palabras de Dios | El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca” (Fragmento 3)

 palabras de Dios | El Salvador ya ha regresado sobre una “nube blanca” (Fragmento 3)

 

 

Relámpago Oriental, la Iglesia de Dios Todopoderoso nació debido a la aparición y a la obra de Dios Todopoderoso, el retorno del Señor JesúsCristo de los últimos días. La iglesia está compuesta de todos aquellos quienes sinceramente aceptan la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso y están conquistados y salvados por la palabra de Dios. Fue completamente fundada por Dios Todopoderoso personalmente y personalmente la orienta y la pastorea y de ninguna manera fue establecida por ningún hombre. Cristo es la verdad, el camino y la vida. Las ovejas de Dios oyen la voz de Dios. En tanto leas las palabras de Dios Todopoderoso, verás que Dios ha aparecido.

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Música cristiana | “La voz del corazón de un ser creado” Adorar a Dios en espíritu y en verdad

Música cristiana | “La voz del corazón de un ser creado” Adorar a Dios en espíritu y en verdad

I

Quería llorar, pero ningún lugar parecía adecuado.

Quería cantar, pero no hallé canción alguna.

Quería expresar el amor de un ser creado.

Removí cielo y tierra, pero no había palabras que pudieran expresar,

expresar cómo me siento.

El Dios práctico y verdadero, el amor de dentro de mi corazón.

Elevo mis manos para alabarte,

me regocijo en que vinieras a este mundo.

II

El hombre vino del polvo, y Dios le dio vida.

Satanás vino a corromper a la humanidad.

Perdidas están su humanidad y razón.

Generación tras generación, caídos desde aquel día.

Pero Tú eres… el Dios práctico y verdadero, el amor de dentro de mi corazón.

Soy polvo pero veo Tu rostro. ¿Cómo puedo no adorarte?

El Dios práctico y verdadero, el amor de dentro de mi corazón.

Soy polvo pero veo Tu rostro. ¿Cómo puedo no adorarte?

III

Dios creó al hombre y lo ama tanto, que se volvió de nuevo carne,

soportó lo bueno y lo malo, la adversidad y la pena,

salvándonos y llevándonos a un hermoso lugar.

Siempre Te lo agradeceremos.

El Dios práctico y verdadero, el amor de dentro de mi corazón.

Yo era corrupto, ¡pero Tú me salvaste! ¿Cómo puedo no adorarte?

El Dios práctico y verdadero, el amor de dentro de mi corazón.

Yo era corrupto, ¡pero Tú me salvaste! ¿Cómo puedo no adorarte?

¿Cómo puedo no adorarte? ¿Cómo puedo no adorarte?

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Fuente: Relámpago Oriental

Una clase diferente de amor

Por Chengxin, Brasil

En 2011, me surgió una oportunidad única de venir a Brasil desde China. Recién llegado, me sentía abrumado por las nuevas y estimulantes experiencias, lleno de curiosidad, y tenía un buen presentimiento sobre el futuro. Pero pasado algún tiempo, aquella nueva y estimulante sensación fue reemplazada rápidamente por la soledad y el dolor de encontrarme en una tierra extraña y lejana. A diario, volvía a casa y comía solo, contemplando las paredes que me rodeaban sin nadie con quien hablar. Me sentía muy solo, y a menudo lloraba en secreto. Justo cuando me sentía más angustiado e indefenso, la guía del Señor Jesús me llevó a una reunión por medio de un amigo. Cuando leía la palabra del Señor, cantaba himnos y oraba en las reuniones, Él consolaba mi corazón solitario. Aprendí de la Biblia que los cielos y la tierra y todas las cosas fueron creados por Dios, y que el hombre también es Su creación. También aprendí que el Señor Jesús fue crucificado para redención de la humanidad, que fue el Señor Jesús quien nos redimió del pecado, y que Él es el único Redentor de la humanidad. Al haber llegado a la presencia de la salvación del Señor, que es lo más grande que existe, me sentí profundamente conmovido y decidido a seguir al Señor el resto de mi vida. Por lo tanto, fui bautizado en Acción de Gracias y me convertí formalmente en cristiano. Ya que me gustaba cantar, sobre todo himnos de alabanza a Dios, tras ser bautizado me involucré activamente en la obra de la iglesia uniéndome al coro. Gracias a la guía y las bendiciones de Dios, viví en paz y felicidad. Cada vez que iba a una reunión o alababa a Dios en adoración, me sentía lleno de energía.

Pero los buenos tiempos no duran para siempre, y cuando me uní a las filas del ministerio de la iglesia, empecé a ver que los hermanos y hermanas de la iglesia aparentaban cuidarse y mirar los unos por los otros y parecían llevarse bien entre ellos, pero en realidad todo lo que decían y hacían era por su propio interés. No querían sufrir ninguna pérdida personal mientras trabajaban en el ministerio de la iglesia, y a menudo intrigaban a espaldas de los demás acerca de quién estaba haciendo más y quién menos. Incluso el pastor era extremadamente soberbio. Trataba a la gente en base a la cuantía de sus donaciones, y mencionaba especialmente las donaciones cada vez que daba un sermón. Cuando el pastor venía a una reunión, el tema que más le preocupaba era si la gente estaba haciendo donaciones o no y cuánto estaban aportando; no quería saber nada sobre las vidas de los hermanos y hermanas. Hablaba de amor, pero nunca le vi desempeñar ninguna acción real. Siempre que un hermano o hermana tenía una dificultad, el pastor no los ayudaba ni los apoyaba. Pero lo que era aún más escandaloso era que además criticaba a la gente y despreciaba a esos hermanos y hermanas impotentes y sin dinero. Me sentí decepcionado cuando presencié esta situación en la iglesia, aunque también confundido: ¿Cómo había cambiado la iglesia hasta convertirse en lo mismo que la sociedad en general? Poco a poco, perdí el amor y la fe que había tenido al principio, y ya no participaba tan activamente cuando iba a la iglesia los domingos. Ni siquiera quería cantar. Aunque iba a la iglesia cada semana, me quedaba fuera tomando café o me echaba una siesta en las bancas. Cuando el sermón terminaba, entregaba una donación y me iba, siempre con un sentimiento de pena e impotencia en mi corazón.

