El camino a la purificación

Por Christopher, Filipinas

Me llamo Christopher y soy pastor de una iglesia clandestina en Filipinas. En 1987, fui bautizado y me acerqué al Señor Jesús y, luego, por la gracia del Señor, en 1996 pasé a ser pastor de la iglesia local. En ese tiempo, además de obrar y predicar en muchos lugares de Filipinas, también predicaba en sitios como Hong Kong y Malasia. Gracias a la obra y la guía del Espíritu Santo, yo sentía que tenía una energía inagotable en mi obra para el Señor y una inspiración interminable en mis sermones. A menudo apoyaba a los hermanos y hermanas cuando estaban negativos y débiles. En ocasiones, cuando ciertos miembros de su familia que no eran creyentes se mostraban hostiles conmigo, yo de todos modos podía ser tolerante y paciente, no perdía la fe en el Señor y creía que Él podía cambiarlos. Así que sentía que yo había cambiado mucho desde que me convertí en creyente. Sin embargo, a partir de 2011, dejé de sentir la obra del Espíritu Santo tan fuertemente como antes. Poco a poco, dejé de tener nuevo esclarecimiento para mis sermones y fuerza para liberarme de vivir en pecado. No podía evitar enfadarme con mi esposa y mi hija ni darles una lección a través de mi mal genio cuando veía que no hacían lo que yo quería. Sabía que esto no era acorde con la voluntad del Señor, pero muchas veces no podía hacer nada para evitarlo. Me sentía particularmente angustiado por esto. Con el fin de liberarme de una vida de pecado y confesión, me esforcé más en leer la Biblia, ayunar y orar. También recurrí a pastores espirituales por todas partes para buscar y explorar esto juntos. Sin embargo, todos mis esfuerzos fueron inútiles y no marcaron ninguna diferencia en mi vida de pecado ni en la oscuridad de mi alma.

Entonces, una noche de primavera en 2016, mi esposa me preguntó: “Christopher, me he dado cuenta de que has estado muy preocupado últimamente. ¿Qué te sucede?”. Le dije lo que me estaba preocupando: “Me he estado preguntando estos últimos años por qué no puedo liberarme de vivir en pecado a pesar de ser pastor y haber creído en el Señor durante muchos años. Ya no logro sentir al Señor. Es como si Él me hubiera abandonado. Aunque predico por todas partes, en cuanto tengo un momento para mí, especialmente en mitad de la noche, siempre siento una especie de vacío y ansiedad y este sentimiento se vuelve cada vez más fuerte. Pienso en que he creído en el Señor durante muchos años, he leído mucho la Biblia, he escuchado muchos sermones del Señor y a menudo me he decidido a cargar la cruz y conquistarme a mí mismo, pero siempre estoy atado al pecado. Soy capaz de decir mentiras para proteger mis propios intereses y mi prestigio y no logro atenerme a las palabras ‘En su boca no fue hallado engaño’ (Apocalipsis 14:5). Cuando me enfrento a tribulaciones y refinamiento, aunque sé que ocurren con el consentimiento del Señor, aún no puedo dejar de quejarme de Él y malinterpretarlo y soy completamente incapaz de negarme a mí mismo voluntariamente. ¡Temo que, cuando el Señor vuelva, no podré entrar en el reino de los cielos por vivir en pecado de esta manera!”

Al oír esto, mi esposa me dijo: “Christopher, ¿cómo puedes pensar así? Debes tener fe; ¡eres pastor! Aunque vivamos en pecado y no nos hayamos librado de las ataduras del pecado, la Biblia dice ‘Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo’ (Romanos 10:9). ‘Porque: Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo’ (Romanos 10:13). Mientras persistamos en leer la Biblia, reunirnos, orar al Señor, llevar la cruz y seguirlo siempre hasta Su segunda venida, podremos entrar en el reino de los cielos y recibir la bendición del Señor”.

Entonces le dije a mi esposa: “Yo pensaba así antes, pero 1 Pedro 1:16 dice: ‘Porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy santo’. He creído en el Señor durante treinta años, pero no puedo guardar el camino del Señor y, viviendo en pecado, a menudo aún soy capaz de resistirme a Él. No cumplo en lo más mínimo con los requisitos del Señor. ¡Uf! Cuántas veces me decidí a obedecer las enseñanzas del Señor, pero no pude practicar Sus palabras. ¿Cómo iba yo a ser digno de entrar en el reino de los cielos de esa manera? El Señor Jesús dijo: ‘No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos’ (Mateo 7:21). Según las palabras del Señor, entrar en el reino de los cielos no es tan simple como pensamos. El Señor es santo, así que ¿cómo pueden ser arrebatadas al reino de los cielos las personas que no pueden practicar Su palabra y que se resisten a Él a menudo? ¡Sólo quienes han cambiado y acatan la voluntad de Dios pueden entrar en el reino de los cielos!”.

Mi esposa pensó durante un momento y me dijo: “Lo que estás diciendo tiene sentido. El Señor es santo y aún somos pecadores. No somos dignos de entrar al reino de Dios. Es sólo que… de pronto recordé… ¿El pastor Liu no invitó a un pastor coreano llamado Kim a la iglesia? ¿Por qué no le consultamos acerca de este asunto?”. Le respondí: “Sí, buena idea. El Señor Jesús dijo: ‘Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá’ (Mateo 7:7). Mientras busquemos, creo que el Señor nos guiará. Como pastor, debo considerar la vida de los hermanos y hermanas. Si soy displicente en mi fe, flaco favor les haré a ellos y a mí mismo. Así que esperemos hasta que llegue el pastor Kim y consultémosle en relación con este asunto”.

Como yo quería consultar con el pastor Kim, quise conocer un poco sobre sus antecedentes. Así que investigué en internet sobre la iglesia coreana a la que él pertenecía. En las páginas que saltaron, vi la web https://www.holyspiritspeaks.org. La abrí y estas palabras me atrajeron: “El hombre recibió mucha gracia, como la paz y la felicidad de la carne, la bendición de toda la familia sobre la fe de uno, la curación de las enfermedades, etc. El resto era las buenas obras del hombre y su apariencia piadosa; si este podía vivir en base a eso, se le consideraba un buen creyente. Sólo tales creyentes podrían entrar en el cielo tras la muerte, lo que significa que fueron salvos. Pero durante su vida, no entendieron en absoluto el camino de la vida. Simplemente cometían pecados y después confesaban, en un ciclo continuo sin camino alguno hacia un carácter cambiado; así era la condición del hombre en la Era de la Gracia. ¿Ha recibido el hombre la salvación completa? ¡No!” (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”). Estas palabras estaban tan bien expresadas que no pude evitar seguir leyendo: “Por tanto, después de completarse esa etapa, aún queda la obra de juicio y castigo. Esta etapa hace al hombre puro por medio de la palabra al darle una senda que seguir. La misma no sería fructífera ni tendría sentido si continuase con la expulsión de demonios, porque la naturaleza pecaminosa del hombre no sería abandonada y el hombre sólo se detendría tras el perdón de los pecados. A través de la ofrenda por el pecado, estos se le han perdonado al hombre, porque la obra de la crucifixión ya ha llegado a su fin y Dios ha vencido a Satanás. Pero el carácter corrupto del hombre sigue en él y este todavía puede pecar y resistir a Dios; Dios no ha ganado a la humanidad. Esa es la razón por la que en esta etapa de la obra Dios usa la palabra para revelar el carácter corrupto del hombre y pide a este que practique de acuerdo con el camino adecuado. Esta etapa es más significativa que la anterior y también más fructífera, porque, ahora, la palabra es la que provee directamente la vida del hombre, y permite que su carácter sea completamente renovado; es una etapa de obra más concienzuda” (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”). Al leer esto, me entusiasmé muchísimo. Aunque no entendía completamente estas palabras y algunas de ellas incluso me desconcertaban, me dieron algo de esperanza. Sentía que ahí podía encontrar una forma de purificarme y cambiar. Di gracias a Dios desde el fondo de mi corazón por escuchar mi oración. Al continuar leyendo, sentí que eran unas palabras maravillosas que regaban y pastoreaban mi alma sedienta. En el sitio web vi esto: “Si no puedes encontrar la Línea del Evangelio en tu país o región, por favor déjanos un mensaje y contactaremos contigo lo más pronto posible”. Miré rápidamente, pero no había una Línea del Evangelio de Filipinas y, por tanto, dejé inmediatamente un mensaje y no dudé en escribir mi número de contacto y mi dirección de correo electrónico.

Al volver a casa esa noche, le conté sobre esto a mi esposa y, cuando ella oyó lo que dije, estuvo dispuesta a buscar también. Doy realmente gracias a Dios de que respondieran a mi mensaje el día siguiente y planearan hablar con nosotros online esa misma tarde. Esa tarde, hablamos con la hermana Liu y la hermana Su. Durante la conversación, sentía que hablaban con simpleza, destreza y perspicacia. Mi esposa estaba incluso más nerviosa que yo y les dijo: “Me gustaría preguntaros algo. ¿Está bien?”. Ellas respondieron con entusiasmo: “Por supuesto”. Mi esposa dijo: “En la web de vuestra iglesia dice: ‘Dios de los últimos días ha llevado a cabo una etapa de la obra de juicio y castigo’. Mi marido y yo sabemos que, sin santidad, nadie verá al Señor porque Él es santo, pero Romanos dice: ‘Que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo’ (Romanos 10:9). ‘Porque: Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo’ (Romanos 10:13). Si creemos en el Señor Jesús entonces ya estamos salvados y podemos entrar en el reino de los cielos, así que ¿por qué emprende Dios de los últimos días una etapa de la obra de juicio y castigo? No entiendo este asunto y espero que podáis hablar acerca de ello”.

La hermana Liu contestó: “¡Gracias a Dios! Hablemos y dejemos que Dios nos guíe. Echemos un vistazo primero a lo que ‘ser salvado’ significa aquí. En el último período de la Era de la Ley, todas las personas se habían apartado de Dios y ya no tenían temor de Dios en el corazón. Se volvieron cada vez más pecadoras y llegaron incluso al punto de ofrecer ganado y palomos ciegos, cojos y enfermos para los sacrificios. Las personas de esa era ya no guardaban la ley y todas ellas estaban en peligro de ser condenadas a muerte por quebrantar la ley. Bajo tales circunstancias, con el fin de salvar de una muerte segura a las personas que estaban bajo la ley, Dios se encarnó personalmente, emprendió la obra de redención y fue finalmente crucificado para redimir a toda la humanidad del pecado. Los pecados de las personas podían ser perdonados por creer en el Señor Jesús, convirtiéndose así en aptas para presentarse ante Dios por medio de la oración y disfrutar de las bendiciones y la gracia de Dios. Este es el verdadero significado de ‘ser salvado’ en la Era de la Gracia. En otras palabras, ‘ser salvado’ es simplemente un perdón de los pecados del hombre. Esto es, Dios ya no considera que las personas estén manchadas por el pecado, aunque esto no significa que no tengan una esencia pecaminosa. Por tanto, ser salvado no significa que seamos completamente purificados y que hayamos logrado la salvación plena. Si queremos ser purificados, tenemos que aceptar la obra de juicio de Dios de los últimos días”.

Al oír su comunicación, mi esposa y yo finalmente entendimos que “ser salvado”, tal como se habla de ello en la epístola a los Romanos, se refería a la aceptación de la salvación del Señor Jesús y a no ser ya condenado a muerte por quebrantar la ley. No era como habíamos imaginado: que “ser salvado” significa ser totalmente purificado. Lo que ellos decían tenía sentido. Esa explicación de “ser salvado” coincide con nuestra situación de vivir en el estado de cometer pecados y luego confesarlos. Por tanto, lo que el Señor Jesús llevó a cabo era simplemente la obra redentora, no la de purificar y salvar completamente al hombre. Aunque cuando las personas creen en el Señor son salvadas, esto no significa que hayan sido totalmente purificadas. Al escuchar su comunicación, sentí que había verdad a buscar en ella, así que expresé mi disposición a escuchar más. Dije: “¡Gracias al Señor! Lo que decís es maravilloso. Hablando así con vosotras, entendemos el verdadero significado de ‘ser salvado’. Por favor continuad con vuestra comunicación y que el Señor nos guíe”. La hermana Su prosiguió diciendo: “Bien, leamos algunos pasajes de la palabra de Dios Todopoderoso y todo quedará más claro. Dios Todopoderoso dijo: ‘En ese momento, la obra de Jesús era la redención de toda la humanidad. Los pecados de todos los que creían en Él eran perdonados; mientras creyeras en Él, Él te redimiría; si creías en Él, dejabas de ser un pecador y eras liberado de tus pecados. Esto es lo que significaba ser salvo y ser justificado por fe. Sin embargo, seguía habiendo en quienes creían algo rebelde y opuesto a Dios, y que había que seguir quitando lentamente. La salvación no significaba que el hombre hubiera sido ganado por completo por Jesús, sino que ya no pertenecía al pecado, que sus pecados habían sido perdonados: si creías, ya no pertenecías al pecado’ (‘La visión de la obra de Dios (2)’ en “La Palabra manifestada en carne”). ‘La obra en los últimos días es pronunciar palabras. Estas pueden dar lugar a grandes cambios en el hombre. Los cambios efectuados ahora en estas personas al aceptar estas palabras son mucho mayores que los de las personas en la Era de la Gracia al aceptar aquellas señales y maravillas. Porque, en la Era de la Gracia, los demonios salían del hombre con la imposición de manos y la oración, pero los caracteres corruptos del hombre permanecían. El hombre fue curado de su enfermedad y se le perdonaron sus pecados, pero no se hizo en él la obra para poder expulsar los caracteres satánicos corruptos. El hombre sólo fue salvo y se le perdonaron sus pecados por su fe, pero su naturaleza pecaminosa no le fue quitada y permaneció en él. Los pecados del hombre fueron perdonados a través del Dios encarnado, pero eso no significa que el hombre no tenga pecado en él. Los pecados del hombre podían ser perdonados por medio de una ofrenda por el pecado, pero el hombre ha sido incapaz de resolver el problema de cómo no pecar más y cómo poder desechar completamente su naturaleza pecaminosa y ser transformado. Los pecados del hombre fueron perdonados gracias a la obra de la crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en el viejo carácter satánico y corrupto. Así pues, el hombre debe ser completamente salvo de este carácter satánico corrupto para que la naturaleza pecadora del hombre sea del todo desechada y no se desarrolle más, permitiendo así que el carácter del hombre cambie. Esto requiere que el hombre entienda la senda del crecimiento en la vida, el camino de la vida, y el camino del cambio de su carácter. También necesita que el hombre actúe de acuerdo con esa senda, de forma que su carácter pueda ser cambiado gradualmente y él pueda vivir bajo el brillo de la luz y que pueda hacer todas las cosas de acuerdo con la voluntad de Dios, desechar el carácter satánico corrupto, y liberarse de la influencia satánica de las tinieblas, aflorando de este modo totalmente del pecado. Sólo entonces recibirá el hombre la salvación completa’ (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”). ‘Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad, se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre, pero no lo libró de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió a Jesús cargar con los pecados del hombre como la ofrenda por el pecado, sino también que Dios realizara una obra mayor para librar completamente al hombre de su carácter, que ha sido corrompido por Satanás. Y así, después de que los pecados del hombre fueron perdonados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio, que llevó al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida’ (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”). Podemos ver en las palabras de Dios Todopoderoso que si sólo respetamos la obra redentora de Dios de la Era de la Gracia y no aceptamos Su obra de juicio de los últimos días, entonces el problema del origen de nuestro pecado no se resolverá. Dios Todopoderoso de los últimos días ha llegado y está llevando a cabo una etapa de la obra sobre la base de la obra de redención, juzgando y purificando al hombre. Él está declarando verdades para revelar la verdad de la corrupción del hombre, juzgando la naturaleza satánica del hombre. Él ha venido a cambiar el carácter satánico de las personas y a liberarlas completamente de la influencia de Satanás para que puedan alcanzar la salvación plena. Es evidente que la obra de juicio de Dios Todopoderoso de los últimos días es la más crítica y fundamental para purificar, salvar y perfeccionar a las personas. Así pues, sólo aceptando la obra de juicio de Dios Todopoderoso de los últimos días podemos tener un verdadero entendimiento de nuestra propia esencia corrupta y del carácter justo de Dios, liberarnos completamente de la influencia de Satanás, ser plenamente salvados por Dios y convertirnos en personas que obedecen a Dios, lo adoran y son compatibles con Él”.

Al leer estas comunicaciones, mi corazón se alegró y yo sentía que las confusiones que tenía desde mucho tiempo atrás finalmente se habían resuelto. Dios simplemente llevaba a cabo la obra de redención en la Era de la Gracia, no la de librar a las personas de su carácter satánico corrupto. La obra de juicio de Dios de revelar la verdad a través de Su encarnación en los últimos días es la obra de purificación y salvación total de la humanidad. Por tanto, ¿cómo purifica y cambia Dios a las personas y las salva completamente? Yo estaba ansioso por saber la respuesta a esta pregunta. Así que no pude esperar a preguntar: “Entendí lo que acabáis de hablar y ahora sé que solo podemos alcanzar la purificación por medio del Señor retornado que lleva a cabo la etapa de la obra de juicio. Esto es realmente lo que he anhelado durante mucho tiempo. Lo que quiero saber realmente ahora es cómo Dios Todopoderoso lleva a cabo la obra de juicio para purificar y salvar a las personas. Por favor compartid vuestra comunicación”.

La hermana Su prosiguió diciendo: “La pregunta de cómo Dios Todopoderoso lleva a cabo la obra de juicio para purificar y salvar a las personas es particularmente importante para cualquiera que quiera lograr el cambio y la purificación. Las palabras de Dios Todopoderoso aportan una claridad particular sobre este aspecto de la verdad. Te las enviaré. Hermano, ¡por favor léelas!”.

