, Satanás consiguió el permiso para tentar a Job. Así comenzó su primera ronda de ataques. El objetivo de los mismos fueron las propiedades de Job, porque Satanás hizo la siguiente acusación contra él: “¿Teme Job a Dios en vano? […] Has bendecido el trabajo de sus manos y sus propiedades han crecido en la tierra”. Por tanto, Dios le permitió a Satanás que tomara todos los bienes de Job: propósito de la conversación entre Dios y Satanás. Sin embargo, Dios le exigió una cosa a Satanás: “Todo lo que él posee está en tu poder, solo que no pongas tu mano sobre él” (Job 1:12). Esta fue la condición de Dios tras permitirle a Satanás tentar a Job y dejar a este en sus manos. Fue el límite establecido: le ordenó no hacerle daño a Job. Dios reconoció que este era perfecto y recto, y tenía fe en que su perfección y rectitud estuvieran fuera de toda duda, y en que pudiera resistir la prueba. Así pues, permitió la tentación de Satanás, pero le impuso una restricción: podía tomar todas las propiedades de Job, pero no podía ponerle un dedo encima. ¿Qué quiere decir esto? Significa que Dios no entregó a Job del todo en manos de Satanás. Este podía tentarlo con los medios que quisiese, pero no podía hacerle daño, ni siquiera a un pelo de su cabeza, porque Dios controla la totalidad del hombre, decide si este vive o muere, y Satanás no tiene tal licencia. Después de que le dirigiera estas palabras a Satanás, este se sentía impaciente por empezar. Usó todos los medios para tentar a Job, y este no tardó en perder abundantes ovejas y bueyes, así como todas las propiedades que Dios le había dado… De este modo llegaron a él las pruebas de Dios.

Satanás tienta a Job por primera vez (le roban su ganado y la calamidad cae sobre sus hijos)

Aunque la Biblia nos habla de los orígenes de la tentación de Job, ¿era Job, el objeto de las mismas, consciente de lo que estaba aconteciendo? Sólo era un hombre mortal; por supuesto, no sabía nada de la historia que se desarrollaba a sus espaldas. Sin embargo, su temor de Dios, su perfección y su rectitud, hicieron que tomara consciencia de que las pruebas de Dios habían venido sobre él. Desconocía lo que sucedió en el reino espiritual y cuáles eran los propósitos de Dios subyacentes a estas. No obstante, sabía que independientemente de lo que le ocurriese, debía mantenerse en su perfección y su rectitud, permanecer en el camino del temor a Dios y apartarse del mal. Dios observó claramente la actitud y la reacción de Job ante estos asuntos. ¿Y qué vio? Vio el corazón de Job, que le temía, porque desde el principio hasta que fue probado, su corazón permaneció abierto a Dios, expuesto delante de Él, y Job no renunció a su perfección o rectitud ni desechó, ni se alejó del camino del temor a Dios ni de apartarse del mal; nada era más gratificante para Dios. Seguidamente, vamos a ver las tentaciones por las que pasó Job y cómo trató estas pruebas. Leamos las escrituras.

c. La reacción de Job

Job 1:20-21 Entonces Job se levantó y rasgó su ropa; se afeitó la cabeza y cayó al suelo en adoración diciendo: Salí desnudo del vientre de mi madre y desnudo regresaré a él; Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová.

Que Job se responsabilice de devolver todo lo que posee surge de su temor de Dios

Después de que Dios dijera a Satanás: “Todo lo que él posee está en tu poder, solo que no pongas tu mano sobre él”, este partió, y pronto se sucedieron ataques repentinos y feroces contra Job: primero, le robaron sus bueyes y asnos y mataron a sus siervos; después, sus ovejas y siervos se quemaron hasta la destrucción; a continuación, le robaron sus camellos y mataron a sus siervos; finalmente le quitaron la vida a sus hijos y sus hijas. Esta cadena de ataques fue el tormento sufrido por Job durante la primera tentación. Tal como Dios ordenó, durante estos ataques Satanás sólo eligió como objetivos la propiedad de Job y sus hijos y no dañó a Job mismo. Sin embargo, en un instante, Job pasó de ser un hombre poseedor de grandes riquezas a alguien que no tenía nada. Nadie podría haber resistido este asombroso golpe por sorpresa ni haber reaccionado adecuadamente frente al mismo, pero Job demostró su lado extraordinario. Las Escrituras proveen el siguiente relato: “Entonces Job se levantó y rasgó su ropa; se afeitó la cabeza y cayó al suelo en adoración”. Esta fue la primera reacción de Job tras oír que había perdido a sus hijos y todas sus propiedades. Sobre todo, no pareció sorprendido ni asustado, mucho menos expresó ira u odio. Ves, por tanto, que en su corazón ya había reconocido que estos desastres no eran un accidente ni habían surgido de la mano del hombre, mucho menos eran la llegada de la retribución o el castigo. En su lugar, las pruebas de Jehová Dios habían caído sobre él; era Jehová Dios quien quería tomar sus propiedades y sus hijos. Job estaba muy tranquilo y lúcido entonces. Su humanidad perfecta y recta le permitió emitir, de forma racional y natural, juicios y decisiones precisos sobre los desastres que le habían sucedido y, en consecuencia, se comportó con una calma inusual: “Entonces Job se levantó y rasgó su ropa; se afeitó la cabeza y cayó al suelo en adoración”. “Rasgó su ropa” significa que estaba desnudo y no tenía nada; “se afeitó la cabeza” significa que había vuelto delante de Dios como un bebé recién nacido; “cayó al suelo en adoración” significa que había venido al mundo desnudo, y todavía sin nada hoy, había regresado a Dios como un recién nacido. Ninguna criatura de Dios habría podido lograr la actitud de Job frente a todo lo que le había sucedido. Su fe en Jehová Dios fue más allá del ámbito de la creencia; este era su temor de Dios, su obediencia a Él, y no sólo fue capaz de dar gracias a Dios por darle cosas, sino también por quitárselas. Además, fue capaz de responsabilizarse de devolver todo lo que poseía, incluida su vida.

El temor que Job tenía de Dios y su obediencia a Él son un ejemplo para la humanidad, y su perfección y rectitud fueron la cúspide de la humanidad que el hombre debía poseer. Aunque no vio a Dios, se dio cuenta de que Él existía realmente y como resultado de esta comprensión temió a Dios; y debido a su temor de Dios fue capaz de obedecerlo. Dio rienda suelta a Dios para que tomase todo lo que tenía, sin quejarse, y se postró delante de Él y le dijo que, incluso si Dios tomaba su carne en ese mismo momento, él le permitiría hacerlo con alegría, sin quejarse. Toda su conducta se debió a su humanidad perfecta y recta. Es decir, como consecuencia de su inocencia, honestidad y bondad Job fue firme en su comprensión y experiencia de la existencia de Dios, y sobre este fundamento se impuso exigencias y estandarizó su pensamiento, comportamiento, conducta y principios de acción delante de Dios, según Él lo dirigiera y de acuerdo con Sus hechos, que él había visto entre todas las cosas. Con el tiempo, sus experiencias provocaron en él un temor auténtico y real de Dios y le hicieron apartarse del mal. Esta era la fuente de la integridad a la que Job se aferraba con firmeza. Job era poseedor de una humanidad sincera, inocente y amable, y tenía una experiencia real de temer a Dios, obedecerlo y de apartarse del mal, así como el conocimiento de que “Jehová dio y Jehová quitó”. Sólo por estas cosas fue capaz de mantenerse firme y dar testimonio en medio de los ataques tan despiadados de Satanás; sólo por ellas fue capaz de no decepcionar a Dios y darle una respuesta satisfactoria cuando Sus pruebas cayeron sobre él. Aunque la conducta de Job durante la primera tentación fue muy franca, las generaciones posteriores no tenían asegurado lograr esa franqueza ni siquiera después de una vida de esfuerzos, ni poseerían necesariamente la conducta de Job descrita arriba. Hoy, frente a la conducta franca de Job, y comparándola con los clamores y la determinación de “obediencia absoluta y lealtad hasta la muerte” que muestran a Dios quienes afirman creer en Él y lo siguen, ¿os sentís profundamente avergonzados o no?

Cuando lees en las escrituras todo lo que Job y su familia sufrieron, ¿cuál es tu reacción? ¿Te pierdes en tus pensamientos? ¿Estás sorprendido? ¿Podrían definirse como “horrendas” las pruebas que le sucedieron a Job? En otras palabras, es suficientemente espantoso leer de las pruebas de Job descritas en las escrituras, por no mencionar cómo habrían sido en realidad. Ves, pues, que lo que le sucedió a Job no fue un “simulacro”, sino una “batalla” real, contando con “pistolas” y “balas” reales. Pero ¿por mano de quién fue sometido a estas pruebas? Por supuesto, Satanás las ejecutó, fueron ejecutadas personalmente por él, pero fueron autorizadas por Dios. ¿Le dijo Dios a Satanás por qué medios tentar a Job? No. Dios simplemente puso una condición, tras la cual la tentación cayó sobre Job. Cuando la tentación cayó sobre Job, esto les dio a las personas un sentido de la maldad y fealdad de Satanás, de su malicia y su aborrecimiento del hombre y de su enemistad con Dios. En esto vemos que las palabras no pueden describir cuán cruel fue esta tentación. Puede decirse que la naturaleza maliciosa con la que Satanás maltrató al hombre y su feo rostro, se revelaron por completo en este momento. Satanás aprovechó esta oportunidad, la oportunidad provista con el permiso de Dios, para someter a Job a un maltrato febril y despiadado, cuyo método y nivel de crueldad son tanto inimaginables como completamente intolerables para las personas de hoy. En lugar de decir que Job fue tentado por Satanás, y que se mantuvo firme en el testimonio durante esta tentación, es mejor decir que en las pruebas establecidas por Dios para él, Job se embarcó en una lucha contra Satanás para proteger su perfección y rectitud y defender su camino de temer a Dios y apartarse del mal. En esta lucha Job perdió una montaña de ovejas y ganado, todas sus propiedades, sus hijos e hijas, pero no abandonó su perfección, su rectitud ni temor de Dios. Dicho de otro modo, en esta lucha contra Satanás prefirió verse privado de sus propiedades y de sus hijos antes que perder su perfección, rectitud y temor de Dios. Prefirió aferrarse a la raíz de lo que significa ser un hombre. Las Escrituras proveen un relato conciso de todo el proceso por el cual Job perdió sus bienes y también documentan la conducta y actitud de Job. Estos relatos concisos y breves dan la sensación de que Job estaba casi relajado cuando afrontó esta tentación; pero si se tuviese que recrear lo que ocurrió en realidad, sumado a lo que es la naturaleza maliciosa de Satanás, las cosas no serían tan simples o fáciles como se describen en estas frases. La realidad fue mucho más cruel. Así es el nivel de devastación y odio con el que Satanás trata a la humanidad y a todos los que son aprobados por Dios. Si Él no le hubiera ordenado que no le hiciera daño a Job, sin duda Satanás lo habría matado sin el menor reparo. Satanás no quiere que nadie adore a Dios ni que quienes son justos a Sus ojos y los que son perfectos y rectos puedan seguir temiendo a Dios y apartándose del mal. Que las personas teman a Dios y se aparten del mal significa que evitan y abandonan a Satanás, por lo que él se aprovechó del permiso de Dios para acumular sin misericordia toda su rabia y su odio sobre Job. Ves, pues, lo grande que fue el tormento sufrido por Job, desde la mente hasta la carne, desde fuera hasta dentro. Hoy no vemos cómo fue en aquel momento, y de los relatos de la Biblia sólo podemos obtener un breve vistazo de las emociones de Job cuando se vio sometido al tormento en su día.

La sólida integridad de Job avergüenza a Satanás y hace que huya presa del pánico

¿Y qué hizo Dios cuando Job fue sometido a este tormento? Observó, vio y esperó el desenlace. ¿Cómo se sentía mientras observaba y miraba? Apesadumbrado, por supuesto. Pero, como resultado de Su pesar, ¿podría haberse arrepentido de permitirle a Satanás que tentara a Job? La respuesta es: No, Él no hubiera podido. Y es que Él creía firmemente que Job era perfecto y recto, que temía a Dios y se apartaba del mal. Dios le había dado sencillamente a Satanás la oportunidad de verificar la justicia de Job delante de Él y de revelar su propia maldad y bajeza. Además, fue una oportunidad para que Job diese testimonio, delante de las personas del mundo, de Satanás y hasta de los que siguen a Dios, de su justicia, de su temor de Dios y de que se apartaba del mal. ¿Demostró el desenlace final que la valoración que Dios había hecho de Job fue correcta y sin error? ¿Venció realmente Job a Satanás? Aquí leemos las palabras arquetípicas habladas por Job, palabras que demuestran que lo venció. Él declaró: “Salí desnudo del vientre de mi madre y desnudo regresaré a él”. Esta es la actitud de obediencia de Job a Dios. Después, afirmó: “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová”. Estas palabras pronunciadas por Job demuestran que Dios observa las profundidades del corazón del hombre, que Él puede mirar dentro de la mente del hombre, y prueban que Su aprobación de Job es inequívoca, que este hombre aprobado por Dios era justo. “Jehová dio y Jehová quitó; bendito sea el nombre de Jehová”. Estas palabras, son el testimonio de Dios por parte de Job. Fueron estas palabras comunes las que acobardaron a Satanás, las que lo avergonzaron y provocaron que huyera presa del pánico; además, lo encadenaron y dejaron sin recursos. Estas palabras también hicieron que Satanás sintiese lo maravilloso y poderoso de los hechos de Jehová Dios, y permitieron que percibiese el extraordinario carisma de alguien cuyo corazón estaba gobernado por el camino de Dios. Aún más, esas palabras le demostraron a Satanás la poderosa vitalidad mostrada por un hombre pequeño e insignificante al adherirse al camino de temer a Dios y apartarse del mal. Satanás salió así derrotado de la primera lucha. A pesar de su “percepción ganada con esfuerzo”, Satanás no tenía intención de dejar ir a Job ni se produjo cambio alguno en su naturaleza maliciosa. Satanás trató de seguir atacándole, y se presentó delante de Dios una vez más…

Extracto de “La Palabra manifestada en carne”

Nota al pie:

The Bible quotation in this article are translated from AKJV.

Jesucristo viene ya, ¿Cómo debemos recibirlo?

Xiao Fei

Cuando empecé a creer en el Señor, a los hermanos y hermanas les gustaba cantar un himno titulado “Nuestro amado llama a la puerta”, que dice así: “Nuestro amado llama a la puerta con el cabello húmedo por el rocío; levantémonos rápidamente a abrir la puerta para que nuestro amado no se dé la vuelta y se marche…”. Cada vez que empezábamos a cantar este himno nuestro corazón se conmovía y agitaba profundamente. Todos queríamos pedirle a nuestro amado que se quedara a pasar la noche y, cuando viniera a llamar a la puerta, queríamos ser los primeros en oír la voz del Señor y recibirlo. Podría decirse que todos los que creemos en el Señor conservamos esa esperanza. Sin embargo, cuando venga el Señor, ¿cómo llamará a la puerta? Cuando llame el Señor, ¿qué hemos de hacer para recibirlo? Esto es algo que todo creyente en el Señor debe meditar en profundidad.

 

Cuando vino el Señor Jesús a realizar la obra de redención en la Era de la Gracia, por todo el territorio de Judea se difundieron las noticias de los milagros obrados por el Señor, así como Su palabra. Su nombre también causó una gran conmoción en todos los territorios judíos y, para la gente de la época, el Señor Jesús que guiaba a Sus discípulos para que predicaran el evangelio del reino celestial allá donde fueran era el Señor que llamaba a su puerta. El Señor Jesús manifestó: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). El Señor espera que las personas se presenten ante Él para arrepentirse y confesar sus pecados. Con ello recibirán la absolución de sus pecados, el hombre se liberará de la maldición y condena de la ley, y Dios lo redimirá. En aquel tiempo, muchos judíos presenciaron los milagros llevados a cabo por el Señor Jesús. Asimismo, se percataron de la autoridad y el poder de la palabra del Señor, de tal envergadura que pudo alimentar a 5000 personas con cinco panes y dos peces. Con una sola palabra, el Señor Jesús también pudo calmar el viento y el mar y hacer que Lázaro se levantara de la tumba cuando llevaba cuatro días muerto… Todo cuanto decía el Señor Jesús se cumplía y realizaba, con lo cual comprobamos la autoridad y el poder de la palabra del Señor. Las palabras con las que el Señor Jesús enseñaba a la gente y las que empleaba para reprender a los fariseos eran la verdad, no unas palabras que los seres humanos seamos capaces de proferir. Las palabras del Señor Jesús y las cosas que hacía revelaban el carácter de Dios y lo que Dios tiene y es. Manifestaban la autoridad y el poder de Dios y hacían temblar el corazón del hombre. Podría afirmarse que los judíos de aquella época ya habían oído que el Señor estaba llamando, pero ¿qué consideración le dieron al Señor?

Los sacerdotes, escribas y fariseos judíos de aquel tiempo tenían claro que la totalidad de las palabras y de los milagros del Señor Jesús provenían de Dios, pero en absoluto tenían un corazón que venerara a Dios. No buscaban ni investigaban la obra del Señor Jesús; por el contrario, se limitaban a aferrarse a pies juntillas a las palabras de las profecías bíblicas, creyendo que el que habría de venir se llamaría Emmanuel o Mesías y nacería de una virgen. Al ver que María tenía un esposo, concluyeron que el Señor Jesús no era la inmaculada concepción del Espíritu Santo ni había nacido de una virgen. Asimismo, juzgando de forma arbitraria, afirmaron que el Señor Jesús era hijo de un carpintero y nada más que una persona totalmente corriente. Utilizaron estos juicios para negar y condenar al Señor Jesús. Incluso llegaron a blasfemar contra Él y a alegar que expulsaba a los demonios por Belcebú, príncipe de los demonios. Acabaron confabulándose con el Gobierno romano para crucificarlo. La mayoría de los judíos creían que el Señor Jesús debería haber nacido en un palacio, que sería su rey y los lideraría para echar al régimen romano. Cuando los fariseos difundían rumores y calumnias y condenaban al Señor Jesús, ellos obedecían ciegamente sin el menor discernimiento. Entre la salvación del Señor Jesús y las calumnias que decían los fariseos, la mayoría de los judíos optaron por hacer caso a las falsedades y rotundas mentiras de aquellos y rechazar el camino predicado por el Señor Jesús. Cuando el Señor llamó a su puerta, le bloquearon el acceso a sus corazones. Tal como expresó el Señor Jesús: “Y en ellos se cumple la profecía de Isaías que dice: ‘Al oir oireis, y no entendereis; y viendo vereis, y no percibireis; porque el corazon de este pueblo se ha vuelto insensible y con dificultad oyen con sus oidos; y sus ojos han cerrado, no sea que vean con los ojos, y oigan con los oidos, y entiendan con el corazon, y se conviertan, y yo los sane’” (Mateo 13:14–15). Como se negó a escuchar la voz del Señor y no aceptó Su obra de redención, el pueblo judío perdió la ocasión de seguir al Señor Jesús. A consecuencia de su oposición a Dios, recibió Su castigo, que le acarreó a la nación de Israel dos mil años de subyugación. Por el contrario, los discípulos que siguieron al Señor Jesús en aquel tiempo, como Pedro, Juan, Santiago y Bartolomé, tenían un corazón amante de la verdad. No se amparaban en sus nociones y fantasías en sus consideraciones sobre la palabra y la obra del Señor Jesús, sino que buscaban concienzudamente, las estudiaban con detenimiento y recibían el esclarecimiento del Espíritu Santo. Oyeron la voz de Dios y reconocieron que el Señor Jesús era el Mesías que había de venir, por lo que fueron al compás de las huellas del Señor y recibieron Su salvación. Es evidente que el fracaso de los fariseos y los judíos radicó en el hecho de que se basaron exclusivamente en el sentido literal de las profecías bíblicas para entender y reconocer la manifestación y obra de Dios. En consecuencia, eran personas que creían en Dios, pero se oponían a Él. Con ello comprobamos que si aquellos que creen en Dios consideran la nueva obra de Dios en función de sus nociones y fantasías, no sólo no podrán recibir la venida de Dios, sino que, además, se convertirán muy fácilmente en creyentes en Dios opuestos a Él. ¿Cuán lamentable sería eso? El Señor Jesús declaró: “Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos. […] Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados” (Mateo 5:3,6). En este punto entendemos que solamente podemos recibir el regreso del Señor si somos capaces de ser como por ejemplo Pedro y Juan, de tener un corazón sediento y hambriento de justicia cuando oigamos la voz del Señor y de buscarla e investigarla activamente.