Un domingo de agosto de 2016, conocí a la hermana Li Min en un parque. Venía de Estados Unidos y había sido compañera de clase de las hermanas Gao Xiaoying y Liu Fang. Todos creíamos en el Señor, y nos pusimos a charlar sentados en el césped. Hablamos y hablamos y llegamos al tema de la situación en la iglesia, y les conté todo lo que había visto allí. Cuando terminé de hablar, la hermana Li Min asintió pensativa y dijo: “Hoy en día, no solo tu iglesia se ha vuelto así, todo el mundo religioso ha perdido la obra del Espíritu Santo y ha caído en la oscuridad y la desolación. El Señor Jesús profetizó una vez: ‘Y debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará’ (Mateo 24:12). Estamos ahora al final de los últimos días, y el desorden es cada vez mayor en la religión. Los pastores y ancianos no acatan los mandamientos del Señor, no practican Su camino y piensan que vivir en pecado de esa manera no es para tanto. Todos sabemos que el florecimiento de la iglesia es un logro de la obra del Espíritu Santo. Ahora, Dios ya ha realizado una nueva obra y la obra del Espíritu Santo se ha trasladado a un grupo de personas que aceptan y obedecen la nueva obra de Dios. Los pastores y ancianos religiosos no guían a los creyentes a buscar e investigar la obra de Dios de los últimos días, sino que se oponen y condenan la nueva obra de Dios difundiendo todo tipo de rumores y falacias para evitar que la gente acuda a Él. Se encuentran con Su odio y rechazo, y así el mundo religioso entero carece de la bendición de Dios, ha perdido completamente la obra del Espíritu Santo y ha sido desechado y eliminado por el Señor. Por lo tanto, la iglesia se vuelve cada vez más desolada y oscura. Es igual que cuando el Señor Jesús se encarnó para realizar Su obra. La obra del Señor Jesús comenzó la Era de la Gracia y puso fin a la Era de la Ley. Aquellos que siguieron al Señor Jesús aceptaron y obedecieron la nueva obra de Dios, obtuvieron la obra del Espíritu Santo, mientras que el Espíritu Santo no obró entre aquellos que no aceptaron al Señor Jesús y permanecieron en el templo. Y así, el templo que una vez estuvo lleno de la gloria de Dios, donde los creyentes lo adoraban, se convirtió en un lugar para hacer negocios y una guarida de ladrones. En otras palabras, hay dos razones que explican la desolación de la iglesia. La primera es que los pastores y ancianos no se adhieren a los mandamientos de Dios ni practican Su palabra, y constantemente cometen pecados y hacen el mal; la segunda razón es que Dios está realizando una nueva obra, porque la obra del Espíritu Santo ha cambiado y la gente no está siguiendo las huellas de Dios. Sin embargo, la voluntad de Dios está detrás de la desolación de la iglesia y existe una verdad que hay que buscar. Mediante la desolación de la iglesia, Dios obliga a todos aquellos que creen en Él con sinceridad en el corazón y están sedientos de la verdad a dejar atrás la religión, para que puedan buscar la obra del Espíritu Santo, seguir las huellas de Dios, entrar en Su presencia y obtener Su presente obra y salvación”.

Después de escuchar a la hermana Li, asentí con la cabeza y dije: “Lo que dices está bien. Sin duda es así. Nunca fui capaz de entender este problema. La iglesia era originalmente un lugar para adorar a Dios, pero ya no hay diferencia entre la iglesia y la sociedad en general. Además, no hay nueva luz en lo que los pastores predican ni gozo en escucharlos, y todo el mundo vive ahora en tinieblas. Ha resultado ser así porque no nos hemos actualizado con la nueva obra de Dios, así que, ¿qué debemos hacer ahora para mantenernos al día con la nueva obra de Dios?” La hermana Li dijo: “El Señor Jesús ha regresado hace mucho tiempo. En los últimos días, Dios se ha encarnado como el Hijo del hombre para expresar la verdad bajo el nombre de Dios Todopoderoso, y así realizar la etapa de la obra de juzgar y purificar a la humanidad. Tenemos que seguir la obra de Dios en los últimos días y aceptar el juicio de la palabra de Dios, y solo entonces podremos obtener la obra del Espíritu Santo”. Cuando oí que el Señor Jesús ya había regresado y estaba realizando la obra de juicio, me quedé asombrado. Pensé: “¿No es el juicio castigar a una persona después de que ha sido declarada pecadora? Dios viene en los últimos días para juzgar a aquellos que no creen en Dios, y nosotros que creemos en el Señor Jesús ya hemos sido absueltos de nuestros pecados y hemos sido bendecidos con la salvación. No necesitamos recibir el juicio de Dios, porque cuando el Señor venga, Él nos elevará directamente al reino celestial. ¿Cómo iba a venir a juzgarnos?”. Con ese pensamiento, le di voz a mi opinión, y en ese momento la hermana Liu Fang dijo: “Hermano, he estado investigando la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días con la hermana Gao durante esta semana. Al leer la palabra de Dios Todopoderoso, hemos reconocido que es la voz de Dios. Dios Todopoderoso es sin duda el Señor Jesús retornado. Lee la palabra de Dios Todopoderoso y entonces lo entenderás. La razón por la cual el Señor Jesús ha regresado para realizar la obra de juicio es porque, aunque los que creemos en el Señor hemos sido perdonados de nuestros pecados, seguimos viviendo siempre en pecado y no podemos librarnos de él. Somos incapaces de librarnos de la esclavitud y el control del pecado, y de verdad necesitamos que Dios exprese la verdad para juzgarnos y purificarnos, para erradicar nuestra naturaleza pecaminosa y nuestro carácter satánico corrupto. La obra de juicio de Dios Todopoderoso en los últimos días es una obra más nueva y elevada construida sobre la base de la obra redentora del Señor Jesús. Purifica y salva completamente al hombre a través del juicio de la palabra, y conduce a la gente a un destino maravilloso”. Después, comunicaron pacientemente conmigo sobre muchas otras verdades. Pero daba igual lo que me dijeran, era incapaz de aceptar que el Señor había regresado para juzgar a los que creían en Él. Mientras estaba lidiando con este conflicto interno, también me sentía desconcertado: las hermanas Gao y Liu eran creyentes muy piadosas, todo el mundo reconocía su fe y amor por el Señor, así que ¿cómo podían creer que el Señor Jesús regresaba para juzgar a aquellos de nosotros que creíamos en Él, y que además no nos elevaría directamente al reino de los cielos? ¿Podría ser que hubiera algún misterio o verdad en este asunto que yo desconocía?