Leí con entusiasmo las palabras de Dios Todopoderoso: “En los últimos días Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la esencia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tal como: el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como también la sabiduría y el carácter de Dios, y así sucesivamente. Todas estas palabras son dirigidas a la esencia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios con relación a cómo el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra de juicio, Dios no deja simplemente en claro la naturaleza del hombre con sólo unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda, no pueden ser sustituidos con palabras ordinarias, sino con la verdad que el hombre no posee en absoluto. Sólo los métodos de este tipo se consideran juicio; sólo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra de juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra de juicio realizada por Dios” (‘Cristo hace la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Cuando terminé de leer las palabras de Dios, la hermana Su continuó con su comunicación: “Las palabras de Dios Todopoderoso explican muy claramente cómo Dios juzga y purifica a las personas. Dios en los últimos días está principalmente declarando verdades con respecto al carácter corrupto del hombre y la naturaleza satánica de resistirse a Dios, con el fin de juzgar, purificar y salvar a la humanidad. Dios Todopoderoso ha declarado verdades sobre muchos aspectos: cómo Satanás corrompe a las personas, cómo Dios salva a las personas, qué es seguir al hombre y qué es obedecer a Dios, qué puntos de vista debemos tener en nuestra fe, qué es el cambio del carácter, qué es temer a Dios y apartarse del mal, qué es ofender el carácter de Dios, cómo ser una persona honesta, etc. Todas estas verdades tienen autoridad y poder y pueden proveer sustento para la vida de las personas. Son la senda a la vida eterna que Dios ha concedido a la humanidad. Mientras las personas acepten y practiquen la palabra de Dios, pueden alcanzar la purificación y la salvación. Tras experimentar algunos años de la obra de juicio de Dios Todopoderoso, hemos tenido una experiencia personal de todo esto. Cuando leemos las palabras de Dios Todopoderoso de juicio, de castigo y de exposición del hombre, sentimos que son como una espada de dos filos, que revela nuestra rebeldía, corrupción, resistencia, intenciones incorrectas, nociones e imaginaciones, e incluso las toxinas de Satanás ocultas en lo profundo de nuestro corazón. Nos hacen ver que de verdad estamos muy profundamente corrompidos por Satanás y que estamos plagados de caracteres satánicos, como ser arrogantes y santurrones, deshonestos y astutos, egoístas y miserables y ciegos ante todo lo que no sean nuestros intereses, sin temor alguno de Dios. Vemos que estamos llenos de inmundicia y corrupción en nuestros actos, nuestro corazón y nuestra mente, sin ninguna semejanza humana. Nos da demasiada vergüenza mostrar nuestro rostro y somos conscientes de que si seguimos viviendo según nuestro carácter satánico corrupto, siempre seremos personas que repugnan a Dios, nunca seremos capaces de obtener Su elogio y estaremos destinados a la eliminación y el castigo. El juicio de las palabras de Dios Todopoderoso y lo que ellas revelan nos hacen reconocer el carácter majestuoso, iracundo y justo de Dios, así como desarrollar gradualmente un corazón temeroso de Dios y un arrepentimiento verdadero para poder cambiar. Ahora parece como si estuviéramos viviendo ligeramente en la semejanza humana y vemos que hemos alcanzado realmente la gran salvación de Dios. Si el juicio de Dios no hubiera recaído sobre nosotros, no habríamos tenido la oportunidad de conocer el carácter justo de Dios que no tolera las ofensas del hombre y Su esencia santa y benevolente. No podríamos llegar a odiar nuestra propia rebeldía y corrupción ni podríamos dejar a un lado nuestra corrupción y ser purificados. Por tanto, ¡cuanto más experimentamos el juicio y el castigo de Dios, más vemos que son nuestra mejor protección, la bendición más grande para nosotros y la salvación más real!”.

La hermana Liu también comunicó: “La obra de juicio y castigo de Dios Todopoderoso de los últimos días es la de purificar, salvar y perfeccionar totalmente a las personas. Si no aceptamos el juicio ante el trono de Cristo de los últimos días, no podremos lograr la purificación ni cambios en nuestro carácter vital. El resultado será sin duda el rechazo y la eliminación por parte de Dios, con lo que sufriremos la perdición y pereceremos. Nunca tendremos una oportunidad de recibir la salvación ni de entrar en el reino de los cielos. Esto es incuestionable”.

Yo dije con alegría: “¡Gracias a Dios! Se me alegró el corazón después de escuchar vuestra comunicación. He creído en el Señor durante muchos años pero realmente he vivido en el pecado y he sido incapaz de liberarme. Ahora entiendo que si no experimento el juicio y el castigo de Dios en los últimos días no podré liberarme de la esclavitud y la limitación del pecado. Ahora he encontrado la senda hacia la purificación y la salvación plena”. Después de varios días de comunicación, mi esposa y yo entendimos algunas verdades y aceptamos la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días.

¡Doy gracias a Dios Todopoderoso por amarme y salvarme! Como pastor, tengo la responsabilidad y la obligación de llevar ante Dios a todos los demás pastores y los hermanos y hermanas que conozco. Tras trabajar con estos hermanos y hermanas durante un tiempo, no sólo aceptaron a Dios Todopoderoso docenas de hermanos y hermanas de la iglesia que asistían a menudo a las reuniones, sino que también traje a la familia de Dios a otro pastor de una iglesia clandestina y la mayoría de los hermanos y hermanas de su iglesia también se volvieron hacia Dios. Yo estaba encantado de ver que esos hermanos y hermanas habían aceptado la salvación de Dios de los últimos días y habían sido elevados ante el trono de Dios. Todo esto es el fruto de la obra de Dios Todopoderoso. ¡Sea toda la gloria para Dios Todopoderoso!

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

La niebla se disipa y encuentro el camino al reino de los cielos

Por Chen Ai, China

Seguí a mis padres en su creencia en el Señor desde que era pequeño, y ahora estoy cerca de alcanzar la vejez. Aunque he creído en el Señor toda mi vida, el problema de cómo librarme del pecado y entrar en el reino de los cielos era un misterio irresoluble que me causaba una constante consternación, me dejaba perdido y apenado. Albergaba el gran deseo de averiguar en vida cómo librarme del pecado y entrar en el reino de los cielos, para que cuando llegara mi hora pudiera enfrentarme a la muerte con el conocimiento de que mi vida era completa, y así poder al fin reunirme con el Señor con paz en mi corazón.

Para intentar resolver este dilema, consulté la Biblia con avidez, me leí el Antiguo Testamento y el Nuevo, luego volví a empezar por el Antiguo, y así una y otra vez. Pero al final, no pude encontrar una respuesta correcta. Sin más opciones, lo único que me quedaba era esforzarme por comportarme lo mejor posible, de acuerdo con las enseñanzas del Señor, pues Él dijo: “El reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo conquistan por la fuerza” (Mateo 11:12). Pero descubrí que, por mucho que lo intentara, en la vida real no estaba a la altura de lo que el Señor me pedía. Como Él dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento. Y el segundo es semejante a este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37-39). El Señor nos exige que amemos a Dios con nuestras mentes y nuestros corazones, y que los hermanos y hermanas se amen los unos a los otros. Pero daba igual lo que hiciera, no podía alcanzar ese tipo de amor, porque mi amor por mi familia era más grande que por el Señor, y era incapaz de amar de verdad a mis hermanos y hermanas en la iglesia como me amaba a mí mismo. Al contrario, a menudo era mezquino y calculador con los demás cuando mis propios intereses estaban en juego, hasta el punto de que se despertaba en mí el resentimiento. ¿Cómo podría salvarse alguien como yo y entrar en el reino de los cielos? El Señor Jesús también dijo muchas cosas acerca de la entrada en el reino de los cielos, por ejemplo: “En verdad os digo que si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:3). “Porque os digo que si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5:20). No pude poner en práctica ninguna de estas exigencias del Señor. A menudo decía mentiras, y culpaba al Señor cada vez que me topaba con algo que no era de mi agrado. En mis pensamientos había engaño y deshonestidad, y languidecía constantemente en el pecado: pecaba y me arrepentía, me arrepentía y pecaba, una y otra vez. El Señor es santo, y en la Biblia dice: “La santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). ¿Cómo iba alguien tan sucio como yo a ser apto para entrar en el reino de los cielos? Aquello me resultaba muy molesto. Pero cada vez que leía sobre el camino de la justificación por la fe me sentía desbordado de alegría, pues tal como propugnaba Pablo en Romanos, Gálatas y Efesios, tener fe y ser bautizado ya implica sin lugar a la duda que una persona se salva. Si creemos en el Señor en nuestros corazones y lo reconocemos de palabra, entonces somos justificados por la fe, estamos salvados para siempre, y cuando el Señor venga de nuevo nos arrebatará con toda seguridad al reino de los cielos. Me parecía que no debía preocuparme respecto al asunto de entrar en el reino de los cielos. Pero luego recordaba lo que el Señor dijo acerca de que la gente solo puede entrar en el reino de los cielos mediante sus propios esfuerzos, y me sentía incómodo. Ser justificado por la fe y luego entrar en el reino de los cielos, ¿podía ser así de sencillo? Sobre todo cuando veía que los creyentes viejos y piadosos, al acercarse al final de sus vidas, parecían inquietos y preocupados, hasta el punto de llorar a mares, y ninguno de ellos parecía contento de partir. No podía evitar preguntarme: si dicen que basta con la justificación por la fe para entrar en el reino de los cielos, entonces ¿por qué están tan aterrorizados en sus lechos de muerte? Parecía como si no tuvieran idea de si serían salvados o no, ni de a dónde irían después de la muerte. Reflexioné sobre las palabras del Señor Jesús una y otra vez, y también contemplé las palabras de Pablo, y descubrí que las palabras de Jesús y las palabras de Pablo diferían mucho en cuanto a quién podía entrar en el reino de los cielos. Según Pablo, una persona es justificada por la fe con solo creer en el Señor; si ese fuera el caso, todos estaríamos salvados. Entonces, ¿por qué dijo el Señor Jesús: “El reino de los cielos también es semejante a una red barredera que se echó en el mar, y recogió peces de toda clase; y cuando se llenó, la sacaron a la playa; y se sentaron y recogieron los peces buenos en canastas, pero echaron fuera los malos” (Mateo 13:47-48)? Cuando el Señor regresa en los últimos días, ¿por qué necesita separar el trigo de la cizaña, las ovejas de las cabras y los siervos buenos de los malos? De estas palabras pronunciadas por el Señor Jesús, está claro que no todos los que creen en Él pueden entrar en el reino de los cielos. Así que me pregunté: ¿Estoy salvado? ¿Podré entrar en el reino de los cielos cuando muera? Estas preguntas se repetían en mi mente como misterios que era incapaz de resolver.

En un intento por resolver este problema, consulté obras escritas por personajes espirituales de sobra conocidos a lo largo de la historia, pero la mayoría de lo que leí eran interpretaciones de la justificación por la fe como aparece en Romanos, Gálatas y Efesios, y ninguno de esos libros pudo disipar mi confusión. Entonces visité a todos los ancianos versados en el Señor y asistí a reuniones de muchas denominaciones diferentes, pero descubrí que todas decían prácticamente lo mismo y nadie podía explicarme claramente el misterio de cómo entrar en el reino de los cielos. Más tarde, encontré una nueva y prometedora denominación extranjera, y pensé que ese tipo de iglesia tal vez podría arrojar nueva luz. Así que, ilusionado, acudí a una de sus reuniones. Al principio de su sermón, me pareció que era en cierto modo esclarecedor, pero al final me acabé dando cuenta de que ellos también predicaban el camino de la justificación por la fe, y me sentí abrumado por la decepción. Después de la reunión, busqué al pastor principal y le pregunté: “Pastor, me temo que no entendí cuando dijiste: ‘Una vez salvo, siempre salvo’. ¿Puedes compartir más conmigo sobre esto?” El pastor dijo: “Esto es muy fácil de entender. En Romanos dice: ‘¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condena?’ (Romanos 8:33-34). El Señor Jesucristo ya nos absolvió de todos nuestros pecados al ser crucificado. Es decir, todos nuestros pecados, ya sean los que hemos cometido en el pasado, los que cometemos ahora o los que cometeremos en el futuro, están todos perdonados. Siempre estamos justificados por la fe en Cristo, y si el Señor no nos condena por nuestros pecados, ¿quién podría acusarnos? Por lo tanto, no debemos perder la fe en entrar en el reino de los cielos”. La respuesta del pastor me confundió aún más, así que le seguí preguntando: “¿Cómo explicas lo que está escrito en Hebreos, ‘Porque si continuamos pecando deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por los pecados’ (Hebreos 10:26)?” El pastor se sonrojó, no dijo nada más y mi pregunta quedó sin respuesta. Esta reunión no solo no había logrado resolver mi confusión, sino que había aumentado mi desconcierto. Pensé: “He creído en el Señor durante décadas, pero si ni siquiera tengo claro si mi alma irá con Él o no cuando muera, ¿no significa eso que mi fe ha sido confusa durante toda mi vida?”. Entonces me lancé a la senda de buscar absolutamente en todas partes la respuesta a mi problema.

En marzo de 2000, fui a estudiar a un seminario dirigido por extranjeros, confiando en que los sermones que predicaban fueran superiores y seguramente resolverían mi confusión. Sin embargo, para mi sorpresa, tras pasar estudiando allí dos meses, durante los cuales estuve rebosante de fe, descubrí que todos los pastores predicaban lo mismo de siempre, no había ninguna nueva luz en sus sermones. Mientras estuve allí, no escuché ni un solo sermón que aportara vida, ni siquiera leí un solo ensayo espiritual. No solo no se disipó mi confusión, sino que, además, el tiempo que pasé allí me hizo sentir aún más intranquilo. No pude evitar sentirme confundido, y pensé: “Llevo aquí más de dos meses, ¿pero qué he ganado? Si aquí no puedo conseguir provisión, entonces, ¿qué sentido tiene continuar con estos estudios?”

Una noche, después de cenar, le pregunté a un pastor: “Pastor, como estudiantes de teología, ¿esto es lo único que estudiamos? ¿No podemos hablar del camino de la vida?”. El pastor respondió con solemnidad: “Si no discutimos estas cosas en nuestros estudios teológicos, entonces ¿sobre qué debemos hablar? ¡Relájate y sigue estudiando! Somos la organización religiosa más grande del mundo y somos reconocidos internacionalmente. Te formaremos aquí tres años y luego serás un pastor con un certificado internacional. Llegado ese punto, podrás usar ese certificado en cualquier parte del mundo para predicar el evangelio y fundar iglesias”. La respuesta del pastor me causó una gran decepción. No quería ser pastor, solo quería saber cómo entrar en el reino de los cielos. Entonces le pregunté: “Pastor, ya que ese certificado me abre tantas puertas, ¿podré usarlo para entrar en el reino de los cielos?”. Al oír esto, el pastor guardó silencio. Continué. “Pastor, he oído que crees en el Señor desde niño. Ya han pasado muchas décadas, así que me pregunto, ¿estás salvado?”. Él respondió: “Sí, lo estoy”. Le pregunté: “¿Así que podrás entrar en el reino de los cielos?”. Seguro de sí mismo, dijo: “¡Por supuesto que sí!”. Entonces quise saber: “¿Puedo preguntarte en qué te basas para asegurar que podrás entrar en el reino de los cielos? ¿Eres más justo que los escribas y fariseos? ¿Amas a tu prójimo como a ti mismo? ¿Eres santo? Piensa en ello: seguimos sin evitar pecar todo el tiempo e ir en contra de las enseñanzas del Señor, y vivimos cada día en el estado de pecar de día y confesar de noche. Dios es santo, ¿realmente crees que podremos entrar en el reino de los cielos estando tan llenos de pecado?”. El pastor estaba perplejo, se puso rojo como un tomate y no dijo palabra durante un buen rato. Su reacción me pareció muy decepcionante, y sentí que si continuaba mis estudios allí no sería capaz de entender el misterio de cómo obtener vida y entrar en el reino de los cielos. Por lo tanto, dejé mis estudios en el seminario y regresé a mi ciudad.

Durante mi viaje de regreso a casa, me sentí peor que nunca; me parecía que mi última esperanza había quedado destrozada. Pensé: “Incluso en un seminario dirigido por pastores extranjeros, mi búsqueda no me proporcionó el camino para librarme del pecado y entrar en el reino de los cielos. ¿Adónde más puedo ir en busca de ese camino?”. Sentí que había llegado al final del viaje. En ese mismo momento, la imagen de mi anciano padre y la de un viejo pastor llorando mientras se acercaban a la muerte volvió a aparecer ante mis ojos. Pensé en que habían pasado toda su vida predicando el camino de la justificación por la fe, que la gente entraría en el reino de los cielos después de la muerte, pero al final murieron llenos de remordimientos. Yo había creído toda mi vida en el Señor y le había estado diciendo todos los días a la gente que entraría en el reino de los cielos cuando muriera, y sin embargo yo mismo nunca había tenido realmente claro cómo entrar. ¿Abandonaría esta vida lleno de remordimientos, como mi padre y el pastor? En medio de mi dolor, estas palabras del Señor de pronto vinieron a mi mente: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mateo 7:7). “Así es”, pensé. “El Señor es fiel, y mientras busque con un corazón sincero, Él me guiará. No puedo rendirme. Mientras me quede una bocanada de aliento en el cuerpo, ¡seguiré buscando el camino al reino de los cielos!”. Entonces me presenté ante el Señor para orar: “Querido Señor, he buscado por todas partes la manera de librarme del pecado y entrar en el reino de los cielos, pero nadie ha podido resolver mi problema. Querido Señor, ¿qué debo hacer? Como predicador, les digo a mis hermanos y hermanas todos los días que deben ser buscadores diligentes y tener paciencia hasta el final, y que Tú vendrás para llevarnos al reino de los cielos después de nuestra muerte. Pero en este momento, no tengo ni idea de cómo librarme del pecado y entrar en el reino de los cielos. ¿Acaso no soy un ciego guiando a otros ciegos, llevando a mis hermanos y hermanas directo al abismo? Querido Señor, ¿adónde debo ir para buscar el camino hacia el reino de los cielos? ¡Por favor, guíame!”

Después de regresar a mi ciudad, escuché que muchas buenas ovejas y ovejas líderes de nuestra iglesia habían sido robadas por el Relámpago Oriental. Mucha gente decía que el camino del Relámpago Oriental proporcionaba una nueva luz y comprensión, e incluso los pastores experimentados admiraban sus sermones. Cada vez que oía estas cosas, pensaba: “Parece que los sermones del Relámpago Oriental son muy elevados. Es una pena que no me haya cruzado con nadie del Relámpago Oriental. ¡Sería genial conocerlos algún día! Si ese día llega, sin duda escucharé y buscaré en serio para ver por qué razón concreta son tan buenos sus sermones, y si pueden o no disipar esta confusión que he cargado conmigo durante años”.

Un día, un líder de la iglesia me dijo: “El Relámpago Oriental le ha robado a tal o cual iglesia muchas buenas ovejas. Todas las denominaciones están cerrando ahora sus iglesias, y tenemos que instar a nuestros hermanos y hermanas a que no tengan absolutamente nada que ver con nadie del Relámpago Oriental, y sobre todo a que no escuchen sus sermones. Si todos nuestros fieles empiezan a creer en el Relámpago Oriental, ¿quién nos quedará para predicar?”. Me desagradó oír al líder de la iglesia decir aquello, y pensé: “Nuestra iglesia está abierta a todos, así que ¿por qué tenemos que cerrarla? ¿Por qué no le darías la bienvenida a un extraño que viene de un lugar lejano? Dice en la Biblia: ‘No os olvidéis de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles’ (Hebreos 13:2). Abraham acogió a unos extraños y por ello fue bendecido por Dios y tuvo un hijo a la edad de cien años; Lot acogió a dos ángeles y así fue salvado de la destrucción de Sodoma; Rahab, la prostituta, acogió a espías de Israel y toda su familia fue salvada; y una viuda pobre recibió al profeta Elías y así evitó pasar hambre durante tres años y medio. De entre tanta gente, ni uno solo sufrió daño por acoger a extraños procedentes de un lugar lejano, sino que, por el contrario, todos fueron bendecidos por Dios. Por lo tanto, está claro que acoger a los extraños se conforma a la voluntad del Señor. Entonces, ¿por qué contradirías la voluntad del Señor cerrando la iglesia y no dejando entrar a ningún extraño?”. Mientras pensaba esto, negué con la cabeza y le dije: “Hacer esto va contra la voluntad del Señor. Nuestra iglesia pertenece a Dios y está abierta a todos. Mientras su comunicación trate sobre la fe en el Señor, debemos dar la bienvenida a cualquiera, no importa quién sea, y debemos buscar con la mente abierta y explorar ideas juntos. Solo así estaremos de acuerdo con las enseñanzas del Señor”.