En la actualidad, las profecías de la segunda venida del Señor se han cumplido en lo esencial. Cuando vuelva el Señor en los últimos días, debemos estar más vigilantes y preparados, prestar atención a la voz de Dios y tener un corazón que busque y tenga sed de justicia para aguardar la llamada del Señor a nuestra puerta, que podría llegar en cualquier momento. Esta es la única manera en que podemos recibir la segunda venida del Señor. El Señor Jesús dijo: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando El, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad,” (Juan 16:12–13). Y en Apocalipsis, capítulos 2 y 3, se profetiza en numerosas ocasiones que: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. En la Biblia apreciamos que, cuando regrese el Señor Jesús, expresará Su palabra y realizará una nueva obra. Esta es la llamada del Señor a nuestra puerta: el Señor llama con Su palabra a la puerta de nuestro corazón. Todos los que oyen las palabras del Señor, buscan activamente y escuchan Su voz con atención son las vírgenes prudentes. En cuanto reconocen la voz del Señor son capaces de recibir Su regreso y de aceptar el riego y la provisión de la palabra de Dios. Con ello se cumple la palabra de Dios: “Y aun sobre los siervos y las siervas derramaré mi Espíritu en esos días” (Joel 2:29). El Señor es fiel y seguro que esta vez permitirá que oigan Su voz todos aquellos que lo anhelan y buscan. Sin embargo, es difícil que los seres humanos comprendamos la sabiduría de Dios y la manera en que el Señor llamará a la puerta a Su regreso no será como nos parece en nuestras nociones y fantasías. Quizá alguien nos avise “¡Ha regresado el Señor!”, tal como nos advirtió el Señor Jesús: “Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6). También es posible que oigamos la voz de Dios proveniente de las iglesias que difunden el evangelio del regreso del Señor o a través de Internet, la radio, Facebook u otro medio, y que veamos que Dios habla a todas las iglesias. Pese a ello, sea cual sea la manera en que el Señor llame a nuestra puerta, de ningún modo hemos de dar a Su llamada la misma consideración que le dieron los judíos. No debemos negarnos a buscar e investigar Su llamada basándonos en nuestras nociones y fantasías; menos aún hacer caso ciegamente a las mentiras y los rumores y creérnoslos. Al hacerlo rechazaríamos la llamada del Señor y perderíamos la oportunidad de recibirlo y ser elevados al reino celestial. El Apocalipsis lo profetiza: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). El Señor Jesús señala: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7). La voluntad del Señor es que todos lleguemos a ser vírgenes prudentes y velemos siempre para escuchar Su voz. Cuando oigamos la voz del Señor hemos de examinarla con una mentalidad abierta y estudiarla con ahínco, y cuando reconozcamos la voz de Dios debemos salir a toda prisa a recibir al Señor. Mientras tengamos un corazón de búsqueda, no cabe duda de que Dios nos abrirá los ojos del espíritu. Así podremos ser elevados ante el trono de Dios ¡y asistir al banquete del Cordero!

¡Toda la gloria le pertenece a Dios!

Scripture quotations taken from LBLA Copyright by The Lockman Foundation

El misterio de la “resurrección de un hombre muerto”

Li Cheng

Hermanos y hermanas, ¡paz a vosotros! Gracias al Señor por Sus preparativos que nos han permitido comunicar las verdades de las Escrituras aquí. Que el Señor nos guíe. Hoy, quiero hablaros a todos sobre el tema de la “resurrección de un hombre muerto”.

Como saben todas las personas que creen en el Señor, la “resurrección de un hombre muerto” se refiere al tiempo en el que el Señor Jesús regresa. Es también una situación que nosotros como cristianos esperamos ver con impaciencia. Ahora bien, ¿cómo puede resucitar un “hombre muerto”? Muchas personas pensarían en el capítulo 37, versículos 5-6 del libro de Ezequiel: “Así dijo el Señor Jehová a estos huesos: Mirad, haré que entre el aliento en vosotros y viviréis. Y Yo pondré tendones sobre vosotros y haré crecer carne sobre vosotros, y os cubriré con piel, y pondré aliento en vosotros y viviréis; y sabréis que Yo soy Jehová”.* En el Evangelio de Juan capítulo 6, versículo 39, el Señor Jesús dijo: “Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que Él me ha dado yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final”. En el capítulo 15 del libro de 1 Corintios, los versículos 52-53 dicen: “En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final; pues la trompeta sonará y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad”. Además, si las personas leen el significado literal de la Biblia, creerán: en los últimos días, cuando el Señor esté a punto de descender, ocurrirán muchas cosas grandes y milagrosas. Con Su omnipotencia, Él resucitará los cuerpos de los santos que han estado durmiendo durante generaciones. Él los resucitará de sus tumbas, de debajo de la tierra o del mar. Se dará nueva vida inmediatamente a los miles de esqueletos que ya se han descompuesto debajo de la tierra o del mar. La descomposición desaparecerá mágicamente y ellos entrarán en la gloria. ¡Qué espectacular sería esta escena! […] Estas son también nuestras perspectivas e imaginaciones sobre la “resurrección de un hombre muerto”. ¿Cómo se cumplirá esta profecía? ¿Va a ser realmente tan milagrosa como imaginamos que va a ser? ¿Cumplirá el Señor este asunto conforme a nuestras imaginaciones?

Todos sabemos que la sabiduría de Dios es más alta que los cielos. Lo que Dios hace sobrepasa nuestros pensamientos e imaginaciones. En la Biblia, se ha registrado: “Ya que Mis pensamientos no son los de vosotros, ni vuestros caminos son los míos, dijo Jehová. Ya que los cielos son más altos que la tierra y Mis caminos más altos que los de vosotros y Mis pensamientos que los de vosotros” (Isaías 55:8-9).* Como creaciones delante de Dios, somos insignificantes e inferiores como el polvo. Nunca podremos comprender la obra de Dios. Esto es parecido a los registros en la Biblia del Señor Jesús hablando con Nicodemo sobre la verdad del nuevo nacimiento: “El que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Nicodemo entendió las palabras del Señor Jesús en un sentido literal. Creyó que “nuevo nacimiento” significaba salir de nuevo del vientre de la madre. Al usar su cerebro e imaginación, entendió un asunto espiritual como si fuera un asunto del mundo material. Esta clase de aceptación es muy errónea. Además, cuando el Señor Jesús habló con una mujer samaritana, le dijo: “Pero el que beba del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás” (Juan 4:14). En ese momento, la mujer samaritana no entendió lo que el Señor Jesús estaba diciendo. Ella pensó que el agua que el Señor estaba ofreciendo era la misma que los hombres bebían. Como consecuencia, ella dijo: “Señor, dame esa agua, para que no tenga sed ni venga hasta aquí a sacarla” (Juan 4:15). Realmente, el “agua” a la que el Señor Jesús estaba refiriéndose era la palabra del Señor. Él se estaba refiriendo al agua de vida. La mujer samaritana sólo entendió el significado literal de lo que el Señor Jesús dijo y de esta forma, malinterpretó el significado. A partir de esto podemos ver que la palabra de Dios es la verdad. Esta oculta el misterio de la obra de Dios. Si Dios no revelara estos misterios, nuestro entendimiento sería muy limitado. De igual manera, si sólo entendemos el significado literal de la profecía de la “resurrección de un hombre muerto”, ¿no estaríamos cometiendo el mismo error que Nicodemo y la mujer samaritana? Por tanto, cuando se trata de profecías, debemos mantener la reverencia, buscar más, no interpretar el texto literalmente, no apoyarnos en nuestras imaginaciones y nociones para decidir y además, no apoyarnos en nuestro propio significado personal para explicarlas.

Ahora bien, ¿a qué se refiere la “resurrección de los muertos”? ¿A qué se refieren “hombre muerto” y “hombre vivo”? Durante miles de años, ni una sola persona ha podido responder claramente a esta pregunta. Sólo Dios puede abrir estos misterios. Ahora, Dios ya ha regresado en la forma de Dios Todopoderoso encarnado. Él ha expresado millones de palabras y revelado todos los misterios que están dentro de la Biblia. Echemos un vistazo juntos a las palabras de Dios Todopoderoso. Él dice: “Dios creó al hombre, después de esto Satanás lo corrompió, y esta corrupción ha convertido a las personas en ‘cuerpos muertos’, y así, después de que hayas cambiado, serás diferente a esos cuerpos muertos. Son las palabras de Dios las que dan vida a los espíritus de las personas y hacen que vuelvan a nacer, y cuando los espíritus de las personas vuelvan a nacer habrán cobrado vida. La mención a ‘muertos’ se refiere a los cadáveres que no tienen espíritu, a personas en quienes su espíritu ha muerto. Cuando a los espíritus de las personas se les da vida, ellas cobran vida. Los santos de los que antes se hablaba se refieren a las personas que han cobrado vida, aquellas que estuvieron bajo la influencia de Satanás pero que lo derrotaron. […] Originalmente el hombre que Dios hizo estaba vivo, pero debido a la corrupción de Satanás, el hombre vive en medio de la muerte, y vive bajo la influencia de Satanás, y así estas personas se han convertido en los muertos que no tienen espíritu, se han convertido en enemigos que se oponen a Dios, se han convertido en las herramientas de Satanás, y se han convertido en los cautivos de Satanás. […] Los muertos son los que no tienen espíritu, que son insensibles en extremo y que se oponen a Dios. Además, son los que no conocen a Dios. Estas personas no tienen la más mínima intención de obedecer a Dios, sólo se rebelan contra Él y se oponen a Él y no tienen la más mínima lealtad. Los vivos son aquellos cuyos espíritus han vuelto a nacer, que saben obedecer a Dios y que son leales a Dios. Poseen la verdad y el testimonio y sólo estas personas son agradables a Dios en Su casa. Dios salva a los que pueden cobrar vida, que pueden ver la salvación de Dios, que pueden ser leales a Dios y que están dispuestos a buscar a Dios. Él salva a los que creen en la encarnación de Dios y creen en Su aparición” (‘¿Eres alguien que ha cobrado vida?’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Las palabras de Dios Todopoderoso nos han explicado qué significan “persona muerta” y “persona viva”. En el principio, Dios creó a los antepasados de la humanidad, Adán y Eva. Ellos eran seres humanos con espíritu. Eran personas meticulosas e inteligentes y podían manifestar a Dios y honrarlo. Después, fueron tentados por Satanás para que comieran del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Como consecuencia, se llenaron del veneno de Satanás. Ya no se dedicaron a Dios ni le obedecieron. Habían perdido la imagen del hombre que Dios había creado en el principio. Aunque sus cuerpos seguían vivos, a ojos de Dios, ellos ya se habían convertido en personas muertas sin espíritu. Actualmente, estamos siendo corrompidos de una forma cada vez más profunda por Satanás. Estamos llenos de caracteres corruptos satánicos como arrogancia, egoísmo, traición, malicia y avaricia. Se ha llegado al punto en el que nos enfrentamos a algo que no es conforme a nuestras nociones, nos quejamos a Dios, lo juzgamos, nos resistimos a Él y lo traicionamos a Dios. A ojos de Dios, somos personas muertas sin espíritu. A partir de esto, podemos ver que “persona muerta” se refiere a los que están viviendo bajo la influencia de Satanás, a los que tienen naturalezas corruptas que se resisten a Dios y a los que son enemigos de Dios. Alternativamente, “persona viva” se refiere a los que se han desprendido del carácter satánico corrupto, los que han restaurado su conciencia y sentido, los que entienden a Dios, los que obedecen a Dios y los que aman a Dios. Estas personas tienen un lugar para Dios en su corazón. En todos los asuntos, pueden buscar la verdad, comprender las intenciones de Dios, poner en práctica la verdad de las palabras de Dios y no confiar más en las reglas de vida de Satanás. Son personas que han triunfado sobre la influencia de Satanás y han regresado a Dios. Son personas vivas con espíritu y que han sido verdaderamente resucitadas de los muertos.

Después de entender la diferencia entre “persona muerta” y “persona viva”, algunos hermanos y hermanas pueden preguntar: ¿cómo se cumplirá la profecía de la “resurrección de un hombre muerto”? Antes de responder a esta pregunta, echemos un vistazo a un ejemplo. Aunque nuestros pecados hayan sido expiados y perdonados por el Señor Jesús, la raíz de nuestro pecado aún no ha sido resuelta. Seguimos viviendo dentro de un carácter corrupto satánico. Cometemos pecados y los admitimos un día sí y otro también. Por ejemplo: somos incapaces de acatar los mandamientos de Dios y de poner en acción las palabras de Dios. Somos como esas personas en el mundo secular que siguen las tendencias del mundo, deseando riqueza y placer carnal. Somos arrogantes y engreídos, deshonestos y traicioneros, y egoístas y vulgares. Estamos controlados por nuestra naturaleza satánica. Frecuentemente contradecimos a Dios y nos resistimos a Él. Nos gusta revelarnos a nosotros mismos en medio de las multitudes. Damos testimonio de nosotros mismos de forma que los demás nos consideren muy bien y competimos por estatus con Dios. Para nuestro beneficio personal, podemos hacer cosas traicioneras, mentir para engañar a las personas y luchar abiertamente y manipular encubiertamente con otros. Incluso podemos jurar en falso y hacer promesas vacías delante del Señor. Aunque nuestra boca dice que amamos al Señor, esencialmente, estamos negociando con el Señor. Externamente, estamos trabajando duro, desechando y gastando, pero estamos haciendo estas cosas con la esperanza de negociar el otorgamiento y la bendición de Dios. Creemos en Dios, pero no lo honramos como grande. No tenemos un lugar para el Señor en nuestro corazón. En su lugar, adoramos a las celebridades, a grandes personas, pastores y ancianos, etc. Si no podemos purificar nuestro carácter corrupto, ¿cómo podemos convertirnos en personas vivas y cómo podemos alcanzar la aprobación de Dios y entrar en el reino de los cielos? Como consecuencia, seguimos requiriendo que Dios represente un paso más de la salvación.

El Señor Jesús dijo: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir” (Juan 16:12-13). Claramente, Dios regresará en los últimos días para expresar la verdad y llevar a cabo la etapa final de Su obra de conceder vida al hombre. Las palabras de Dios Todopoderoso dicen: “Si las personas quieren convertirse en seres vivientes, y dar testimonio de Dios, y que Dios los apruebe, deben aceptar la salvación de Dios, se deben someter gustosamente a Su juicio y castigo y deben aceptar gustosamente la poda y el trato de Dios. Sólo entonces podrán poner en práctica todas las verdades que Dios exige, y sólo entonces obtendrán la salvación de Dios y verdaderamente se convertirán en seres vivientes” (‘¿Eres alguien que ha cobrado vida?’ en “La Palabra manifestada en carne”). En los últimos días, con el fin de salvarnos de la influencia de Satanás, Dios se ha encarnado de nuevo. Él usa el nombre de Dios Todopoderoso para desarrollar Su obra de juicio que empieza desde Su casa. Nosotros hemos experimentado el juicio y la reprensión, el trato y la poda, y las pruebas y el refinamiento de las palabras de Dios. Entendemos verdaderamente el hecho de nuestra propia resistencia y contradicción de Dios y nuestra naturaleza y esencia satánicas. Al mismo tiempo, tenemos un poco de entendimiento del carácter justo y santo de Dios. Vemos que la salvación de Dios es muy práctica. Además, odiamos y traicionamos nuestro propio carácter corrupto. Estamos dispuestos a poner la verdad en acción, confiar en las palabras de Dios para vivir como seres humanos, desechar nuestro carácter corrupto y satisfacer las intenciones de Dios. Hemos recibido las verdades que Dios expresa y las hemos convertido en nuestra vida. Hemos alcanzado la verdadera obediencia a Dios, el amor por Dios y vivimos una forma verdaderamente humana. Así es como una “persona muerta” puede cambiar en una “persona viva”. Esta es la resurrección de los muertos. Esto también cumple las palabras del Señor Jesús: “Y esta es la voluntad del que me envió: que de todo lo que Él me ha dado yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final” (Juan 6:39). Claramente, la “resurrección” se cumple mediante la obra de juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días y no es tan sobrenatural como las personas imaginan que es. Hermanos y hermanas, lo que Dios quiere son personas vivas y no muertas. Sólo las personas vivas pueden honrar a Dios y dar testimonio de Él. Sólo las personas vivas son aptas para heredar la promesa de Dios –entrar en el reino de los cielos–. ¡Siempre que aceptemos la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días, experimentemos las palabras de juicio y reprensión de Dios y aceptemos la verdad como nuestras vidas, podemos ser resucitados de los muertos!

¡Gracias a Dios! ¡Toda la gloria pertenece a Dios!

Some Scriptures taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation

 

El objetivo y el significado de cada una de las tres etapas de la obra de Dios

(1) El objetivo y el significado de la obra de Dios en la Era de la Ley

Las palabras relevantes de Dios:

La obra que hizo Jehová en los israelitas estableció en la humanidad el lugar de origen terrenal de Dios, así como el lugar sagrado de Su presencia. Limitó Su obra al pueblo de Israel. Al principio, no obró fuera de Israel, sino que escogió un pueblo que Él consideró apropiado para limitar el alcance de Su obra. Israel es el lugar donde Dios creó a Adán y Eva, y del polvo de aquel lugar Jehová hizo al hombre; este lugar se convirtió en la base de Su obra en la tierra. Los israelitas, descendientes de Noé y de Adán, fueron el fundamento humano de la obra de Jehová en la tierra.

La relevancia, el propósito y las etapas de la obra de Jehová en Israel en este tiempo eran el de iniciar Su obra en la tierra entera, la cual, tomando a Israel como su centro, paulatinamente se fue extendiendo entre las naciones gentiles. Este es el principio según el cual Él obra en todo el universo: el establecimiento de un modelo, seguido por su ampliación hasta que toda la gente en el universo haya recibido Su evangelio. Los primeros israelitas fueron los descendientes de Noé. A estas personas se les dotó solamente del aliento de Jehová y entendían lo suficiente como para ocuparse de las necesidades básicas de la vida, pero no sabían qué clase de Dios era Jehová, ni cuál era Su voluntad para el hombre, mucho menos sabían cómo debían reverenciar al Señor de toda la creación. En cuanto a si había normas o leyes que debían ser obedecidas, o si existía alguna obra que los seres creados debían llevar a cabo para el Creador, los descendientes de Adán nada sabían de tales cosas. Lo único que sabían era que el marido debía sudar y trabajar para mantener a su familia, y que la esposa debía someterse a su marido y perpetuar la raza humana que Jehová había creado. En otras palabras, este pueblo, que tenía solamente el aliento y la vida de Jehová, no sabía nada de cómo seguir las leyes de Dios o cómo satisfacer al Señor de toda la creación. Entendía demasiado poco. Así que aunque no había nada torcido ni deshonesto en sus corazones, y pocas veces surgían los celos o los conflictos entre ellos, no obstante carecían del conocimiento y entendimiento de Jehová, Señor de toda la creación. Estos antepasados del hombre sólo sabían comer y disfrutar las cosas de Jehová, pero no sabían reverenciarlo; no sabían que Jehová es el único a Quien debían adorar postrados. ¿Cómo, entonces, podían ser llamados Sus criaturas? Siendo esto así, las palabras: “Jehová es el Señor de toda la creación” y “Él creó al hombre para que este lo manifestara, lo glorificara y lo representara”, ¿no se habrían pronunciado en vano? ¿Cómo podría un pueblo sin reverencia hacia Jehová convertirse en un testimonio de Su gloria? ¿Cómo podría convertirse en manifestaciones de Su gloria? ¿No se convertirían entonces las palabras de Jehová —“Yo creé al hombre a Mi imagen”— en un arma en las manos de Satanás, el maligno? ¿No se convertirían estas palabras en una señal de humillación sobre la creación de Jehová del hombre? Para poder completar esa etapa de Su obra, después de crear a los hombres, Jehová no les instruyó ni les guio desde el tiempo de Adán hasta el de Noé. Antes bien, no fue hasta que el diluvio destruyó al mundo que Él comenzó a guiar formalmente a los israelitas, quienes eran los descendientes de Noé, así como de Adán. Su obra y Sus palabras en Israel dirigieron a todo el pueblo de Israel mientras transcurrían sus vidas en toda la tierra de Israel y, de esta manera, Jehová mostró a la humanidad que no sólo podía soplar aliento al hombre para que recibiera vida de Él y se levantara del polvo como un ser creado, sino que también podía incinerar a la humanidad, maldecirla y utilizar Su vara para manejarla. Así también vieron que Jehová podía guiar la vida del hombre en la tierra, y hablar y obrar entre los seres humanos conforme a las horas del día y la noche. Hizo esta obra solamente para que Sus criaturas conociesen que el hombre vino del polvo, recogido por Él, y hecho, además, por Él. No sólo eso, sino que la obra que comenzó en Israel se llevó a cabo para que otros pueblos y naciones (que de hecho no eran independientes de Israel, sino ramas de los israelitas y que seguían siendo descendientes de Adán y Eva) pudieran recibir el evangelio de Jehová desde Israel, para que todos los seres creados en el universo pudiesen reverenciar a Jehová y engrandecerlo. Si Jehová no hubiera comenzado Su obra en Israel, sino que habiendo creado a los hombres, les hubiese permitido llevar vidas despreocupadas en la tierra, en ese caso, debido a la naturaleza física del hombre (una naturaleza que significa que el hombre jamás podrá conocer lo que no puede ver, cosa igual a decir que no sabría que fue Jehová quien creó a la humanidad y, aún menos, sabría por qué lo hizo), jamás conocería que fue Jehová quien creó a la humanidad y que Él es el Señor de toda la creación. Si Jehová hubiera creado al hombre y lo hubiera colocado en la tierra, y simplemente se hubiera sacudido el polvo de las manos y se hubiese ido, en lugar de quedarse entre los hombres para darles guía durante un periodo de tiempo, entonces la humanidad entera hubiese regresado a la nada; incluso el cielo y la tierra y toda la miríada de cosas que Él hizo, así como toda la humanidad, hubiesen regresado a la nada y, además, hubiese sido pisoteada por Satanás. Así, el deseo de Jehová —que “Sobre la tierra, esto es, en medio de Su creación, Él tuviese un lugar donde poner Sus pies, un lugar santo”— habría sido destrozado. Así fue que, después de crear a la humanidad, Él pudo quedarse en medio de ella para guiar sus vidas y hablarles estando entre ellos, todo para realizar Su deseo y cumplir Su plan. La obra que Él llevó a cabo en Israel fue sólo para ejecutar el plan que había establecido antes de crear todas las cosas, de manera que la obra que hizo primero entre los israelitas y Su creación de todas las cosas no se contradecían, sino que ambas eran por el bien de Su gestión, de Su obra y de Su gloria, como también para profundizar el significado de Su creación de la humanidad. Él guio la vida del hombre en la tierra durante dos mil años después de Noé, tiempo durante el cual le enseñó a los hombres a entender cómo reverenciar a Jehová, el Señor de toda la creación, cómo llevar y conservar sus vidas, y ante todo, cómo actuar como testigos de Jehová, rindiéndole obediencia y reverenciándolo, incluso alabándolo con música como hicieron David y sus sacerdotes.