En mitad de mis pensamientos, la hermana Li Min sacó un libro y me dijo con toda sinceridad: “Hermano, el Señor Jesús dijo: ‘Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos’ (Mateo 5:3). No saques conclusiones precipitadas, ¿de acuerdo? Primero veamos si la palabra de Dios Todopoderoso es la voz de Dios, y si puede proveer para nuestras vidas y purificarnos y salvarnos; entonces sabremos si Dios Todopoderoso es o no el Señor Jesús que regresó. Confío en que las ovejas de Dios oirán la voz de Dios, así que vamos a leer juntos Su palabra”. Me sentí algo reacio y no le contesté. Las tres hermanas se entristecieron un poco al ver mi actitud. La hermana Liu de repente sugirió: “Primero oremos y luego leamos la palabra de Dios”. Las tres hermanas comenzaron a orar y no tuve más remedio que seguirlas. Sin embargo, mientras oraba, apenas podía calmar mi corazón. Aunque no podía oír sobre qué oraban las hermanas, me conmovió la forma en la que se comportaban. Su actitud hacia Dios era muy sincera, y buscaban la voluntad de Dios en todo. Esperaban que yo estudiara la obra de Dios de los últimos días, y esa esperanza también nacía del amor de Dios. Después de orar, la hermana Li me entregó un libro y me dijo con sinceridad: “La mayoría de las preguntas de este libro, Cien preguntas y respuestas sobre la investigación del camino verdadero, se hacen entre personas de todas las denominaciones. Se han escogido algunos pasajes relacionados de la palabra de Dios para responder a cada pregunta. Adelante, echa un vistazo”. No quería coger el libro, pero viendo la sinceridad con la que había hablado, volví a mirar a la hermana Gao y a la hermana Liu, y vi lo mucho que anhelaban que yo estudiara y buscara. Pensé que era muy importante dar la bienvenida a la venida del Señor y que no debía tratar el asunto con desidia. En ese momento, acepté el libro y dije: “De acuerdo, estoy dispuesto a aceptar este libro. No hablemos más de ello hoy. Primero leeré el libro, y luego hablaremos un poco más”.

Al regresar a casa, dejé de lado el libro, mi mente era un remolino. Pensaba sobre lo que había comunicado la hermana Li Min y todo me parecía claro y transparente. Todo lo que había dicho era verdad, pero lo que yo no podía entender era por qué el Señor realizaría la obra de juicio a Su regreso. Lo contemplé con calma, pero aun así no lo entendí. En cuanto al asunto de la segunda venida del Señor, sin embargo, como ya había oído hablar de ella, no podía tomar mis propias decisiones a ciegas y resignarme a mi destino. Pensé que sería una buena idea echar un vistazo al libro y desarrollar un poco de discernimiento. Por lo tanto, pasé seis días leyendo aquel libro de principio a fin. Vi que Dios Todopoderoso había dado a conocer muchas, muchas verdades y misterios de los que nunca había oído hablar y sentí gran sustento al leerlos. También, cuando leí las palabras de Dios Todopoderoso, sentí que había muchas cosas que se decían en el mismo tono que las del Señor Jesús. Las palabras tenían autoridad y poder, como si Dios mismo estuviera hablando. Así que, después de terminar de leer el libro, quise entender mejor de qué trataba la obra de juicio realizada por Dios Todopoderoso, y decidí ir a buscar a la hermana Gao para preguntarle al respecto.

Al día siguiente, fui a casa de la hermana Gao y me encontré por casualidad con algunos de sus amigos. Todos habían aceptado la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días y estaban celebrando una reunión y comunicando entre ellos. Nos saludamos y la hermana Li Min fue al grano al preguntarme: “Hermano, ¿qué nociones sigues teniendo? ¿Qué aspecto de la obra de Dios de los últimos días quieres entender? Podemos comunicar juntos”. Le dije: “Mencionaste que la iglesia se ha vuelto desolada en los últimos días porque la obra del Espíritu Santo ha avanzado. Eso puedo aceptarlo, pero los que creemos en el Señor ya hemos sido absueltos de nuestros pecados y el Señor no nos ve como pecadores. ¿Por qué sigue queriendo Dios realizar la obra de juicio? ¿Podremos ser arrebatados al reino celestial si Dios no realiza esta etapa de Su obra? Cuando Dios juzga a una persona, ¿no está entonces condenada? ¿Debemos ser todos castigados? ¿Cómo podemos ser elevados al reino celestial?”. La hermana Li Min dijo: “En cuanto a las nociones de la mayoría de la gente, las personas a las que juzga el Señor retornado son incrédulos que no creen en Dios. Ellos creen que cuando Dios juzga a alguien, esa persona es entonces condenada y castigada. Creen que los que tienen fe en el Señor han sido absueltos de sus pecados y que cuando venga el Señor, Él los arrebatará directamente al reino celestial y ciertamente no los va a juzgar. Por lo tanto, rechazan aceptar la obra de juicio de Dios en los últimos días. Al hacerlo, malinterpretan completamente la voluntad de Dios y demuestran que no conocen Su obra. En realidad, la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días —la de expresar la verdad y juzgar y purificar al hombre— se realiza precisamente para elevar a los creyentes al reino celestial. Todos sabemos que la Biblia dice: ‘El juicio comience por la casa de Dios’ (1 Pedro 4:17). Esta profecía nos dice claramente que la obra de juicio de Dios en los últimos días comienza primero por la casa de Dios. Es decir, comienza con aquellas personas que creen en Dios con un corazón sincero y aceptan Su obra en los últimos días. Entonces, pensamos que creer en el Señor Jesús significa que no tenemos que aceptar el juicio de Dios, pero este punto de vista es erróneo. En los últimos días, Dios usa Sus palabras para juzgar a todos los que vienen ante Su trono, purifica y salva a esta gente y hace que un grupo de personas se convierta en vencedores antes de que lleguen los desastres. Después, cuando vengan los grandes desastres, Él recompensará a los buenos y castigará a los malvados. Así es como funciona la obra de juicio de Dios en los últimos días. Nadie puede escapar de la obra de juicio de Dios en los últimos días, pero para aquellos que aceptan y obedecen el juicio de Dios, este es purificación, salvación y perfección. En cuanto a aquellos que rechazan y se oponen a la obra de juicio de Dios en los últimos días, aunque puedan esconderse del juicio de la palabra de Dios, al final no pueden escapar del juicio de los grandes desastres. ¡Esto es un hecho! La razón por la que Dios quiere juzgarnos en los últimos días se explica muy claramente en la palabra de Dios Todopoderoso. Leamos juntos un pasaje de las palabras de Dios. Dios Todopoderoso dice: ‘Tú sólo sabes que Jesús descenderá durante los últimos días, pero ¿cómo lo hará exactamente? Un pecador como alguno de vosotros, que acaba de ser redimido y que no ha sido cambiado o perfeccionado por Dios, ¿puedes ser conforme al corazón de Dios? Para ti, que aún eres del viejo ser, es cierto que Jesús te salvó y que no perteneces al pecado gracias a la salvación de Dios, pero esto no demuestra que no seas pecador ni impuro. ¿Cómo puedes ser santo si no has sido cambiado? En tu interior, estás cercado por la impureza, egoísta y miserable, pero sigues deseando descender con Jesús; ¡tendrías que tener tanta suerte! Te has saltado un paso en tu creencia en Dios: simplemente has sido redimido, pero no has sido cambiado. Para que seas conforme al corazón de Dios, Él debe realizar personalmente la obra de cambiarte y purificarte; si sólo eres redimido, serás incapaz de alcanzar la santidad. De esta forma no serás apto para participar en las buenas bendiciones de Dios, porque te has saltado un paso en la obra de Dios de gestionar al hombre, que es el paso clave del cambio y el perfeccionamiento. Y así, tú, un pecador que acaba de ser redimido, no puedes heredar directamente la herencia de Dios’ (‘Acerca de los apelativos y la identidad’ en “La Palabra manifestada en carne”). Entendemos de la palabra de Dios que creyendo en el Señor Jesús solo se nos perdonan nuestros pecados. Esto no significa que no pequemos, ni que carezcamos de pecado. En realidad, todos vivimos en el círculo vicioso de pecar y confesar, y seguimos necesitando que Dios exprese Su palabra para juzgarnos y purificarnos. Solo cuando seamos purificados seremos aptos para ser arrebatados al reino celestial. Está escrito en la Biblia: ‘Sed santos, porque yo soy santo’ (Levítico 11:44). ‘La santidad, sin la cual nadie verá al Señor’ (Hebreos 12:14). Dios es santo. Las personas contaminadas y corruptas no pueden ver el rostro de Dios y no son aptas para entrar en Su reino. La obra de redención realizada por el Señor Jesús solo nos absolvió de nuestros pecados, pero no de nuestro carácter corrupto y naturaleza pecaminosa. Por lo tanto, nuestro carácter satánico corrupto aún permanece, seguimos siendo arrogantes y engreídos, deshonestos y astutos, egoístas y despreciables, malvados y codiciosos, sentimos aversión a la verdad y disfrutamos de la injusticia. Este carácter corrupto es precisamente la raíz de que pequemos y nos opongamos a Dios. Si no se resuelve, a menudo pecaremos, pelearemos entre nosotros por fama y ganancia, participaremos en disputas por celos, mentiremos y engañaremos, nos exaltaremos y daremos testimonio de nosotros mismos, y otras cosas más. En especial, cuando la obra de Dios no se ajusta a nuestras nociones, seguimos confiando en nuestras nociones e imaginaciones para juzgar, negar y condenar a Dios, y para oponernos a Su obra. ¿Cómo pueden ser elevados al reino celestial los que se oponen a Dios? Él expresa la verdad y realiza la obra de juicio en los últimos días, y Su meta al hacerlo es purificar nuestro carácter satánico corrupto y cumplir nuestro sueño de ser arrebatados al reino celestial. Cuando aceptamos el juicio de Dios, nos liberamos de nuestro carácter corrupto, somos purificados y transformados, entonces estamos calificados para heredar la promesa de Dios y ser guiados por Dios al reino”.