Un día de julio de 2000, conocí a dos hermanas que predicaban el Relámpago Oriental en casa del hermano Wang. Después de saludarnos brevemente, les pregunté: “Siempre me he sentido desconcertado acerca de si puedo o no ser salvado y entrar en el reino de los cielos. Todo el mundo religioso se adhiere ahora a las palabras de Pablo en la creencia de que seremos salvados si creemos y somos bautizados, y que al creer en el Señor en tu corazón y reconocerlo de palabra, eres justificado por la fe, quedas salvado para siempre y sin duda serás arrebatado al reino de los cielos cuando el Señor regrese. Pero personalmente, no creo que entrar en el reino de los cielos sea tan simple. Como dice la Biblia: ‘La santidad, sin la cual nadie verá al Señor’ (Hebreos 12:14). Ya se trate de mí o de los hermanos y hermanas que están a mi alrededor languideciendo día a día en el pecado, no creo que la gente como nosotros que vivimos diariamente en pecado pueda entrar en el reino de los cielos. Me gustaría saber exactamente cómo ganar la entrada. ¿Puedes compartir conmigo sobre este tema?”.

La hermana Zhou sonrió y dijo: “Hermano, esa pregunta que haces es crucial. Cómo entrar en el reino de los cielos es una preocupación importante para todo creyente. Obtener claridad en este asunto implica saber primero que los creyentes en el Señor siempre deben conducirse de acuerdo con las palabras del Señor Jesús, y no de acuerdo con las que han dicho los seres humanos. El Señor Jesús nos dijo claramente: ‘No todo el que me dice: «Señor, Señor», entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos’ (Mateo 7:21). El Señor nunca dijo que pudiéramos entrar en el reino de los cielos con solo confiar en ser salvados por la gracia o justificados por la fe. Esas fueron las palabras de Pablo, que decía que al ser justificados por la fe, estamos ya salvados para siempre y seremos arrebatados al reino de los cielos. Pablo era solo un apóstol, parte de la humanidad corrupta, y también necesitaba la salvación del Señor Jesús. ¿Cómo podía él determinar si otras personas entrarían o no en el reino de los cielos? Solo el Señor Jesús es el Señor del reino de los cielos, su Rey; solo las palabras del Señor son la verdad y son las únicas con autoridad. Por lo tanto, respecto al asunto de entrar en el reino de los cielos, debemos escuchar solo las palabras del Señor; ¡eso es incuestionable!

“Además hay otras cuestiones: ‘¿Qué es eso de la justificación por la fe y de ser salvado mediante la fe?’ Y, ‘¿puedes entrar en el reino de los cielos una vez que has sido salvado?’ Se explican muy claramente en las palabras de Dios Todopoderoso, así que vamos a leer un par de pasajes de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: ‘Tú sólo sabes que Jesús descenderá durante los últimos días, pero ¿cómo lo hará exactamente? Un pecador como alguno de vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado o perfeccionado por Dios, ¿puedes ser conforme al corazón de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísta y miserable, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡tendrías que tener tanta suerte! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme al corazón de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Y así, tú, un pecador que acaba de ser redimido, no puedes heredar directamente la herencia de Dios’ (‘Acerca de los apelativos y la identidad’ en “La Palabra manifestada en carne”). ‘Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad, se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre, pero no lo libró de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió a Jesús cargar con los pecados del hombre como la ofrenda por el pecado, sino también que Dios realizara una obra mayor para librar completamente al hombre de su carácter, que ha sido corrompido por Satanás. Y así, después de que los pecados del hombre fueron perdonados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio, que llevó al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida’ (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”)”.

La hermana Wang continuó su comunicación diciendo: “En la Era de la Gracia, el Señor Jesús realizó la obra de redención de la humanidad, se convirtió en una ofrenda por el pecado para la humanidad mediante la crucifixión y nos redimió de las garras de Satanás. Mientras aceptemos la salvación del Señor y confesemos y nos arrepintamos de nuestros pecados ante el Señor, entonces estos serán perdonados y seremos aptos para disfrutar de la gracia y las bendiciones del Señor. Lo que quiero decir con ‘nuestros pecados son perdonados’ es que ya no somos condenados ni sentenciados a muerte bajo la ley por infringirla, eso es lo que significa realmente la justificación por la fe y ser salvados mediante la fe. Pero esto no significa que carezcamos de pecado o inmundicia, ni que podamos entrar en el reino de los cielos. Esto se debe a que, aunque nuestros pecados pueden ser perdonados, nuestra naturaleza pecaminosa permanece profundamente arraigada dentro de nosotros, y al vernos en problemas a menudo decimos mentiras y engañamos a otros para proteger nuestras propias posiciones e intereses. Cuando disfrutamos de la gracia del Señor, le damos las gracias y le alabamos, y nos entregamos fervorosamente a Él. Pero en cuanto ocurre una catástrofe o algo malo le sucede a nuestra familia, malinterpretamos al Señor y lo culpamos, hasta el punto de que incluso podemos negarlo y traicionarlo. Entonces, ¿cómo pueden las personas como nosotros, que han sido redimidas pero que a menudo pecan y se oponen a Dios, estar cualificadas para entrar en el reino de los cielos? Dios es justo y santo, y nunca permitiría que gente sucia y corrupta entrara en Su reino. Para salvarnos de una vez por todas de la influencia de Satanás, Él obra de acuerdo con Su plan de gestión y a nuestras necesidades como humanidad corrupta, realizando Su obra de juzgar y purificar al hombre en los últimos días. Dios encarnado ha expresado millones de palabras para juzgar nuestra corrupción, nuestra inmundicia, nuestra injusticia y oposición, y para mostrarnos el camino para desechar nuestro carácter corrupto. Cuando nosotros, al experimentar el juicio y castigo de las palabras de Dios, nos despojamos de nuestro carácter satánico corrupto, somos capaces de poner en práctica las palabras de Dios y cuando nos hayamos convertido en personas que realmente lo obedecen y adoran, solo entonces seremos aptos para entrar en el reino de Dios. De hecho, el Señor Jesús profetizó hace mucho que Él regresaría en los últimos días para realizar la obra de juicio. Y dijo: ‘Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final’ (Juan 12:47-48). ‘Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio’ (Juan 16:8). Por lo tanto, está claro que solo aceptando la obra de juicio de Dios de los últimos días, desechando nuestro carácter corrupto y alcanzando la purificación podemos entrar en el reino de Dios”.

Después de escuchar a las hermanas, todo se aclaró y la luz llenó instantáneamente mi corazón. “¡Ah, así es como se entra en el reino de los cielos!” Pensé. “Al fin entiendo que el Señor Jesús realizó la obra de redimir a la humanidad, no la obra de librarnos del pecado. Ciertamente, el Señor nos absolvió de nuestros pecados, pero nuestra naturaleza pecaminosa permanece profundamente arraigada dentro de nosotros, y todavía pecamos con frecuencia e involuntariamente y nos oponemos al Señor. No es de extrañar que nunca haya podido liberarme de las ataduras y cadenas del pecado; resulta que es porque no he aceptado la obra de juicio de Dios Todopoderoso de los últimos días”. Entonces, les dije a las dos hermanas: “¡Gracias al Señor! Al escuchar las palabras de Dios Todopoderoso y su comunicación, al fin sé que esa creencia que siempre hemos tenido, que todo aquel que cree en el Señor en su corazón y lo reconoce verbalmente puede ser arrebatado al reino de los cielos, solo forma parte de nuestras nociones e imaginaciones. Ahora entiendo que la obra que realizó el Señor Jesús fue la obra de redención, y que el Señor retornado realizará la obra de juicio. Es decir, Él purificará y transformará completamente nuestro carácter corrupto, y solo entonces podremos entrar en el reino de los cielos. No es de extrañar que leyera tantos libros espirituales pero nunca encontrara la solución al problema de los pecados del hombre. Hermanas, ¿cómo realiza Dios la obra de juicio y castigo en los últimos días? ¿Podéis compartir más conmigo?”.

La hermana Wang dijo entonces: “La respuesta a esta pregunta se expresa claramente en las palabras de Dios, así que vamos a leer un pasaje. Dios Todopoderoso dice: ‘En los últimos días Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la esencia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tal como: el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como también la sabiduría y el carácter de Dios, y así sucesivamente. Todas estas palabras son dirigidas a la esencia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios con relación a cómo el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra de juicio, Dios no deja simplemente en claro la naturaleza del hombre con sólo unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda, no pueden ser sustituidos con palabras ordinarias, sino con la verdad que el hombre no posee en absoluto. Sólo los métodos de este tipo se consideran juicio; sólo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra de juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra de juicio realizada por Dios’ (‘Cristo hace la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”).

“Las palabras de Dios nos dicen claramente que, en los últimos días, Dios expresa todas las verdades que necesitamos para alcanzar la plena salvación, juzgando y exponiendo nuestra naturaleza satánica opuesta a Dios y nuestra esencia corrupta. Todas estas palabras son la verdad, llevan la autoridad y el poder de Dios, y nos revelan lo que Dios tiene y es, así como su carácter justo que no admite ofensa. Mediante el juicio y castigo de las palabras de Dios, y por la revelación de los hechos, llegamos a tener algún entendimiento de nuestra naturaleza satánica y la verdad de nuestra corrupción por parte de Satanás. Vemos que hemos sido tan profundamente corrompidos por Satanás, que somos por naturaleza arrogantes, engreídos, deshonestos, astutos, egoístas, egocéntricos, codiciosos, malvados, estamos ansiosos por prevalecer sobre los demás, y lo único que revelamos es nuestro profundo carácter satánico. Dominados por este carácter corrupto, nos oponemos y rebelamos constantemente contra Dios aunque no queramos. Por ejemplo, cuando obramos y predicamos sermones en nuestras iglesias, divagamos con discursos grandilocuentes y nos mostramos y nos exaltamos a nosotros mismos para que otros nos admiren y nos tengan en alta estima. A menudo decimos mentiras y engañamos a los demás para proteger nuestros propios intereses, incluso llegando a involucrarnos en intrigas y a competir unos con otros. Cuando nos encontramos con personas, eventos, cosas o situaciones que no concuerdan con nuestras propias nociones, siempre le hacemos a Dios demandas nada razonables o albergamos deseos extravagantes, y somos incapaces de someternos a las orquestaciones y arreglos de Dios. Al experimentar el juicio y castigo de las palabras de Dios, poco a poco llegamos a entender algunas verdades, obtenemos un entendimiento verdadero de nuestra naturaleza satánica y sentimos un odio genuino hacia ella, y también llegamos a tener un entendimiento verdadero del carácter justo de Dios. Sabemos a qué tipo de personas ama Dios y a cuáles detesta, y también qué tipo de búsqueda está de acuerdo con Su voluntad. Aprendemos a discernir entre lo positivo y lo negativo. Una vez que entendemos estas cosas, estamos dispuestos a abandonar nuestra carne desde el fondo de nuestros corazones y a practicar de acuerdo con las palabras de Dios. Poco a poco, con el tiempo, el deseo de venerar y amar a Dios surge dentro de nosotros, somos liberados de algunas de las ataduras y cadenas de nuestro corrupto carácter satánico, y le hacemos menos demandas irrazonables a Dios. Llegamos a ser capaces de ocupar nuestro lugar como seres creados y cumplir con nuestro deber, nos sometemos a las orquestaciones y arreglos de Dios y comenzamos a vivir asemejándonos a un auténtico ser humano. A medida que experimentamos la obra de Dios, llegamos a tener un profundo aprecio por el hecho de que el único camino para entrar en el reino de los cielos es aceptar la obra de juicio y castigo de Dios Todopoderoso de los últimos días, buscar la verdad, lograr conocer a Dios y a nosotros mismos y hacer que cambie nuestro carácter corrupto”.

Escuchar estas palabras de Dios Todopoderoso y la comunicación de la hermana me proporcionó aún más claridad en mi interior. Las verdades expresadas por Dios Todopoderoso son muy prácticas y de hecho son las que necesitamos los seres humanos corruptos. Solo aceptando y experimentando la obra de juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días podemos deshacernos de las ataduras y cadenas de nuestro carácter corrupto de una vez por todas. No pude evitar suspirar y dije: “He creído en el Señor durante muchos años y, sin embargo, siempre peco de día y luego confieso los mismos pecados de noche, vivo una vida en la que languidezco en el pecado. Si Dios no hubiera expresado todas las verdades para purificar a la humanidad, si no nos hubiera mostrado el camino para librarnos de nuestro carácter corrupto, sin duda habría estado atado con tanta fuerza por el pecado que nunca habría encontrado el camino de la libertad. No es de extrañar que el Señor dijera: ‘Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir’ (Juan 16:12-13). El Señor Jesús nos dijo hace mucho que tenía más palabras que expresar en los últimos días y que Él nos guiaría para entrar en todas las verdades. Las palabras de Dios Todopoderoso tienen autoridad y poder, han revelado todas las verdades y misterios que siempre quise comprender pero no podía y me han convencido plenamente. ¡Por fin he encontrado el camino para entrar en el reino de los cielos!”. Las dos hermanas asintieron felices.

Entonces dije con entusiasmo: “Esta es la voz del Señor. ¡Dios Todopoderoso es el Señor Jesús retornado! Algo que he deseado durante mucho tiempo ha sucedido al fin, ¡tengo tanta suerte! ¡Estoy tan bendecido! Cuando nació el Señor Jesús, Simeón sintió una alegría increíble al ver al niño Jesús, que solo tenía ocho días. Al poder darle la bienvenida al regreso del Señor y escuchar las propias declaraciones de Dios en vida, soy incluso más afortunado de lo que fue Simeón, ¡le estoy tan agradecido al Señor!”. Mientras hablaba, me invadió la emoción y derramé sentidas lágrimas. Me arrodillé en el suelo para orar a Dios, pero estaba llorando tanto que no podía hablar; las hermanas también lloraron conmigo, conmovidas.

La angustia que me había asolado durante tantos años finalmente encontró su resolución en las palabras de Dios Todopoderoso. Pensé en cómo había buscado por todas partes, sin encontrar nunca el camino de la purificación que me llevaría al reino de los cielos, pero ahora, por fin, lo he encontrado. ¡Sé que esta es la gracia de Dios y mi salvación! Después, al asistir a reuniones y tener comunicación con hermanos y hermanas sobre las palabras de Dios Todopoderoso, llegué a entender cada vez más verdades, y gané algo de comprensión de la voluntad de Dios para salvarnos. Ahora deseo aceptar más del juicio y castigo de las palabras de Dios, experimentar Su obra, librarme poco a poco de mi carácter corrupto y ser purificado. ¡Gracias a Dios!

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

XI Palabras clásicas sobre la entrada en la realidad de la verdad

(II) Palabras sobre orar y adorar a Dios

11. La oración no es un tipo de ritual; es una verdadera comunión entre las personas y Dios y conlleva un significado profundo. A partir de las oraciones de las personas podemos ver que están sirviendo a Dios directamente; si consideras a la oración como un ritual, ciertamente no servirás bien a Dios. Si tus oraciones no son serias o sinceras, puede decirse que, desde el punto de vista de Dios, no existes como persona; si ese es el caso, ¿cómo puedes hacer que el Espíritu Santo obre en ti? El resultado será que, después de trabajar durante un tiempo, quedarás exhausto. De ahora en adelante, sin la oración, no podrás trabajar. Es la oración la que produce el trabajo y la que produce el servicio. Si eres una persona que funge como líder y sirve a Dios, pero nunca te has entregado a la oración o nunca has sido serio en tus oraciones, entonces la manera en la que sirves terminará haciéndote fracasar. […] Si puedes ir a menudo ante la presencia de Dios y puedes orarle con frecuencia, esto demuestra que tratas a Dios como Dios. Si descuidas a menudo la oración y, en cambio, haces cosas por tu cuenta y a Sus espaldas, entonces no sirves a Dios; más bien, simplemente estás haciéndote cargo de tus propios asuntos. Por tanto, ¿no serás condenado? Visto desde fuera, no parecerá que hayas hecho nada perturbador ni que hayas cometido blasfemia contra Dios, sino que estás haciéndote cargo de tus cosas. ¿Acaso no estás provocando una interrupción al hacer esto? Aunque, a primera vista, parece como si no estuvieras haciéndolo, en esencia, te estás resistiendo a Dios.

de ‘El significado y la práctica de la oración’ en “Registros de las pláticas de Cristo

12. Después de que creara a los hombres y les diera espíritus, Dios les ordenó que si no lo invocaban, no serían capaces de conectar con Su Espíritu y, por tanto, la “estación satélite” del cielo no se recibiría en la tierra. Cuando Dios ya no está en el espíritu de las personas hay un sitio libre para otras cosas, y así es como Satanás aprovecha la oportunidad de entrar. Cuando las personas contactan a Dios con el corazón, Satanás entra inmediatamente en pánico y se apresura a escapar. A través del clamor de la humanidad, Dios les da a las personas lo que necesitan, pero Él no “reside” en ellas al principio. Él les brinda ayuda de continuo a causa de su clamor, y las personas obtienen resistencia de esa fuerza interna de forma que Satanás no se atreve a venir aquí a “jugar” como se le antoje. De este modo, si las personas conectan continuamente con el Espíritu de Dios, Satanás no se atreve a venir a interrumpir. Sin la interrupción de Satanás, la vida de todas las personas es normal y Dios tiene la oportunidad de obrar en ellas sin obstrucciones. De esta manera, lo que Dios quiere hacer puede lograrse a través de los seres humanos

de ‘Capítulo 17’ de Interpretaciones de los misterios de las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

13.

(Pasaje selecto de la Palabra de Dios)

Acerca de la práctica de la oración

Vosotros no prestáis atención a la oración en vuestra vida diaria. Las personas siempre han pasado por alto la oración. En sus oraciones anteriores sólo lo estaban haciendo de una forma superficial, a manera de juego, y nadie nunca le ha dado completamente su corazón ante Dios y ha orado verdaderamente a Dios. Las personas sólo oran a Dios cuando algo les pasa. Durante todo este tiempo, ¿alguna vez has orado verdaderamente a Dios? ¿Alguna vez has derramado lágrimas de dolor delante de Dios? ¿Alguna vez has llegado a conocerte delante de Dios? ¿Alguna vez has tenido una oración íntima con Dios? La oración se practica gradualmente: si por lo general no oras en casa, entonces no vas a tener manera de orar en la iglesia, y si por lo general no oras durante las pequeñas reuniones, entonces no vas a ser capaz de orar durante las grandes reuniones. Si normalmente no te acercas a Dios ni meditas en Sus palabras, entonces no vas a tener nada que decir cuando sea hora de orar, e incluso si oras, sólo estarás orando de boca para afuera; no vas a estar orando verdaderamente.