de ‘La obra en la Era de la Ley’ en “La Palabra manifestada en carne”

de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

Así pues, habéis leído estas normativas y principios de la Era de la Ley, ¿verdad? ¿Abarcan las regulaciones un amplio espectro? Primero, cubren los Diez Mandamientos, tras los cuales aparecen las regulaciones sobre cómo edificar altares, etc. Después vienen las relativas a guardar el día de reposo y a observar las tres festividades, tras las cuales están las de las ofrendas. ¿Habéis visto cuántos tipos de ofrendas hay? Hay holocaustos, ofrendas de cereal, de paz, por el pecado, etc. seguidas por las normativas para las ofrendas de los sacerdotes, incluidos los holocaustos y las ofrendas de cereal de los sacerdotes, y otros tipos de ofrendas. La octava regulación está relacionada con la ingestión de las ofrendas por los sacerdotes. Y después están las que indican lo que las personas deben observar durante su vida. Hay estipulaciones para muchos aspectos de la forma de vivir de las personas, como las normativas respecto a lo que pueden o no comer, sobre la purificación de las mujeres tras el parto, y para los curados de la lepra. En estas regulaciones, Dios llega a hablar incluso de la enfermedad, y hasta existen normas para matar a las ovejas y al ganado, etc. Estos fueron creados por Dios, y deberías matarlos como Él te indica que lo hagas; existe, sin duda, una razón para las palabras divinas, es indudablemente correcto actuar tal como Él ha decretado, ¡y, con toda seguridad, es beneficioso para las personas! También existen festividades y normas a observar, como el día de reposo, la Pascua, y más; Dios habló de todos ellos. Veamos las últimas: otras normativas como encender las lámparas, el año de Jubileo, la redención de la tierra, hacer votos, la ofrenda del diezmo, etc. ¿Abarcan estas cosas un amplio espectro? Lo primero de lo que debemos hablar es el asunto de las ofrendas de las personas, después están las regulaciones para el robo y la compensación, así como la observancia del día de reposo…; todos los detalles de la vida están implicados. Es decir, cuando Dios empezó la obra oficial de Su plan de gestión, estableció muchas regulaciones que el hombre debía seguir. El fin de estas era permitirle llevar la vida normal del ser humano sobre la tierra, una vida normal inseparable de Dios y de Su dirección. Dios le instruyó primero cómo levantar altares, cómo establecerlos. Después de esto, le señaló cómo realizar las ofrendas y estableció cómo debía vivir: a qué debía prestar atención en la vida, qué tenía que cumplir, qué debía hacer y qué no. Lo que Dios estableció para el hombre lo englobaba todo, y con estas costumbres, regulaciones y principios, Él estandarizó el comportamiento de las personas, guió sus vidas, su iniciación a las leyes de Dios, las guió hasta llegar delante del altar de Dios, a tener una vida entre todas las cosas que Él había hecho para el hombre, con orden, regularidad y moderación. En primer lugar, Dios usó estas simples normativas y estos principios para establecer límites para el hombre, de forma que este tuviera una vida normal de adoración a Dios sobre la tierra, la vida normal del hombre; ese es el contenido específico del comienzo de Su plan de gestión de seis mil años. Las regulaciones y normas cubren un contenido muy amplio; son los detalles específicos de la dirección de la humanidad por parte de Dios, durante la Era de la Ley, y tenían que ser aceptadas y honradas por las personas que vivieron antes de la Era de la Ley. Son un registro de la obra llevada a cabo por Dios durante esa época, y son la prueba real del liderazgo de Dios y Su dirección de toda la humanidad.

de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II’ en “La Palabra manifestada en carne”

Los seres humanos más antiguos no sabían nada, por lo que Dios tuvo que empezar a enseñarles desde los principios más superficiales y básicos para la supervivencia, y las regulaciones necesarias para vivir. Infundió estas cosas poco a poco en el corazón del hombre, y a través de estas normativas y reglas orales le fue proporcionando un entendimiento gradual de Él, una apreciación y un entendimiento progresivos de Su liderazgo, y un concepto básico de la relación entre el ser humano y Dios. Después de lograr este efecto y sólo entonces, Dios pudo llevar a cabo, poco a poco, la obra que realizaría más adelante. Así, estas regulaciones y la obra realizada por Dios durante la Era de la Ley constituyen la base de Su obra salvífica de la humanidad, y la primera etapa de obra en el plan de gestión de Dios.

de ‘La obra de Dios, el carácter de Dios y Dios mismo II’ en “La Palabra manifestada en carne”

Durante la Era de la Ley, Jehová estableció muchos mandamientos para que Moisés los promulgase a los israelitas que lo seguían para salir de Egipto. Estos mandamientos fueron dados por Jehová a los israelitas y no guardaban ninguna relación con los egipcios; tenían el propósito de refrenar a los israelitas. Él usó los mandamientos para exigirles. Bien sea que guardaran el día de reposo, que respetaran a sus padres, que no adoraran ídolos y demás, estos eran los principios por los que se les juzgaba como pecaminosos o justos. Entre ellos hubo algunos que fueron consumidos por el fuego de Jehová, otros que fueron apedreados, y algunos que recibieron la bendición de Jehová, todo esto determinado conforme a si obedecían o no estos mandamientos. Quienes no guardasen el día de reposo serían apedreados. Los sacerdotes que no guardasen el día de reposo serían consumidos por el fuego de Jehová. Quienes no mostrasen respeto a sus padres también serían apedreados. Todo esto fue encomendado por Jehová. Él estableció Sus mandamientos y leyes para que, al ser guiado por Él durante su vida, el pueblo escuchara y obedeciera Su palabra, y no se rebelara contra Él. Empleó estas leyes para mantener bajo control a la raza humana recién nacida, para crear las bases para Su obra futura. Así, con base en la obra que hizo Jehová, la primera era fue llamada la Era de la Ley. Aunque Jehová hizo muchas declaraciones y llevó a cabo mucha obra, Él sólo guio al pueblo de manera positiva, enseñando a esta gente ignorante cómo ser humana, cómo vivir y cómo entender el camino de Jehová. En la mayor parte, la obra que Él llevó a cabo fue provocar que el pueblo observara Su camino y siguiera Sus leyes. Esta obra se llevó a cabo en gente someramente corrompida; no se extendió al punto de transformar su carácter o progreso en la vida. Su único interés era usar leyes para restringir y controlar al pueblo. Para los israelitas de aquel tiempo, Jehová era solamente un Dios en el templo, un Dios en los cielos. Era una columna de nube, una columna de fuego. Lo único que les exigía Jehová era obedecer lo que la gente hoy día conoce como Sus leyes y mandamientos —que incluso se podrían llamar normas— porque lo que Jehová hizo no tenía el propósito de transformarlos, sino de darles más de lo que merecía tener el hombre, e instruirles con Su propia boca, pues después de haber sido creados, los hombres no tenían nada de lo que debían poseer. Así que Jehová le dio al pueblo lo que necesitaba para su vida en la tierra, haciendo que este pueblo que Él había guiado superara a sus antepasados, Adán y Eva, porque lo que Jehová le dio superaba lo que Él había dado a Adán y Eva en el principio. A pesar de eso, la obra que hizo Jehová en Israel fue sólo para guiar a la humanidad y hacer que esta reconociera a su Creador. No la conquistó ni la transformó; simplemente la guio. Este es el resumen de la obra de Jehová en la Era de la Ley. Es el trasfondo, la verdadera historia, la esencia de Su obra en la tierra entera de Israel y el comienzo de Su obra de seis mil años, para mantener a la humanidad bajo el control de la mano de Jehová. De esto nació más obra en Su plan de gestión de seis mil años.

de ‘La obra en la Era de la Ley’ en “La Palabra manifestada en carne”

Durante la Era de la Ley, la obra de guiar a la humanidad se realizó bajo el nombre de Jehová, y la primera etapa de la obra se llevó a cabo en la tierra. La obra de esta etapa fue edificar el templo y el altar, y usar la ley para guiar al pueblo de Israel y obrar en medio de él. Guiando al pueblo de Israel, Él lanzó una base para Su obra en la tierra. Desde allí expandió Su obra más allá de Israel, es decir que, comenzando desde Israel la difundió hacia fuera, de forma que generaciones posteriores llegaron gradualmente a saber que Jehová era Dios, y que Él había creado los cielos, la tierra y todas las cosas, que había hecho a todas las criaturas. Él difundió Su obra por medio del pueblo de Israel hacia afuera de sí mismo, cuya tierra fue el primer lugar santo de la obra terrenal de Jehová, y la primera obra de Dios sobre la tierra se realizó por todo el territorio de Israel. Esa fue la obra de la Era de la Ley.

de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

(2) El objetivo y el significado de la obra de Dios en la Era de la Gracia

Versículo bíblico como referencia:

Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por El” (Juan 3:17).

Las palabras relevantes de Dios:

Jesús representa la totalidad de la obra de la Era de la Gracia; se hizo carne, fue crucificado en la cruz, y también inauguró la Era de la Gracia. Fue crucificado para completar la obra de la redención, para poner fin a la Era de la Ley y dar comienzo a la Era de la Gracia y, por ello, fue llamado el “Comandante Supremo”, la “Ofrenda por el Pecado”, el “Redentor”. Así pues, la obra de Jesús difirió en contenido de la obra de Jehová, aunque ambas tenían el mismo principio. Jehová inició la Era de la Ley, estableció la base de operaciones —el punto de origen— de Su obra en la tierra y promulgó los mandamientos; estos fueron dos de Sus logros, que representan la Era de la Ley. La obra que Jesús llevó a cabo en la Era de la Gracia no fue promulgar mandamientos, sino cumplir los Mandamientos, marcando así el inicio de la Era de la Gracia y concluyendo la Era de la Ley que había durado dos mil años. Él fue el pionero, el que vino para iniciar la Era de la Gracia y, sin embargo, la parte principal de Su obra radica en la redención. Así, Sus logros fueron también dobles: inaugurar una nueva era y completar la obra de la redención a través de Su crucifixión. Luego, Él partió. En este punto, la Era de la Ley llegó a su fin y la humanidad entró en la Era de la Gracia.

La obra que Jesús llevó a cabo fue de acuerdo con las necesidades del hombre en esa era. Su tarea fue redimir a la humanidad, perdonar sus pecados y, así, Su carácter fue plenamente de humildad, paciencia, amor, piedad, tolerancia, misericordia y bondad. Él bendijo a la humanidad con generosidad, le trajo la gracia en abundancia, y todas las cosas que los hombres podían disfrutar Él se las dio para su goce: paz y felicidad, Su tolerancia y Su amor, Su misericordia y Su bondad. En esos días, todo lo que el hombre encontró fue una abundancia de cosas para disfrutar: su corazón estaba en paz y en calma; su espíritu estaba consolado y era sostenido por el Salvador Jesús. Que la humanidad pudiera obtener estas cosas fue consecuencia de la era en la que vivía. En la Era de la Gracia, el hombre ya había experimentado la corrupción de Satanás y, así, la obra de redimir a toda la humanidad requería una abundancia de gracia, tolerancia y paciencia infinitas y, aún más, una ofrenda suficiente para expiar los pecados de la humanidad, a fin de poder lograr su efecto. Lo que la humanidad vio en la Era de la Gracia fue, simplemente, Mi ofrenda de expiación por los pecados de la humanidad; esto es, Jesús. Todo lo que la humanidad sabía era que Dios podía ser misericordioso y tolerante, y todo lo que vio fue la misericordia y la bondad de Jesús. Todo esto fue porque vivía en la Era de la Gracia. Y, así, antes de que los hombres pudieran ser redimidos, tenían que disfrutar de los muchos tipos de gracia que Jesús les concedió; sólo esto era beneficioso para ellos. De este modo, podrían ser perdonados por sus pecados a través del disfrute de la gracia, y también podían tener la oportunidad de ser redimidos al disfrutar de la tolerancia y la paciencia de Jesús. Sólo a través de la tolerancia y la paciencia de Jesús se ganaron el derecho a recibir el perdón y a disfrutar la abundancia de la gracia conferida por Jesús; tal y como Él dijo: Yo no he venido para redimir a los justos sino a los pecadores, permitiendo que sus pecados sean perdonados. Si Jesús se hubiera encarnado con un carácter de juicio, maldición e intolerancia hacia las ofensas del hombre, entonces el hombre jamás habría tenido la oportunidad de ser redimido y habría seguido siendo pecador por siempre. Si esto hubiera sido así, el plan de gestión de seis mil años se habría detenido en la Era de la Ley, y la Era de la Ley se habría prolongado por seis mil años. Los pecados del hombre habrían sido más numerosos y más graves, y la creación de la humanidad no habría servido para nada. Los hombres sólo habrían podido servir a Jehová bajo la ley, pero sus pecados habrían excedido a los de los primeros humanos creados. Cuanto más amó Jesús a la humanidad, perdonándole sus pecados y trayéndole suficiente misericordia y bondad, más se ganó la humanidad la capacidad de salvarse, de ser llamados los corderos perdidos que Jesús rescató a un precio enorme. Satanás no podía entrometerse en esta obra, porque Jesús trataba a Sus seguidores como una madre amorosa trata al niño que tiene en su seno. No se enfureció con ellos ni los aborreció, sino que estaba lleno de consolación; Él jamás se llenó de ira cuando estaba entre ellos, sino que toleró sus pecados y pasó por alto su insensatez y su ignorancia, al punto de decir: “Perdonad a otros setenta veces siete”. Así, Su corazón transformó el corazón de otros. Fue de esta forma que las personas recibieron el perdón de los pecados a través de Su indulgencia.

de ‘La verdadera historia detrás de la obra en la Era de la Redención’ en “La Palabra manifestada en carne”

Aunque en Su encarnación Jesús estaba completamente desprovisto de emociones, Él siempre consoló a Sus discípulos, los proveyó, los ayudó y los sostuvo. A pesar del mucho trabajo que realizó o el mucho sufrimiento que soportó, jamás hizo exigencias excesivas a las personas, sino que siempre fue paciente y tolerante con sus pecados, tanto así, que las personas en la Era de la Gracia lo llamaban afectuosamente “el amable Salvador Jesús”. Para las personas de ese tiempo —para todas las personas—, lo que Jesús tenía y era, era misericordia y bondad. Él nunca recordaba las transgresiones de las personas, y el trato que les daba no se basaba en sus transgresiones. Como se trataba de una era diferente, Él a menudo otorgaba abundante alimento y bebida a las personas de modo que pudieran comer hasta saciarse. Trataba a todos Sus seguidores con gracia, sanando a los enfermos, expulsando demonios, resucitando a los muertos. Para que las personas pudieran creer en Él y ver que todo lo que Él hacía era con sinceridad y de todo corazón, llegó incluso a resucitar un cadáver en descomposición, mostrándoles que en Sus manos incluso los muertos podían regresar a la vida. De esta forma, soportó en silencio y llevó a cabo Su obra de redención en medio de ellos. Incluso antes de ser clavado en la cruz, Jesús ya había asumido los pecados de la humanidad y se había convertido en una ofrenda por los pecados del hombre. Incluso antes de ser crucificado, Él ya había allanado el camino hacia la cruz para redimir a la humanidad. Al final, fue clavado en la cruz, sacrificándose a sí mismo por la cruz, y le concedió a la humanidad toda Su misericordia, Su bondad y Su santidad. Siempre fue tolerante con la humanidad, jamás fue vengativo, y le perdonó sus pecados, la exhortó a arrepentirse y le enseñó a tener paciencia, tolerancia y amor, a seguir Sus pasos y a sacrificarse por la cruz. Su amor por los hermanos y hermanas excedía Su amor por María. El principio de la obra que Él llevó a cabo fue sanar a las personas y expulsar demonios, todo en aras de Su redención. Sin importar a dónde iba, trataba con gracia a todos los que lo seguían. Hizo rico al pobre, hizo caminar al lisiado, hizo ver al ciego e hizo oír al sordo; incluso invitó a los más desfavorecidos, a los desposeídos, es decir, a los pecadores, a que se sentaran a la misma mesa con Él, jamás evitándolos sino siendo siempre paciente. Incluso dijo: Cuando un pastor pierde a una de sus cien ovejas, dejará detrás a las noventa y nueve para buscar a la oveja perdida, y cuando la encuentra, se regocija enormemente. Él amaba a Sus seguidores como una oveja hembra ama a sus corderos. Aunque eran necios e ignorantes, y pecadores a Sus ojos y, además, eran los miembros más humildes de la sociedad, Él consideraba a estos pecadores —hombres a quienes otros despreciaban— como la niña de Sus ojos. Puesto que los favorecía, dio Su vida por ellos, como un cordero que es ofrecido en el altar. Estuvo entre ellos como si Él fuera su sirviente, permitiéndoles usarlo y sacrificarlo, sometiéndose a ellos de forma incondicional. Para Sus seguidores, Él era el amable Salvador Jesús, pero a los fariseos —que sermoneaban a las personas desde un pedestal alto— no les mostró misericordia ni bondad, sino aversión y resentimiento. No hizo mucha obra entre los fariseos, sino que sólo los sermoneó y reprendió ocasionalmente. No estuvo entre ellos haciendo la obra de la redención ni ejecutando señales y milagros. Él concedió toda Su misericordia y Su bondad a Sus seguidores, padeciendo por estos pecadores hasta el final, cuando fue clavado en la cruz, y sufrió todo tipo de humillación hasta que hubo redimido por completo a toda la humanidad. Esta fue la suma total de Su obra.

Sin la redención de Jesús, los hombres habrían vivido por siempre en el pecado y se habrían vuelto hijos del pecado, descendientes de los demonios. Continuando de esta manera, la tierra entera se habría vuelto un lugar de alojamiento para Satanás, un lugar para que él habitara. Sin embargo, la obra de la redención requería mostrar misericordia y bondad hacia la humanidad; sólo por este medio la humanidad podía recibir el perdón y, al final, ganarse el derecho a ser hechos completos y plenamente obtenidos. Sin esta etapa de la obra, el plan de gestión de seis mil años no habría podido avanzar. Si Jesús no hubiera sido crucificado, si sólo hubiera sanado a las personas y exorcizado a los demonios, las personas no podrían haber sido completamente perdonadas por sus pecados. En los tres años y medio que Jesús pasó haciendo Su obra en la tierra, completó sólo la mitad de Su obra de redención; luego, al ser clavado en la cruz y al convertirse en la semejanza de la carne pecadora, al ser entregado al maligno, Él completó la obra de la crucifixión y dominó el destino de la humanidad. Sólo después de ser entregado en manos de Satanás, redimió a la humanidad. Sufrió en la tierra durante treinta y tres años y medio, siendo ridiculizado, difamado y abandonado, incluso al punto en el que no tenía un lugar donde posar Su cabeza, ningún lugar para descansar, y fue crucificado después, y todo Su ser —un cuerpo inmaculado e inocente— fue clavado en la cruz. Experimentó todos los tipos de sufrimientos que existen. Quienes estaban en el poder se burlaron de Él y lo flagelaron e, incluso, los soldados escupieron en Su rostro; sin embargo, Él permaneció en silencio y soportó hasta el final, sometiéndose incondicionalmente hasta el punto de la muerte, con lo cual redimió a toda la humanidad. Sólo entonces se le permitió descansar. La obra que Jesús realizó representa sólo la Era de la Gracia; no representa la Era de la Ley ni tampoco sustituye la obra de los últimos días. Esta es la esencia de la obra de Jesús en la Era de la Gracia, la segunda era por la que la humanidad ha pasado: la Era de la Redención.

de ‘La verdadera historia detrás de la obra en la Era de la Redención’ en “La Palabra manifestada en carne”

En la Era de la Gracia Jesús vino a redimir a toda la humanidad caída (no sólo a los israelitas). Él mostró compasión y misericordia al hombre. El Jesús que el hombre vio en la Era de la Gracia estaba lleno de misericordia y siempre era amoroso, porque Él había venido a salvar al hombre del pecado. Él podía perdonar al hombre sus pecados hasta que Su crucifixión liberó completamente a la humanidad del pecado. Durante esa época, Dios se apareció al hombre en compasión y misericordia; es decir, Él se convirtió en una ofrenda por el pecado para el hombre y fue crucificado por los pecados del hombre de forma que él fuera perdonado para siempre. Él era misericordioso, compasivo, paciente y amoroso y todos los que seguían a Jesús en la Era de la Gracia también buscaban ser pacientes y amorosos en todas las cosas. Soportaban todo sufrimiento y nunca se defendían aunque les apalearan, maldijeran o apedrearan.

de ‘Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación’ en “La Palabra manifestada en carne”