Después de escuchar la comunicación de la hermana y la palabra de Dios Todopoderoso, pensé: “Cuando uno cree en el Señor, se le perdonan los pecados, pero eso no significa que ya no los cometa. ¡Esto es muy cierto! Cuando observo a la gente de la iglesia, desde los pastores y ancianos hasta a los miembros corrientes, incluyéndome a mí, todos vivimos en un estado en el cual cometemos pecados durante el día y los confesamos por la noche, y somos incapaces de escapar de la esclavitud y el control del pecado. Parece que la gente ciertamente no podrá ver el rostro del Señor sin antes ser juzgada y purificada por la palabra de Dios. Planteándolo así, es absolutamente necesario que Dios venga y realice la obra de juicio y purificación del hombre. Antes creía que si uno tenía fe en el Señor Jesús, entonces no tenía que ser juzgado. Pensaba que el Señor vendría a juzgar a los que no creían en Él. Ahora entiendo que esta idea no está de acuerdo con la voluntad de Dios, y que es un malentendido”. En ese momento, la hermana Gao me mostró un video con cánticos y danzas de La Iglesia de Dios Todopoderoso llamado El gozo en la tierra de Canaán: “En la casa de Dios, siento gozo y emoción. Qué suerte, al fin puedo ver a Dios Todopoderoso. Sus palabras guían a la gente en la Era del Reino, me muestran la senda y entiendo el camino que como persona debo tomar. La búsqueda se acabó, mi sueño del reino de los cielos se ha hecho realidad. He sido regado por Dios con el agua viva de vida. Estar cara a cara con Él es un placer sin comparación” (“Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”). Todo en aquel cántico era alegre y conmovedor, me resultó increíblemente inspirador. Noté que los rostros de cada uno de los hermanos y hermanas en el video estaban llenos de felicidad, y no pudimos evitar ponernos a cantar el himno. Empezamos a bailar al ritmo de la música y nuestros corazones se llenaron de alegría. Me di cuenta de que los hermanos y hermanas que tenían la provisión de la palabra de Dios estaban bendecidos y llenos de gozo. Aunque se habían sometido al juicio y castigo de Dios, no tenían ninguna preocupación, sino que estaban liberados, eran libres, alegres y felices. Pensé en cómo habían desaparecido mi fe y entusiasmo por la religión, en que lo único que veía era la desolación y oscuridad en la iglesia. Los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso, por otro lado, estaban llenos de la obra del Espíritu Santo. La luz resplandecía en sus comunicaciones en torno a la verdad, alababan a Dios vigorosamente y daban testimonio de Él con gran entusiasmo y energía. Comparados conmigo, ellos parecían vivir en un mundo completamente diferente. En ese momento, me sentí como un huérfano perdido que había regresado a casa y estaba disfrutando de la calidez del abrazo de su madre. Pensé: “Aquí hay una verdad que buscar. Debo escuchar bien a los hermanos y hermanas respecto a la verdad de la obra de juicio de Dios en los últimos días para no perder la oportunidad de recibir la llegada del Señor y ser arrebatado al reino celestial”.