¿Qué significa orar realmente? Quiere decir hablar con Dios las palabras que están dentro de tu corazón y tener comunión con Dios después de que comprendiste Su voluntad, basándote en Sus palabras; quiere decir sentirte particularmente cerca de Dios, sentir que Él está enfrente de ti y que tienes algo que decirle; y quiere decir estar especialmente radiante dentro de tu corazón y sentir que Dios es especialmente precioso. Te sentirás especialmente inspirado y, después de escuchar tus palabras, los hermanos y hermanas se sentirán complacidos, sentirán que las palabras que hablas son las que están dentro de sus corazones, las que quieren pronunciar, y que lo que dices representa lo que ellos quieren decir. Esto es lo que significa orar verdaderamente. Después de que has orado verdaderamente, te sentirás en paz y complacido en tu corazón; la fuerza para amar a Dios crecerá y sentirás que nada en toda tu vida es más valioso o significativo que amar a Dios, y todo esto probará que tus oraciones han sido efectivas. ¿Alguna vez has orado de esta manera?

¿Y qué hay en cuanto al contenido de las oraciones? Debes orar, paso a paso, de acuerdo a tu verdadero estado y a aquello que será hecho por el Espíritu Santo, y debes hablar con Dios de acuerdo con la voluntad de Dios y Sus exigencias para el hombre. Cuando comiences a practicar tus oraciones, primero entrégale tu corazón a Dios. No intentes entender la voluntad de Dios; sólo trata de decirle a Dios las palabras que están dentro de tu corazón. Cuando te presentes delante de Dios, habla así: “¡Oh Dios! Sólo hoy me doy cuenta de que solía desobedecerte. Soy realmente corrupto y despreciable. Antes, estaba perdiendo el tiempo; a partir de hoy, voy a vivir para Ti, voy a vivir una vida que tenga sentido y voy a satisfacer Tu voluntad. Quisiera que Tu Espíritu siempre obrara en mi interior y que siempre me iluminara y me esclareciera, para que pueda dar un testimonio fuerte y rotundo delante de Ti, permitiendo que Satanás vea Tu gloria, Tu testimonio y la prueba de Tu triunfo dentro de nosotros”. Cuando ores de esta manera, tu corazón será completamente liberado, y después de haber orado así, tu corazón estará más cerca de Dios, y al orar con frecuencia de esta manera, el Espíritu Santo inevitablemente obrará dentro de ti. Si siempre clamas a Dios de esta manera, y tomas tu determinación delante de Dios, llegará el día en que tu determinación pueda ser aceptada delante de Dios, cuando Él reciba tu corazón y todo tu ser, y finalmente Dios te hará perfecto. La oración es de suma importancia para vosotros. Cuando oras, recibes la obra del Espíritu Santo, Dios toca así tu corazón y surge la fuerza del amor por Dios dentro de ti. Si no oras con el corazón, si no abres tu corazón para tener comunión con Dios, entonces Dios no va a tener forma de obrar en ti. Si, habiendo orado, has dicho todas las palabras que están dentro de tu corazón y el Espíritu de Dios no ha obrado, si no te sientes inspirado en tu interior, entonces esto demuestra que tu corazón no es sincero, que tus palabras no son ciertas y que siguen siendo impuras. Si, habiendo orado, te sientes complacido, entonces Dios ha aceptado tus oraciones y el Espíritu de Dios ha obrado dentro de ti. Como alguien que sirve delante de Dios, no puedes estar sin orar. Si verdaderamente ves la comunión con Dios como algo significativo y valioso, ¿podrías abandonar la oración? Nadie puede estar sin comunión con Dios. Sin la oración, vives en la carne, vives en la esclavitud de Satanás; sin la oración verdadera, vives bajo la influencia de la oscuridad. Espero que los hermanos y hermanas puedan orar verdaderamente todos y cada uno de los días. Sin embargo, esto no es observancia de la doctrina, sino un efecto que se debe lograr. ¿Estás dispuesto a renunciar a un poco de sueño y gratificación haciendo oraciones matutinas al amanecer y después disfrutar de las palabras de Dios? Si oras, comes y bebes las palabras de Dios de esta manera, con un corazón puro, entonces Dios te aceptará más. Si lo haces cada día, si practicas darle tu corazón a Dios cada día y tienes comunión con Él, entonces tu conocimiento de Dios seguro aumentará y estarás mejor capacitado para captar la voluntad de Dios. Debes decir: “¡Oh Dios! Quiero cumplir mi deber. Con el fin de que Tú seas glorificado en nosotros, y de que puedas disfrutar del testimonio en nosotros, este grupo de personas, no puedo sino consagrarte todo mi ser. Te suplico que obres dentro de nosotros para que yo pueda amarte y satisfacerte verdaderamente y convertirte en el objeto de mi búsqueda”. Cuando tengas esta carga, con toda seguridad Dios te perfeccionará; no sólo oras por tu bien sino también por el bien de llevar a cabo la voluntad de Dios y por el bien de amarlo a Él. Esa es la clase de oración más verdadera. ¿Oras con el propósito de llevar a cabo la voluntad de Dios?

Antes, no sabíais cómo orar y pasabais por alto la oración; hoy, debéis hacer vuestro mejor esfuerzo por entrenaros a orar. Si no puedes reunir las fuerzas dentro de ti para amar a Dios, entonces ¿cómo puedes orar? Debes decir: “¡Oh Dios! Mi corazón es incapaz de amarte verdaderamente, quiero amarte pero me hace falta la fuerza. ¿Qué debo hacer? Quiero que Tú abras los ojos de mi espíritu, quiero que Tu Espíritu toque mi corazón para que delante de Ti sea despojado de todos los estados pasivos y que ninguna persona, cuestión o cosa me restrinja; pongo al descubierto completamente mi corazón delante de Ti para que todo mi ser se consagre delante de Ti y me puedas probar como quieras. Ahora bien, no pienso en mis perspectivas ni la muerte me limita. Usando mi corazón que te ama, quiero buscar el camino de la vida. Todas las cosas y todos los eventos están en Tus manos, mi destino está en Tus manos y, además, mi vida es controlada por Tus manos. Ahora, busco amar a Ti e, independientemente de si me dejas amarte, independientemente de cómo interfiera Satanás, estoy decidido a amarte”. Cuando te encuentras con esto, oras de esta manera. Si lo haces así todos los días, la fuerza para amar a Dios crecerá poco a poco.

¿Cómo se puede entrar en la oración verdadera?

Mientras oras, tu corazón debe estar en paz delante de Dios y debe ser sincero. Estás realmente teniendo comunión y orando con Dios; no debes engañar a Dios usando palabras elegantes. La oración se debe centrar en torno a aquello que Dios quiere completar hoy. Pídele a Dios que te ilumine y te esclarezca más, y lleva tu estado actual y tus problemas delante de Él para que ores y tomes una resolución ante Dios. Orar no es seguir un procedimiento sino buscar a Dios usando tu corazón sincero. Pide que Dios proteja tu corazón, capacitándolo para que con frecuencia esté en paz delante de Dios, capacitándote para que te conozcas y te desprecies y te abandones en el ambiente que Dios ha puesto para ti, permitiéndote así tener una relación normal con Dios y haciendo de ti alguien que verdaderamente ama a Dios.

¿Cuál es el significado de la oración?

La oración es una de las formas en las que el hombre coopera con Dios, es un modo por medio del cual el hombre invoca a Dios y es el proceso por medio del cual el Espíritu de Dios toca al hombre. Se puede decir que los que están sin oración son muertos que no tienen espíritu, lo que prueba que les hacen falta las facultades para que Dios los toque. Sin la oración, las personas no pueden alcanzar una vida espiritual normal, mucho menos seguir la obra del Espíritu Santo; sin la oración, rompen su relación con Dios y no pueden recibir la aprobación de Dios. Siendo que eres alguien que cree en Dios, entre más ores, más te toca Dios. Esas personas tienen una mayor determinación y pueden recibir más la iluminación más reciente de Dios; como resultado, el Espíritu Santo puede perfeccionar sólo a personas como estas tan pronto como sea posible.

¿Cuál es el efecto que se debe lograr por la oración?

Las personas pueden llevar a cabo la práctica de la oración y comprender el significado de la oración, pero el efecto que la oración debe lograr no es nada sencillo. La oración no es un proceso de pasar por las formalidades, de seguir un procedimiento o de recitar las palabras de Dios, es decir, la oración no implica repetir palabras como un perico y copiarles a los demás. En la oración, le debes dar tu corazón a Dios, compartiendo con Dios las palabras que están en tu corazón para que Él te pueda tocar. Si las oraciones han de ser efectivas, entonces se deben basar en la lectura de las palabras de Dios. Sólo orando en medio de las palabras de Dios se podrá recibir más esclarecimiento e iluminación. Una oración verdadera se demuestra cuando se tiene un corazón que anhela las exigencias que Dios le hace y se está dispuesto a cumplir estas exigencias; se podrá odiar todo lo que Dios odia y sobre esta base se tendrá conocimiento, se conocerá y se tendrá claras las verdades que Dios explica. Tener la determinación, la fe, el conocimiento y un camino por el cual practicar después de orar, sólo esto es orar verdaderamente y sólo la oración como esta puede ser efectiva. Sin embargo, la oración se debe construir sobre el fundamento del disfrute de las palabras de Dios y teniendo comunión con Dios en Sus palabras, y el corazón puede buscar a Dios y estar en paz ante Dios. Esa oración ya ha alcanzado el punto de la comunión verdadera con Dios.

Conocimiento básico acerca de la oración:

1. No digas a ciegas lo que venga a tu mente. En tu corazón debe haber una carga; es decir, debes tener un objetivo cuando ores.

2. Tus oraciones deben contener las palabras de Dios; se deben basar en las palabras de Dios.

3. Al orar, no puedes volver a lo mismo una y otra vez; no debes traer a colación cosas obsoletas. Especialmente te debes entrenar en hablar las palabras actuales del Espíritu Santo; sólo entonces podrás hacer una conexión con Dios.

4. La oración grupal se debe centrar alrededor de un núcleo, que debe ser la obra del Espíritu Santo hoy.

5. Todas las personas deben aprender cómo orar por los demás. En las palabras de Dios, deben encontrar la porción por la que quieren orar, sobre la que tengan una carga y por la cual deban orar con frecuencia. Esta es una manifestación del cuidado que se tiene de la voluntad de Dios.

La vida de oración personal se basa en entender el significado de la oración y el conocimiento básico de la oración. El hombre a menudo debe orar por sus deficiencias en su vida diaria y debe orar sobre el fundamento del conocimiento de las palabras de Dios con el propósito de lograr los cambios en su carácter de vida. Todos deben establecer su propia vida de oración, deben orar por el conocimiento que se basa en las palabras de Dios, deben orar con el fin de buscar el conocimiento de la obra de Dios. Pon tus circunstancias presentes delante de Dios y sé pragmático y no prestes atención al método; la clave es lograr un conocimiento verdadero y experimentar realmente las palabras de Dios. Cualquiera que busque la entrada a la vida espiritual debe ser capaz de orar de múltiples maneras. Orar en silencio, ponderar las palabras de Dios, llegar a conocer la obra de Dios, etc., esta obra orientada de comunión tiene el propósito de lograr la entrada a la vida espiritual normal, mejorando cada vez más tu propia condición ante Dios y produciendo un progreso cada vez mayor en tu vida. En resumen, todo lo que hagas —ya sea comer y beber las palabras de Dios u orar en silencio o declarar en voz alta— es con el fin de ver claramente las palabras de Dios y Su obra y aquello que Él desea lograr en ti. Lo que es más importante, es con el objetivo de alcanzar los estándares que Dios exige y llevar tu vida al siguiente nivel. El estándar más bajo que Dios exige de las personas es que le puedan abrir sus corazones. Si el hombre le da a Dios su corazón sincero y le dice lo que realmente hay dentro de su corazón, entonces Dios estará dispuesto a obrar en el hombre; Dios no quiere el corazón torcido del hombre sino su corazón puro y honesto. Si el hombre no le dice a Dios lo que de verdad hay en su corazón, entonces Dios no toca el corazón del hombre ni obra dentro de él. Por lo tanto, lo más crucial acerca de la oración es decirle a Dios las palabras de tu auténtico corazón, hablarle a Dios de tus defectos o de tu carácter rebelde y abrirte completamente a Él. Sólo entonces Dios estará interesado en tus oraciones; si no, Él ocultará Su rostro de ti. El criterio mínimo para la oración es que puedas guardar tu corazón en paz ante Dios y que no se aparte de Él. Tal vez, durante este periodo, no has obtenido una visión más nueva o más alta, pero debes usar la oración para mantener las cosas como están; no puedes retroceder. Esto es lo mínimo que debes alcanzar. Si no puedes lograr ni siquiera esto, entonces esto prueba que tu vida espiritual no ha entrado en la senda correcta; como resultado, no podrás aferrarte a tu visión original y serás despojado de la fe en Dios y por consiguiente tu determinación desaparecerá. Lo que marca tu entrada en la vida espiritual es si tus oraciones han entrado o no en la senda correcta. Todas las personas deben entrar en esta realidad, todas deben hacer la obra de entrenarse de manera consciente en la oración, no esperando con pasividad sino buscando conscientemente que el Espíritu Santo las toque. Sólo entonces serán personas que efectivamente buscan a Dios.

Cuando comiences a orar, debes ser realista, y no intentes hacer demasiado; no puedes hacer demandas extravagantes esperando que tan pronto como abras tu boca el Espíritu Santo te tocará, te esclarecerá, te iluminará y te concederá mucha gracia. Eso es imposible, Dios no hace cosas sobrenaturales. Dios lleva a término las oraciones de las personas en Su propio tiempo y a veces prueba tu fe para ver si eres leal delante de Él. Cuando oras, debes tener fe, perseverancia y determinación. Cuando comienzan a entrenarse en la oración, la mayoría de las personas no sienten que el Espíritu Santo las haya tocado y se desaniman. ¡Esto no puede ser! Debes ser persistente, te debes enfocar en sentir el toque del Espíritu Santo y en buscar y explorar. A veces, la senda por la que actúas es la equivocada; a veces, tus motivaciones y conceptos no pueden permanecer firmes ante Dios y por eso el Espíritu de Dios no te conmueve; también hay veces en las que Dios se fija en si eres leal o no. En resumen, debes dedicar más esfuerzo a entrenarte. Si descubres que la senda sobre la que actúas está desviada, puedes cambiar la forma en la que oras. Con tal de que verdaderamente busques y anheles recibir, entonces el Espíritu Santo con toda seguridad te llevará a esta realidad. A veces oras con un corazón sincero, pero no sientes que hayas sido tocado de manera especial. En momentos como estos, debes confiar en tu fe y en que Dios observa tus oraciones; debes perseverar en tus oraciones.

Debes ser honesto y debes orar con el fin de deshacerte de la astucia que hay en tu corazón. A medida que uses la oración para purificarte siempre que lo necesites, y la uses para que el Espíritu de Dios te toque, tu carácter cambiará gradualmente. La verdadera vida espiritual es una vida de oración y es una vida que el Espíritu Santo toca. El proceso de ser tocado por el Espíritu Santo es el proceso de cambiar el carácter del hombre. Una vida que no ha sido tocada por el Espíritu Santo no es una vida espiritual, sigue siendo un ritual religioso; sólo aquellas a quienes el Espíritu Santo toca con frecuencia, y que el Espíritu Santo ha esclarecido e iluminado, son las personas que han entrado en la vida espiritual. El carácter del hombre cambia constantemente cuando ora, y entre más es movido por el Espíritu de Dios, más proactivo y obediente será. Así también, su corazón será purificado poco a poco y después de esto su carácter cambiará gradualmente. Ese es el efecto de la oración verdadera.

de “La Palabra manifestada en carne”

14. Aunque cuando las personas se arrodillan para orar hablan a Dios en un reino intangible, debes entender claramente que sus oraciones son también una especie de conducto a través del cual pueden recibir la obra del Espíritu Santo. Cuando las personas oran y buscan mientras se encuentran en el estado correcto, el Espíritu Santo también obra al mismo tiempo. Esta es una especie de cooperación armoniosa entre Dios y la humanidad desde dos perspectivas diferentes; en otras palabras, es Dios ayudando a las personas a lidiar con ciertos asuntos. Este es un tipo de cooperación por parte de los humanos cuando van ante Dios; también es un tipo de método a través del cual Dios salva y purifica a las personas. Además, es la senda para la entrada apropiada de las personas a la vida y no es un tipo de ceremonia. La oración no consiste simplemente en estimular el entusiasmo de las personas; si eso fuera todo, bastaría con actuar por inercia y gritar algunos eslóganes y no habría necesidad de pedir nada ni de adorar, ni de tener piedad. ¡El significado de la oración es muy profundo! Si oras con frecuencia y si sabes cómo hacerlo –y oras a menudo de forma sumisa y razonable– entonces tu estado interno será siempre apropiado. Si frecuentemente expresas esos eslóganes al orar sin tener una carga y sin reflexionar sobre si lo que dices en oración es razonable, cuáles de tus palabras son inadmisibles y qué forma de hablar no es verdadera adoración, y si nunca te tomas en serio estos asuntos, entonces tus oraciones no tendrán éxito y siempre tendrás un estado interno anormal; nunca ahondarás en las lecciones de qué es la razón normal, la sumisión verdadera, la verdadera adoración, y dónde deberías estar en la oración. Todos estos asuntos son sutiles.

de ‘El significado y la práctica de la oración’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