Cuando Jesús vino, también llevó a cabo parte de la obra de Dios, y pronunció algunas palabras; pero ¿cuál fue la obra principal que Él realizó? Lo que Él realizó principalmente fue la obra de la crucifixión. Se hizo igual a la carne pecaminosa para completar la obra de la crucifixión y redimir a toda la humanidad, y por el pecado de toda la humanidad Él sirvió como ofrenda por el pecado. Esta es la obra principal que realizó. En última instancia, proporcionó la senda de la cruz para que guiara a los que vinieran más tarde. Cuando Jesús vino, fue principalmente para completar la obra de la redención. Redimió a toda la humanidad y trajo el evangelio del reino de los cielos al hombre. Además, creó el sendero que lleva al reino de los cielos. Como resultado, todos los que vinieron después dijeron: “Deberíamos caminar por la senda de la cruz y sacrificarnos por ella”. Por supuesto, en el principio Jesús también hizo alguna otra obra y habló algunas palabras para hacer que el hombre se arrepintiera y confesara sus pecados. Pero Su ministerio seguía siendo la crucifixión, y los tres años y medio que pasó predicando el camino fueron en preparación para la crucifixión que vino después. Las diversas ocasiones en que Jesús oró también fueron por la crucifixión. La vida de hombre común y corriente que llevó y los treinta y tres años y medio que vivió en la tierra fueron, principalmente, para completar la obra de la crucifixión; debían darle fuerza para acometer esta obra, y, como resultado, Dios le encomendó a Él la obra de la crucifixión.

de ‘Todo se realiza por la palabra de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

En la obra de la Era de la Gracia, Jesús fue el Dios que salvó al hombre. Lo que Él tenía y era, era gracia, amor, compasión, templanza, paciencia, humildad, cuidado y tolerancia, y gran parte de la obra que Él hizo fue en aras de la redención del hombre. En cuanto a Su carácter, era de compasión y amor, y por ser compasivo y amoroso, tuvo que ser clavado en la cruz por el hombre, a fin de mostrar que Dios amaba al hombre como a sí mismo, hasta el punto de sacrificarse en Su totalidad. Satanás dijo: “Si amas al hombre, debes amarle hasta el último extremo: debes ser clavado en la cruz, para liberar al hombre de ella, del pecado, y debes ofrecerte a cambio de toda la humanidad”. Satanás hizo la siguiente apuesta: “Si eres un Dios amoroso y compasivo, debes amar al hombre hasta el último extremo: debes ofrecerte en la cruz”. Jesús dijo: “Siempre que sea por la humanidad, estoy dispuesto a entregar Mi todo”. Y luego Él subió a la cruz sin la menor preocupación por sí mismo y redimió a la humanidad entera. Durante la Era de la Gracia, el nombre de Dios fue Jesús, que indica que Dios era un Dios que salvó al hombre, y que era compasivo y amoroso. Él estaba con el hombre. Su amor, Su compasión y Su salvación acompañaron a cada persona. El hombre sólo podía obtener paz y gozo, recibir Su bendición, Sus inmensas y numerosas gracias, y Su salvación si aceptaba el nombre de Jesús y Su presencia. A través de la crucifixión de Jesús, todos aquellos que lo siguieron recibieron la salvación y se les perdonaron sus pecados. Durante la Era de la Gracia, el nombre de Dios fue Jesús. En otras palabras, la obra de la Era de la Gracia se realizó principalmente bajo el nombre de Jesús. Durante la Era de la Gracia, a Dios se le llamó Jesús. Él hizo nueva obra más allá del Antiguo Testamento, y esta terminó con la crucifixión; esa fue la totalidad de Su obra.

de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

En ese momento, la obra de Jesús era la redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, Él te redimiría; si creías en Él, dejabas de ser un pecador y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvo y ser justificado por fe. Sin embargo, seguía habiendo en quienes creían algo rebelde y opuesto a Dios, y que había que seguir quitando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados: si creías, ya no pertenecías al pecado.

de ‘La visión de la obra de Dios (2)’ en “La Palabra manifestada en carne”

(3) El objetivo y el significado de la obra de Dios en la Era del Reino

Las palabras relevantes de Dios:

Cuando Jesús vino al mundo del hombre, trajo la Era de la Gracia y terminó la de la Ley. Durante los últimos días, Dios se hizo carne una vez más y, esta vez acabó la Era de la Gracia y trajo la del Reino. Todos aquellos que acepten la segunda encarnación de Dios serán conducidos a la Era del Reino, y podrán aceptar personalmente Su dirección. Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad, se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre, pero no lo libró de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió a Jesús cargar con los pecados del hombre como la ofrenda por el pecado, sino también que Dios realizara una obra mayor para librar completamente al hombre de su carácter, que ha sido corrompido por Satanás. Y así, después de que los pecados del hombre fueron perdonados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio, que llevó al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida.

de ‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”

La obra en los últimos días es pronunciar palabras. Estas pueden dar lugar a grandes cambios en el hombre. Los cambios efectuados ahora en estas personas al aceptar estas palabras son mucho mayores que los de las personas en la Era de la Gracia al aceptar aquellas señales y maravillas. Porque, en la Era de la Gracia, los demonios salían del hombre con la imposición de manos y la oración, pero los caracteres corruptos del hombre permanecían. El hombre fue curado de su enfermedad y se le perdonaron sus pecados, pero no se hizo en él la obra para poder expulsar los caracteres satánicos corruptos. El hombre sólo fue salvo y se le perdonaron sus pecados por su fe, pero su naturaleza pecaminosa no le fue quitada y permaneció en él. Los pecados del hombre fueron perdonados a través del Dios encarnado, pero eso no significa que el hombre no tenga pecado en él. Los pecados del hombre podían ser perdonados por medio de una ofrenda por el pecado, pero el hombre ha sido incapaz de resolver el problema de cómo no pecar más y cómo poder desechar completamente su naturaleza pecaminosa y ser transformado. Los pecados del hombre fueron perdonados gracias a la obra de la crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en el viejo carácter satánico y corrupto. Así pues, el hombre debe ser completamente salvo de este carácter satánico corrupto para que la naturaleza pecadora del hombre sea del todo desechada y no se desarrolle más, permitiendo así que el carácter del hombre cambie. Esto requiere que el hombre entienda la senda del crecimiento en la vida, el camino de la vida, y el camino del cambio de su carácter. También necesita que el hombre actúe de acuerdo con esa senda, de forma que su carácter pueda ser cambiado gradualmente y él pueda vivir bajo el brillo de la luz y que pueda hacer todas las cosas de acuerdo con la voluntad de Dios, desechar el carácter satánico corrupto, y liberarse de la influencia satánica de las tinieblas, aflorando de este modo totalmente del pecado. Sólo entonces recibirá el hombre la salvación completa.

de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”

La obra de los últimos días es separar a todos según su tipo, concluir el plan de gestión de Dios, porque el tiempo está cerca y el día de Dios ha llegado. Dios trae a todos los que han entrado en Su reino, es decir, a todos los que le han sido leales hasta el final, a la era de Dios mismo. Sin embargo, hasta la llegada de la era de Dios mismo la obra que Dios debe hacer no es la de observar las acciones del hombre ni indagar sobre la vida del hombre, sino juzgar su rebelión, porque Dios purificará a todos los que vengan ante Su trono. Todos los que han seguido los pasos de Dios hasta el día de hoy son los que han venido ante el trono de Dios, y siendo esto así, cada persona que acepta la obra de Dios en su fase final es el objeto de la purificación de Dios. En otras palabras, todo el que acepta la obra de Dios en su fase final es el objeto del juicio de Dios.

de ‘Cristo hace la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”

Cuando Dios se hace carne esta vez, Su obra es expresar Su carácter, principalmente por medio del castigo y el juicio. Usando esto como el fundamento, trae más verdad al hombre, muestra más formas de práctica, y por tanto logra Su objetivo de conquistar al hombre y salvarlo de su carácter corrupto. Esto es lo que hay detrás de la obra de Dios en la Era del Reino.

de ‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”

En los últimos días Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la esencia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tal como: el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como también la sabiduría y el carácter de Dios, y así sucesivamente. Todas estas palabras son dirigidas a la esencia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios con relación a cómo el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra de juicio, Dios no deja simplemente en claro la naturaleza del hombre con sólo unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda, no pueden ser sustituidos con palabras ordinarias, sino con la verdad que el hombre no posee en absoluto. Sólo los métodos de este tipo se consideran juicio; sólo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra de juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra de juicio realizada por Dios.

de ‘Cristo hace la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”

Antes de que el hombre fuera redimido, muchos de los venenos de Satanás ya fueron plantados dentro de él. Después de miles de años de corrupción de Satanás, el hombre ya tiene dentro de sí una naturaleza que resiste a Dios. Por tanto, cuando ha sido redimido, no es nada más que una redención en la que se le ha comprado por un alto precio, pero la naturaleza venenosa de su interior no se ha eliminado. El hombre que está tan inmundo debe pasar por un cambio antes de ser digno de servir a Dios. Por medio de esta obra de juicio y castigo, el hombre llegará a conocer plenamente la esencia inmunda y corrupta de su interior, y podrá cambiar completamente y ser purificado. Sólo de esta forma puede ser el hombre digno de regresar delante del trono de Dios. Toda la obra realizada este día es con el fin de que el hombre pueda ser purificado y cambiado; por medio del juicio y el castigo por la palabra, así como del refinamiento, el hombre puede desechar su corrupción y ser hecho puro. En lugar de considerar que esta etapa de la obra es la de la salvación, sería más apropiado decir que es la obra de purificación. En verdad, esta etapa es la de conquista así como la segunda etapa de la salvación. Dios gana al hombre por medio del juicio y el castigo por la palabra; por medio del uso de la palabra para refinar, juzgar y revelar, todas las impurezas, las nociones, los motivos y las esperanzas individuales dentro del corazón del hombre se revelan completamente.

de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”

Dios realiza la obra de juicio y castigo para que el hombre pueda conocerle, y por amor a Su testimonio. Sin Su juicio sobre el carácter corrupto del ser humano, el hombre no conocería Su carácter justo que no permite ofensa alguna, y no podría apartarse de su viejo conocimiento de Dios para adoptar el nuevo. Por amor a Su testimonio y a Su gestión, Él hace pública Su totalidad, capacitando así al hombre para lograr el conocimiento de Dios, cambiar su carácter y dar un resonante testimonio de Él por medio de Su aparición pública. El cambio se logra en el carácter del hombre a través de distintos tipos de la obra de Dios; sin estos cambios en el carácter del hombre, este sería incapaz de dar testimonio de Dios y no podría ser conforme a Su corazón. Los cambios en el carácter del hombre significan que se ha liberado de la atadura de Satanás, de la influencia de la oscuridad, y que se ha convertido de verdad en un modelo y una muestra de la obra de Dios, que de verdad ha llegado a ser un testigo suyo y alguien que es conforme a Su corazón. Hoy, el Dios encarnado ha venido a hacer Su obra en la tierra, y exige que el hombre logre conocerle, obedecerle, y dé testimonio de Él; que conozca Su obra práctica y normal, que obedezca todas Sus palabras y Su obra que no concuerdan con los conceptos del hombre, y dé testimonio de toda Su obra de salvación del hombre, y todos los hechos que Él hace y que vencen al hombre. Los que dan testimonio de Dios tienen que poseer un conocimiento de Él; sólo este tipo de testimonio es preciso, práctico y el único que puede avergonzar a Satanás. Dios usa a aquellos que han llegado a conocerle pasando por Su juicio y Su castigo, por Su trato y Su poda, para que lleven testimonio de Él; Él usa a los que han sido corrompidos por Satanás para que den testimonio de Él; así también usa a aquellos cuyo carácter ha cambiado y que se han ganado, así, Sus bendiciones, para que den testimonio de Él. No necesita que el hombre lo alabe sólo de palabras ni la alabanza y el testimonio del tipo de Satanás, que no ha sido salvada por Él. Sólo aquellos que conocen a Dios, y cuyo carácter ha cambiado, están cualificados para dar testimonio de Él, y Él no permitirá que el hombre acarree vergüenza deliberadamente sobre Su nombre.

de ‘Sólo aquellos que conocen a Dios pueden dar testimonio de Él’ en “La Palabra manifestada en carne”

Durante la Era del Reino, el Dios encarnado pronuncia palabras para conquistar a todos los que creen en Él. Esto es “la Palabra que aparece en la carne”; Dios ha venido durante los últimos días para hacer esta obra, lo que significa que ha venido a efectuar el significado práctico de la Palabra que aparece en la carne. Él sólo habla palabras y rara vez se producen hechos. Es la esencia misma de la Palabra que aparece en la carne y cuando el Dios encarnado pronuncia Sus palabras, es la aparición de la Palabra en la carne y la Palabra que se hizo carne. “En el comienzo existía el Verbo y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios, y la Palabra se hizo carne”. Esto (la obra de la aparición de la Palabra en la carne) es la obra que Dios llevará a cabo en los últimos días, y es el capítulo final de todo Su plan de gestión; así, Dios tiene que venir a la tierra y manifestar Sus palabras en la carne. Lo que se hace hoy, lo que se hará en el futuro, lo que Dios perfeccionará, el destino final del hombre, los que serán salvos, los que serán destruidos, etc., esta obra que debe realizarse al final se ha declarado con toda claridad, y su total propósito es realizar el significado práctico de la Palabra que aparece en la carne. Los decretos y la constitución administrativos que se emitieron anteriormente, los que serán destruidos, los que entrarán en el reposo, todas esas palabras deben cumplirse. Es la obra realizada por el Dios encarnado principalmente durante los últimos días. Él hace que las personas comprendan adónde pertenecen los que fueron predestinados por Dios, y adónde pertenecen los que no son predestinados por Él; cómo serán clasificados Su pueblo y Sus hijos, lo que le ocurrirá a Israel y a Egipto. En el futuro, cada una de esas palabras se cumplirá. Los pasos de la obra de Dios se van acelerando. Dios usa la palabra como medio para revelarle al hombre lo que se debe hacer en cada era, lo que el Dios encarnado de los últimos días hará, y el ministerio que Él llevará a cabo; y todas estas palabras tienen el propósito de lograr el significado real de la Palabra que aparece en la carne.

de ‘Todo se realiza por la palabra de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

En la Era del Reino, Dios usa la palabra para iniciar una nueva era, para cambiar el método de Su obra y para realizar la obra de la era entera. Este es el principio por el cual Dios obra en la Era de la Palabra. Él se hizo carne para hablar desde diferentes perspectivas, permitiendo que el hombre pueda en verdad ver a Dios –quien es la Palabra manifestada en la carne–, Su sabiduría y Su maravilla. Este tipo de obra se realiza para lograr mejor los objetivos de conquistar al hombre, perfeccionar al hombre y eliminar al hombre. Este es el verdadero significado del uso de la palabra para obrar en la Era de la Palabra. A través de la palabra, el hombre llega a conocer la obra de Dios, el carácter de Dios, la esencia del hombre y aquello a lo que el hombre debe entrar. A través de la palabra, la obra que Dios quiere realizar en la Era de la Palabra fructifica en su totalidad. A través de la palabra, el hombre es revelado, eliminado y probado. El hombre ha visto la palabra, ha oído la palabra y ha tomado conciencia de la existencia de la palabra. Como resultado, cree en la existencia de Dios, en la omnipotencia y la sabiduría de Dios, así como en el amor de Dios por el hombre y Su deseo de salvarlo. Aunque la palabra “palabra” es simple y ordinaria, la palabra procedente de la boca del Dios encarnado sacude todo el universo; transforma el corazón, las nociones y el antiguo carácter del hombre, y la apariencia que el mundo entero solía tener. A través de las eras, sólo el Dios de la actualidad obra de esta manera, y sólo Él habla así y viene a salvar al hombre de ese modo. A partir de este momento, el hombre vive bajo la guía de la palabra, pastoreado y provisto por la palabra. La humanidad entera ha llegado a vivir en el mundo de la palabra, dentro de las maldiciones y bendiciones de la palabra de Dios, y aún más seres humanos han llegado a vivir bajo el juicio y el castigo de la palabra. Estas palabras y esta obra son todas en aras de la salvación del hombre, en aras del cumplimiento de la voluntad de Dios, y en aras del cambio del aspecto original del mundo de la antigua creación. Dios creó el mundo con la palabra, guía a los hombres de todo el universo con la palabra, y, una vez más, los conquista y los salva con la palabra. Al final, Él utilizará la palabra para llevar a la totalidad del mundo antiguo a su fin. Sólo entonces el plan de gestión está totalmente completo.

de ‘La Era del Reino es la Era de la Palabra’ en “La Palabra manifestada en carne”

En los últimos días, Dios usa, principalmente, la palabra para perfeccionar al hombre. No usa señales y prodigios para oprimir o convencer al hombre. Esto no puede manifestar con claridad el poder de Dios. Si Él sólo mostrara señales y prodigios, sería imposible dejar clara Su realidad y, por tanto, sería imposible perfeccionar al hombre. Dios no hace al hombre perfecto con señales y prodigios, sino que usa la palabra para regarlo y pastorearlo; después de esto se logra la completa obediencia del ser humano y su conocimiento de Dios. Este es el objetivo de la obra que Él hace y de las palabras que Él pronuncia. Dios no usa el método de la demostración de señales y prodigios para perfeccionar al hombre, sino que usa palabras y muchos métodos diferentes en Su obra para tal menester. Ya sea el refinamiento, el trato, la poda o la provisión de palabras, Dios habla desde muchas perspectivas diferentes para hacer al hombre perfecto y darle un mayor conocimiento de la obra, de la sabiduría y la maravilla de Dios.

de ‘Todo se realiza por la palabra de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

En esta etapa final de la obra, los resultados se obtienen a través de la palabra. A través de la palabra, el hombre llega a entender muchos misterios y la obra de Dios a lo largo de generaciones pasadas; el Espíritu Santo esclarece al hombre; este llega a entender los misterios nunca antes desvelados por las generaciones pasadas, así como la obra de los profetas y apóstoles de tiempos pasados, y los principios por los que obraron; el hombre también llega a conocer el carácter de Dios mismo, así como la rebeldía y la resistencia del hombre, y llega a conocer su propia esencia. A través de estos pasos de la obra y todas las palabras habladas, el hombre llega a conocer la obra del Espíritu, de la carne encarnada de Dios, y además, todo Su carácter. Tu conocimiento de la obra de gestión de Dios durante seis mil años también lo obtuviste a través de la palabra. ¿No conseguiste también tu conocimiento de tus antiguas nociones y el éxito al dejarlas de lado a través de la palabra?

de ‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”

El mayor significado de la obra de las palabras es permitirles a las personas poner la verdad en práctica después de haber entendido la verdad, lograr cambios en su carácter y alcanzar el conocimiento de ellas mismas y de la obra de Dios. Sólo el medio de obrar a través del habla puede permitir la comunicación entre Dios y el hombre; sólo las palabras pueden explicar la verdad. Obrar de esta manera es el mejor medio para conquistar al hombre, aparte de la declaración de las palabras, ningún otro método puede darle al hombre un entendimiento más claro de la verdad y de la obra de Dios y así, en Su última etapa de la obra, Dios le habla al hombre con el fin de hacerle accesible todas las verdades y los misterios que no entiende, permitiéndole conseguir el verdadero camino y la vida de Dios y así satisfacer la voluntad de Dios.

de ‘Deberías desechar las bendiciones del estatus y entender la voluntad de Dios para la salvación del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”

El hombre será hecho completamente perfecto en la Era del Reino. Después de la obra de conquista, el hombre estará sujeto al refinamiento y la tribulación. Los que puedan vencer y mantenerse el testimonio durante esta tribulación son los que al final serán hechos completos; son los vencedores. Durante esta tribulación al hombre se le exige aceptar este refinamiento y este refinamiento es la última vez de la obra de Dios. Es la última vez que el hombre será refinado antes de la consumación de toda la obra de la gestión de Dios y todos los que sigan a Dios deben aceptar esta prueba final, deben aceptar este último refinamiento.

de ‘La obra de Dios y la práctica del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”

Después de la obra conquistadora llega la de recompensar el bien y castigar el mal: las personas que obedecen completamente, las totalmente conquistadas, serán colocadas en el siguiente paso de la difusión de la obra a todo el universo; los no conquistados serán puestos en las tinieblas y encontrarán calamidad. Así, el hombre se clasificará según su tipo, los hacedores de maldad agrupados con el mal, para nunca más ver la luz del sol, y los justos agrupados con el bien, para recibir luz y vivir eternamente en la luz. El fin está cerca para todas las cosas, el final del hombre se ha mostrado claramente a sus ojos, y todas las cosas se clasificarán según su tipo. ¿Cómo pueden las personas escapar de sufrir esta clasificación?

de ‘La verdad interna de la obra de conquista (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”

Los últimos días ya han llegado. Todas las cosas se clasificarán según su tipo, y se dividirán en diferentes categorías en base a su naturaleza. Este es el tiempo cuando Dios revela el final y el destino del hombre. Si este no pasa por el castigo y el juicio, no habrá forma de revelar su desobediencia y su injusticia. Sólo por este medio se puede manifestar el final de todas las cosas. El hombre sólo muestra realmente lo que es cuando es castigado y juzgado. El mal se pondrá con el mal, el bien con el bien, y toda la humanidad será clasificada según sus tipos. A través del castigo y del juicio se revelará el final de todas las cosas, de forma que los malos serán castigados y los buenos recompensados, y todas las personas se someterán al dominio de Dios. Toda la obra debe lograrse por medio del castigo y del juicio justos. Como la corrupción del hombre ha alcanzado su punto culminante y su desobediencia ha sido demasiado grave, sólo el carácter justo de Dios, que es principalmente de castigo y juicio, y se revela durante los últimos días, puede transformar y completar totalmente al hombre. Sólo este carácter puede dejar el mal al descubierto y castigar así con severidad a todos los injustos.