Después de aquello, la hermana Li nos leyó dos pasajes más de la palabra de Dios: “¿A través de qué se alcanza la perfección que Dios tiene para el hombre? A través de Su justo carácter. El carácter de Dios consiste principalmente de la justicia, la ira, la majestad, el juicio y la maldición y Su perfección para el hombre es principalmente por medio del juicio. Algunas personas no entienden y preguntan por qué es que Dios sólo puede perfeccionar al hombre por medio del juicio y la maldición. Dicen: ‘Si Dios maldijera al hombre, ¿no moriría el hombre? Si Dios juzgara al hombre, ¿el hombre no sería condenado? Entonces, ¿cómo puede todavía ser perfeccionado?’. Esas son las palabras de la gente que no conoce la obra de Dios. Lo que Dios maldice es la desobediencia del hombre y lo que Él juzga son los pecados del hombre. Aunque Él habla severamente y sin la menor sensibilidad, Él revela todo lo que hay dentro del hombre y a través de estas palabras severas revela lo que es esencial dentro del hombre pero a través de ese juicio le da al hombre un conocimiento profundo de la esencia de la carne y, por lo tanto, el hombre se somete a la obediencia frente a Dios. La carne del hombre es de pecado y de Satanás, es desobediente y el objeto del castigo de Dios, en consecuencia, para permitirle al hombre que se conozca, las palabras del juicio de Dios le deben suceder y todo tipo de refinamiento se debe emplear; sólo entonces puede ser efectiva la obra de Dios” (‘Sólo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer el encanto de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra de juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él” (‘Cristo hace la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”).

La hermana Li nos dijo: “Tras ser corrompidos por Satanás, todos vivimos bajo su campo de acción y nos convertimos en degenerados que se oponían a Dios. Según la esencia justa y santa de Dios, todos fuimos blanco de Su imprecación y destrucción, pero no es la voluntad de Dios destruir a la humanidad, sino salvarla. Así que, para poder salvar completamente a la gente del campo de acción de Satanás, Dios expresa Sus palabras y realiza la obra de juzgar y purificar al hombre en los últimos días. La obra de juicio es en realidad Dios usando Su palabra para exponer el discurso, las acciones, la naturaleza y la esencia rebelde y opuesta a Dios de la gente, con el fin de que puedan llegar a conocer su esencia corrupta y la verdad de su corrupción, reconocer el carácter de Dios de justicia y santidad, y alcanzar el odio a uno mismo. Entonces, la gente puede arrepentirse de verdad y transformarse, y así liberarse de su corrupto carácter satánico y ser ganados por Dios. De esta manera, la gente alcanzará la salvación completa. Solo a través del juicio y castigo de la palabra de Dios podemos ver que estamos llenos de corrupción, que en todo momento y lugar mostramos nuestro carácter corrupto: en el egoísmo, la arrogancia, el engaño y la avaricia; que estamos llenos de nociones e imaginaciones, deseos extravagantes y exigencias irracionales respecto a Dios; y que carecemos de conciencia o razón, lealtad u obediencia. Cuanto más aceptamos el juicio de Dios, más reconocemos cuán profundamente corrompidos estamos y que en realidad no tenemos humanidad. Comenzamos a sentir asco y a odiarnos a nosotros mismos en nuestros corazones. Cuanto más aceptamos el juicio de Dios, más vemos Su santidad y Su justicia y nuestros corazones veneran más a Dios. Llegamos a estar dispuestos a abandonar nuestros deseos carnales y vivir de acuerdo con la palabra de Dios. Posteriormente, se produce una transformación en nuestras perspectivas sobre las cosas y en nuestro carácter corrupto, y empezamos a vivir a semejanza de un auténtico ser humano. Entonces llegamos a apreciar de verdad que el juicio y castigo de Dios son Su gran amor y salvación hacia nosotros. Sin el juicio y castigo de Dios, todos seríamos blanco de la destrucción”.

La hermana terminó ahí su comunicación, y me sentí muy conmovido por lo que había dicho; me di cuenta de cuán grande y verdadero es el amor de Dios. ¡Él es el Dios que ama a la humanidad! Fui yo quien malinterpretó la buena intención de Dios al salvar a la gente. Había creído que Dios juzgaba a las personas para condenarlas y castigarlas, y nunca había pensado que el hecho de que Dios expresara Su palabra y juzgara al hombre en los últimos días pudiera ser un amor aún más verdadero o fuera una salvación aún mayor para nosotros. ¡Gracias a Dios Todopoderoso! Mediante la lectura de la palabra de Dios Todopoderoso y la comunicación de las hermanas, obtuve algo de comprensión de la obra de juicio de Dios y se disiparon mis malentendidos acerca de Él. Alcancé la firme creencia de que Dios Todopoderoso no es otro que el Señor Jesús retornado, y estoy dispuesto a aceptar la obra de juicio de Dios. Había salido completamente de la niebla de la confusión, y en mi rostro brillaba una alegre sonrisa. La hermana Li dijo, feliz: “Demos gracias a Dios por guiarte. Todo es resultado de la palabra de Dios. Con esto, podemos ver que antes de que lleguemos a entender la verdad, aunque puedan surgir nociones acerca de Dios y Su obra, siempre y cuando busquemos y aceptemos la verdad y escuchemos la palabra de Dios, entenderemos la verdad y tendremos conocimiento de Su obra y nuestras nociones e imaginaciones desaparecerán como nubes de humo. Entonces seremos capaces de entender la voluntad de Dios y ya no lo malinterpretaremos”. Asentí feliz y le agradecí a Dios por haberme salvado.

Después de haber aceptado la obra de Dios en los últimos días, instalé una aplicación de mensajería en mi teléfono para que la hermana Gao y los demás pudieran compartir conmigo películas evangélicas, vídeos musicales e himnos de la Iglesia de Dios Todopoderoso. Cuando vi la película evangélica de la Iglesia de Dios Todopoderoso llamada Desde el trono fluye el agua de la vida, tuvo un gran impacto en mí. La situación desolada de la iglesia de la película era la misma que la de nuestra propia iglesia, y en la película se mostraba la causa de esta desolación con perfecta claridad. Debido a que la obra de Dios había cambiado, y Él ya no obraba dentro de la iglesia religiosa, las personas que se negaban a aceptar la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días estaban sufriendo hambruna. Aquellas personas que aceptaron la palabra de Dios Todopoderoso lograron la provisión de Dios del agua de vida, ya no estaban sedientas y vivieron una vida bendecida con Dios. Cuando vi la película Esperando, no pude evitar suspirar. El viejo pastor de la película había creído en el Señor toda su vida y pensaba que su duro trabajo tenía mérito. Solo esperaba que el Señor viniera para tener la posibilidad de arrebatarle al cielo. Pero se aferraba obstinadamente a la creencia de que cuando el Señor llegara, descendería sobre una nube y se revelaría primero ante él. Debido a esta terquedad, se opuso y se negó a aceptar la obra de Dios de los últimos días, así que al final se quedó mirando al cielo, esperando una nube, y murió lleno de pesar. Desde luego, esta amarga lección da que pensar al espectador. Al mismo tiempo, me regocijé en mi corazón y le di gracias a Dios Todopoderoso por salvarme a mí, un hijo rebelde que solo buscaba obtener Sus bendiciones pero era reacio a aceptar Su juicio y purificación, y por guiarme ante Su trono para alcanzar Su salvación en los últimos días.