15. Tus oraciones a Dios carecen de razón con demasiada frecuencia; siempre oras con el siguiente tono: “¡Oh, Dios! Como me has permitido llevar a cabo este deber, debes hacer que todo lo que yo haga sea adecuado para que Tu obra no sea interrumpida y que los intereses de la familia de Dios no sufran pérdidas. Debes protegerme…”. Esta oración es verdaderamente irracional ¿no es así? […] Observa las oraciones del Señor Jesús (aunque Sus oraciones no se mencionan aquí para hacer que las personas se apropien de Su lugar o posición): en el Huerto de Getsemaní Él oró “Si es posible…”. Es decir, “si puede hacerse”. Esto se dijo en un diálogo; Él no dijo: “Te imploro”. Con un corazón sumiso y en un estado de sumisión, oró: “Si es posible, pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú quieres” (Mateo 26:39). Él oró así las primeras dos veces y, la tercera, oró: “Que se haga Tu voluntad”. Habiendo comprendido las intenciones de Dios Padre, dijo: “Que se haga Tu voluntad”. Él fue capaz de someterse por completo sin tomar absolutamente ninguna decisión personal. Él dijo: “Si es posible, pase de Mí esta copa”. ¿Qué significaba eso? Oró de esta forma porque pensaba en el enorme sufrimiento de desangrarse en la cruz hasta Su último hálito de vida –y esto aludía al tema de la muerte– y porque Él todavía no había comprendido por completo las intenciones de Dios Padre. Dado que pudo orar de esa forma a pesar de pensar en el sufrimiento de la crucifixión, Él fue, ciertamente, muy sumiso. Su modo de orar fue normal; no propuso ninguna condición en Su oración y tampoco dijo que la copa debía eliminarse. Más bien, su propósito era buscar las intenciones de Dios en una situación que Él no entendía. La primera vez que Él oró, Él no entendía por completo las intenciones de Dios Padre, y dijo: “Si es posible… pero sea como Tú quieras”. Él oró a Dios en un estado de sumisión. La segunda vez, oró de la misma forma. En total, oró tres veces (por supuesto, estas tres oraciones no se produjeron simplemente en tres días), y, en Su oración final, entendió completamente las intenciones de Dios, después de lo cual ya no imploró nada más. En Sus dos primeras oraciones, Él buscó en un estado de sumisión. Sin embargo, simplemente, las personas no oran así. En sus oraciones, las personas dicen: “Dios, te ruego que hagas esto y aquello, y te ruego que me guíes en esto y aquello, y te imploro que prepares condiciones para mí…”. Quizás Él no preparará condiciones adecuadas para ti y permitirá que sufras dificultades. Si las personas dijeran siempre: “Dios, te pido que hagas preparativos para mí y me des fuerzas”, ¡la oración sería verdaderamente inadmisible! Debes ser razonable cuando ores y debes hacerlo bajo la premisa de que estás sometiéndote. No limites tus oraciones. Antes de que comiences siquiera a orar, ya te estás limitando de esa manera: Debo implorar a Dios y hacer que haga tal y tal cosa. ¡Esta clase de oración es verdaderamente inadmisible!

de ‘El significado y la práctica de la oración’ en “Registros de las pláticas de Cristo”

16. A veces, cuando estás disfrutando las palabras de Dios, tu espíritu es tocado y sientes que no puedes dejar de amar a Dios, que hay una gran fuerza dentro de ti y que no hay nada que no puedas desechar. Si te sientes así, entonces el Espíritu de Dios te ha tocado y tu corazón se ha vuelto por completo a Dios y vas a orar a Dios y le vas a decir: “¡Oh Dios! Tú realmente nos has predestinado y escogido. Tu gloria me llena de orgullo y para mí es glorioso ser uno de Tu pueblo. Voy a erogar todo y dar todo para cumplir Tu voluntad y te voy a dedicar todos mis años y toda una vida de esfuerzos”. Cuando oras de esta manera, en tu corazón habrá un amor que no tiene fin y una obediencia verdadera hacia Dios. ¿Alguna vez has tenido una experiencia como esta? Si el Espíritu de Dios toca a las personas con frecuencia, entonces están especialmente dispuestas a consagrarse a Dios en sus oraciones: “¡Oh Dios! Quiero contemplar Tu día de gloria y quiero vivir para Ti, nada es más valioso o importante que vivir para Ti y no tengo el más mínimo deseo de vivir para Satanás y la carne. Me levantaste cuando me capacitaste para vivir para Ti hoy”. Cuando hayas orado de esta manera, vas a sentir que no puedes dejar de darle tu corazón a Dios, que debes ganar a Dios y que odiarías morirte sin haber ganado a Dios mientras estás vivo. Después de haber orado tal oración, habrá dentro de ti una fuerza inagotable que no sabrás de dónde proviene; dentro de ti habrá un poder sin límite y tendrás un gran sentimiento de que Dios es maravilloso y que es digno de que lo ames. Así será cuando Dios te haya tocado. Todos los que han tenido esa experiencia es porque Dios los ha tocado. Para aquellos a quienes Dios toca con frecuencia, en sus vidas ocurren los cambios, pueden tomar su resolución, están dispuestos a ganar por completo a Dios, el amor por Dios en sus corazones es más fuerte, sus corazones se han vuelto por completo a Dios, no tienen en cuenta a la familia, el mundo, las complicaciones o su futuro y están dispuestos a dedicarle a Dios una vida de esfuerzos. A todos aquellos a quienes el Espíritu de Dios ha tocado son los que están en busca de la verdad y que tienen la esperanza de que Dios los perfeccione.

de ‘Conoce la nueva obra de Dios y sigue Sus huellas’ en “La Palabra manifestada en carne”

17. Este hombre, Pedro, era de excelente calibre, pero sus circunstancias eran diferentes a las de Pablo. Sus padres me persiguieron, pertenecían a los demonios poseídos por Satanás, y por esta razón no puede decirse que transmitieron el camino a Pedro. Pedro tenía un ingenio agudo, estaba dotado de una inteligencia innata y sus padres lo mimaban profundamente desde la infancia; cuando creció, sin embargo, se convirtió en su enemigo, porque él siempre buscó conocerme y esto lo llevó a darles la espalda. Esto se debió, en primer lugar, a que él creía que los cielos y la tierra y todas las cosas están en las manos del Todopoderoso, y que todas las cosas positivas se originan en Dios y provienen directamente de Él, sin pasar por ningún procesamiento por parte de Satanás. Gracias al ejemplo contrario de sus padres como complemento, fue capaz de reconocer Mi amor y misericordia más fácilmente, encendiendo dentro de él una pasión aún mayor por buscarme. Prestó especial atención no sólo a comer y beber Mis palabras, sino, aún más, a comprender Mis intenciones, y fue constantemente prudente y cauteloso con sus pensamientos, por lo que siempre fue muy sagaz en su espíritu y, por ende, capaz de complacerme en todo lo que hacía. En la vida cotidiana, puso especial atención a integrar las lecciones de quienes habían fracasado en el pasado con el fin de incentivarse a sí mismo a poner mayor esfuerzo, profundamente temeroso de poder caer en las redes del fracaso. También puso especial empeño en asimilar la fe y el amor de todos aquellos que a través de los tiempos habían amado a Dios. De este modo, no sólo en los aspectos negativos, sino mucho más importante, en los aspectos positivos, aceleró el progreso de su crecimiento, hasta que se convirtió, en Mi presencia, en el ser humano que mejor me conoció. Por esta razón, no es difícil imaginar cómo pudo poner en Mis manos todo lo que tenía, dejando de ser dueño de sí mismo, incluso en lo referente a qué comer, cómo vestirse, dónde dormir o dónde alojarse, e hizo de satisfacerme en todas las cosas la base sobre la cual disfrutaba de Mi riqueza. Lo puse a prueba muchas veces –lo cual, por supuesto, lo dejó medio muerto– pero aun en medio de estos cientos de pruebas, ni una sola vez perdió la fe en Mí o se sintió desilusionado de Mí. Incluso cuando dije que ya lo había hecho a un lado, no fue débil de corazón ni cayó en la desesperación, sino que continuó como siempre, cumpliendo con sus principios para amarme de una manera práctica. Cuando le dije que, a pesar de que me amaba, Yo no lo elogiaría, sino que al final lo arrojaría a las manos de Satanás. En medio de estas pruebas, que no llegaron a tocar su carne, sino que fueron pruebas por medio de palabras, él continuó orándome: “¡Oh, Dios! Entre los cielos y la tierra y todas las cosas, ¿hay algún hombre, alguna criatura o alguna cosa que no esté en Tus manos, las del Todopoderoso? Cuando deseas mostrarme Tu compasión, mi corazón se regocija a causa de Tu misericordia; cuando deseas juzgarme, aunque yo pueda ser indigno, siento mucho más aún el misterio profundo de Tus obras, porque estás lleno de autoridad y sabiduría. Aunque mi carne pueda sufrir, soy consolado en mi espíritu; ¿cómo podría yo no ensalzar Tu sabiduría y Tus obras? Incluso si muriese después de llegar a conocerte, siempre estaría listo y dispuesto. ¡Oh, Todopoderoso! ¿Acaso no es porque no deseas que yo te vea? ¿Acaso no es que soy verdaderamente indigno de recibir Tu juicio? ¿Es acaso posible que haya algo en mí que no desees ver?”. En medio de este tipo de pruebas, a pesar de que Pedro no fue capaz de captar Mis intenciones con exactitud, es evidente que él consideraba cuestión de orgullo y gloria personal ser usado por Mí (aunque fuera sólo para recibir Mi juicio para que la humanidad pudiese ver Mi majestad y Mi ira) y se sintió todo, menos abatido, a causa de haber sido sometido a juicio. Por su lealtad en Mi presencia y debido a Mis bendiciones sobre él, se ha convertido en un ejemplo y un modelo para la humanidad durante miles de años. ¿No es este precisamente el ejemplo que deberíais seguir?

de ‘Capítulo 6’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

18. Cuando Dios lo estaba castigando, Pedro oró, “¡Oh Dios! Mi carne es desobediente y Tú me castigas y me juzgas. Me gozo en Tu castigo y en Tu juicio, e incluso si no me quieres, en Tu juicio contemplo Tu justo y santo carácter. Cuando me juzgas para que los demás puedan contemplar Tu justo carácter en Tu juicio, me siento contento. Sólo deseo que Tu carácter pueda mostrarse de modo que todas las creaturas puedan ver Tu carácter justo y yo pueda amarte de una manera más pura a través de Tu juicio y lograr la semejanza de alguien que es justo. Tu juicio como este es bueno porque así es Tu voluntad misericordiosa. Sé que todavía hay mucha rebeldía en mí y que todavía no soy digno de venir delante de Ti. Quiero que me juzgues aún más, ya sea a través de un ambiente hostil o de grandes tribulaciones; no importa qué haces, para mí es precioso. Tu amor es tan profundo y estoy dispuesto a ponerme a merced Tuya sin la más mínima queja”. Este es el conocimiento que Pedro tiene después de haber experimentado la obra de Dios, y también es un testimonio de su amor por Dios.

de ‘Las experiencias de Pedro: su conocimiento del castigo y del juicio’ en “La Palabra manifestada en carne

Nota al pie:

The Bible quotation in this article are translated from AKJV.

XIV Palabras sobre profetizar la belleza del reino, el destino de la humanidad y las promesas y bendiciones de Dios

1. Como Mis palabras están consumadas, el reino se forma poco a poco en la tierra y el hombre regresa gradualmente a la normalidad, y por ende se establece en la tierra el reino que yace en Mi corazón. En el reino, todo el pueblo de Dios recupera la vida del hombre normal. Se ha ido el invierno helado, reemplazado por un mundo de ciudades primaverales, donde la primavera perdura todo el año. Ya la gente no se enfrenta con el mundo sombrío y miserable del hombre, ya no sufre el frío escalofriante del mundo del hombre. La gente ya no pelea entre sí, los países ya no se enfrentan en guerras, ya no hay más matanza y la sangre que fluye de la matanza; todas las tierras están llenas de felicidad, y en todas partes rebosa el calor entre los hombres. Me muevo por todo el mundo, lo disfruto desde lo alto de Mi trono, vivo entre las estrellas. Y los ángeles me ofrecen nuevas canciones y nuevos bailes. Ya su fragilidad no causa que lágrimas corran por sus rostros. Ya no escucho en Mi presencia el sonido de los llantos de los ángeles, y ya nadie me presenta quejas de adversidades. Hoy en día, todos vosotros vivís en Mi presencia; mañana, todos vosotros existiréis en Mi reino. ¿No es esta la mayor bendición que pueda conferir sobre el hombre?

de ‘Capítulo 20’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

2. Bajo la luz del relámpago, cada animal es revelado en su verdadera forma. Así también, iluminados por Mi luz, los seres humanos han recuperado la santidad que una vez poseyeron. ¡Oh, que el mundo pervertido del pasado al fin se haya volcado dentro del agua asquerosa, hundiéndose bajo la superficie, disolviéndose en el lodo! ¡Oh, que toda la humanidad que he creado al fin haya vuelto a la vida una vez más en la luz, haya encontrado el fundamento para existir y haya dejado de luchar en el lodo! ¡Oh, la infinidad de cosas de la creación que sostengo en Mi mano! ¿Cómo no van a ser renovados a través de Mi palabra? ¿Cómo no pueden poner en juego sus funciones en la luz? La tierra ya no está quieta ni en silencio, el cielo ya no está desolado y triste. El cielo y la tierra, ya no separados por un vacío, están unidos como uno, para nunca más ser separados. En esta ocasión jubilosa, en este momento de exultación, Mi justicia y Mi santidad han viajado por todo el universo y toda la humanidad las alaba sin cesar. Las ciudades de los cielos están riendo de alegría y los reinos de la tierra bailan de contento. ¿Quién en este momento no se está regocijando? ¿Y quién en este instante no está llorando? El estado primario de la tierra pertenece al cielo y el cielo se une con la tierra. El hombre es el cordón que une el cielo y la tierra y gracias a su santidad, gracias a su renovación, el cielo ya no se encuentra oculto a la tierra y la tierra ya no está en silencio hacia el cielo. Los rostros de la humanidad están envueltos en sonrisas de complacencia, y oculta en sus corazones una dulzura que no conoce límites. El hombre no se pelea con el hombre ni los hombres se van a las manos unos contra otros. ¿Hay alguien que, en Mi luz, no viva en paz con los demás? ¿Hay quién, en Mi día, deshonre Mi nombre? Todos los seres humanos dirigen su mirada reverencial hacia Mí, y en sus corazones, en secreto, claman por Mí. He observado cada acción de la humanidad: entre los seres humanos quienes han sido purificados, no hay uno que sea desobediente a Mí, ninguno que emita un juicio sobre Mí. Toda la humanidad está impregnada con Mi carácter. Todo el mundo está llegando a conocerme, se están acercando a Mí y me están adorando. Permanezco firme en el espíritu del hombre, soy exaltado a la cima más alta en los ojos del hombre, y fluyo en la sangre por sus venas. La exaltación de alegría en los corazones de los hombres llena cada lugar sobre la faz de la tierra, el aire es ligero y fresco, las nieblas densas ya no cubren el suelo y el sol brilla resplandeciente.

de ‘Capítulo 18’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

3. Mi sabiduría está en todas partes de la tierra y en todo el universo. Entre todas las cosas están los frutos de Mi sabiduría; entre todas las personas pululan las obras maestras de Mi sabiduría; todo es como todas las cosas en Mi reino y todas las personas habitan en reposo bajo Mis cielos como las ovejas sobre Mis pastos. Me muevo por encima de todos los hombres, y estoy observando por todas partes. Nada jamás se ve viejo, y ninguna persona es como solía ser. Yo descanso sobre el trono, me reclino a través de todo el universo y estoy totalmente satisfecho, porque todas las cosas han recuperado su santidad y puedo vivir en paz dentro de Sion una vez más, y las personas en la tierra pueden llevar vidas contentas y serenas bajo Mi dirección. Todos los pueblos están manejando todo en Mi mano; todas las personas han recuperado su antigua inteligencia y apariencia original; ya no están cubiertos de polvo, sino que, en Mi reino, son tan puros como el jade, cada uno con el rostro como el del santo dentro del corazón del hombre, porque Mi reino ha sido establecido entre los hombres.

de ‘Capítulo 16’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

4. En Mi luz, la gente vuelve a ver la luz. En Mi palabra, la gente encuentra las cosas para el disfrute. He venido del Este y salgo desde allí. Cuando Mi gloria resplandece todas las naciones se iluminan, todo es traído a la luz y no queda nada en tinieblas. En el reino, la vida del pueblo de Dios, con Dios, es incomparablemente feliz. Las aguas bailan por las vidas benditas de los pueblos, las montañas disfrutan Mi abundancia con los pueblos. Todos los hombres se esfuerzan, trabajan duro, muestran su lealtad a Mi reino. En el reino, ya no hay rebelión, no más resistencia; los cielos y la tierra dependen el uno del otro, el hombre y Yo somos cercanos y sentimos profundamente, a través de las felicidades de la vida, que nos confundimos en uno… En este momento, comienzo formalmente la vida celestial. Ya no existe la interferencia de Satanás y los pueblos entran en reposo. En todo el universo, Mi pueblo escogido vive en Mi gloria, bendecido más allá de toda comparación, no como personas que viven entre personas, sino como personas que viven con Dios. Todo el mundo ha experimentado la corrupción de Satanás, ha probado la amargura y la dulzura de la vida. Ahora, viviendo en Mi luz, ¿cómo pueden no alegrarse? ¿Cómo puede alguien simplemente renunciar a un momento tan hermoso y dejarlo pasar? ¡Pueblos todos! ¡Cantad ahora las canciones en vuestros corazones y bailad para Mí! ¡Levantad ahora vuestros corazones sinceros y ofrecedlos a Mí! ¡Retumben ahora vuestros tambores y tocad para Mí! ¡Hago brillar la alegría sobre todo el universo! ¡Muestro a los pueblos Mi rostro glorioso! ¡Tronaré! ¡Trascenderé el universo! ¡Ya reino entre los pueblos! ¡Soy exaltado por los pueblos! Me desplazo en el cielo azul y los pueblos se mueven conmigo. ¡Camino entre los pueblos y Mi pueblo me rodea! ¡Los corazones de los pueblos están alegres, sus canciones sacuden el universo y agrietan los cielos! El universo ya no está envuelto en niebla; no hay más lodo, no hay más recolección de aguas residuales. ¡Pueblo santo del universo! Bajo Mi inspección se revela vuestro verdadero rostro. No sois hombres cubiertos de inmundicia, sino santos puros como el jade, todos Mis amados, todos Mis deleites. ¡Todas las cosas vuelven a la vida! Todos los santos han regresado a los cielos, sirviéndome, entrando en Mi cálido abrazo, ya no lloran ni siguen ansiosos, ofreciéndose a Mí, regresando a Mi hogar y, en su tierra, Me amarán sin cesar. ¡Inmutables! ¿Dónde está la tristeza? ¿Dónde están las lágrimas? ¿Dónde está la carne? La tierra ya no existe; los cielos son eternos. Aparezco a todos los pueblos y todos los pueblos me alaban. Esta vida, esta belleza, desde tiempos inmemoriales y para siempre, no cambiará. Esta es la vida en el reino.

de ‘¡Pueblos todos! ¡Alegraos!’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

5. “Me muevo por encima de todos los hombres, y estoy observando por todas partes. Nada jamás se ve viejo, y ninguna persona es como solía ser. Yo descanso sobre el trono, me reclino a través de todo el universo […]”. Este es el resultado de la obra presente de Dios. Todo el pueblo escogido de Dios regresa a su forma original por lo cual los ángeles, que han sufrido por tantos años, son liberados, tal como Dios dice, “el rostro como el del santo dentro del corazón del hombre”. Porque los ángeles trabajan en la tierra y sirven a Dios en la tierra, y la gloria de Dios se esparce por todo el mundo, el cielo es traído a la tierra y la tierra es alzada al cielo. Por lo tanto, el hombre es el enlace que conecta el cielo y la tierra; el cielo y la tierra ya no están apartados, ya no están separados sino conectados como uno. Por todo el mundo sólo existen Dios y el hombre. No hay polvo ni suciedad y todas las cosas son renovadas, como un corderito echado en una pradera verde bajo el cielo, disfrutando de toda la gracia de Dios. Y es por la llegada de este verdor que el aliento de vida brilla, porque Dios viene al mundo a vivir junto al hombre por toda la eternidad, tal como se dijo en la boca de Dios que “puedo vivir en paz dentro de Sion una vez más”. Este es el símbolo de la derrota de Satanás, es el día del reposo de Dios y este día será ensalzado y proclamado por todas las personas y conmemorado por todas las personas. Cuando Dios está en paz en el trono también es cuando Dios concluye Su obra en la tierra y es el mismo momento en que todos los misterios de Dios son mostrados al hombre; Dios y el hombre estarán para siempre en armonía, nunca separados, ¡estas son las hermosas escenas del reino!