de ‘La visión de la obra de Dios (3)’ en “La Palabra manifestada en carne”

Los últimos días son aquellos en los que se clasificarán todas las cosas de acuerdo a su tipo por medio de la conquista. La conquista es la obra de los últimos días; en otras palabras, juzgar los pecados de cada persona es la obra de los últimos días. De lo contrario, ¿cómo podrían clasificarse las personas? La obra de clasificación que se está haciendo entre vosotros es el comienzo de esa obra en todo el universo. Después de esto, personas de todas las nacionalidades, en todas partes, también estarán sujetas a la obra de conquista. Esto significa que cada persona de la creación será clasificada según su tipo, compareciendo ante el trono de juicio para ser juzgada. Ninguna persona o cosa puede escapar del sufrimiento de este castigo y juicio ni puede eludir esta clasificación según el tipo; todos los hombres estarán organizados por clases. Esto se debe a que el final está cerca para todas las cosas, y los cielos y la tierra llegan a su conclusión. ¿Cómo puede el hombre escapar del final de su existencia?

de ‘La verdad interna de la obra de conquista (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”

¿Entiendes ahora lo que es el juicio y lo que es la verdad? Si lo has entendido, entonces te exhorto a someterte obedientemente a ser juzgado, de lo contrario nunca tendrás la oportunidad de ser elogiado por Dios o de ser llevado por Él a Su reino. Aquellos que sólo acepten el juicio, pero que nunca puedan ser purificados, es decir, los que huyan en medio de la obra de juicio, serán detestados y rechazados para siempre por Dios. Sus pecados son más numerosos y más graves que los de los fariseos, ya que han traicionado a Dios y son rebeldes contra Dios. Tales hombres, los cuales no son dignos de realizar servicio, recibirán un castigo más severo, un castigo que es, además, eterno. Dios no eximirá a ningún traidor que alguna vez evidenció lealtad con palabras, pero que luego lo traicionó. Hombres como estos recibirán retribución por medio del castigo del espíritu, del alma y del cuerpo. ¿Acaso no es esta precisamente una revelación del carácter justo de Dios? ¿Acaso no es esto el propósito de Dios al juzgar al hombre y revelarlo? Dios consigna a todos aquellos que realizan todo tipo de acciones perversas durante el tiempo del juicio a un lugar infestado de espíritus malignos, dejando que estos espíritus malignos destruyan sus cuerpos carnales a voluntad. Sus cuerpos despiden el hedor de los cadáveres y tal es su apropiada retribución. Dios escribe en sus libros de registro todos y cada uno de los pecados de aquellos falsos creyentes desleales, falsos apóstoles y falsos colaboradores; entonces, cuando llegue el momento apropiado, Él los arrojará en medio de los espíritus inmundos, dejando que estos espíritus inmundos contaminen sus cuerpos enteros a voluntad para que nunca puedan ser reencarnados y nunca más vean la luz. Aquellos hipócritas que realizaron servicio en algún momento, pero que son incapaces de permanecer leales hasta el final, son contados por Dios entre los malvados a fin de que caminen en el consejo de los malvados y se conviertan en parte de su desordenada chusma; al final, Dios los aniquilará. Dios echa a un lado y no presta atención a aquellos que nunca han sido leales a Cristo ni han dedicado esfuerzo alguno, y los aniquilará a todos en el cambio de las eras. Ya no existirán en la tierra ni mucho menos obtendrán paso al reino de Dios. Aquellos que nunca han sido sinceros con Dios pero que han sido obligados por las circunstancias a lidiar con indiferencias con Él, serán contados entre los que realizan servicio para Su pueblo. Solamente un pequeño número de tales hombres podrán sobrevivir mientras que la mayoría perecerá junto con los que ni siquiera son calificados para realizar servicio. Finalmente, Dios llevará a Su reino a todos aquellos que son de la misma mente que Él, el pueblo y los hijos de Dios, así como también los predestinados por Él para ser sacerdotes. Tal es la síntesis obtenida por Dios a través de Su obra. En cuanto a los que no puedan entrar en ninguna de las categorías establecidas por Dios, serán contados entre los incrédulos. Y con toda seguridad os imaginaréis cómo terminarán. Ya os he dicho todo lo que debo decir; el camino que elijáis será vuestra decisión. Lo que debéis entender es esto: la obra de Dios nunca espera por nadie que no pueda seguir Su ritmo y el carácter justo de Dios no le muestra misericordia a ningún hombre.

de ‘Cristo hace la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”

Cuando las naciones y los pueblos del mundo regresen todos delante de Mi trono, tomaré de inmediato toda la abundancia del cielo y la concederé al mundo humano, de manera que, gracias a Mí, rebosará de una abundancia sin igual. No obstante, mientras el viejo mundo continúe existiendo, lanzaré Mi furia sobre sus naciones, promulgando abiertamente Mis decretos administrativos por todo el universo, y enviaré castigo a quien los viole:

Cuando vuelvo Mi rostro al universo para hablar, toda la humanidad oye Mi voz, y ve inmediatamente todas las obras que en todo el universo Yo he forjado. Los que van en contra de Mi voluntad, es decir, los que se oponen a Mí con los hechos del hombre, caerán bajo Mi castigo. Yo tomaré las numerosísimas estrellas de los cielos y las haré de nuevo; gracias a Mí el sol y la luna serán renovados, los cielos ya no serán más como eran; las innumerables cosas sobre la tierra serán renovadas. Todos serán completados por medio de Mis palabras. Las muchas naciones del universo serán divididas de nuevo y sustituidas por la mía, de forma que las naciones sobre la tierra desaparecerán para siempre y serán una sola que me adore; todas las naciones de la tierra serán destruidas, y dejarán de existir. De los seres humanos del universo, todos los pertenecientes al diablo serán exterminados; Mi fuego ardiente abatirá a todos los que adoran a Satanás, es decir que, excepto los que están ahora dentro de la corriente, el resto quedará reducido a cenizas. Cuando Yo castigue a los muchos pueblos, los del mundo religioso regresarán en grados diferentes a Mi reino, conquistados por Mis obras, porque habrán visto la llegada del Santo cabalgando sobre una nube blanca. Toda la humanidad seguirá a su propia especie, y recibirá castigos que variarán según lo que hayan hecho. Aquellos que se han opuesto a Mí perecerán; en cuanto a aquellos cuyos actos en la tierra no me han involucrado, seguirán existiendo en la tierra bajo el gobierno de Mis hijos y de Mi pueblo debido a la forma como se han comportado. Yo me revelaré a las innumerables personas y naciones, resonando con Mi propia voz sobre la tierra para proclamar la terminación de Mi gran obra, para que toda la humanidad la vea con sus propios ojos.

de ‘Capítulo 26’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

Su obra última de castigar el mal y recompensar el bien se hace por completo con el fin de purificar totalmente a toda la humanidad para que Él pueda llevar a una humanidad completamente santa al reposo eterno. Esta etapa de Su obra es Su obra más crucial. Es la etapa final de toda Su obra de gestión. Si Dios no destruyera al malvado, sino que lo dejara permanecer, entonces toda la humanidad todavía no podría entrar en el reposo y Dios no podría llevar a toda la humanidad a un reino mejor. Esta clase de obra no estaría completamente terminada. Cuando Él termine Su obra, toda la humanidad será completamente santa. Sólo de esta manera Dios puede vivir con tranquilidad en el reposo.

de ‘Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo’ en “La Palabra manifestada en carne”

Ya que Dios creó al hombre, Él hará que el hombre lo adore; ya que desea restaurar la función original del hombre, la va a restaurar por completo y sin ninguna adulteración. Restaurar Su autoridad quiere decir hacer que el hombre lo adore y hacer que el hombre lo obedezca; quiere decir que Él va a hacer que el hombre viva por Él y que perezcan Sus enemigos debido a Su autoridad; quiere decir que hará que hasta la última parte de Él continúe entre la humanidad sin ninguna resistencia por parte del hombre. El reino que anhela establecer es Su propio reino. La humanidad que espera es una que lo adore y lo obedezca por completo y tenga Su gloria. Si no salva a la humanidad corrupta, la relevancia de Su creación del hombre quedará en nada; no tendrá más autoridad entre los hombres y Su reino ya no será capaz de existir en la tierra. Si no destruye a esos enemigos que le son desobedientes, no podrá obtener toda Su gloria ni tampoco podrá establecer Su reino sobre la tierra. Estos son los símbolos de la terminación de Su obra y los símbolos de la terminación de Su gran logro: destruir completamente a aquellos entre la humanidad que lo desobedecen y llevar al reposo a los que han sido perfeccionados.

de ‘Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo’ en “La Palabra manifestada en carne”

Como Mis palabras están consumadas, el reino se forma poco a poco en la tierra y el hombre regresa gradualmente a la normalidad, y por ende se establece en la tierra el reino que yace en Mi corazón. En el reino, todo el pueblo de Dios recupera la vida del hombre normal. Se ha ido el invierno helado, reemplazado por un mundo de ciudades primaverales, donde la primavera perdura todo el año. Ya la gente no se enfrenta con el mundo sombrío y miserable del hombre, ya no sufre el frío escalofriante del mundo del hombre. La gente ya no pelea entre sí, los países ya no se enfrentan en guerras, ya no hay más matanza y la sangre que fluye de la matanza; todas las tierras están llenas de felicidad, y en todas partes rebosa el calor entre los hombres.

de ‘Capítulo 20’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne

Scripture quotations taken from LBLA Copyright by The Lockman Foundation

¿A qué personas salva Dios? ¿A qué personas elimina Él?

2018-06-0360

 

Las palabras relevantes de Dios:

Los que pertenecen a Satanás no entienden las palabras de Dios, y los que pertenecen a Dios pueden oír Su voz. Todos los que son conscientes de las palabras que hablo y las entienden son los que se salvarán, y darán testimonio de Dios; todos aquellos que no entienden las palabras que hablo no pueden dar testimonio de Él, y son los que serán eliminados.

de ‘Conocer las tres etapas de la obra de Dios es la senda para conocer a Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

Los muertos son los que no tienen espíritu, que son insensibles en extremo y que se oponen a Dios. Además, son los que no conocen a Dios. Estas personas no tienen la más mínima intención de obedecer a Dios, sólo se rebelan contra Él y se oponen a Él y no tienen la más mínima lealtad. Los vivos son aquellos cuyos espíritus han vuelto a nacer, que saben obedecer a Dios y que son leales a Dios. Poseen la verdad y el testimonio y sólo estas personas son agradables a Dios en Su casa. Dios salva a los que pueden cobrar vida, que pueden ver la salvación de Dios, que pueden ser leales a Dios y que están dispuestos a buscar a Dios. Él salva a los que creen en la encarnación de Dios y creen en Su aparición. Algunas personas pueden cobrar vida y algunas personas no; esto depende de si su naturaleza puede ser salvada o no. Muchas personas han escuchado un montón de palabras de Dios pero no entienden la voluntad de Dios, han escuchado muchas palabras de Dios pero todavía no son capaces de ponerlas en práctica, son incapaces de vivir cualquier verdad y también interfieren deliberadamente con la obra de Dios. Son incapaces de hacer ninguna obra de Dios, no pueden consagrar nada a Él, y también en secreto gastan el dinero de la iglesia y comen en la casa de Dios gratis. Estas personas están muertas y no serán salvas. Dios salva a todos los que están en medio de Su obra. Pero hay una parte de ellos que no puede recibir Su salvación; sólo un pequeño número puede recibir Su salvación porque la mayoría de las personas están demasiado muertas, están tan muertas que no pueden ser salvadas, Satanás las ha explotado totalmente y, por naturaleza, son demasiado maliciosas. Ese pequeño número de personas tampoco fue completamente capaz de obedecer a Dios. No fueron esos que habían sido absolutamente fieles a Dios desde el principio, ni que tenían el mayor amor por Dios desde el principio; en cambio, se han vuelto obedientes a Dios gracias a Su obra de conquista, ven a Dios gracias a Su amor supremo, hay cambios en su carácter gracias al justo carácter de Dios, y han llegado a conocer a Dios gracias a Su obra que es tanto práctica como normal.

de ‘¿Has cobrado vida?’ en “La Palabra manifestada en carne”

Dios siempre ha perfeccionado a los que le sirven. Él no los expulsa con ligereza. Si tú realmente aceptas el juicio y el castigo de la palabra de Dios, si puedes dejar de lado tus viejas prácticas y reglas religiosas, y dejar de usar las antiguas nociones religiosas como la medida de la palabra de Dios de hoy, sólo entonces habrá un futuro para ti. Pero si tú te aferras a cosas viejas, si aún las atesoras, entonces no hay manera de que puedas ser salvado. Dios no les presta atención a personas como esas.

de ‘La forma religiosa de servicio debe prohibirse’ en “La Palabra manifestada en carne”

Quienes auténticamente creen en Dios son aquellos que están dispuestos a poner en práctica la palabra de Dios, y son aquellos que están dispuestos a practicar la verdad. Aquellos que auténticamente pueden ser testigos de Dios son también aquellos que están dispuestos a poner Su palabra en práctica, y son aquellos que pueden realmente estar del lado de la verdad. Aquellos que emplean engaños y que hacen injusticia son todas personas que no tienen verdad y todas traen vergüenza a Dios. Aquellos en la iglesia que participan en disputas son lacayos de Satanás, y son la incorporación de Satanás. Este tipo de persona es demasiado malvada. Aquellos que no tienen discernimiento y son incapaces de ponerse de parte de la verdad, albergan malas intenciones y manchan la verdad. Estas personas son aún representantes más típicos de Satanás; están más allá de la redención y no hace falta decir que son todos objetos de eliminación. A los que no practican la verdad no se les debe permitir permanecer en la familia de Dios, ni tampoco a los que deliberadamente destruyen a la iglesia. Pero este no es el momento de hacer la obra de expulsión. Ellos simplemente serán expuestos y eliminados al final. No se debe hacer más obra inútil sobre estas personas; aquellos que pertenecen a Satanás son incapaces de permanecer en el lado de la verdad, mientras que aquellos que buscan la verdad pueden estar del lado de la verdad. Aquellos que no practican la verdad son indignos de oír el camino de la verdad e indignos de dar testimonio de la verdad. La verdad básicamente no es para sus oídos, sino más bien se habla para los oídos de aquellos que la practican. Antes de que se revele el fin de cada persona, aquellos que molestan a la iglesia e interrumpen la obra serán dejados a un lado. Una vez que la obra esté completa, estas personas serán expuestas una tras otra antes de ser eliminadas. Mientras sea el tiempo de proporcionar la verdad, no se les tomará en cuenta por el momento. Cuando toda la verdad se revele al hombre esas personas deben ser eliminadas, ya que también será el momento en que todas las personas se clasificarán según su especie. Debido a su mezquina inteligencia, aquellos que no tienen discernimiento vendrán a la ruina en manos de personas malvadas y serán desviados por personas malvadas y no podrán regresar. Estas personas deben ser manejadas de esta manera, ya que no aman la verdad, porque son incapaces de ponerse del lado de la verdad, porque siguen a las personas malvadas, porque están del lado de las personas malvadas, y porque están aliados con malvados y desafían a Dios. Saben perfectamente que esas personas malvadas irradian el mal, pero endurecen sus corazones y las siguen, y se mueven en contra de la verdad. ¿No están haciendo el mal estas personas que no practican la verdad, sino que hacen cosas destructivas y abominables? Aunque hay entre ellos los que se llaman “reyes” y los que les siguen su rastro, ¿no son todas sus naturalezas igualmente desafiantes para Dios? ¿Qué excusa pueden tener para decir que Dios no los salva? ¿Qué excusa pueden tener para decir que Dios no es justo? ¿No es su propio mal el que los destruirá? ¿No es su propia rebeldía la que los arrastrará al infierno? Aquellos que practican la verdad, al final, serán salvos y perfeccionados a través de la verdad. Aquellos que no practican la verdad al final invitarán a la ruina a través de la verdad. Estos son los fines que esperan a los que practican la verdad y a los que no la practican.

de ‘Una advertencia a los que no practican la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”

Algunos se comportan mojigata y decentemente en presencia de Dios, y, particularmente, “con buenos modales”, pero se vuelven desafiantes y desenfrenados en presencia del Espíritu. ¿Contaríais a un hombre así en las filas de los honestos? Si eres un hipócrita y experto en socializar, entonces Yo te digo que definitivamente eres uno de los que juega con Dios. Si tus palabras están llenas de excusas y justificaciones que nada valen, entonces Yo te digo que eres alguien muy poco dispuesto a practicar la verdad. Si tienes muchas confidencias que eres reacio a compartir y estás muy poco dispuesto a dejar al descubierto tus secretos —es decir, tus dificultades— ante los demás con el fin de buscar el camino de la luz, entonces digo que eres alguien que no recibirá la salvación fácilmente y que no saldrá fácilmente de las tinieblas. Si buscar el camino de la verdad te causa placer, entonces eres alguien que vive siempre en la luz. Si te sientes muy contento de ser un hacedor de servicio en la casa de Dios, trabajando de forma diligente y concienzuda en la oscuridad, siempre dando y nunca quitando, entonces Yo te digo que eres un santo leal, porque no buscas ninguna recompensa y estás simplemente siendo un hombre honesto. Si estás dispuesto a ser franco, si estás dispuesto a esforzarte al máximo, si eres capaz de sacrificar tu vida por Dios y mantener el testimonio, si eres honesto hasta el punto en que sólo sabes satisfacer a Dios y no considerarte o tomar las cosas para ti mismo, entonces Yo digo que este tipo de persona es la que se alimenta en la luz y vivirá para siempre en el reino.

de ‘Tres advertencias’ en “La Palabra manifestada en carne”

Algunas personas abandonan cuando algunas cosas negativas les sobrevienen, y son incapaces de levantarse después de cada revés. Todas estas personas son necios que no aman la verdad y no obtendrán la verdad aun si viven toda una vida de fe. ¿Cómo podrían seguir hasta el final tales necios? Las personas astutas y las que tienen de verdad la cualidad interior y entienden los asuntos espirituales son buscadoras de la verdad, y ocho de cada diez veces son capaces de lograr alguna inspiración, alguna lección, algún esclarecimiento y algún progreso. Cuando a un necio que no entiende los asuntos espirituales le ocurre diez veces lo mismo, ni una sola vez obtendrá un beneficio de vida y ni una sola vez efectuará un cambio ni entenderá su naturaleza. Fracasa diez veces, se tropieza diez veces, pero sigue sin despertar y tampoco busca la verdad para encontrar la raíz del problema. Sin importar cuántos sermones pueda escuchar ese tipo de persona, nunca entenderá la verdad: es una causa perdida. Cada vez que se tropieza necesita a alguien más para que lo ayude a volver a levantarse, para persuadirlo. Si no es persuadido o no se le extiende la mano, simplemente no vuelve a levantarse. Cada vez que ocurre, hay peligro de que caiga, y cada vez existe el peligro de que degenere. ¿No es esto el final para esa persona? ¿Sigue existiendo alguna razón para que estas personas inútiles sean salvas? La salvación de Dios hacia la humanidad es la salvación para aquellos que aman la verdad. Es la salvación para aquellos que tienen fuerza de voluntad y determinación, aquellos que aspiran a la verdad y la justicia. Decir que alguien tiene determinación significa que anhela la justicia, la bondad y la verdad, y que tiene conciencia. Dios obra en estas personas para que puedan comprender y obtener la verdad, para que su corrupción pueda ser limpiada y su carácter de vida pueda transformarse. Si dentro de ti no existe amor por la verdad y si no aspiras a la justicia y a la luz, entonces, cuandoquiera que te encuentres con el mal no tendrás la voluntad para desechar las cosas malignas ni la determinación para padecer dificultades, y si tu conciencia está adormecida, tu capacidad de recibir la verdad también lo está; no eres sensible a la verdad ni a las cosas que ocurren; no eres capaz de distinguir nada y no tienes la capacidad de manejar o resolver las cosas; por tanto, no hay forma de ser salvo. Esta clase de persona no tiene nada por lo que se la pueda recomendar, nada con lo que merezca la pena obrar. No responde, sin importar con cuánta claridad o con cuánta transparencia Dios hable acerca de la verdad, como si la persona estuviera muerta. ¿Acaso no ha acabado todo para ella? Cualquiera que tenga aliento puede salvarse mediante la respiración artificial. Pero si la persona ya ha muerto y su alma ha partido, la respiración artificial será inútil. Una vez que te ocurre algo te encoges y no das testimonio; por tanto, nunca puedes ser salvado, y estás completamente acabado.

de ‘Las personas confundidas no pueden ser salvas’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

Tales hombres no entienden la nueva obra, sino que están llenos de conceptos interminables. No cumplen con ninguna función en la iglesia; más bien, siembran cizaña y esparcen negatividad por todas partes, incluso al punto de participar de toda clase de mal comportamiento y disturbios en la iglesia, arrojando así a la confusión y el desconcierto a aquellos que carecen de discernimiento. Estos demonios vivos, estos espíritus malignos, deberían irse de la iglesia lo antes posible, no sea que la iglesia quede arruinada por su culpa. Tal vez no le temas a la obra del presente, pero ¿no le temes acaso al castigo justo del mañana? Hay una gran cantidad de personas en la iglesia que son parásitos, así como también una gran cantidad de lobos que buscan trastornar la obra normal de Dios. Son demonios enviados por el Diablo, lobos feroces que buscan devorar a los corderos ignorantes. Si estos supuestos hombres no son expulsados, se transforman en parásitos en la iglesia y en polilla que devoran las ofrendas. Un día, ¡todos estos gusanos despreciables, ignorantes, ruines y repulsivos serán castigados!