Ahora vivo la vida de iglesia en la Iglesia de Dios Todopoderoso, y a través de experimentar de verdad el juicio y castigo de la palabra de Dios, lentamente he comenzado a percibir cuán real y práctico es para Él realizar la obra de juicio. Cuando Dios diseccionó la naturaleza traicionera del hombre, sentí que como yo mismo nunca mentía, me negaba a reconocer la situación real revelada por las palabras de Dios. Cuando me encontré con una situación práctica que Dios había arreglado para mí, dije mentiras involuntariamente con el fin de proteger mis propios intereses y salvaguardar mi vanidad. Además, sentía la traición y el engaño en mi corazón, y también tenía muchos secretos que no quería que se supieran abiertamente. Esto me llevó a ver que lo único que revela la palabra de Dios es la verdad y la situación real, y que es la naturaleza y esencia del hombre. Solo entonces me convenció realmente la palabra de Dios y tuve el urgente deseo de buscar la verdad y de transformar mi propia naturaleza tramposa. Después de esta experiencia, me di cuenta de que si no hubiera sido por el juicio práctico y el castigo de Dios, nunca habría reconocido mi propia naturaleza traicionera, y nunca habría podido practicar la verdad para cambiar mi propio carácter tramposo. El juicio y castigo de Dios ciertamente me estaban purificando y salvando, y son una clase diferente de amor. Quiero apreciar bien este tipo especial de amor y aceptar el juicio y castigo de Dios, y deseo convertirme lo antes posible en una persona nueva para poder satisfacer a Dios.

Ver más :  Dios Todopoderoso me guio hacia el camino de obtener la purificación

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

Película cristiana en español | “La honestidad no tiene precio” Dios bendice a los que son honestos

Película cristiana en español | “La honestidad no tiene precio” Dios bendice a los que son honestos

Zhen Cheng era el dueño de un taller de reparación de electrodomésticos. Era amable, honesto y llevaba su negocio siguiendo las reglas. Nunca trataba de engañar a nadie, pero apenas ganaba lo suficiente para mantener a su familia. Pasado un tiempo, un miembro de su familia y un colega le instaron a practicar las reglas no escritas del negocio, y Zhen Cheng comenzó a creer en dichos que representan una filosofía satánica, tales como:”El dinero no es omnipotente, pero sin él no se puede hacer absolutamente nada”. “Los valientes mueren satisfechos; los tímidos mueren de hambre”.y “El dinero es lo primero”.Zhen Cheng perdió la buena conciencia que le había guiado hasta entonces y empezó a usar métodos maliciosos para ganar más dinero. Aunque ganaba más que antes y su nivel de vida había mejorado, Zhen Cheng, sin embargo, se sentía infeliz y le asolaba un sentimiento de vacío; su existencia era hueca y estaba cargada de sufrimiento.

Recomendación: Valor de la honestidad

Fuente: Iglesia de Dios Todopoderoso

Dios Todopoderoso me guio hacia el camino de obtener la purificación

Por Gangqiang, Estados Unidos

Fui a Singapur yo solo en 2007 para tratar de ganarme la vida. En ese país hace mucho calor durante todo el año, así que todos los días sudaba a mares en el trabajo. Me sentía muy desdichado, y además estaba en un lugar completamente desconocido, sin familia ni amigos. La vida me parecía muy aburrida y tediosa. Un día de agosto, de vuelta a casa del trabajo, me dieron un folleto del evangelio que decía: “Y después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que os llamó a su gloria eterna en Cristo, Él mismo os perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá” (1 Pedro 5:10). Sentí calidez en el corazón al leer estas palabras. Después de aquello, acudí a la iglesia con un hermano y allí, el entusiasta recibimiento de los hermanos y hermanas, que se interesaron por mi bienestar, me hizo sentir el calor familiar que no había experimentado en mucho tiempo. De repente, mis ojos se llenaron de lágrimas, era como si hubiera vuelto a casa. Desde entonces, todos los domingos visitaba sin falta la iglesia.

Me bauticé en diciembre, entrando así oficialmente en el camino de la fe. En un servicio de la iglesia, oí al predicador leer el capítulo 18, versos 21-22 de San Mateo: “Entonces se le acercó Pedro, y le dijo: Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”. Al oír esto, pensé para mis adentros: “¿Cómo puede ser tan grande el perdón y la paciencia del Señor Jesús? Perdona a la gente setenta veces siete. Si los hombres pudieran hacer lo mismo, no habría peleas, solo amor y ternura”. Me conmovieron mucho las palabras del Señor, y decidí actuar de acuerdo con Sus enseñanzas.

Dos o tres años después, mi jefe me puso a cargo de la gestión de una obra de construcción, así que dediqué toda mi energía al trabajo y dejé de asistir a las reuniones con la misma regularidad. Más tarde, un amigo me presentó al señor Li, un hombre de negocios, y fundamos una empresa de construcción juntos. Estaba muy contento, decidido a lanzarme de cabeza al asunto. Entonces, entré de lleno en la espiral del dinero y dejé de ir a las reuniones de la iglesia. Quería hacer bien los proyectos para ganarme el elogio de los demás por mis aptitudes, así que me volví cada vez más exigente con los trabajadores. Los regañaba cuando notaba que no hacían algo bien o que no estaba a la altura de mis necesidades. El jefe de equipo lloraba a menudo a causa de mi maltrato. Los trabajadores sentían miedo al verme y hasta se escondían de mí. Incluso los que solían ser buenos amigos míos se volvieron fríos conmigo y ya no querían confiar en mí. Darme cuenta de aquello me resultó muy angustioso. El Señor Jesús nos enseña a perdonar a los demás setenta veces siete y a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Sin embargo, no lo había puesto en práctica en absoluto, ni siquiera una vez. ¿Qué tenía eso de cristiano? Yo sabía que estaba pecando y a menudo oraba al Señor, me confesaba y me arrepentía. Decidí cambiar. Pero cada vez que surgía algo, seguía pecando aunque no quisiera. Estaba muy molesto.

En agosto de 2015, suspendimos las operaciones comerciales porque la empresa no estaba funcionando bien, y volví a casa. Deprimido y triste, bebía y jugaba todo el día. Cuando mi esposa me pedía que dejara de beber, le gritaba: “Es mi dinero, lo gané yo y lo gasto como quiero…”. No podía hacer nada, así que se sentaba a llorar. Cada vez que daba rienda suelta a mi ira, sentía remordimientos y me odiaba a mí mismo, pero no podía contenerme. Para entonces había perdido completamente toda decencia cristiana; mi comportamiento y conducta eran completamente iguales a los de un incrédulo.