de ‘Capítulo 16’ de Interpretaciones de los misterios de las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

6. Cuando el reino descienda del todo a la tierra, todas las personas recuperarán su semejanza original. Así pues, Dios dice: “Lo disfruto desde lo alto de Mi trono, vivo entre las estrellas. Y los ángeles me ofrecen nuevas canciones y nuevos bailes. Ya su fragilidad no causa que lágrimas corran por sus rostros. Ya no escucho en Mi presencia el sonido de los llantos de los ángeles, y ya nadie me presenta quejas de adversidades”. Esto muestra plenamente que el día en que Dios obtiene la gloria completa es el día en que el hombre disfruta su reposo; las personas ya no se apresuran como consecuencia de la perturbación de Satanás; el mundo deja de progresar hacia adelante; las personas viven en el reposo, porque la miríada de estrellas del firmamento se renueva, y el sol, la luna, las estrellas, etc., todas las montañas y los ríos en el cielo y debajo de la tierra, cambian. Y como el hombre ha cambiado y Dios también, así también cambiarán todas las cosas. Este es el objetivo definitivo del plan de gestión de Dios, y lo que se logrará finalmente.

de ‘Capítulo 20’ de Interpretaciones de los misterios de las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

7. Mi obra tiene una duración de apenas seis mil años y prometí que, de igual manera, el control del maligno sobre toda la humanidad no duraría más de seis mil años. Así que ya se cumplió el tiempo. No voy a seguir ni voy a retrasarme por más tiempo: durante los últimos días, venceré a Satanás, recobraré toda Mi gloria y recuperaré todas las almas que me pertenecen en la tierra, de manera que estas almas afligidas puedan escapar del mar de sufrimiento y, así, se concluirá toda Mi obra en la tierra. A partir de este día, nunca más me haré carne en la tierra y nunca más Mi Espíritu, que lo controla todo, obrará sobre la tierra. Sólo haré una cosa en la tierra: voy a rehacer la humanidad, una humanidad que sea santa y que sea Mi ciudad fiel en la tierra. Pero debéis saber que Yo no voy a aniquilar al mundo entero ni a toda la humanidad. Mantendré ese tercio restante, el tercio que me ama y que ha sido conquistado completamente por Mí, y haré que este tercio sea fructífero y se multiplique en la tierra, al igual que hicieron los israelitas bajo la ley, alimentándolos con abundancia de ovejas y ganado y todas las riquezas de la tierra. Esta humanidad permanecerá conmigo para siempre; sin embargo, no es la raza humana deplorablemente sucia de hoy, sino una raza humana que es una asamblea de todos los que han sido ganados por Mí. Una humanidad como esta no será dañada, perturbada ni asediada por Satanás y será la única raza humana que exista sobre la tierra después de que Yo haya triunfado sobre Satanás. Es la humanidad que hoy ha sido conquistada por Mí y que ha obtenido Mi promesa. Por lo que la raza humana que ha sido conquistada en los últimos días será también la humanidad que permanecerá y obtendrá Mis bendiciones eternas. Será la única evidencia de Mi triunfo sobre Satanás y el único botín de la batalla contra Satanás. Yo salvo este botín de guerra del campo de acción de Satanás y es la única cristalización y fruto de Mi plan de gestión de seis mil años. Ellos provienen de todas las naciones y denominaciones, y de cada lugar y país en todo el universo. Ellos son de diferentes razas y tienen diferentes idiomas, costumbres y colores de piel, y están extendidos a lo largo de todas las naciones y denominaciones del globo e incluso de cada rincón del mundo. Finalmente, ellos se reunirán para formar una raza humana completa, una asamblea de hombres inalcanzable por las fuerzas de Satanás.

de ‘Nadie que sea de la carne puede escapar del día de la ira’ en “La Palabra manifestada en carne”

8. Basados en sus diferentes funciones y testimonios, los vencedores dentro del reino servirán como sacerdotes o seguidores, y todos los que sean victoriosos en medio de la tribulación se convertirán en el cuerpo de sacerdotes dentro del reino. El cuerpo de sacerdotes se formará cuando la obra del evangelio a través del universo llegue a su fin. Cuando ese tiempo llegue, eso que el hombre debe hacer será el desempeño de su deber dentro del reino de Dios y su vida junto con Dios dentro del reino. En el cuerpo de sacerdotes habrá sumos sacerdotes y sacerdotes y los demás serán los hijos y el pueblo de Dios. Todo esto lo determinarán sus testimonios para Dios durante la tribulación; no son títulos que se den a capricho. Una vez que se haya establecido el estatus del hombre, la obra de Dios cesará porque cada uno será clasificado de acuerdo a su especie y regresará a su posición original, y esto es la marca de la consecución de la obra de Dios, este es el resultado final de la obra de Dios y la práctica del hombre, y es la cristalización de las visiones de la obra de Dios y la cooperación del hombre. Al final, el hombre encontrará reposo en el reino de Dios y Dios también regresará a Su morada para reposar. Este es el resultado final de 6.000 años de cooperación entre Dios y el hombre.

de ‘La obra de Dios y la práctica del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”

9. Una vida en el reposo es una vida sin guerra, sin inmundicia, sin una persistente injusticia. Es decir, sin el acoso de Satanás (aquí “Satanás” se refiere a las fuerzas hostiles), ni la corrupción de Satanás, así como la invasión de cualquier fuerza que se oponga a Dios. Todos siguen a los de su propia especie y adoran al Señor de la creación. El cielo y la tierra están completamente tranquilos. Esta es la vida apacible de la humanidad. Cuando Dios entre en el reposo, ya no seguirá más la injusticia sobre la tierra y ya no habrá más invasión de ninguna fuerza hostil. La humanidad también entrará en un nuevo reino; no será más una humanidad corrompida por Satanás, sino una humanidad que ha sido salvada después de haber sido corrompida por Satanás. El día de reposo de la humanidad también es el día de reposo de Dios. Dios perdió Su reposo debido a la incapacidad de la humanidad de entrar en el reposo; no fue que al principio Dios fuese incapaz de reposar. Entrar en el reposo no quiere decir que todas las cosas dejarán de moverse o que todas las cosas dejarán de desarrollarse, tampoco significa que Dios dejará de obrar o que el hombre dejará de vivir. La señal de entrar en el reposo es semejante a esto: Satanás ha sido destruido; esa gente malvada que se unió a Satanás en su maldad ha sido castigada y eliminada; todas las fuerzas hostiles a Dios dejan de existir. Que Dios entre en el reposo quiere decir que ya no llevará a cabo Su obra de salvación de la humanidad. Que la humanidad entre en el reposo quiere decir que toda la humanidad va a vivir dentro de la luz de Dios y bajo Sus bendiciones; no habrá nada de la corrupción de Satanás ni tampoco ocurrirán cosas injustas. La humanidad vivirá normalmente sobre la tierra y vivirá bajo el cuidado de Dios. Cuando Dios y el hombre entren juntos en el reposo, querrá decir que la humanidad ha sido salvada y que Satanás ha sido destruido, que la obra de Dios entre los hombres se ha terminado por completo. Dios ya no continuará obrando entre los hombres y el hombre ya no vivirá bajo el campo de acción de Satanás. Por lo tanto, Dios ya no va a estar ocupado y el hombre ya no correrá de aquí para allá; Dios y el hombre entrarán al mismo tiempo en el reposo. Dios regresará a Su posición original y cada persona regresará al lugar que le corresponde. Estos son los destinos en los que Dios y el hombre, respectivamente, residirán después del fin de toda la gestión de Dios. Dios tiene el destino de Dios y el hombre tiene el destino del hombre. Mientras reposa, Dios seguirá guiando a toda la humanidad en sus vidas sobre la tierra. Mientras está en la luz de Dios, el hombre adorará al único Dios verdadero que está en el cielo. Dios ya no vivirá entre la humanidad y tampoco el hombre podrá vivir con Dios en el destino de Dios. Dios y el hombre no pueden vivir dentro del mismo reino; en vez de esto, ambos tienen sus respectivas maneras de vivir. Dios es el que guía a toda la humanidad, mientras que toda la humanidad es la cristalización de la obra de gestión de Dios. La humanidad es la que es guiada; en cuanto a la esencia, la humanidad no es similar a Dios. Reposar quiere decir regresar a su lugar original. Por lo tanto, cuando Dios entra en el reposo, esto quiere decir que Dios regresa a Su lugar original. Dios ya no va a vivir sobre la tierra ni compartirá el gozo y el sufrimiento de la humanidad mientras esté entre la humanidad. Cuando la humanidad entre en el reposo, esto querrá decir que el hombre se ha convertido en una verdadera creación; la humanidad adorará a Dios desde la tierra y tendrá vidas humanas normales. La gente ya no será desobediente a Dios o resistirá a Dios; regresará a la vida original de Adán y Eva. Estas son las respectivas vidas y destinos de Dios y la humanidad después de que entren en el reposo. La derrota de Satanás es una tendencia inevitable en la guerra entre Dios y Satanás. De esta manera, la entrada de Dios en el reposo después que se complete Su obra de gestión y la salvación completa del hombre y su entrada en el reposo se vuelven igualmente tendencias inevitables. El lugar de reposo del hombre está en la tierra y el lugar de reposo de Dios está en el cielo. Mientras el hombre adora a Dios en reposo vivirá sobre la tierra, y mientras Dios guía a la porción restante de la humanidad que está en reposo, los guiará desde el cielo, no desde la tierra. Dios todavía será el Espíritu mientras que el hombre todavía será carne. Dios y el hombre, ambos, cada uno tiene su diferente manera de reposar. Mientras Dios reposa, Él vendrá y aparecerá entre los hombres; mientras el hombre reposa, Dios lo guiará a visitar el cielo y a gozar también la vida en el cielo.

de ‘Dios y el hombre entrarán juntos en el reposo’ en “La Palabra manifestada en carne”

10. Cuando el hombre entre en el destino eterno, adorará al Creador y, por haber ganado la salvación y entrado en la eternidad, no perseguirá objetivo alguno y, además, tampoco necesitará preocuparse por que Satanás lo asedie. Esta vez, el hombre conocerá su lugar y llevará a cabo su deber, e incluso aunque no sean castigados o juzgados, cada persona realizará su deber. Entonces, el hombre será una criatura tanto en identidad como en estatus. Ya no existirá la distinción de alto y bajo; cada persona llevará sencillamente a cabo una función diferente. Con todo, el hombre seguirá viviendo en un destino ordenado, adecuado para la humanidad, realizará su deber para la adoración del Creador, y una humanidad así será la humanidad de la eternidad. En ese tiempo, el hombre habrá ganado una vida iluminada por Dios, una vida bajo el cuidado y la protección de Dios, y una vida junto con Dios. La humanidad llevará una vida normal sobre la tierra, y toda ella entrará en la senda correcta. El plan de gestión de 6.000 años habrá derrotado por completo a Satanás, lo que significa que Dios habrá recuperado la imagen original que el hombre tenía después de ser creado y, como tal, se habrá cumplido Su intención primera.

de ‘Restaurar la vida adecuada del hombre y llevarlo a un destino maravilloso’ en “La Palabra manifestada en carne”

11. ¡Levántate y coopera conmigo! Con toda seguridad no trataré muy mal a aquellos que sinceramente se entregan por Mí. Aquellos que sinceramente se consagran a Mí, te otorgaré todas Mis bendiciones. ¡Ofrécete completamente a Mí! Lo que comes, lo que usas y tu futuro, todo está en Mis manos, lo arreglaré todo adecuadamente, para tu gozo sin fin, inagotable, porque he dicho: “A aquellos que sinceramente se entregan por Mí, con toda seguridad te bendeciré grandemente”. Todas las bendiciones vienen a todas las personas que sinceramente se entregan por Mí.

de ‘Capítulo 70’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

12. Bendición quiere decir que las cosas que odiáis ya no os sucederán en el futuro; es decir, que estas cosas ya no estarán presentes en vuestra vida real y serán quitadas por completo ante vuestros ojos. Familia, trabajo, esposa, esposo, hijos, amigos y parientes –incluso las tres comidas al día que detestáis todos los días– se irán. (Esto quiere decir no estar restringido por el tiempo y abandonar la carne por completo. Tu cuerpo sólo se puede mantener por tu estar saciado en el espíritu. Es tu cuerpo, no la carne, a lo que se está refiriendo. Serás completamente libre y transcendente. Este es el milagro más grande y más evidente que Dios ha manifestado desde la creación del mundo). Todos los elementos de barro en vuestro cuerpo serán quitados y seréis completamente cuerpos espirituales que son santos y sin mancha y viajaréis hasta lo último del universo. A partir de entonces todo ese lavado y fregado problemáticos también serán quitados y simplemente disfrutaréis al máximo. De aquel momento en adelante, ya no abrazaréis el concepto de matrimonio (porque estoy terminado una era, no creando al mundo), y ya no habrá dolores de parto que son demasiado torturadores para las mujeres. Ni trabajaréis ni laboraréis más en el futuro. Os sumergiréis completamente en Mi abrazo de amor y disfrutaréis las bendiciones que os he dado. Esto es absoluto.

de ‘Capítulo 84’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

13. Lo que he preparado para vosotros, es decir, tesoros raros y preciosos de todas partes del mundo, todo se os dará. No podéis concebir ni podéis imaginar todo esto en el presente y ningún hombre ha disfrutado esto antes. Cuando estas bendiciones vengan sobre vosotros, estaréis extáticos sin fin, pero no olvidéis que todo esto es Mi poder, Mis acciones, Mi justicia y, más aún, Mi majestad. (Seré clemente con quienes escoja ser clemente y seré misericordioso con quienes escoja ser misericordioso.) En ese momento no tendréis padres y no habrá relaciones de sangre. Vosotros sois todas las personas a las que amo, Mis hijos amados. Nadie se atreverá a oprimiros a partir de ese entonces. ¡Será tiempo para que os convirtáis en adultos y tiempo para que gobernéis las naciones con vara de hierro! ¿Quién se atreve a obstruir a Mis hijos amados? ¿Quién se atreve a atacar a Mis hijos amados? Todos venerarán a Mis hijos amados porque el Padre ha sido glorificado. Todas las cosas que nadie podría jamás imaginar aparecerán delante de vuestros ojos. Serán ilimitadas, inagotables, interminables. En poco tiempo, seguramente ya no necesitaréis ser quemados por el sol ni soportar el calor torturador. Ni tampoco tendréis que sufrir el frío, ni la lluvia, la nieve ni el viento os alcanzarán. Esto es porque os amo y será por completo el mundo de Mi amor. Os daré todo lo que queráis y preparé para vosotros todo lo que necesitéis. ¿Quién se atreve a decir que Yo no soy justo? Te mataré de inmediato, porque he dicho antes que Mi ira (contra los malvados) durará hasta la eternidad y no cederé ni siquiera un poco. Sin embargo, Mi amor (por Mis hijos amados) también durará hasta la eternidad; no lo reprimiré ni un poco.

de ‘Capítulo 84’ de Declaraciones de Cristo en el principio en “La Palabra manifestada en carne”

14. Ahora estoy caminando por todas partes, entre Mi pueblo; Yo vivo entre Mi pueblo. Hoy en día, quienes alberguen un amor genuino hacia Mí, gente así está bendecida; bienaventurados quienes se someten a Mí, con seguridad permanecerán en Mi reino; bienaventurados quienes me conocen, con seguridad ejercerán poder en Mi reino; bienaventurados quienes me buscan, con seguridad escaparán de las ataduras de Satanás y disfrutarán de la bendición en Mí; bienaventurados quienes son capaces de renunciar a sí mismos, con seguridad entrarán en Mi posesión y heredarán la abundancia de Mi reino. Recordaré a los que corren por Mi causa, abrazaré con alegría a los que hagan gastos por Mi causa, daré disfrute a los que me presenten ofrendas. Bendeciré a los que encuentren disfrute en Mis palabras; con seguridad serán los pilares que sostendrán la viga maestra de Mi reino, con seguridad gozarán de abundancia incomparable en Mi casa, y nadie se puede comparar con ellos. ¿Alguna vez habéis aceptado las bendiciones que os han sido dadas? ¿Alguna vez habéis buscado las promesas que se hicieron por vosotros? Con toda seguridad, bajo la guía de Mi luz, atravesaréis por los dominios de las fuerzas de la oscuridad. Con seguridad, en medio de la oscuridad, no perderéis la luz que os guía. Con seguridad seréis el maestro de toda la creación. Con seguridad seréis un vencedor ante Satanás. Con seguridad, a la caída del reino del gran dragón rojo, os erguiréis en medio de la infinidad de multitudes para ser testigo de Mi victoria. Con seguridad estaréis resueltos y firmes en la tierra de Sinim. A través de los sufrimientos que soportéis, heredaréis la bendición que proviene de Mí, y con seguridad irradiaréis Mi gloria por todos los rincones del universo.

de ‘Capítulo 19’ de Las palabras de Dios al universo entero en “La Palabra manifestada en carne”

15. Aquellos que serán perfeccionados por Dios son los que recibirán las bendiciones de Dios y Su herencia. Es decir, ellos asimilan lo que Dios es y posee para que se convierta en lo que ellos llevan dentro. Tienen todas las palabras de Dios forjadas dentro de ellos; cualquiera que sea lo que Dios es, vosotros tenéis la capacidad de asimilarlo todo tal y como es, y así vivir la verdad. Este es el tipo de hombre perfeccionado por Dios y obtenido por Dios. Sólo este tipo de hombre es elegible para heredar las siguientes bendiciones otorgadas por Dios:

1) Recibir todo el amor de Dios.

2) Actuar de acuerdo con la voluntad de Dios en todas las cosas.

3) Recibir la guía de Dios, vivir bajo la luz de Dios y ser esclarecido por Dios.

4) Vivir la imagen amada por Dios en la tierra, amando a Dios verdaderamente como hizo Pedro, crucificado por Dios y digno de morir en recompensa del amor de Dios, teniendo la misma gloria que Pedro.

5) Ser amado, respetado y admirado por todos en la tierra.

6) Vencer todas las cadenas de la muerte y el infierno, sin dar oportunidad alguna a las obras de Satanás, siendo poseído por Dios, viviendo dentro de un espíritu fresco y alegre sin ningún sentimiento de cansancio.