de ‘Los que obedecen a Dios con un corazón verdadero, con seguridad serán ganados por Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

Aquellos que sólo piensan en su carne y les gusta la comodidad, aquellos cuya fe es ambigua, aquellos que se involucran en la medicina de brujería y la hechicería, aquellos que son promiscuos y andrajosos y harapientos, aquellos que le roban los sacrificios a Jehová y Sus posesiones, aquellos que aman los sobornos, aquellos que ociosamente sueñan con ir al cielo, aquellos que son arrogantes y engreídos y sólo luchan por la fama personal y la fortuna, aquellos que esparcen palabras impertinentes, aquellos que blasfeman a Dios mismo, aquellos que no hacen nada sino hacer juicios contra Dios mismo y lo calumnian, aquellos que se agrupan con otros y tratan de formar un grupo independiente, aquellos que se exaltan más alto que Dios, aquellos hombres y mujeres jóvenes frívolos y hombres y mujeres de edad media y avanzada que son atrapados en el libertinaje, aquellos hombres y mujeres que disfrutan de la fama y la fortuna personales y buscan el estatus personal entre los demás, aquellas personas impenitentes que están atrapadas en el pecado, ¿no están todos más allá de la salvación? Libertinaje, pecaminosidad, medicina de brujería, hechicería, obscenidad y palabras impertinentes, todos desenfrenados entre vosotros mientras las palabras de verdad y vida son pisoteadas entre vosotros y el lenguaje santo es profanado entre vosotros. ¡Vosotros prole de gentiles, hinchados de inmundicia y desobediencia! ¿En dónde terminaréis? ¿Cómo se atreven aquellos que aman la carne, que cometen actos malvados de la carne y están atrapados en pecados de libertinaje a tener el descaro de seguir viviendo? ¿No sabes que tales personas como vosotros sois gusanos que estáis más allá de la salvación? ¿Qué os califica para demandar esto y aquello? A la fecha no ha habido el menor cambio en aquellos que no aman la verdad y sólo aman la carne, así que, ¿cómo pueden tales personas ser salvas? Incluso hoy, aquellos que no aman el camino de vida, que no exaltan a Dios y no dan testimonio de Él, que planean por el bien de su propio estatus, que se ensalzan, ¿no siguen siendo los mismos? ¿Dónde está el valor de salvarlos? Si el hombre puede ser salvo no depende de qué tan bien calificado estés o cuántos años has estado trabajando, mucho menos en cuántas credenciales tienes. Depende de si tu búsqueda ha dado fruto. Debes saber que los que son salvados son los “árboles” que dan fruto, no los árboles con un follaje exuberante y abundantes flores que no dan fruto. Incluso si has pasado muchos años vagando por las calles, ¿entonces qué? ¿Dónde está tu testimonio? Tu reverencia por Dios es mucho más baja que tu amor por ti mismo y tus deseos lujuriosos, ¿no es alguien así un degenerado? ¿Cómo podrían ser un espécimen y modelo para la salvación? ¡Tu naturaleza es inalterable, eres demasiado rebelde, estás más allá de la salvación! ¿No son esos el tipo de personas que será eliminado? ¿El tiempo cuando Mi obra termine no es el tiempo de la llegada de tu último día? He hecho tanta obra y he hablado tantas palabras entre vosotros, ¿qué tanto de esto ha entrado en vuestros oídos? ¿Qué tanto de esto habéis alguna vez obedecido? Cuando Mi obra termine también será cuando dejes de oponerte a Mí y de estar contra Mí. Durante la duración de Mi obra, siempre actuáis contra Mí, nunca cumplís con Mis palabras. Hago Mi obra y tú haces tu propia “obra”, haces tu propio reinito, vosotros jauría de zorras y perros, ¡todo lo que hacéis es contra Mí! Siempre estáis tratando de traer a vuestro abrazo a aquellos que sólo os aman, ¿dónde está vuestra reverencia? ¡Todo lo que hacéis es engañoso! ¡No tenéis obediencia ni reverencia, todo lo que hacéis es engañoso y blasfemo! ¿Pueden tales personas ser salvadas? Los hombres sexualmente inmorales y lascivos siempre quieren atraer hacia ellos, para su propio placer a esas rameras coquetas. De ninguna manera salvaré a tales demonios sexualmente inmorales. Os odio demonios inmundos, vuestra lascivia y coquetería os sumergirán en el infierno, ¿qué tenéis que decir por vosotros mismos? ¡Vosotros demonios inmundos y espíritus malvados sois tan repulsivos! ¡Sois repugnantes! ¿Cómo puede ser salva esa basura? ¿Podrían ellos que están atrapados en el pecado todavía ser salvados? El día de hoy, esta verdad, este camino y esta vida no tienen ningún atractivo para vosotros; sois atraídos a la pecaminosidad, al dinero, a la posición, a la fama y la ganancia, a los disfrutes de la carne, a la guapura de los hombres y a la coquetería de las mujeres. ¿Qué os califica para entrar a Mi reino? Vuestra imagen es incluso mayor que la de Dios, vuestro estatus es mayor que el de Dios, por no decir nada de vuestro prestigio entre los hombres, os habéis convertido en un ídolo que las personas adoran. ¿No te has convertido en el arcángel? Cuando se revelen los resultados de las personas, que es también cuando la obra de salvación se acerque a su fin, muchos de aquellos entre vosotros seréis cadáveres que estáis más allá de la salvación y debéis ser eliminados.

de ‘Práctica (7)’ en “La Palabra manifestada en carne”

Las personas que más tarde sobrevivan al reposo, todas habrán soportado el día de la tribulación y también habrán dado testimonio de Dios; todas serán personas que cumplen su deber y tienen la intención de obedecer a Dios. Los que simplemente desean usar la oportunidad de servir para evitar practicar la verdad no van a poder permanecer. Dios tiene estándares apropiados para el arreglo de los resultados de todas las personas; Él no simplemente toma estas decisiones de acuerdo a las palabras y conductas de alguien, ni tampoco las toma de acuerdo con su comportamiento durante un solo periodo de tiempo. Para nada va a ser indulgente con toda la conducta malvada de alguien debido al servicio pasado que haya hecho para Dios, ni tampoco va a perdonar de la muerte a alguien por un gasto momentáneo para Dios. Nadie puede evadir la retribución debida a su maldad y nadie puede cubrir su malvada conducta y, por lo tanto, evadir el tormento de la destrucción. Si alguien puede hacer en verdad su propio deber, entonces esto quiere decir que es eternamente fiel a Dios y no busca recompensas, independientemente de si recibe bendiciones o sufre desgracias. Si las personas son fieles a Dios cuando ven bendiciones, pero pierden su fidelidad cuando no pueden ver bendiciones, y al final todavía son incapaces de dar testimonio de Dios e incluso son incapaces de hacer su deber como deberían, estas personas que una vez prestaron servicio a Dios fielmente aun así van a ser destruidas. En resumen, las personas malvadas no pueden sobrevivir a la eternidad ni tampoco pueden entrar en el reposo; sólo los justos son los maestros del reposo.

de ‘Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo’ en “La Palabra manifestada en carne

¿Qué es el arrebatamiento?

Al igual que otros muchos hermanos y hermanas cristianos, anhelo con impaciencia la segunda venida del Señor Jesús. Nos ceñimos al siguiente pasaje de la Biblia: “Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos con el Señor siempre” (1 Tesalonicenses 4:17). Por esta razón, miramos estúpidamente a los cielos anhelando el día en que Jesús vuelva y nos lleve en las nubes para que podamos estar con el Señor. Sin embargo, después de que hayan pasado tantísimos años, las cuatro lunas de sangre ya han aparecido; terremotos, hambrunas, plagas, guerra y toda clase de otros desastres están volviéndose cada vez más intensos. Las profecías de la segunda venida del Señor ya se han cumplido básicamente. Sin embargo, aún no hemos visto a un solo cristiano arrebatado al cielo. No puedo evitar pensar: “¿Por qué no viene el Señor a recibirnos? El Señor es confiable. Él prometió que nos llevaría al reino celestial en los últimos días. La promesa del Señor sin duda alguna se logrará y cumplirá. No dudo en absoluto de esto. Pero ¿cómo es que hasta ahora aún no hemos sido arrebatados al cielo por el Señor? ¿Podría ser que haya algunos problemas con nuestro anhelo?”.

Justo cuando me sentía muy desconcertada, una predicadora que había llevado a cabo obra en zonas del extranjero durante muchos años volvió y recibí alguna nueva luz de ella. La hermana contestó directamente a mi pregunta: “El pasaje de la Biblia al que te referiste fue algo que Pablo dijo. No fue algo que el Señor Jesús dijo. Pablo fue simplemente un apóstol. Aunque sus palabras fueron registradas en la Biblia, sólo algunas de ellas podrían describirse como el esclarecimiento del Espíritu Santo. Aunque sus palabras estuvieran de acuerdo con la verdad, no eran las palabras de Dios y no pueden mencionarse como si lo fueran en los mismos términos que ellas. Además, algunas de las cosas que Pablo dijo no podrían describirse como esclarecimiento del Espíritu Santo. En su lugar, derivaban de sus nociones e imaginaciones y traen consigo el significado del hombre. Estas palabras no se basan en las palabras de Dios. Por tanto, cuando se trata del asunto de dar la bienvenida a la segunda venida del Señor, no debemos usar las palabras de Pablo como fundamento. En su lugar, debemos usar las palabras del Señor como fundamento y buscar Sus intenciones porque sólo las palabras del Señor son la verdad y 100% precisas”. Al oír esto, pensé: “Sí. El Señor Jesús nunca dijo realmente ‘arrebatados al cielo’. Estas palabras fueron de Pablo. Pablo fue sólo un hombre. Sus palabras realmente no pueden igualarse con las de Dios. No debemos usar las palabras de Pablo como base para dar la bienvenida a la segunda venida del Señor. Como alguien que cree en Dios, debo usar las palabras y la obra de Dios como base. ¡Esto es lo que está de acuerdo con las intenciones de Dios!”.

La hermana siguió hablando: “Jesús dijo ‘Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, es decir, el Hijo del Hombre que está en el cielo’ (Juan 3:13). En las palabras del Señor Jesús, pudimos ver que aparte del Hijo del Hombre que descendió del cielo, que es el Dios encarnado, nadie más ascendió al cielo. El cielo es el trono de Dios. Sólo Dios mismo puede ascender a este lugar elevado. Como seres humanos, no podemos ascender a ese lugar elevado para ver a Dios. En su lugar, cuando Dios creó al hombre, predestinó que la humanidad viviera en la tierra. Dios usó la tierra para crear a los antepasados de la humanidad, Adán y Eva, y les ayudó a establecerse en el Jardín del Edén. Ellos escuchaban las palabras de Dios, recibían Sus bendiciones y lo gestionaban todo dentro del jardín. Después, la humanidad también lo gestionaría todo en la tierra pero no en el cielo. Cuando la humanidad fue profundamente corrompida y la tierra se llenó de corrupción y violencia, Dios decidió usar un diluvio para destruir el mundo. Dios salvó a Noé, una persona justa que lo adoraba, pero no lo arrebató al cielo para que evitara las aguas del diluvio. En su lugar, hizo que Noé construyera el arca. Cuando llegó el diluvio, Noé y su familia de ocho personas se refugiaron en el arca. Cuando salieron del arca, Noé y su familia siguieron viviendo en la tierra y se multiplicaron. Durante la Era de la Ley, los israelitas sufrieron bajo la esclavitud a manos del Faraón de Egipto. Cuando Dios sacó a los israelitas de Egipto y les ayudó a escapar de la persecución de Faraón, Él no los arrebató al cielo. En su lugar, manifestó Su autoridad en la tierra llevando a cabo toda clase de milagros para que las personas pudieran presenciar Su omnipotencia y conocer Su sabiduría y lo maravilloso que es Él. Después, Dios promulgó Sus leyes y mandamientos por medio de Moisés y guió a los israelitas en cuanto a cómo vivir en la tierra. Durante la Era de la Gracia, cuando la humanidad no podía acatar las leyes y se enfrentaba a los peligros de la ejecución, el hombre no fue al cielo para expiar sus pecados. En su lugar, Dios se encarnó en la imagen de Jesús y descendió a la tierra. Para salvar a la humanidad, fue clavado en la cruz. Esta era la única manera de que el hombre obtuviera la salvación del Señor. Claramente, nosotros, como seres humanos, pertenecemos a la tierra. Dios nos predestinó para vivir en la tierra. Además, el Señor Jesús nos enseñó: ‘Vosotros, pues, orad de esta manera: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo”’ (Mateo 6:9-10). Las palabras que el Señor habla contienen Sus intenciones. El Señor quiere que lo adoremos en la tierra. El reino de Cristo también descenderá a la tierra. Hay una profecía en el libro de Apocalipsis que dice: ‘He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos’ (Apocalipsis 21:3). Claramente, nuestro deseo de ser arrebatados al cielo para encontrarnos con el Señor es completamente nuestra propia noción e imaginación y no es en absoluto un hecho”. Después de escuchar a la hermana comunicar, entendí muy claramente que por mucho que examinemos la obra que Dios llevó a cabo en el pasado o las profecías del Señor, Dios nunca mencionó que seríamos arrebatados al cielo. Si seguimos creyendo que Dios volverá y nos arrebatará al cielo, ¿no es esto nuestra propia noción e imaginación? ¿No es esto nuestro propio pensamiento ilusorio? Fundamentalmente, ¡esto no está de acuerdo con las palabras e intenciones de Dios! Mi corazón sintió que las cosas se habían aclarado. Sin embargo, yo aún tenía una pregunta más: aunque nuestra aceptación del arrebatamiento sea errónea, ¿a qué se refiere exactamente el arrebatamiento? Seguí preguntando a esta hermana para buscar con respecto a esta cuestión.

La hermana dijo: “Con respecto al arrebatamiento, esto es un misterio y nosotros, como seres humanos, no podemos desentrañarlo. Dios Todopoderoso, Cristo de los últimos días, ha venido y expresado millones de palabras y revelado toda clase de verdades y misterios. Yo sólo llegué a entender lo que acabo de comunicar a partir de la lectura de las palabras de Dios. Con respecto al tema del arrebatamiento, echemos un vistazo a las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dijo: ‘“Ser arrebatado” no es ser tomado de un lugar bajo para ser colocado en un lugar alto, como las personas imaginan. Esto es un tremendo error. Ser arrebatado se refiere a Mi predeterminación y Mi selección. Va dirigido a todos los que Yo he predestinado y escogido. […] Esto es sumamente incompatible con las nociones de las personas. Todas las que tengan participación en Mi casa en el futuro son personas que han sido arrebatadas delante de Mí. Esto es absolutamente cierto, nunca cambia y nadie lo puede refutar. Este es el contraataque contra Satanás. Todo aquel a quien Yo predestiné será arrebatado delante de Mí’ (‘La centésima cuarta declaración’ en “La Palabra manifestada en carne”). A partir de las palabras de Dios pudimos ver que el arrebatamiento no era de la manera que imaginábamos. No se trataba de ascender de la tierra al cielo para ver a Dios. En su lugar, se refiere a los que Dios ha predeterminado y seleccionado. Esto incluye a los que pueden oír la voz de Dios y aceptar la obra de Dios. Ellos irán ante Dios cuando Él venga a la tierra a llevar a cabo Su obra. Estas son las personas que son llevadas ante Dios. Esto es parecido al último período de la Era de la Ley. Cuando el Señor Jesús vino a llevar a cabo Su obra, todos los que pudieron decir que las palabras del Señor Jesús eran la voz de Dios y aceptaron a Jesús como el Señor de la salvación fueron llevados ante Dios. Esto incluyó a Pedro, Juan, Mateo y los demás discípulos, los apóstoles y todos los que aceptaron la salvación de Dios. Todos ellos fueron llevados ante Dios. En cuanto a todos los que se ceñían a la Biblia del Antiguo Testamento, como los fariseos y el pueblo llano, no sólo no aceptaron la salvación de Dios, sino que condenaron, se resistieron y blasfemaron la nueva obra de Dios. No sólo no fueron llevadas esas personas ante Dios, sino que fueron totalmente reveladas, eliminadas y abandonadas por la nueva obra de Dios. Ahora, ya estamos en los últimos días y Dios Todopoderoso ha llevado a cabo una obra nueva y expresado palabras que purifican y salvan al hombre. Los que puedan ver que esto es la voz de Dios hablando las palabras de Dios, sigan los pasos del Cordero y acepten la nueva obra de los últimos días de Dios, serán llevados ante Dios. Desde que la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso se reveló, cada vez más hermanos y hermanas verdaderamente fieles, a partir de la lectura de las palabras de Dios Todopoderoso, creen firmemente que las palabras de Dios Todopoderoso son la verdad y que son las palabras que el Espíritu Santo habla a las iglesias. Uno tras otro, han regresado ante Dios Todopoderoso. Todos ellos son vírgenes prudentes y han aceptado el riego, nutrición, juicio y reprensión de las palabras de Dios. Su carácter corrupto ha sido purificado gradualmente y ellos conocen verdaderamente a Dios. Todos ellos son llevados ante Dios. En cuanto a los que esperan estúpidamente que el Señor venga y los arrebate al cielo donde se encontrarán con Dios, simplemente se ciñen a su propia noción e imaginación. No sólo no buscan ni investigan la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días, sino que juzgan, difaman y se resisten a la nueva obra de Dios. Todos ellos son vírgenes necias. No sólo no serán llevados ante Dios, sino que al final descenderán en medio del desastre y serán castigados por Dios”.

Cuando oí estas cosas de esta hermana, de repente vi la luz. Resulta que arrebatamiento se refiere a cuando nosotros aceptamos la nueva obra de Dios, seguimos los pasos del Cordero y venimos ante Dios. La forma en la que ella comunicó esto fue realmente muy iluminadora. Es mucho más realista que la forma en que creíamos originalmente que seríamos arrebatados al cielo donde nos encontraríamos con el Señor. Si no fuera porque las palabras de Dios abrieron este misterio, por mucho tiempo que creyéramos en el Señor, no podríamos entender. ¡Estaríamos viviendo en nuestra noción e imaginación y esperaríamos estúpidamente que el Señor nos arrebatara al reino de los cielos!

Cuando esta hermana se marchó, reflexioné repetidamente sobre lo que ella dijo. Reconocí que si queremos ser llevados ante Dios, la clave es que debemos buscar con la mente abierta las palabras que el Espíritu Santo habla a las iglesias. Debemos ser vírgenes prudentes y buscar e investigar proactivamente la voz del Señor. De esta manera, ¡podremos dar la bienvenida al retorno del Señor y ser llevados ante Dios! En ese momento, pensé en una de las enseñanzas del Señor Jesús: “Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos. […] Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios” (Mateo 5:3, 8). Estoy agradecida de que el esclarecimiento de Dios me haya ayudado a encontrar una senda práctica. Entendí finalmente el verdadero significado de arrebatamiento. Actualmente, toda clase de desastres se están produciendo uno tras otro en países por todo el mundo. El gran desastre está ante nuestros ojos y la búsqueda de la aparición de Dios es inminente. Hoy, sólo la Iglesia de Dios Todopoderoso da testimonio del hecho de que el Señor ya ha regresado. Además, el evangelio de la Iglesia de Dios Todopoderoso ya ha llegado a todos los rincones del globo. Sus libros, vídeos y películas están disponibles online y las personas de todo el mundo pueden acceder a ellos e investigar. En estos momentos, lo único que debo hacer es investigar inmediatamente las palabras de Dios Todopoderoso y ver si estas son o no la voz de Dios y la verdad. ¡Este es el acontecimiento importante más crucial cuando se trata de dar la bienvenida al retorno del Señor!

Scripture quotations taken from LBLA Copyright by The Lockman Foundation

El misterio de la Trinidad revelado

Por Jingmo, Malasia

En 1997 tuve la suerte de aceptar el evangelio del Señor Jesús y, cuando me bauticé, el pastor oró y me bautizó en el nombre de la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Desde ese momento, siempre que oraba, ofrecía mi oración en el nombre de la Trinidad, que eran el amoroso Padre celestial, el Salvador Señor Jesús y el Espíritu Santo. Sin embargo, dentro de mi corazón siempre había incertidumbre: ¿cómo podrían tres convertirse en uno? Nunca pude explicar ni entender por completo de qué se trataba la Trinidad.