En mi dolor e impotencia, volví a la iglesia para acudir de nuevo a las reuniones. Durante ese período, oré constantemente al Señor Jesús: “¡Oh, Señor! He hecho tantas cosas que no quería, he dicho tantas cosas que hicieron daño a otros. He vivido en pecado y rebelándome contra Ti. Cada vez que peco, me arrepiento y me odio con todas mis fuerzas, ¡pero nunca puedo controlarme! Confieso mis pecados de noche, pero de día vuelvo a caer en lo mismo y peco de nuevo. ¡Oh, Señor! Te suplico que me salves, ¿qué puedo hacer para liberarme del pecado?”.

El día de Año Nuevo de 2016, pisé suelo estadounidense cuando me mudé a Nueva York para hacer algo de dinero. Seguía yendo a la iglesia en mi tiempo libre y también me uní a un grupo de oración, donde leía la Biblia y oraba con otros hermanos y hermanas. Allí conocí a una hermana llamada Qinglian. Un día, la hermana Qinglian me llamó para decirme que tenía una buena noticia que quería compartir conmigo. Le pregunté: “¿Cuál es la buena noticia?”. Me contestó: “Hay una misionera de visita. ¿Quieres ir a escucharla hablar?”. “¡Genial! ¿Dónde está?”, dije yo. Entonces arreglamos el momento en el que iría a su casa.

Fui a casa de la hermana Qinglian el día acordado. Varios otros hermanos y hermanas estaban allí, y después de conocernos e intercambiar saludos, comenzamos a debatir sobre la Biblia. La comunicación de la hermana Zhao fue muy esclarecedora y realmente edificante para mí. Entonces le hablé de mis constantes pecados y confesiones, del dolor de no poder librarme del pecado, y busqué su ayuda. En comunicación, ella me dijo que aún después de comenzar a creer en el Señor, seguimos pecando todo el tiempo, no podemos librarnos de vivir la vida en el ciclo interminable de pecar de día y confesar de noche; no era algo que solo me preocupara a mí. Por el contrario, era un problema compartido por todos los creyentes. La hermana Zhao nos puso un vídeo con algunas recitaciones de las palabras de Dios. Eran estas: “El carácter del hombre debe ser cambiado comenzando por el conocimiento de su esencia, y a través de cambios en su pensamiento, su naturaleza y su perspectiva mental, por medio de cambios fundamentales. Sólo así se lograrían cambios verdaderos en el carácter del hombre. El carácter corrupto del hombre proviene de haber sido envenenado y pisoteado por Satanás, del daño atroz que Satanás ha infligido a su pensamiento, su moral, su percepción y su sentido. Es precisamente debido a que estas cosas fundamentales del hombre han sido corrompidas por Satanás, y que son diametralmente distintas a cómo Dios las creó originalmente, que el hombre se opone a Dios y no entiende la verdad. Por ende, los cambios en el carácter del hombre deben comenzar con cambios en su pensamiento, percepción y sentido que cambien su conocimiento de Dios y su conocimiento de la verdad” (‘Tener un carácter inalterable es estar en enemistad con Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Me conmovió mucho, pensé: “¿Acaso no hablan de mí? Siempre desprecio a los demás, los regaño por esto o les grito por aquello. Carezco de moral y de razón, y no me queda rastro de santo decoro”. Todas estas palabras me calaron hasta lo más profundo de mi ser. Nunca había leído algo así ni había oído a ningún predicador pronunciar esa clase de sermón. Me angustiaba pecar constantemente, pero aún no había sido capaz de liberarme de las restricciones del pecado. Estas palabras me mostraron el camino para dejar el pecado atrás, y me maravillaron. Está muy bien planteado. ¿Quién las habría escrito?

La hermana Zhao me dijo que esta era la palabra de Dios, que el Señor Jesús ya había regresado en la carne y que Él estaba haciendo la obra de juzgar y purificar a la gente a través de Su palabra en los últimos días. Simplemente no daba crédito a mis oídos. ¿Qué creyente no anhela Su regreso? De repente, al escuchar la noticia del regreso del Señor, estaba tan emocionado que me sentí un poco perdido: ¿Había regresado realmente el Señor? Ansioso, le pedí que continuara con su comunicación. La hermana Zhao dijo: “El Señor Jesús ha regresado de verdad, y Él es Dios Todopoderoso, Cristo encarnado en los últimos días. Él ha expresado todas las verdades para purificar y salvar a la humanidad, y ha comenzado a hacer la obra de juicio comenzando por la casa de Dios. Él nos salvará completamente del campo de acción de Satanás, de las ataduras de nuestra naturaleza satánica y de la vida de pecado de la que nos resulta imposible escapar. Al final, alcanzaremos la completa salvación y seremos ganados por Dios. En la Era de la Gracia, el Señor Jesús solo realizó la obra de redención; Él nos redimió y absolvió nuestros pecados para que la ley ya no nos condenara. Aunque el Señor absolvió nuestros pecados, no perdonó nuestra naturaleza satánica ni nuestro carácter satánico. La arrogancia, la astucia, el egoísmo, la codicia, la malicia y el carácter corrupto aún perduran dentro del hombre. Son cosas que van más allá, más tercas que el pecado. Precisamente porque este carácter y naturaleza satánicos no han sido resueltos, continuamos pecando en contra de nuestra voluntad, e incluso cometemos pecados más serios que infringir la ley. En cuanto a los fariseos de entonces, ¿acaso el hecho de que su naturaleza pecaminosa no fuera resuelta no fue la razón por la que se opusieron y condenaron al Señor, hasta el punto de crucificarlo? De hecho, todos tenemos un profundo conocimiento sobre esto porque nosotros mismos estamos controlados por este carácter corrupto. Así que, a menudo decimos mentiras, actuamos mediante engaños, somos arrogantes y engreídos, y reprendemos a otros condescendientemente. Sabemos claramente que el Señor exige que perdonemos a los demás y amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y sin embargo no ponemos esto en práctica. La gente se confabula entre sí, luchan por la fama y la ganancia, y son incapaces de llevarse bien, armoniosamente. Durante los momentos de enfermedad, desastres naturales o sucesos provocados por el hombre, seguimos culpando a Dios, e incluso lo negamos o traicionamos. Estos hechos muestran que si no resolvemos nuestra naturaleza y carácter satánico, entonces nunca podremos escapar de esta vida circular de pecar y confesar, confesar y pecar. Por lo tanto, para salvar completamente al hombre del pecado, es necesario que Dios realice una etapa de Su obra de juicio y purificación para resolver nuestra naturaleza pecaminosa. Es la única manera en que podemos ser purificados, completamente salvados por Dios y obtenidos por Él. Leamos algunos fragmentos más de las palabras de Dios Todopoderoso y lo entenderás”.