7) Poseer un indescriptible sentido de júbilo y emoción en todos los momentos a lo largo de la vida como si se vislumbrara el día de la venida de la gloria de Dios.

8) Recibir gloria con Dios y tener un semblante parecido a los amados santos de Dios.

9) Convertirse en lo que Dios ama en la tierra, esto es, el amado hijo de Dios.

10) Cambiar la forma y ascender con Dios al tercer cielo trascendiendo la carne.

de ‘Promesas a aquellos que han sido perfeccionados’ en “La Palabra manifestada en carne

El destino de la humanidad y el destino del universo son inseparables de la soberanía del Creador

Vosotros sois todos adultos. Algunos de vosotros sois de mediana edad; otros habéis entrado en la vejez. De ser incrédulos a ser creyentes, y desde el principio de creer en Dios hasta llegar a aceptar la palabra de Dios y experimentar Su obra, ¿cuánto conocimiento teníais de Su soberanía? ¿Qué perspectivas del destino humano obtuvisteis? ¿Puede uno conseguir todo lo que desea en la vida? ¿Cuántas cosas habéis sido capaces de cumplir como deseabais en las pocas décadas de vuestra existencia? ¿Cuántas cosas no ocurren como se espera? ¿Cuántas vienen como sorpresas agradables? ¿Cuántas siguen esperando las personas que den fruto, aguardando inconscientemente el momento correcto, y la voluntad del cielo? ¿Cuántas cosas hacen que las personas se sientan desamparadas y frustradas? Todo el mundo está lleno de esperanzas respecto a su destino, y espera que todo en su vida vaya como desea, no tener escasez de alimentos o ropa, que su fortuna aumente de forma espectacular. Nadie quiere una vida pobre y oprimida, llena de dificultades, sitiada por las calamidades. Pero las personas no pueden prever ni controlar estas cosas. Quizás, para algunos, el pasado no es más que un revoltijo de experiencias; nunca saben cuál es la voluntad del cielo ni se preocupan de ella. Viven su vida sin pensar, como los animales, día a día y sin preocuparse de cuál es el destino de la humanidad, de por qué están vivos los seres humanos ni de cómo deberían vivir. Estas personas alcanzan la vejez sin haber obtenido un entendimiento del destino humano, y hasta el momento de su muerte no tienen ni idea de en qué consiste la vida. Estas personas están muertas; son seres sin espíritu; son bestias. Aunque viven entre todas las cosas, hallan su disfrute en las muchas formas en las que el mundo satisface sus necesidades materiales; aunque ven que este mundo material avanza constantemente, su propia experiencia —lo que sus corazones y espíritus sienten y experimentan— no tiene nada que ver con las cosas materiales, y nada de esto la sustituye. Es un reconocimiento en lo profundo del corazón, algo que no se puede ver a simple vista. Este reconocimiento se encuentra en el entendimiento y el sentimiento propios de la vida y del destino humanos. A menudo lleva a la comprensión de que un Amo invisible está organizando todas las cosas, y que está orquestándolo todo para el hombre. En medio de todo esto, uno no puede sino aceptar las disposiciones y orquestaciones del destino y, al mismo tiempo, admitir el camino que el Creador ha puesto por delante, Su soberanía sobre el destino propio de uno. Este es un hecho indiscutible. No importa qué profundo conocimiento y actitud se tenga sobre el destino, nadie puede cambiar este hecho.

Dónde irás cada día, qué harás, con quién o con qué te encontrarás, qué dirás, qué te ocurrirá… ¿puede predecirse algo de esto? Se puede decir que las personas no pueden prever todos estos sucesos y mucho menos controlar su desarrollo. En la vida, estos acontecimientos imprevisibles ocurren todo el tiempo, y son un hecho cotidiano. Estas vicisitudes cotidianas y las formas en que se desarrollan, o los patrones por los cuales evolucionan, son recordatorios constantes para la humanidad de que nada ocurre al azar, que el curso del desarrollo que toman estas cosas y su inevitabilidad no pueden ser cambiados por la voluntad humana. Todo acontecimiento transmite una amonestación del Creador a la humanidad, y también envía el mensaje de que los seres humanos no pueden controlar sus propios destinos; al mismo tiempo, cada suceso es una refutación de la ambición y el deseo descabellados y fútiles de la humanidad de tomar su destino en sus propias manos. Son como fuertes bofetadas cerca de los oídos de la humanidad, una tras otra, que obligan a las personas a reconsiderar quién gobierna y controla su destino al final. Y, como sus ambiciones y deseos son frustrados y destrozados repetidamente, los seres humanos llegan, de forma natural, a una aceptación inconsciente de lo que el destino les tiene preparado, de la realidad, de la voluntad del cielo y de la soberanía del Creador. Desde estas vicisitudes diarias a los destinos de vidas humanas completas, no hay nada que no revele los planes del Creador y Su soberanía; no hay nada que no envíe el mensaje de que “la autoridad del Creador no puede ser superada”, que no transmita la verdad eterna de que “la autoridad del Creador es suprema”.

Los destinos de la humanidad y del universo están íntimamente entretejidos con la soberanía de Dios, inseparablemente vinculados con las orquestaciones del Creador; al final, no pueden desenredarse de Su autoridad. A través de las leyes de todas las cosas el hombre llega a comprender la orquestación del Creador y Su soberanía; a través de las normas de supervivencia percibe Su gobierno; a partir de los destinos de todas las cosas saca conclusiones sobre las formas en las que Él ejerce Su soberanía y Su control sobre ellas; y en los ciclos de vida de los seres humanos y de todas las cosas el hombre experimenta realmente las orquestaciones y disposiciones del Creador para todas las cosas y seres vivos, y presencia realmente cómo las mismas sobrepasan a todas las leyes, reglas, e instituciones terrenales, y a todos los demás poderes y fuerzas. A la luz de esto, la humanidad se ve empujada a reconocer que ningún ser creado puede violar la soberanía del Creador, que ninguna fuerza puede meterse en medio de los acontecimientos y las cosas predestinados por Él ni alterarlos. Bajo estas leyes y normas divinas, los seres humanos y todas las cosas viven y se propagan, generación tras generación. ¿No es esta la verdadera materialización de la autoridad del Creador? Aunque en las leyes objetivas el hombre ve Su soberanía y Su ordenación de todos los acontecimientos y cosas, ¿cuántas personas son capaces de comprender el principio de la soberanía del Creador sobre el universo? ¿Cuántas personas pueden saber, reconocer, aceptar, y someterse realmente a la soberanía y la organización de su propio destino por parte del Creador? ¿Quién, habiendo creído la realidad de la soberanía de Dios sobre todas las cosas, creerá y reconocerá realmente que el Creador también dicta el destino de una vida humana? ¿Quién puede comprender realmente el hecho de que el destino del hombre reposa en la palma del Creador? La clase de actitud que debe adoptar la humanidad respecto a Su soberanía, cuando se enfrenta al hecho de que Él gobierna y controla el destino de la humanidad, es una decisión que debe tomar por sí mismo todo ser humano que se enfrente a esta realidad.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

3. Quién conoce el corazón maternal de Dios

En el pasado, yo no entendía la obra de Dios de salvar a la humanidad. Yo pensaba que en tanto que alguien manifieste corrupción en su trabajo o cometa transgresiones que dañen la obra de la iglesia, esa persona debe enfrentar retribución, perder su deber o ser sometida a castigo. Esta es la justicia de Dios. Dado este entendimiento incorrecto, además del temor de perder mi deber por haber cometido errores en mi trabajo, yo pensé en un método “astuto”: Cada vez que hiciera algo mal, haría todo lo posible para que los líderes no se enteraran y rápidamente trataría de compensarlo yo misma y haría todo lo posible por corregirlo. ¿No me ayudaría eso a conservar mi deber? Por tanto, siempre que presentaba informes sobre mi trabajo, yo reducía los grandes problemas a pequeños y los pequeños problemas a nada. Si a veces era pasiva, yo hacía lo posible por cubrirlo frente a los líderes y pretendía estar muy activa y positiva, aterrada de que los líderes pensaran que yo era incompetente y dejaran de utilizarme. Así que simplemente de esa manera, estaría cuidadosamente protegida contra Dios y los líderes en todo lo que hacía.

Sin embargo, Dios inspecciona el corazón de las personas y mi “soberbio truco” nunca podía escapar de los ojos de Dios. Descubrí que mientras más trataba de cubrir las cosas, más me exponía Dios a la luz. Por ejemplo: siempre que trataba de presumir de mi “talento” frente a los líderes me sobrecargaba y me ponía en ridículo; siempre que trataba de cubrir mi condición pasiva, “nubes oscuras” surgían involuntariamente en mi cara y los hermanos y hermanas las descifraban; siempre que trataba de encubrir los errores y omisiones en mi trabajo, el resultado era como un espejo que lo revelaba todo. … Una y otra vez la vergüenza y el tormento de mi conciencia por ser deshonesto me hicieron caer, sin embargo, no comprendí entendía de ello las intenciones y el propósito detrás de la razón de que Dios obraba de esta manera, ni tampoco entendía cómo Dios salvaba a las personas. Simplemente esperaba pasivamente la llegada del “justo juicio de Dios” para ser tratada por la iglesia.

Pero la realidad no progresó como yo la imaginaba: en mi trabajo, aunque yo había sido podada y tratada por no cumplir adecuadamente mi deber, yo podía recibir la devota guía de hermanos y hermanas, quienes me hicieron saber lo que era superficial y lo que era cumplir lealmente con mi deber. Entendí que únicamente al actuar de acuerdo con los requerimientos de Dios uno puede cumplir adecuadamente su deber. En términos de entrar en la vida, muchas veces me encontré envuelta en pensamientos malignos de los que no podía deshacerme, lo que dejaba mi corazón en agonía. Yo quería abrir mi corazón y buscar comunicación, pero me sentía demasiado avergonzado para hablar. Al final, caí en la oscuridad y perdí la obra del Espíritu Santo. Pero después de abrirme y exponerlo todo, vi que los hermanos y hermanas, no sólo no se rieron de mí ni me menospreciaron debido a ello, sino que más bien me dieron ayuda y exhortación, lo que me permitió vivir en la luz y me dio una senda para practicar y el poder para derrotar el pecado. Más tarde, vi que cuando los hermanos y hermanas a mi alrededor hacían algo mal o revelaban corrupción, la iglesia no los envió a casa debido a ello. En cambio, la iglesia hacía todo lo posible por comunicarse con ellos y apoyarlos, dándoles una y otra oportunidad. Aun si algunas personas eran enviadas a casa al final, era sólo debido a que carecían de buena humanidad; porque estaban alterando e interfiriendo con la obra de la iglesia, fallando en desempeñar un papel positivo. Siempre salían del paso en sus deberes, no lograban ningún resultado práctico y se rehusaban a arrepentirse, incluso después de haber sido podadas, tratadas y hablado con ellas en múltiples ocasiones. Pero incluso para esas personas, la iglesia aún espera que se arrepientan y despierten. Si en realidad auto-reflexionan y cambian después de un tiempo, la iglesia todavía les dará oportunidades de practicar y preparar buenas obras. Estos hechos me hicieron ver que la actitud de Dios es como cuando los padres enfrentan el regreso de su hijo pródigo, con amor y afecto sin igual. Fue sólo entonces que me di cuenta de que, ya sea que Dios trate a las personas con misericordia y amor o que las trate con justicia, majestad e ira, todo esto es para salvar a la humanidad en la mayor medida posible. Dentro de todo esto se encuentra el amor ilimitado y la salvación de Dios para la humanidad y todo está determinado por Su esencia. Reflexionando sobre la voluntad de Dios, pensaba en aquellos que fueron expuestos, reemplazados o enviados de vuelta a casa; fue sólo dentro de ese tipo de entorno de ser expuestos y eliminados que comenzaron a reflexionar sobre sí mismos, a ver claramente la verdad de que Satanás los había corrompido, a postrarse delante de Dios y a arrepentirse verdaderamente. Sin ese tipo de fracaso, probablemente seguirían vagando a ciegas por esa senda. Resulta evidente que la obra que Dios realiza, en verdad es la de salvar a la humanidad y que contiene Su amor y Sus amables intenciones para el hombre. En el pasado, yo no entendía realmente Su obra de salvación; mi entendimiento de Dios era demasiado parcializado.

En ese momento pensé en un pasaje de las palabras de Dios: “¿Qué es la esencia de Cristo? La esencia de Cristo es el amor por la humanidad; con respecto a quienes lo siguen, es amor ilimitado. Si Él no tiene amor o misericordia, las personas no serían capaces de seguirlo hasta el tiempo presente. Algunas personas dicen: ‘Entonces ¿no sigue siendo justo Dios?’. ¡Sí! Es correcto que Él sigue siendo justo, pero desde la perspectiva de Su carácter, Su justicia es odio hacia la corrupción y la maldad de la humanidad. ¿Y si Él tuviera meramente justicia y no amor? ¿Y si el amor no pudiera superar a la justicia? Se podría decirse que la humanidad estaría acabada. Por tanto, os hablo con franqueza; es decir, en la obra que Dios hace para la humanidad, durante el tiempo de Su encarnación, Su esencia más aparente y prominente es el amor, la tolerancia ilimitada. De no ser amor, sino que Dios destruyera a las personas como vosotros imagináis; al hablar destrucción, las personas serían destruidas, y al hablar de odio por las personas, serían castigadas, malditas, juzgadas, y escarmentadas, ¡sería muy grave! Si Él se enojara con las personas, ellas temerían y temblarían, y no serían capaces de mantenerse en pie ante los ojos de Dios… Esto no es más que un método para expresar el carácter de Dios y, al final, Su propósito sigue siendo la salvación. Su amor discurre por todas las revelaciones de Su carácter. Reflexionad sobre esto: durante la obra en el tiempo de la encarnación, lo que más se ha revelado para las personas es el amor. ¿Qué es la paciencia? La paciencia es tener piedad, porque contiene amor, y Su propósito sigue siendo salvar a las personas. Dios es capaz de tener piedad de las personas, porque tiene amor. Del mismo modo que si hay amor verdadero entre un marido y su esposa, ellos no miran las deficiencias y los errores del otro. Si fueras provocado a ira, seguirías siendo capaz de ser paciente. Todo se establece sobre el fundamento del amor. ¿Qué ocurre si Él fuera odioso? Su actitud, Su expresión y el resultado no serían como son. Si Dios sólo sintiera odio e ira, y sólo hubiera juicio y castigo, sin amor, la situación no sería la que veis ahora ni estaríais en buenas situaciones. ¿Os proveería Él la verdad?” (‘El verdadero amor de Dios por la humanidad’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). Cuando en el pasado veía este pasaje, aun cuando yo dijera que lo reconocía, nunca lo comprendí realmente y todavía estaba llena de desconfianza y recelo hacia Dios. Es sólo ahora que tengo un mínimo de verdadero entendimiento de estas palabras y puedo apreciar que tienen demasiada esencia. Los espacios entre líneas están llenas del profundo afecto de Dios por la humanidad y Su bien intencionada provisión, apoyo y enseñanza para ella.

En este momento, yo no pude evitar desarrollar en mi corazón profundos sentimientos de culpa hacia Dios: ¡Oh Dios! Por todo el tiempo que Te he seguido, incluso aunque yo creía en Ti, yo no Te conocía. No sólo ciega y falsamente malinterpreté Tu corazón maternal, también te causé demasiado dolor. Realmente soy demasiado indigna de presentarme ante Ti, e incluso soy aún más indigna de Tu salvación. ¡Sólo soy digna de Tu maldición! Pero, la manera en que me tratas no se basa en mi desobediencia. En cambio, en gran medida Tú me exaltas, sientes compasión de mi y me toleras, permitiéndome disfrutar de todo Tu amor y gracia, permitiéndome ver Tu belleza y bondad, y experimentar la practicidad de Tu palabra, ¡Dios es justo y, más aún, es amor! Desde ahora deseo conocer más de Tu condición adorable a través de Tu palabra y por medio de la vida real, y esforzarme por ser una persona honesta, que Te ama, ¡y cumplir fielmente mi deber para retribuir Tu gran amor!

¿Cómo aparecerá y obrará realmente el Señor Jesús cuando regrese?

Versículos bíblicos relevantes

Porque como el relámpago al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo del cielo, así será el Hijo del Hombre en su día. Pero primero es necesario que El padezca mucho y sea rechazado por esta generación” (Lucas 17:24-25).

Pero a medianoche se oyó un clamor: ‘¡Aquí está el novio! Salid a recibirlo’” (Mateo 25:6).

He aquí, vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus ropas, no sea que ande desnudo y vean su vergüenza” (Apocalipsis 16:15).

He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3:20).

Palabras relevantes de Dios

La aparición de Dios se refiere a Su llegada personal a la tierra para hacer Su obra. Con Su propia identidad y carácter, y con Su método inherente, Él desciende entre los hombres para llevar a cabo la obra de comenzar una época y terminar otra. Esta clase de aparición no es una especie de ceremonia. No es una señal, un cuadro, un milagro o una gran visión y mucho menos una clase de proceso religioso. Es un hecho real y verdadero que se puede tocar y contemplar. Esta clase de aparición no es en aras de seguir un proceso o en aras de un trabajo a corto plazo; es, para ser más precisos, en aras de una etapa en la obra de Su plan de gestión. La aparición de Dios siempre es significativa y siempre se conecta con Su plan de gestión. La aparición a la que se refiere aquí es completamente diferente a la aparición de la guía, dirección y esclarecimiento de Dios para el hombre. Cada vez que Él se revela, Él lleva a cabo una etapa de la gran obra. Esta obra es diferente de la de cualquier otra época. Para el hombre es inimaginable y él nunca la ha experimentado. Es una obra que da inicio a una nueva época y termina con la vieja época, y es una forma nueva y mejorada de obrar para la salvación de la humanidad; más aún, es una obra para llevar a la humanidad a una nueva época. Esta es la trascendencia de la aparición de Dios.

de “La aparición de Dios ha traído una nueva época”

Jesús dijo que Él llegaría tal como se fue, pero ¿conoces el verdadero significado de Sus palabras? ¿Pudo realmente habéroslo dicho? Sólo sabes que Él llegará tal como se fue en una nube, pero ¿sabes exactamente cómo hace Su obra Dios mismo? Si fueras verdaderamente capaz de ver, ¿cómo deben explicarse las palabras de Jesús? Él dijo: “Cuando el Hijo del Hombre venga en los últimos días, Él mismo no sabrá, los ángeles no sabrán, los mensajeros en el cielo no sabrán, y las personas no sabrán. Sólo el Padre sabrá, esto es, sólo el Espíritu sabrá”. Si eres capaz de saber y ver, ¿no son entonces vacías estas palabras? Ni siquiera el propio Hijo del Hombre sabe, ¿y tú eres capaz de ver y saber? Si tú has visto con tus propios ojos, ¿no se dijeron en vano esas palabras? ¿Y qué dijo Jesús en ese momento? “Pero ningún hombre sabe la hora ni el día, ni los ángeles del cielo, sino sólo Mi Padre. Pero como fue en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. […] Entonces, vosotros también debéis estar listos porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos lo penséis”. Cuando llegue ese día, el Hijo del Hombre no lo sabrá. El Hijo del Hombre se refiere a la carne encarnada de Dios, que será una persona normal y ordinaria. Incluso Él mismo no lo sabrá, ¿cómo podrías saberlo tú entonces?

de “La visión de la obra de Dios (3)”

“El que puede oír, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” […] Hay muchos hombres absurdos que creen que las palabras del Espíritu Santo deberían descender de los cielos a los oídos del hombre. Cualquiera que piense de esta forma no conoce la obra de Dios. En verdad, las declaraciones habladas por el Espíritu Santo son las habladas por Dios hecho carne. El Espíritu Santo no puede hablar directamente al hombre, y Jehová tampoco habló directamente a todo el pueblo, ni siquiera en la Era de la Ley. ¿No sería bastante menos probable que lo hiciera en esta era actual? Para que Dios haga declaraciones para llevar a cabo la obra, debe hacerse carne, o de lo contrario Su obra no conseguirá Su objetivo. Los que rechazan a Dios hecho carne son los que no conocen el Espíritu ni los principios por los que Dios obra.

de “¿Cómo puede el hombre que ha definido a Dios en sus conceptos recibir Sus revelaciones?”