Dos años más tarde, me convertí en diaconisa de mi iglesia y, cuando acompañaba a los futuros creyentes en sus estudios religiosos, a menudo había alguien que me preguntaba qué significaba la Trinidad. La gente también preguntaba a menudo sobre la Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo durante las confesiones. Como yo tampoco entendía este misterio, nunca era capaz de responderles, y eso me angustiaba muchísimo. Deseaba enormemente obtener claridad sobre este tema y, por lo tanto, pedí al pastor y a los predicadores que me lo explicaran con la esperanza de obtener una respuesta definitiva. Sin embargo, su respuesta fue básicamente: “Dios es una Trinidad que consta del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El Padre establece los planes para nuestra salvación, el Hijo los concluye, mientras que el Espíritu Santo es quien los lleva a cabo. El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo también es Dios: son tres personas que, juntas, forman al único Dios verdadero”. Esta explicación no hizo sino dejarme incluso más desconcertada, y pregunté: “Pero, si Él son tres personas, ¿cómo puede Él ser un único Dios?”. Entonces, me dijeron: “La Trinidad es un misterio. No pienses demasiado en ello. Solo confía en tu fe y cree en ello, y eso es lo único que tienes que hacer”. Aunque seguía sintiéndome muy perpleja por esto, me forcé a mí misma a aceptarlo, y pensé: “No pienses más en ello. ¡Solo cree en ello!”. Cuando oraba, seguía haciéndolo a la Trinidad: al amoroso Padre celestial, al Salvador Señor Jesús y al Espíritu Santo. Sentía como si Dios solo fuera a escuchar mis oraciones si oraba de esa manera, y tenía miedo de que si solo oraba a una de las personas de Dios, Él no me escucharía. Y, por lo tanto, seguí con tal confusión durante años creyendo en la Trinidad de mi propia imaginación. Después de eso, siempre que los hermanos y las hermanas en la iglesia me preguntaban qué significaba la Trinidad, yo seguía sin saber qué responder. Lo único que podía hacer era responderles conforme a lo que el pastor me había dicho, aunque, por sus rostros, podía ver que no lo entendían de verdad. Esto me dio una sensación de impotencia, y lo único que podía hacer era presentarme ante el Señor en oración: “¡Te doy gracias, querido Padre celestial! Cuando los hermanos, las hermanas y los futuros creyentes me hacen preguntas sobre la Trinidad, no sé qué contestarles. Te pido que me ayudes. Que el Espíritu Santo me guíe para que pueda llegar a entender lo que significa la Trinidad, para que este tema ya no me confunda más y para que más gente llegue a conocerte”.

En mayo de 2017, me encontré con una hermana en Facebook. Ella era muy amorosa y paciente y, después de haber compartido y hablado de algunos pasajes de las Escrituras, descubrí que había luz en sus enseñanzas. Obtuve muchas cosas de ellas y estaba deseosa de intercambiar ideas con esta hermana. Más tarde, ella nos llevó a mí y a algunos otros hermanos y hermanas a algunas reuniones. A través de las enseñanzas que se compartían en esas reuniones, llegué a entender algunas verdades que nunca antes había entendido como, por ejemplo, qué era la encarnación y la forma en que vendrá el Señor, y esas cosas. Me beneficié muchísimo de ellas y obtuve un entendimiento mucho más claro de algunos pasajes de las Escrituras. Cuando le pregunté a la hermana cómo era posible que pudiera entender tanto a partir de la lectura de la Biblia, mientras que yo no podía, ella me dijo: “Todo lo que entiendo ha venido a partir de la lectura de las palabras de Dios. Nuestro Señor Jesús ya ha regresado. Él se ha encarnado como el Hijo del hombre para expresar Sus palabras y llevar a cabo nueva obra en los últimos días…”. Estaba asombrada y emocionada ante esta noticia, y le hice a la hermana una batería de preguntas: “¿Es verdad? ¿Ha regresado el Señor de verdad?”, a lo que ella me respondió con certeza: “¡Sí, es verdad!”. Luego continuó diciendo que el Señor había regresado en forma encarnada en los últimos días, pero que el nombre de Dios había cambiado. Ahora, Dios se llamaba Dios Todopoderoso y era “el Todopoderoso” que había sido profetizado en el libro del Apocalipsis. En cuanto escuché el nombre de “Dios Todopoderoso”, se me detuvo el corazón y me dije a mí misma: “¿Dios Todopoderoso? ¿No es eso el Relámpago Oriental? Nuestro pastor nos pidió que nos cuidáramos del Relámpago Oriental y nos dijo que no tuviéramos nada que ver con ellos. Es más, nosotros creemos en el Señor Jesús, pero esta hermana está diciendo que el Señor Jesús ha regresado y que ha adoptado el nombre de Dios Todopoderoso; así que, ¿cómo es posible que Su nombre sea diferente? ¿Terminaré descarriándome?”. Pero luego pensé: “Desde que he conocido a esta hermana, no solo he descubierto que sus enseñanzas concuerdan con la Biblia, sino que también son muy reveladoras y que contienen claramente el esclarecimiento del Espíritu Santo. Si este camino es el equivocado, ¿cómo podría tener la obra del Espíritu Santo? ¿Debería seguir escuchando a esta hermana o no?”.

Justo cuando me estaba debatiendo entre sentimientos contradictorios, recordé de repente un pasaje que la hermana había compartido conmigo previamente: “El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto” (‘Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”). Este pasaje menciona a Cristo y dice que Él puede dar la verdad a las personas. En el versículo 6, capítulo 14 del Evangelio de Juan, el Señor Jesús dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí”. El Señor Jesús es Cristo; Dios hecho carne y dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”. Tanto las palabras de Dios Todopoderoso como las de Jesús mencionan a Cristo y la verdad. “Si Dios Todopoderoso es Cristo”, pensé, “entonces sin duda Él puede expresar la verdad y proveer sustento para la vida de las personas”. Pensé en las muchas palabras de Dios Todopoderoso que la hermana me había leído recientemente. ¡Mientras las escuchaba, sentía que poseían autoridad y poder, y sentía que las palabras de Dios Todopoderoso eran de hecho la verdad y que venían del Espíritu Santo! Por lo tanto, me di cuenta de que este camino debía ser el camino verdadero, y que no podía ser el equivocado. En la Biblia, dice: “Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo” (Romanos 10:17). Si Dios Todopoderoso era el Señor Jesús retornado y yo no buscaba o estudiaba este camino, sino que solo creía ciegamente en lo que decían los pastores y los ancianos, ¿acaso no perdería la salvación del Señor y sería incapaz de dar la bienvenida a Su retorno? Al pensarlo, decidí asistir a algunas otras reuniones para poder entender mejor la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días.

En otra reunión, la hermana compartió con nosotros este pasaje de las palabras de Dios: “La obra realizada en el presente ha empujado hacia adelante la obra de la Era de la Gracia; esto es, la obra en todo el plan de gestión de seis mil años se ha movido hacia adelante. Aunque la Era de la Gracia ha terminado, la obra de Dios ha progresado. ¿Por qué digo una y otra vez que esta etapa de la obra se construye sobre la Era de la Gracia y la Era de la Ley? Esto significa que la obra de hoy en día es una continuación de la obra realizada en la Era de la Gracia y ha sido una elevación de la obra realizada en la Era de la Ley. Las tres etapas están estrechamente interconectadas y cada una se vincula de manera conjunta con la siguiente. ¿Por qué digo también que esta etapa de la obra se construye sobre la realizada por Jesús? Si esta etapa no se construyese sobre la obra realizada por Jesús, tendría que ocurrir otra crucifixión en esta etapa, y la obra de redención realizada previamente tendría que repetirse. Esto no tendría sentido. Por tanto, no es que la obra haya terminado totalmente, sino que la era se ha movido hacia adelante y la obra se ha vuelto más elevada que antes. Podría decirse que esta etapa de la obra se edifica sobre el fundamento de la Era de la Ley y la roca de la obra de Jesús. La obra se edifica etapa a etapa, y esta etapa no es un nuevo comienzo. Sólo la combinación de las tres etapas de la obra puede considerarse el plan de gestión de seis mil años” (‘Las dos encarnaciones completan el sentido de la encarnación’ en “La Palabra manifestada en carne”). Luego, la hermana dijo en comunicación: “La obra de Dios siempre avanza, y Él realiza obra diferente y adopta diferentes nombres en distintas eras de acuerdo con las necesidades del hombre. Pero, independientemente de qué etapa de obra Dios realice con qué nombre, en esencia, siempre es Dios mismo el que realiza la obra de salvación de la humanidad. En la Era de la Ley, Dios adoptó el nombre de Jehová para realizar Su obra: proclamó la Ley y los mandamientos para guiar la vida del hombre en la tierra y permitió que el hombre conociera lo que era el pecado, las normas que debía cumplir, cómo debía adorar a Dios, etcétera; en la Era de la Gracia, Dios se hizo carne y adoptó el nombre de Jesús y, sobre la base de la obra de la Era de la Ley, Él realizó la obra de ser crucificado para redimir a la humanidad, lo que tuvo como resultado el perdón de los pecados del hombre. Ahora, en la Era del Reino, la era final, Dios se ha hecho carne por segunda vez y, tras adoptar el nombre de Dios Todopoderoso, realiza Su obra de juzgar y purificar al hombre sobre la base de la obra de la redención. El resultado de esto es que se eliminan la naturaleza pecaminosa y el carácter corrupto que el hombre alberga en su interior, y que la causa fundamental de que el hombre cometa pecados y se resista a Dios es extirpada de una vez por todas. Las tres etapas de la obra se complementan perfectamente entre sí, siendo cada etapa más grande y más profunda que la anterior. Ninguna etapa de la obra de Dios puede ser independiente: solo las tres etapas de obra entrelazadas forman la obra completa de salvación de la humanidad que Dios realiza y, juntas, forman el plan de gestión de seis mil años de Dios para la humanidad. Dios simplemente usa Su nombre para demarcar las eras y para cambiarlas, y es por eso por lo que siempre vemos que el nombre de Dios cambia junto con la era. Pero, independientemente de cómo pueda cambiar el nombre de Dios, Él sigue siendo un único Dios”. Tras escuchar las palabras de Dios y la enseñanza de la hermana, me sentí maravillada. Había creído en el Señor todo ese tiempo y nunca había conocido a nadie que fuera capaz de explicar la obra de gestión de seis mil años de Dios y, sin embargo, las palabras de Dios Todopoderoso habían revelado este misterio: ¡esas palabras eran verdaderamente la voz de Dios! No me había descarriado en mi creencia: Dios Todopoderoso es verdaderamente el Señor Jesús retornado. Es solo que Dios cambia Su nombre de una era a otra, eso es todo. Pero Él sigue siendo un único Dios.

Seguí examinándolo algunos días más. La hermana nos habló sobre aspectos de la verdad como, por ejemplo, la obra del juicio que Dios realiza en los últimos días y el significado de los nombres de Dios y, cuanto más escuchaba, más claridad obtenía. Un día, la hermana dijo: “Las palabras de Dios han revelado todos los misterios de la Biblia”. Al escuchar esto, mi corazón se iluminó de inmediato; le hablé sobre el asunto de la Trinidad que durante tantos años me había estado causando tanta consternación. Entonces, la hermana me leyó un pasaje de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: “Si alguien entre vosotros dice que la Trinidad en verdad existe, entonces explica qué es exactamente este Dios único en tres personas. ¿Qué es el Padre Santo? ¿Qué es el Hijo? ¿Qué es el Espíritu Santo? ¿Es Jehová el Padre Santo? ¿Es Jesús el Hijo? ¿Qué es entonces el Espíritu Santo? ¿No es el Padre un Espíritu? ¿No es la esencia del Hijo también un Espíritu? ¿No fue la obra de Jesús la obra del Espíritu Santo? ¿No fue en ese tiempo la obra de Jehová llevada a cabo por un Espíritu igual que el de Jesús? ¿Cuántos Espíritus puede tener Dios? Según tu explicación, las tres personas del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una; de ser así, hay tres Espíritus, pero tener tres Espíritus significa que hay tres Dioses. Esto significa que no hay un único Dios verdadero; ¿cómo puede esta clase de Dios seguir teniendo la esencia inherente de Dios? Si aceptas que sólo hay un Dios, entonces ¿cómo puede Él tener un hijo y ser un padre? ¿No son todas estas simplemente tus nociones? Sólo hay un Dios, sólo hay una persona en este Dios y sólo un Espíritu de Dios, así como está escrito en la Biblia que ‘sólo hay un único Espíritu Santo y un único Dios’. Independientemente de que el Padre y el Hijo de los que hablas existan, sólo hay un Dios después de todo y la esencia del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en los que creéis es la del Espíritu Santo. En otras palabras, Dios es un Espíritu, pero es capaz de hacerse carne y vivir entre los hombres, así como estar sobre todas las cosas. Su Espíritu lo incluye todo y es omnipresente. Él puede estar simultáneamente en la carne y por todo el universo. Como todas las personas dicen que Dios es el único Dios verdadero, entonces, ¡sólo hay un Dios y nadie lo puede dividir a voluntad! Dios es sólo un Espíritu y sólo una persona; y ese es el Espíritu de Dios” (‘¿Existe la Trinidad?’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Esta hermana habló y dijo: “Las palabras de Dios son muy claras. Dios es único y solo hay un Dios. También hay solo un Espíritu Santo. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son de una esencia, que es la del Espíritu. Dios puede obrar en el Espíritu, como Jehová, pero también puede obrar encarnándose como el Hijo del hombre, como Jesús y Dios Todopoderoso. Pero, ya sea que Dios obre en el Espíritu o en la carne, en esencia, sigue siendo el Espíritu de Dios el que realiza Su propia obra. Por lo tanto, el concepto de la Trinidad pertenece a las nociones e imaginaciones del hombre y es totalmente insostenible. En realidad, el concepto de la Trinidad se estableció más de 300 años después del Señor, en el concilio ecuménico de Nicea. En ese concilio, los expertos religiosos de todo el mundo cristiano participaron en un animado debate sobre las naturalezas unitarias y múltiples de Dios hasta que, finalmente, establecieron el concepto de la Trinidad basándose en sus nociones, imaginaciones y conclusiones lógicas. Desde ese momento, las personas definían al único Dios verdadero que creó los cielos y la tierra y todas las cosas como una Trinidad con la creencia de que, aparte del Santo Hijo el Señor Jesús, hay un Santo Padre en el cielo y también un instrumento usado tanto por el Padre como por el Hijo que es el Espíritu Santo. Esto es simplemente ridículo. Si nos dejamos llevar por la interpretación del mundo religioso y creemos en la Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, entonces eso significa que hay tres Espíritus y tres Dioses, y ¿no contradice eso el hecho de que haya un único Dios? En realidad, la Trinidad no existe. Esta es una interpretación nacida por completo de la mente del hombre y es una conclusión a la que ha llegado la humanidad corrupta basándose en nuestras nociones e imaginaciones. Dios nunca dijo tal cosa, ningún profeta o apóstol inspirado por Dios dijo nunca tal cosa y no hay registros de algo semejante en ningún lugar de la Biblia”.

En mi corazón seguía habiendo algo de confusión mientras escuchaba las palabras de Dios y la enseñanza de la hermana, así que pregunté: “La Biblia afirma que después de que Jesús fuera bautizado, los cielos se abrieron y el Espíritu Santo vino como una paloma y se posó sobre Jesús, y que una voz del cielo dijo: ‘Este es mi Hijo amado en quien me he complacido’ (Mateo 3:17). Además, antes de ser crucificado, el Señor Jesús oró y dijo: ‘Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras’ (Mateo 26:39). Las Escrituras dicen que el Dios en el cielo llamó a Jesús Su Hijo amado y que, cuando oró, Jesús llamó al Dios en el cielo Su Padre. Así que, aquí tenemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo; ¿acaso no muestra esto que Dios es una Trinidad? ¿Por qué se dice en las palabras de Dios Todopoderoso que la Trinidad no existe y que no es nada más que una noción y una imaginación del hombre? ¿Qué significa todo esto?”.

Respondiendo a mi pregunta, la hermana habló y dijo: “En el Antiguo Testamento, simplemente no hay un concepto como la Trinidad. No fue hasta después de que el Señor Jesús se hiciera carne y viniera a la tierra para realizar Su obra que tuvimos la interpretación del ‘Padre y el Hijo’. En el Evangelio de Juan está registrado que Felipe no conocía a Dios y que creía que, aparte del Señor Jesús en la tierra, también había un Santo Padre en el cielo y, por lo tanto, dijo a Jesús: ‘Señor, muéstranos al Padre’. El Señor Jesús corrigió su opinión errónea y reveló este misterio diciéndole a Felipe: ‘¿Tanto tiempo he estado con vosotros, y todavía no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»?’ (Juan 14:9). También dijo: ‘Yo estoy en el Padre, y el Padre en mí’ (Juan 14:10). ‘Yo y el Padre somos uno’ (Juan 10:30). El Padre es el Hijo y el Hijo es el Padre; el Padre y el Hijo son uno; son de un solo Espíritu. Al decir esto, el Señor Jesús nos estaba diciendo que Él y el Padre son un Dios, no dos”.

Luego, la hermana me mostró un clip de película maravilloso titulado El misterio de “El Padre y el Hijo”, revelado. Después, continuamos leyendo un pasaje de las palabras de Dios: “Todavía están los que dicen: ‘¿No declaró Dios expresamente que Jesús era Su Hijo amado?’. Jesús es el Hijo amado de Dios, en quién Él se regocija grandemente; esto ciertamente fue dicho por Dios mismo. Eso fue Dios dando testimonio de sí mismo, pero simplemente desde una perspectiva diferente, la del Espíritu en el cielo dando testimonio de Su propia encarnación. Jesús es Su encarnación, no Su Hijo en el cielo. ¿Entiendes? ¿No indican las palabras de Jesús, ‘Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí’ que Ellos son un Espíritu? ¿Y acaso no se debe a la encarnación que Ellos fueran separados entre el cielo y la tierra? En realidad, siguen siendo uno; sin importar lo que digan, es simplemente Dios dando testimonio de sí mismo. […] Como Él era la encarnación, se le llamó el Hijo amado de Dios y, a partir de esto, llegó la relación entre Padre e Hijo. Se debió sencillamente a la separación entre el cielo y la tierra. Jesús oró desde la perspectiva de la carne. Como se había revestido de una carne de humanidad normal, fue desde la perspectiva de la carne desde donde Él dijo: ‘Mi caparazón exterior es el de un ser creado. Como me revestí de carne para venir a la tierra, ahora estoy lejos, muy lejos del cielo’. Por esta razón, Él sólo podía orar a Dios Padre desde la perspectiva de la carne. Este era Su deber y aquello con lo que el Espíritu encarnado de Dios debía estar equipado. No puede decirse que Él no es Dios simplemente porque oraba al Padre desde la perspectiva de la carne. Aunque se le llama el Hijo amado de Dios, sigue siendo Dios mismo, porque Él no es sino la encarnación del Espíritu y Su esencia sigue siendo el Espíritu” (‘¿Existe la Trinidad?’ en “La Palabra manifestada en carne”).

La hermana dijo: “Cuando Dios se hizo carne por primera vez como el Señor Jesús y vino a realizar Su obra, nadie conocía a Dios, nadie entendía la verdad de la encarnación ni sabía lo que era la encarnación. Si el Señor Jesús les hubiera dicho directamente que Él era Jehová Dios al que adoraban, la gente no habría sido capaz de aceptarlo debido a sus estaturas en esa época, y el Señor Jesús hubiera sido condenado y rechazado por la humanidad antes de empezar siquiera a realizar Su obra. La obra de Dios de redimir a la humanidad hubiera sido entonces imposible y la humanidad nunca hubiera obtenido a Jesús como ofrenda por el pecado. Para que la humanidad aceptara al Señor Jesús, creyera en Él y alcanzara la salvación de Dios, antes de que Jesús comenzara formalmente Su obra, Dios dio testimonio de sí mismo desde la postura de Su Espíritu y llamó a Su ser carnal Su Hijo para que la gente pudiera ver que Jesús venía verdaderamente de Dios; esto ayudó a facilitar nuestra aceptación de la salvación del Señor Jesús. Y cuando el Señor Jesús oró y llamó a Dios en el cielo Su Padre, esto era el Hijo del hombre encarnado que llamaba Padre al Espíritu de Su interior desde la postura de la carne. Esto se hizo sobre la base de la diferencia entre el Espíritu y la carne; no significaba que hubiera un Padre y un Hijo separados. De hecho, la interpretación del Padre y el Hijo solo fue apropiada durante la época de la encarnación de Dios. Cuando concluyó la obra de Dios en la tierra, es decir, cuando el Señor Jesús completó la obra de la redención, resucitó y ascendió al cielo, ya no se necesitaba la interpretación del Padre y el Hijo. Por lo tanto, no podemos usar la interpretación del Padre y el Hijo inventada por las nociones de la humanidad y aplicarla de forma sistemática a Dios diciendo que en Dios hay un Padre y un Hijo, y que también hay un instrumento que usan tanto el Padre como el Hijo —el Espíritu Santo— y que Dios es una Trinidad. Decir semejante cosa entra en conflicto con la palabra de Dios y con los hechos. Antes no entendíamos la verdad y, por lo tanto, cuando decíamos semejante cosa, Dios no nos condenaba. Pero ahora Dios ha revelado por completo esta verdad y este misterio, y debemos aceptar la verdad y conocer a Dios a la luz de Sus palabras. Solo esto es lo correcto, y solo esto concuerda con la voluntad de Dios”.

A través de la enseñanza de esta hermana, llegué a entender por qué el Señor Jesús llamaba Padre a Dios en el cielo. Era porque Él se había encarnado como el Hijo del hombre y oraba al Padre celestial desde la postura de un hombre. Dios dio testimonio de Jesús como Su Hijo amado, y esto fue Su testimonio de Su propia carne encarnada desde la postura del Espíritu. Uno estaba en el cielo y Uno estaba en la tierra, pero, en esencia, Ellos eran de un Espíritu. Era solo que Dios estaba diciendo esas cosas desde diferentes posturas y, así, surgió la interpretación del “Padre y el Hijo”. Dios es el único Dios verdadero; Él es un Espíritu que todo lo abarca y que es omnipresente. Puede estar en el cielo, puede estar en la tierra y puede hacerse carne. Una vez que comprendí todo esto, todo se hizo de repente más claro; la confusión que me había acompañado constantemente durante años desapareció en un instante y sentí una increíble sensación de iluminación y liberación.

Posteriormente, la hermana me mostró una película de testimonios del evangelio llamada Examen de la “Trinidad” en la que vi estas palabras de Dios: “A lo largo de todos estos años, habéis dividido a Dios de esta forma, en cada vez más partes con cada generación, hasta el punto de que un Dios ha sido dividido abiertamente en tres Dioses. ¡Y ahora es simplemente imposible para el hombre unir de nuevo a Dios en uno solo, porque lo habéis dividido en demasiadas partes! ¡De no ser por Mi oportuna obra antes de que fuera demasiado tarde, resulta difícil decir cuánto tiempo habríais seguido descaradamente de esta forma! Si seguís dividiendo a Dios así, ¿cómo puede Él seguir siendo vuestro Dios? ¿Seguiríais reconociendo a Dios? ¿Seguiríais volviendo a Él? Si Yo hubiera llegado más tarde, es probable que hubierais enviado al ‘Padre y el Hijo’, Jehová y Jesús, de vuelta a Israel y declarado que vosotros mismos sois una parte de Dios. Afortunadamente, ya son los últimos días. Finalmente, este día que tanto he esperado ha llegado y es sólo después de llevar a cabo esta etapa de la obra por Mi propia mano que se ha detenido vuestra división de Dios mismo. De no ser por esto, os habríais intensificado, colocando incluso a todos los Satanáses entre vosotros en altares para adorarlos. ¡Este es vuestro artificio! ¡Vuestros medios para dividir a Dios! ¿Continuaréis haciéndolo ahora? Dejadme preguntaros: ¿Cuántos Dioses hay? ¿Cuál Dios os traerá la salvación? ¿A cuál oráis siempre, al primer Dios, al segundo o al tercero? ¿En cuál de ellos creéis siempre? ¿En el Padre? ¿En el Hijo? ¿O en el Espíritu Santo? Dime en quién crees. Aunque con cada palabra decís que creéis en Dios, ¡en lo que creéis realmente es en vuestro propio cerebro! ¡Simplemente no tenéis a Dios en vuestros corazones! ¡Y sin embargo en vuestras mentes hay numerosas ‘Trinidades’ como esas! ¿No estáis de acuerdo?” (‘¿Existe la Trinidad?’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Tras terminar de ver la película, me sentía feliz, pero también me sentía triste y llena de autorreproches. Estaba feliz porque por fin se había disipado la confusión que había tenido durante años: Dios es uno y la interpretación de la Trinidad simplemente no existe. Solo creer en el único Dios verdadero concuerda con la voluntad de Dios, y ya no tenía que orar al Padre una vez y luego otra vez al Espíritu Santo o al Hijo como tenía que hacer antes; me sentía muy tranquila. Sin embargo, me sentía triste y me hacía reproches a mí misma porque había creído en Dios durante tantos años, pero no había conocido a Dios. Aquello en lo que había estado creyendo no era más que un Dios inventado por mis nociones e imaginaciones; un Dios vago y de leyenda. No había creído en el Dios verdadero y, lo que es más, me había estado resistiendo a Dios y fragmentándolo: ¡en realidad, había estado blasfemando contra Dios! Demos gracias a Dios, porque la venida de Dios Todopoderoso ha sido la que ha revelado todas las absurdidades de la fe de la humanidad corrupta, y es Dios Todopoderoso quien ha revelado este misterio que ha desconcertado siempre al mundo religioso. Sin duda, Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado, el Señor que creó los cielos y la tierra y todas las cosas. ¡Él es el único Dios verdadero!

Más tarde, a través de la lectura de las palabras de Dios Todopoderoso, vi que todas las palabras de Dios son la verdad y que son la voz de Dios. Sin dudarlo, acepté la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso y empecé a caminar siguiendo los pasos del Cordero. Ahora, cuando oro, no necesito orar a tres Dioses. Simplemente oro en el nombre de Dios Todopoderoso, y esto hace que me sienta muy tranquila, llena de paz y alegría. Cuando oro, ya no tengo que preocuparme de no orar a una de las personas de Dios más que a otra y de que, por lo tanto, Dios no oiga mis oraciones. He experimentado verdaderamente la liberación, la libertad, el gozo y la felicidad que vienen del entendimiento de la verdad y del conocer a Dios. ¡Gracias a Dios!

Scripture quotations taken from LBLA Copyright by The Lockman Foundation

¿Por qué Dios no usa al hombre para llevar a cabo Su obra de juicio en los últimos días? ¿Por qué se debe encarnar y realizarla Él mismo?

¿Por qué Dios no usa al hombre para llevar a cabo Su obra de juicio en los últimos días sino que se debe encarnar y realizarla Él mismo?Versículos bíblicos como referencia:

Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo […] y le dio autoridad para ejecutar juicio, porque es el Hijo del Hombre” (Juan 5:22-27).

Las palabras relevantes de Dios:

La obra de juicio es la propia obra de Dios, por lo que, naturalmente, debe ser hecha por Dios mismo; no puede ser hecha por el hombre en Su lugar. Puesto que el juicio es la conquista de la raza humana por medio de la verdad, es incuestionable que Dios todavía aparezca como la imagen encarnada para hacer esta obra entre los hombres. Es decir, en los últimos días Cristo usará la verdad para enseñar a los hombres alrededor de la tierra y hacer que todas las verdades sean conocidas por ellos. Esta es la obra de juicio de Dios.

de ‘Cristo hace la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”

En los últimos días Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la esencia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tal como: el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como también la sabiduría y el carácter de Dios, y así sucesivamente. Todas estas palabras son dirigidas a la esencia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios con relación a cómo el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra de juicio, Dios no deja simplemente en claro la naturaleza del hombre con sólo unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda, no pueden ser sustituidos con palabras ordinarias, sino con la verdad que el hombre no posee en absoluto. Sólo los métodos de este tipo se consideran juicio; sólo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra de juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra de juicio realizada por Dios.

de ‘Cristo hace la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”

Que te juzgue hoy se debe a tu inmundicia; que te castigue hoy se debe a tu corrupción y a tu rebeldía. No es para ganar poder y prestigio entre vosotros o intimidaros intencionadamente, sino porque vosotros que vivís en una tierra de inmundicia os habéis manchado con mucha inmundicia. Simplemente habéis perdido vuestra personalidad, vuestra humanidad, y no sois diferentes de los cerdos que viven en el más vil de los lugares. Sois juzgados, y Su ira os visita por causa de estas cosas que hay en vosotros. Por estos juicios habéis sido capaces de ver que Dios es el Dios justo, el Dios santo. Él os ha juzgado, y Su ira os ha visitado debido a Su santidad y Su justicia. Como Él puede revelar Su carácter justo cuando ve la rebeldía de la humanidad, y como Él puede revelar Su santidad cuando ve la inmundicia de la humanidad, con esto basta para mostrar que Él es Dios mismo, santo y sin mancha, pero también que Él vive en una tierra de inmundicia. Si Él fuera un hombre que se manchara junto con las personas, y no tuviera ningún elemento de santidad o un carácter justo, no sería apto para juzgar la injusticia de la humanidad ni para ser el juez de la humanidad. Si el hombre juzga al hombre, ¿no sería como abofetear su propio rostro? ¿Cómo podría nadie tener derecho de juzgar a la misma clase de persona tan inmunda como ellos? El único que puede juzgar a toda la humanidad inmunda es el Dios mismo santo; ¿y cómo podría el hombre juzgar los pecados del hombre? ¿Cómo podría el hombre ser capaz de ver los pecados del hombre, y cómo podría ser apto para condenar al hombre? Si Dios no tuviera el derecho de juzgar los pecados del hombre, ¿cómo podría ser entonces el Dios mismo justo? Cuando se revelan los caracteres corruptos de las personas, Él habla para juzgarlas, y sólo entonces pueden ellas ver que Él es santo.

de ‘Cómo se logran los efectos del segundo paso de la obra de conquista’ en “La Palabra manifestada en carne”

Para todos aquellos que viven en la carne, cambiar su carácter requiere metas que perseguir, y conocer a Dios exige ser testigos de los hechos reales y del rostro real de Dios. Ambas cosas sólo las puede lograr la carne encarnada de Dios y sólo las puede conseguir la carne normal y real. Por esta razón, la encarnación es necesaria y toda la humanidad corrupta la necesita. Ya que a las personas se les pide que conozcan a Dios, las imágenes de Dioses ambiguos y sobrenaturales deben ser disipadas de sus corazones, y ya que se les pide que desechen su carácter corrupto, primero deben conocer su carácter corrupto. Si sólo el hombre hace la obra para disipar las imágenes de los Dioses vagos de los corazones de las personas, entonces fracasará en conseguir el efecto apropiado. Las imágenes de los Dioses ambiguos que están en los corazones de las personas no se pueden exponer, desechar o expulsar por completo sólo con palabras. Al hacerlo así, a la larga no será posible disipar estas cosas que están profundamente arraigadas en las personas. Sólo el Dios práctico y la inherente imagen de Dios pueden reemplazar estas cosas vagas y sobrenaturales para permitirles a las personas conocerlas poco a poco, y sólo de esta manera se puede lograr el efecto debido. El hombre reconoce que el Dios al que buscó en tiempos pasados es ambiguo y sobrenatural. Lo que puede lograr este efecto no es la guía directa del Espíritu, mucho menos las enseñanzas de un cierto individuo, sino el Dios encarnado. Las nociones del hombre se ponen al descubierto cuando el Dios encarnado hace de manera oficial Su obra, porque la normalidad y la realidad del Dios encarnado es la antítesis del Dios ambiguo y sobrenatural que hay en la imaginación del hombre. Las nociones originales del hombre sólo se pueden revelar por medio de su contraste con el Dios encarnado. Sin la comparación con el Dios encarnado, las nociones del hombre no se podrían revelar; en otras palabras, sin el contraste con la realidad las cosas vagas no se podrían revelar. Nadie es capaz de usar palabras para hacer esta obra y nadie es capaz de articular esta obra usando palabras. Sólo Dios mismo puede hacer Su propia obra y nadie más puede hacer esta obra en Su nombre. No importa qué tan rico sea el lenguaje del hombre, es incapaz de articular la realidad y la normalidad de Dios. El hombre sólo puede conocer a Dios de una manera más práctica y sólo lo puede ver con mayor claridad si Dios personalmente obra entre los hombres y muestra por completo Su imagen y Su ser. Este efecto no lo puede lograr ningún hombre carnal. […] Por lo tanto, la humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios encarnado y está más necesitada de la obra directa del Dios encarnado. La humanidad necesita al Dios encarnado para que la pastoree, la apoye, la riegue, la alimente, la juzgue y la castigue y ella necesita más gracia y una mayor redención del Dios encarnado. Sólo Dios en la carne puede ser el confidente del hombre, el pastor del hombre, el pronto auxilio del hombre, y todo esto es la necesidad que se tiene de la encarnación hoy y en el tiempo pasado.

de ‘La humanidad corrupta está más necesitada de la salvación del Dios hecho carne’ en “La Palabra manifestada en carne”

Precisamente porque Satanás ha corrompido la carne del hombre y al ser este a quien Dios pretende salvar, Él tiene que adoptar forma de carne para librar batalla contra Satanás y pastorear personalmente al ser humano. Sólo esto es beneficioso para Su obra. Las dos formas encarnadas de Dios han existido con el fin de derrotar a Satanás, y también para salvar mejor al hombre. Esto se debe a que quien le libra batalla a Satanás sólo puede ser Dios, ya sea Su Espíritu o la carne de Dios encarnado. En resumen, los ángeles no pueden ser quienes luchen contra Satanás y mucho menos el hombre, que ha sido corrompido por Satanás. Los ángeles son impotentes para hacerlo y el ser humano lo es aún más. Por ello, si Dios desea formar la vida del hombre, si quiere venir personalmente a la tierra para obrar al hombre, debe venir Él mismo en carne, es decir, debe revestirse de carne y, con Su identidad inherente y la obra que debe hacer, venir en medio del hombre y salvarlo de forma personal. De no ser así, si fuera el Espíritu de Dios o el hombre quienes llevaran a cabo esta obra, la batalla no lograría nunca su efecto ni acabaría jamás. Sólo cuando Dios se hace carne y va Él mismo a librar batalla contra Satanás, en medio de los hombres, el ser humano tiene una posibilidad de salvación. Además, sólo entonces se avergüenza Satanás y queda sin oportunidades que explotar o planes que ejecutar. La obra realizada por el Dios encarnado es inalcanzable para el Espíritu de Dios, y ningún hombre carnal puede llevarla a cabo en Su nombre, porque la obra que Él hace es en beneficio de la vida del hombre y para cambiar el carácter corrupto del hombre. Si este tuviera que participar en esta batalla, sólo huiría en desbandada y sería sencillamente incapaz de cambiar su carácter corrupto. No tendría capacidad de salvar al hombre de la cruz ni de conquistar a toda la humanidad rebelde; sólo podría realizar un poco de la vieja obra según el principio u otra obra no relacionada con la derrota de Satanás. ¿Para qué molestarse, pues? ¿Cuál es la relevancia de una obra que no puede ganar a la humanidad, y mucho menos derrotar a Satanás? Y así, la batalla contra este sólo puede ser llevada a cabo por Dios mismo, y es sencillamente imposible que el hombre la haga. El deber del hombre consiste en obedecer y seguir, porque no es capaz de realizar la obra de apertura de una nueva época y, además, tampoco puede hacer la obra de pelear contra Satanás. El hombre sólo puede satisfacer al Creador bajo el liderazgo de Dios mismo, por medio del cual es derrotado Satanás; esto es lo único que el hombre puede hacer. Por eso, cada vez que empieza una nueva batalla, es decir, cada vez que empieza la obra de la nueva era, es Dios mismo quien la realiza personalmente; a través de ella, dirige toda la era y abre un nuevo camino para toda la humanidad.

de ‘Restaurar la vida adecuada del hombre y llevarlo a un destino maravilloso’ en “La Palabra manifestada en carne”

La obra de todo el plan de gestión de Dios está realizada personalmente por Dios mismo. La primera fase —la creación del mundo— fue llevada personalmente a cabo por Él, y de no haber sido así, nadie habría sido capaz de crear a la humanidad; la segunda etapa fue la redención de toda la humanidad, y también la hizo Dios mismo; la tercera fase es evidente: existe una necesidad todavía mayor de que acabe toda la obra de Dios que habrá de ser hecha por Dios mismo. Dios lleva a cabo, personalmente, toda la obra de redimir, conquistar, ganar y perfeccionar a la totalidad de la humanidad. Si Él no hiciera esta obra personalmente, Su identidad no podría ser representada por el hombre ni este podía realizar Su obra. Para derrotar a Satanás, con el fin de ganar a la humanidad y para darle al hombre una vida normal en la tierra, Él dirige al hombre y obra en medio de él de manera personal; por el bien de todo Su plan de gestión y por toda Su obra, Él debe hacer esta obra personalmente. Si el hombre sólo cree que Dios vino para que él lo viera y para hacerle feliz, tales creencias no encierran valor alguno; no tienen relevancia. ¡El conocimiento del hombre es demasiado superficial! Sólo llevándola a cabo Él mismo puede Dios realizar esta obra de forma concienzuda y completa. El hombre no puede hacerlo en nombre de Dios. Al no tener la identidad de este ni Su esencia, es incapaz de efectuarla; aunque la hiciera, no tendría efecto alguno. La primera vez que Dios se encarnó fue por la redención, para redimir a toda la humanidad del pecado, para que el hombre pudiera ser purificado y perdonado por sus pecados. Dios realizó también, personalmente, la obra de conquista en medio del hombre. Si, durante esta fase Dios sólo hablara profecía, un profeta o cualquiera que tuviera un don podría encontrarse para ocupar Su lugar; si sólo se pronunciaran profecías, el hombre podría sustituir a Dios. Con todo, si el hombre fuera a hacer personalmente la obra de Dios mismo y formar la vida del hombre, le sería imposible hacer esta obra. Es Dios mismo quien la tiene que hacer: Dios debe venir personalmente en carne para hacer esta obra. En la Era de la Palabra, si sólo se pronunciaban profecías, Isaías o el profeta Elías podrían encontrarse para realizar esta obra, y no habría necesidad alguna de que la hiciera Dios mismo. Al no tratar la obra realizada en esta etapa de mero pronunciamiento de profecías, y al ser de mayor importancia que se use la obra de palabras para conquistar al hombre y derrotar a Satanás, el hombre no puede realizar esta obra y debe hacerla Dios personalmente. En la Era de la Ley, Jehová llevó a cabo parte de la obra de Dios, tras lo cual habló algunas palabras e hizo alguna obra por medio de los profetas. Esto se debe a que el hombre podía sustituir la obra de Jehová y los videntes podían predecir cosas e interpretar algunos sueños en Su nombre. La obra realizada en el principio no fue la de cambiar directamente el carácter del hombre y no tenía nada que ver con el pecado de este, a quien sólo se le pedía que se atuviera a la ley. Por tanto, Jehová no se encarnó ni se reveló al hombre, sino que habló directamente a Moisés y otros, los hizo hablar y obrar en Su nombre y que trabajaran directamente en medio de la humanidad. La primera fase de la obra de Dios fue el liderazgo del hombre. Fue el comienzo de la batalla con Satanás, pero esta todavía tenía que empezar de un modo oficial. Esta guerra oficial contra Satanás se inició con la primera encarnación de Dios y ha seguido hasta el día de hoy. La primera vez de esta guerra fue cuando el Dios encarnado fue clavado en la cruz. La crucifixión del Dios encarnado derrotó a Satanás y fue la primera etapa exitosa de la guerra. Cuando el Dios hecho carne empieza a formar directamente la vida del hombre, ese es el principio oficial de la obra de recuperar al hombre; al tratarse de la obra del cambio del antiguo carácter del hombre, lo es también de pelear con Satanás. La fase de la obra realizada por Jehová, en el principio, fue meramente el liderazgo de la vida del hombre en la tierra. Fue el comienzo de la obra de Dios y, aunque todavía tenía que implicar alguna batalla u obra importante, estableció el fundamento para la obra de la batalla por venir. Más adelante, la segunda etapa de la obra durante la Era de la Gracia implicó cambiar el antiguo carácter del hombre, y esto significa que Dios mismo forjó la vida del hombre. Era Él quien tenía que hacer estas cosas personalmente: requería que Él se hiciera carne, y si Él no se hubiera encarnado, nadie más podría haberle sustituido en esta fase de la obra, porque representaba la obra de pelear directamente contra Satanás. Si el hombre hubiera realizado esta obra en nombre de Dios, al ponerse delante de Satanás este no se habría sometido y habría sido imposible derrotarlo. Tenía que ser el Dios encarnado quien viniera a vencerlo, porque la esencia del Dios encarnado sigue siendo Dios, Él sigue siendo la vida del hombre y el Creador; pase lo que pase, Su identidad y Su esencia no cambiarán. De este modo, Él se revistió de carne e hizo la obra para completar la sumisión de Satanás. Durante la fase de la obra de los últimos días, si el hombre tuviera que hacer esta obra y hablar directamente las palabras, sería incapaz de pronunciarlas; si se hablaran las profecías, no se podría conquistar al hombre. Al encarnarse, Dios vino a derrotar a Satanás y a provocar su completa sumisión. Cuando Él derrote a Satanás por completo, conquiste totalmente al hombre y lo gane de un modo completo, esta etapa de la obra estará completada y se alcanzará el éxito. En la gestión de Dios, el hombre no puede sustituir a Dios. En particular, la obra de dirigir la era y lanzar una nueva obra tiene mayor necesidad de que las realice Dios mismo personalmente. Darle revelación al hombre y proporcionarle profecía, es algo que el hombre puede hacer, pero si es una obra que Dios tiene que hacer personalmente, la obra de la batalla entre Dios mismo y Satanás, el ser humano no puede llevar a cabo dicha obra. Durante la primera etapa de la obra, cuando no había batalla con Satanás, Jehová dirigió personalmente al pueblo de Israel usando la profecía pronunciada por los profetas. Después, la segunda fase de la obra fue la batalla con Satanás y Dios mismo se hizo, personalmente, carne, y vino en carne para hacer esta obra. Cualquier cosa que implique la batalla con Satanás también conlleva la encarnación de Dios, lo que significa que esta batalla no puede ser librada por el hombre. Si el hombre tuviera que pelear, sería incapaz de derrotar a Satanás. ¿Cómo podría tener la fuerza de luchar contra él, cuando aún sigue bajo su campo de acción? El hombre está en medio: si te inclinas hacia Satanás, le pertenecerás a él; sin embargo, si satisfaces a Dios, eres de Él. Si el hombre tuviera que sustituir a Dios en la obra de esta batalla, ¿sería capaz de ello? De hacerlo, ¿no habría perecido hace ya mucho tiempo? ¿No habría entrado en el inframundo hace ya largo tiempo? Por ello, el hombre es incapaz de reemplazar a Dios en Su obra, lo que significa que el hombre no tiene la esencia de Dios y si tú pelearas con Satanás, serías incapaz de derrotarlo. El hombre sólo puede realizar alguna obra; puede ganar a algunas personas, pero no puede sustituir a Dios en la obra de Dios mismo. ¿Cómo podría el hombre luchar con Satanás? Este te retendría cautivo antes de que empezaras siquiera. Sólo cuando Dios mismo libra una batalla con Satanás, y el hombre sigue y obedece a Dios sobre esta base, puede el hombre ser ganado por Dios y escapar de las ataduras de Satanás. Lo que el hombre puede lograr con su propia sabiduría y capacidades es demasiado limitado; es incapaz de hacer al hombre completo, de dirigirlo y, además, de derrotar a Satanás. La inteligencia y la sabiduría del hombre son incapaces de frustrar las intrigas de Satanás; ¿cómo podría, pues, el hombre luchar con él?

de ‘Restaurar la vida adecuada del hombre y llevarlo a un destino maravilloso’ en “La Palabra manifestada en carne

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