Dios guarda silencio y nunca se nos ha aparecido, sin embargo, Su obra nunca se ha detenido. Ve todas las tierras y manda a todas las cosas y contempla todas las palabras y obras del hombre. Su gestión es conducida por pasos, y de acuerdo a Su plan. Este avanza en silencio, sin un efecto dramático, pero Sus pisadas avanzan cada vez más cerca de la humanidad, y Su tribunal se despliega en el universo a la velocidad de la luz, inmediatamente seguido por el descenso de Su trono entre nosotros. ¡Qué escena tan majestuosa es esta; qué cuadro tan imponente y solemne! Como una paloma, como un león rugiente, el Espíritu llega entre todos nosotros. Es sabio, es justo y majestuoso; Él llega entre nosotros en silencio, dueño de la autoridad y lleno de amor y compasión. Nadie está consciente de Su llegada, nadie acoge Su llegada y, más aún, nadie sabe todo lo que va a hacer. La vida del hombre sigue sin cambios; su corazón no es diferente y los días transcurren como siempre. Dios vive entre nosotros como una persona ordinaria, como un seguidor tremendamente insignificante y un creyente ordinario. Él tiene Sus propias búsquedas, Sus propias metas y, además, tiene una divinidad que ningún hombre ordinario posee. Nadie se ha dado cuenta de la existencia de Su divinidad, ni nadie ha percibido la diferencia entre Su esencia y la del hombre. Vivimos junto con Él, sin restricciones y sin temor, porque lo vemos como nada más que un creyente insignificante.

de “Contemplando la aparición de Dios en Su juicio y Su castigo”

Una vez se me conoció como Jehová. También se me llamó el Mesías, y las personas me llamaron una vez Jesús el Salvador porque me amaban y respetaban. Pero hoy no soy el Jehová o el Jesús que las personas conocieron en tiempos pasados; soy el Dios que ha vuelto en los últimos días, el que pondrá fin a la era. Soy el Dios mismo que se levanta en los extremos de la tierra, repleto con todo Mi carácter, y lleno de autoridad, honor y gloria. Las personas nunca han tenido contacto conmigo, nunca me han conocido, y siempre han ignorado Mi carácter. Desde la creación del mundo hasta hoy, ni una persona me ha visto. Este es el Dios que se aparece al hombre durante los últimos días pero que está oculto en medio de él. Reside entre los hombres, verdadero y real, como el sol ardiente y el fuego llameante, lleno de poder y rebosante de autoridad. No hay una sola persona o cosa que no ha de ser juzgada por Mis palabras, y ni una sola persona o cosa que no ha de ser purificada ardiendo en el fuego. Finalmente, todas las naciones serán benditas por Mis palabras, y también hechas pedazos por ellas. De esta forma, todas las personas durante los últimos días verán que soy el Salvador que ha vuelto, que soy el Dios Todopoderoso que conquista toda la humanidad, que una vez fui la ofrenda por el pecado para el hombre, pero en los últimos días también me convertiré en las llamas del sol que quema todas las cosas, así como el Sol de justicia que revela todas las cosas. Esa es Mi obra de los últimos días. Adopté este nombre y poseo este carácter de forma que todas las personas puedan ver que soy un Dios justo, el sol ardiente, y el fuego llameante. Es así para que todos puedan adorarme, el único Dios verdadero, y para que puedan ver Mi verdadero rostro: no soy sólo el Dios de los israelitas, y no soy sólo el Redentor, soy el Dios de todas las criaturas a través de los cielos, la tierra y los mares.

de “El Salvador ya ha regresado en una ‘nube blanca’”

Cuando Jesús vino al mundo del hombre, trajo la Era de la Gracia y terminó la de la Ley. Durante los últimos días, Dios se hizo carne una vez más y, esta vez acabó la Era de la Gracia y trajo la del Reino. Todos aquellos que acepten la segunda encarnación de Dios serán conducidos a la Era del Reino, y podrán aceptar personalmente Su dirección. Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad, se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre, pero no lo libró de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió a Jesús cargar con los pecados del hombre como la ofrenda por el pecado, sino también que Dios realizara una obra mayor para librar completamente al hombre de su carácter, que ha sido corrompido por Satanás. Y así, después de que los pecados del hombre fueron perdonados, Dios volvió a la carne para guiar al hombre a la nueva era, y comenzó la obra de castigo y juicio, que llevó al hombre a una esfera más elevada. Todos los que se someten bajo Su dominio disfrutarán una verdad más elevada y recibirán mayores bendiciones. Vivirán realmente en la luz, y obtendrán la verdad, el camino y la vida.

de “Sólo el que experimenta la obra de Dios verdaderamente cree en Dios”

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

¿Podemos recibir la segunda venida del Señor Jesús guardándonos obcecadamente de los falsos Cristos y negándonos a buscar y estudiar la aparición y obra del Señor?

ersículos bíblicos relevantes

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2-3).

Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5:3).

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados” (Mateo 5:6).

Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios” (Mateo 5:8).

Palabras relevantes de Dios

Investigar algo así no es difícil, pero requiere que cada uno de nosotros conozca esta verdad: Aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su esencia, y Aquel que es la encarnación de Dios tendrá Su expresión. Haciéndose carne, Dios traerá la obra que debe hacer, y haciéndose carne expresará lo que Él es; será, asimismo, capaz de traer la verdad al hombre, de concederle la vida, y de mostrarle el camino. La carne que no contiene la esencia de Dios seguramente no es el Dios encarnado; de esto no hay duda. Para investigar si es la carne encarnada de Dios, el hombre debe determinarlo a partir del carácter que Él expresa y de las palabras que Él habla. Es decir, si es o no la carne encarnada de Dios, y si es o no el camino verdadero, debe discernirse a partir de Su esencia. Y así, para determinar[a] si es o no la carne de Dios encarnado, la clave está en prestar atención a Su esencia (Su obra, Sus palabras, Su carácter, y mucho más), en lugar de fijarse en Su apariencia exterior. Si el hombre sólo ve Su apariencia exterior, y pasa por alto Su esencia, demostrará la ignorancia y la ingenuidad del hombre.

de ‘Sólo el que experimenta la obra de Dios verdaderamente cree en Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”

El Dios que se hizo carne se llama Cristo, y así el Cristo que les puede dar a las personas la verdad se llama Dios. No hay nada excesivo en esto porque Él posee la esencia de Dios, y posee el carácter de Dios, y posee la sabiduría en Su obra, que el hombre no puede alcanzar. Los que así mismos se llaman Cristo, pero que no pueden hacer la obra de Dios, son fraudes. Cristo no es sólo la manifestación de Dios en la tierra, sino que es la carne particular asumida por Dios a medida que cumple y completa Su obra entre los hombres. Esta carne no es una que cualquier hombre pueda reemplazar, sino una que pueda adecuadamente llevar la obra de Dios en la tierra y expresar el carácter de Dios y representar bien a Dios y proveer al hombre con la vida. Tarde o temprano, todos esos cristos falsos caerán porque, aunque afirmen ser Cristo, no poseen nada de la esencia de Cristo. Y así digo que la autenticidad de Cristo, el hombre no la puede definir, sino que Dios mismo la contesta y la decide.

de ‘Sólo el Cristo de los últimos días le puede dar al hombre el camino de la vida eterna’ en “La Palabra manifestada en carne”

En cuanto a cómo Dios se hizo carne para ser un hombre, cómo el Espíritu dio las revelaciones en aquel momento, y cómo el Espíritu descendió sobre un hombre para hacer la obra, estos son asuntos que el hombre no puede ver o tocar. Es completamente imposible que estas verdades sirvan como una prueba de que Él es el Dios encarnado. Como tal, sólo se puede hacer disinción en las palabras y la obra de Dios, que son tangibles para el hombre. Sólo esto es real. Esto es así porque los asuntos del Espíritu no son visibles para ti y sólo Dios mismo los sabe con claridad, y ni siquiera la carne encarnada de Dios lo sabe todo; sólo puedes verificar si Él es Dios[a] por la obra que ha hecho. De Su obra se puede ver que, en primer lugar, Él puede abrir una nueva era; segundo, puede suplir la vida del hombre y mostrarle al hombre el camino a seguir. Esto es suficiente para establecer que Él es Dios mismo. Por lo menos, la obra que Él hace puede representar completamente al Espíritu de Dios, y de tal obra se puede ver que el Espíritu de Dios está dentro de Él. Ya que la obra que hizo el Dios encarnado fue principalmente para marcar el comienzo de una nueva era, guiar una nueva obra, inaugurar nuevas circunstancias, estas cuantas condiciones por sí solas son suficientes para establecer que Él es Dios mismo.

de ‘La diferencia entre el ministerio del Dios encarnado y el deber del hombre’ en “La Palabra manifestada en carne”

Si durante el día presente, emerge una persona capaz de exhibir señales y maravillas, y puede echar fuera demonios, sanar a los enfermos, y llevar a cabo muchos milagros, y si esta persona declara ser Jesús que ha venido, sería una falsificación de espíritus malos, y su imitación de Jesús. ¡Recuerda esto! Dios no repite la misma obra. La etapa de la obra de Jesús ya ha sido completada, y Dios nunca más la acometerá. La obra de Dios es irreconciliable con los conceptos del hombre; por ejemplo, el Antiguo Testamento predijo la venida de un Mesías, pero resultó que vino Jesús, por lo que sería erróneo que viniera otro Mesías de nuevo. Jesús ya ha venido una vez, y sería incorrecto que Él viniera de nuevo en esta ocasión. Hay un nombre para cada era, y cada nombre se caracteriza por una era. En los conceptos del hombre, Dios siempre debe hacer señales y maravillas, siempre debe sanar a los enfermos y echar fuera demonios, y siempre debe ser como Jesús, pero esta vez Dios no es así en absoluto. Si durante los últimos días, Dios siguiera exhibiendo señales y maravillas, echara fuera demonios y sanara a los enfermos —si hiciera exactamente lo mismo que Jesús—, Dios estaría repitiendo la misma obra, y la de Jesús no tendría significado ni valor. Así pues, Dios lleva a cabo una etapa de la obra en cada era. Una vez completada cada etapa de la obra, los espíritus malignos la imitan pronto, y después de que Satanás empiece a pisarle los talones a Dios, este cambia a un método diferente; una vez que Dios ha completado una etapa de Su obra, los espíritus malignos la imitan. Debéis tener claras estas cosas.

de ‘Conocer la obra de Dios hoy’ en “La Palabra manifestada en carne”

Algunos están poseídos por espíritus malignos y claman persistentemente “¡Soy Dios!”. Pero al final, no pueden mantenerse firmes, porque actúan en nombre del ser incorrecto. Representan a Satanás y el Espíritu Santo no les presta atención. Por muy alto que te exaltes o por muy fuerte que clames, sigues siendo un ser creado, que pertenece a Satanás. Yo nunca clamo: “!Soy Dios, soy el amado Hijo de Dios!”. Pero la obra que hago es la de Dios. ¿Debo gritar? No hay necesidad de exaltación. Dios hace Su obra por sí mismo y no necesita que el hombre le conceda un estatus o un título honorífico, y Su obra es suficiente para representar Su identidad y estatus. Antes de Su bautismo, ¿no era Jesús Dios mismo? ¿No era la carne encarnada de Dios? ¿Es acaso cierto que pueda decirse que Él sólo se convirtió en el único Hijo de Dios después de que se dio testimonio de Él? ¿Acaso no había un hombre llamado Jesús mucho antes de que Él comenzase Su obra? No puedes traer nuevos caminos o representar al Espíritu. No puedes expresar la obra del Espíritu o las palabras que Él habla. No puedes realizar la obra de Dios mismo ni la del Espíritu. No puedes expresar la sabiduría, la maravilla y lo insondable de Dios ni todo el carácter por medio del cual Él castiga al hombre. Así pues, tus repetidas reivindicaciones de ser Dios no importan; sólo tienes el nombre y nada de la esencia. Dios mismo ha venido, pero nadie lo reconoce, y aun así Él sigue en Su obra y lo hace en representación del Espíritu. Independientemente de que lo llames hombre o Dios, Señor o Cristo, o hermana, todo está bien. Pero la obra que Él hace es la del Espíritu y representa la de Dios mismo. No le importa el nombre con el que el hombre lo denomine. ¿Puede ese nombre determinar Su obra? Independientemente de cómo lo llames, desde la perspectiva de Dios, Él es la forma encarnada del Espíritu de Dios; representa a este y este lo aprueba. No puedes dejar paso a una nueva era ni finalizar la antigua, ni iniciar la nueva, ni hacer una nueva obra. Por tanto, ¡no se te puede llamar Dios!

de ‘El misterio de la encarnación (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”

El regreso de Jesús es una gran salvación para aquellos que son capaces de aceptar la verdad, pero para los que son incapaces de hacerlo es una señal de condenación. Debéis elegir vuestra propia senda, y no blasfemar contra el Espíritu Santo y rechazar la verdad. No debéis ser personas ignorantes y arrogantes, sino alguien que obedece la dirección del Espíritu Santo, anhela y busca la verdad; sólo así os beneficiaréis. Os aconsejo que andéis con cuidado por la senda de la creencia en Dios. No saquéis conclusiones apresuradas; más aún, no seáis despreocupados y descuidados en vuestra creencia en Dios. Deberíais saber que, como mínimo, los que creen en Dios deben ser humildes y reverenciales. Los que han oído la verdad, pero fruncen el entrecejo son insensatos e ignorantes. Los que han oído la verdad, pero sacan conclusiones precipitadas descuidadamente o la condenan están cercados por la arrogancia. Nadie que crea en Jesús es apto para maldecir o condenar a otros. Deberíais ser todos racionales y aceptar la verdad. Quizás, habiendo oído el camino de la verdad y leído la palabra de vida, creas que sólo una de cada 10.000 de estas palabras está en sintonía con tus convicciones y con la Biblia, y después deberías seguir buscando en esa palabra 10.000 de las mismas. Sigo aconsejándote que seas humilde, no te confíes demasiado y no te exaltes mucho. Con tu corazón mostrando una reverencia tan exigua por Dios, obtendrás mayor luz. Si examinas detenidamente y contemplas repetidamente estas palabras, entenderás si son o no la verdad, y si son o no la vida. Quizás, habiendo leído sólo unas pocas frases, algunas personas condenarán ciegamente estas palabras, diciendo: “Esto no es nada más que algún esclarecimiento del Espíritu Santo”, o “Este es un falso Cristo que ha venido a engañar a la gente”. ¡Los que dicen tales cosas están cegados por la ignorancia! ¡Entiendes demasiado poco de la obra y de la sabiduría de Dios, y te aconsejo que empieces de nuevo desde cero! No debéis condenar ciegamente las palabras expresadas por Dios por causa de la aparición de falsos Cristos durante los últimos días ni ser personas que blasfeman contra el Espíritu Santo, porque teméis al engaño. ¿No sería esto una gran lástima? Si, después de mucho examen, sigues creyendo que estas palabras no son la verdad, no son el camino y no son la expresión de Dios, serás castigado en última instancia, y te quedarás sin bendiciones. Si no puedes aceptar esa verdad hablada de forma tan llana y clara, ¿no eres inadecuado para la salvación de Dios? ¿No eres alguien sin la fortuna suficiente como para volver delante del trono de Dios? ¡Piensa en ello! No seas imprudente e impetuoso, y no trates la creencia en Dios como un juego. Piensa en el bien de tu destino, en el bien de tus perspectivas, en el bien de tu vida, y no juegues contigo mismo. ¿Puedes aceptar estas palabras?

de ‘Cuando veas el cuerpo espiritual de Jesús será cuando Dios haya hecho de nuevo el cielo y la tierra’ en “La Palabra manifestada en carne

¿Qué implica exactamente la salvación? ¿Y alcanzar la salvación plena

¿Qué implica exactamente la salvación? ¿Y alcanzar la salvación plena

Muchos piensan que por creer en el Señor se les perdonan los pecados, que salvarse una vez supone la salvación eterna y que, cuando regrese el Señor, podrán ser arrebatados inmediatamente al reino celestial. Sin embargo, aunque se le perdonen los pecados, el hombre sigue siendo esclavo de su naturaleza pecaminosa y vive pecando y confesándose sin poder liberarse. La naturaleza pecaminosa del hombre no se ha purificado. La Biblia habla de “la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). Entonces, ¿los que han alcanzado la salvación plena son aquellos cuya naturaleza pecaminosa aún no se ha purificado? ¿Pueden ser arrebatados directamente al reino celestial? ¿Qué implica exactamente la salvación? ¿Y alcanzar la salvación plena?

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Dios te habla | “La verdad interna sobre la obra en la Era de la Redención” La Palabra de Dios

Dios te habla | “La verdad interna sobre la obra en la Era de la Redención” La Palabra de Dios

Dios Todopoderoso dice: “En la Era de la Gracia el hombre ya había sido corrompido por Satanás, por lo que, para surtir efecto, la obra de redimir a toda la humanidad requirió gracia en abundancia, tolerancia y paciencia infinitas y, aún más, una ofrenda adecuada para expiar los pecados de la humanidad. Lo que la gente vio en la Era de la Gracia fue simplemente Mi ofrenda por los pecados de la humanidad: Jesús. Y sólo sabían que Dios podía ser misericordioso y paciente, sólo vieron la misericordia y la amorosa bondad de Jesús. Esto fue así porque vivían en la Era de la Gracia. Así que antes de que pudieran ser redimidos, tuvieron que gozar de abundante gracia dada por Jesús; sólo esto fue beneficioso para ellos. De esta manera, ellos podrían ser perdonados de sus pecados mediante su gozo de la gracia, y podrían tener la oportunidad de ser redimidos por medio del gozo de la tolerancia y paciencia de Jesús”.