La hermana Zhao abrió el libro de la palabra de Dios y comenzó a leer: “Aunque el hombre ha sido redimido y se le han perdonado sus pecados, sólo se considera que Dios no recuerda sus transgresiones y no lo trata de acuerdo con estas. Sin embargo, cuando el hombre vive en la carne y no ha sido liberado del pecado, sólo puede continuar pecando, revelando interminablemente el carácter satánico corrupto. Esta es la vida que el hombre lleva, un ciclo sin fin de pecado y perdón. La mayoría de los hombres pecan durante el día y se confiesan por la noche. Así, aunque la ofrenda por el pecado siempre sea efectiva para ellos, no podría salvarlos del pecado. Sólo se ha completado la mitad de la obra de salvación, porque el hombre sigue teniendo un carácter corrupto” (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Aunque Jesús hizo mucha obra entre los hombres, sólo completó la redención de toda la humanidad, se convirtió en la ofrenda por el pecado del hombre, pero no lo libró de su carácter corrupto. Salvar al hombre totalmente de la influencia de Satanás no sólo requirió a Jesús cargar con los pecados del hombre como la ofrenda por el pecado, sino también que Dios realizara una obra mayor para librar completamente al hombre de su carácter, que ha sido corrompido por Satanás” (‘Prefacio’ en “La Palabra manifestada en carne”). “Los pecados del hombre fueron perdonados gracias a la obra de la crucifixión de Dios, pero el hombre siguió viviendo en el viejo carácter satánico y corrupto. Así pues, el hombre debe ser completamente salvo de este carácter satánico corrupto para que la naturaleza pecadora del hombre sea del todo desechada y no se desarrolle más, permitiendo así que el carácter del hombre cambie. Esto requiere que el hombre entienda la senda del crecimiento en la vida, el camino de la vida, y el camino del cambio de su carácter. También necesita que el hombre actúe de acuerdo con esa senda, de forma que su carácter pueda ser cambiado gradualmente y él pueda vivir bajo el brillo de la luz y que pueda hacer todas las cosas de acuerdo con la voluntad de Dios, desechar el carácter satánico corrupto, y liberarse de la influencia satánica de las tinieblas, aflorando de este modo totalmente del pecado. Sólo entonces recibirá el hombre la salvación completa” (‘El misterio de la encarnación (4)’ en “La Palabra manifestada en carne”). La hermana Zhao dijo en la comunicación: “Ahora que hemos leído estas palabras de Dios, entendemos por qué siempre estamos atados por nuestra naturaleza satánica y somos incapaces de librarnos del pecado, ¿verdad? Durante la Era de la Gracia, Dios solo realizó la obra de redención, no la obra de juzgar al fin de los tiempos, purificar y salvar completamente a las personas. Así que nada importa que confesemos nuestros pecados y nos arrepintamos, que tratemos de conquistarnos a nosotros mismos, que ayunemos y oremos, no seremos capaces de lograr librarnos del pecado. Esto significa que si queremos liberarnos de la esclavitud y el control de nuestra naturaleza pecaminosa, no basta con someternos a la obra de redención del Señor Jesús. Debemos aceptar la obra de juicio realizada por el Señor Jesús regresado. Esto se debe a que al hacer Su obra de juicio de los últimos días, Dios expresa muchos aspectos de la verdad para juzgar y exponer la naturaleza satánica del hombre de oponerse y traicionar a Dios. Él revela el carácter justo, santo y que no tolera ofensa de Dios, permitiendo a la humanidad ver claramente la verdad de Su profunda corrupción por parte de Satanás a través del juicio y castigo de las palabras de Dios, con el fin de conocer realmente Su carácter justo, que no tolera la ofensa del hombre, para desarrollar un corazón temeroso de Dios, transformando y purificando así el carácter satánico del hombre y salvándolo de la influencia de Satanás. En el majestuoso e iracundo juicio y castigo de Dios, lo vemos cara a cara. Como una espada de doble filo, la palabra de Dios atraviesa nuestros corazones, revela nuestra naturaleza satánica de oposición y traición a Dios, además de ese carácter corrupto que no somos capaces de descubrir en lo más profundo de nuestros corazones. Nos hace ver que la esencia de nuestra naturaleza está llena de caracteres satánicos tales como la arrogancia, la vanidad, el egoísmo, la bajeza, la evasividad y la astucia, que sencillamente no poseemos ni una pizca de semejanza humana, y que somos completamente la encarnación de Satanás. Es solo entonces cuando nos postramos ante Dios, comenzamos a odiarnos y a maldecirnos. Al mismo tiempo, también sentimos profundamente que toda la palabra de Dios es la verdad, todo es la revelación de Su carácter, además de lo que es la vida de Dios. Somos conscientes de que el carácter justo de Dios no tolera ofensa, y que Su esencia santa no será manchada. El resultado es desarrollar un corazón de reverencia a Dios; comenzamos a buscar la verdad con todas nuestras fuerzas y a comportarnos de acuerdo a la palabra de Dios. A medida que gradualmente lleguemos a entender la verdad, tendremos cada vez más entendimiento de nuestra propia naturaleza y carácter satánico e iremos ganando más discernimiento. Nuestro conocimiento de Dios también aumentará. Nuestro carácter corrupto interno se purificará lentamente y seremos liberados de los lazos del pecado. Obtendremos una verdadera liberación y viviremos en libertad ante Dios. Este es precisamente el resultado que logra en la humanidad la obra de juicio de Dios en los últimos días. Por lo tanto, se puede ver que la obra de “redención” en la Era de la Gracia y la obra de “librar al hombre del pecado” en los últimos días son dos etapas diferentes de la obra. La ‘Redención’ consistía en que el Señor Jesús cargara con los pecados del hombre y le permitiera escapar del castigo que debería sufrir por esos pecados. Pero eso no significaba que la gente estuviera libre de pecado, menos áun que nunca volvieran a pecar o estuvieran totalmente purificados. Mientras que ‘librar al hombre del pecado’ es exponer completamente la naturaleza pecaminosa de la humanidad para que podamos vivir sin depender de nuestra naturaleza corrupta, lograr un cambio en nuestro carácter de vida y purificarnos totalmente. Por lo tanto, solo aceptando la obra de juicio de Dios en los últimos días podemos resolver completamente nuestro carácter corrupto, librarnos de la influencia de Satanás y ser salvados y guiados al reino de Dios para alcanzar las promesas y bendiciones de Dios”.

Al oír la palabra de Dios y la comunicación de las hermanas, sentí que se ceñía por completo a la realidad y era muy práctica. Pensé en mis muchos años como hombre de fe: no solo mentía y engañaba a menudo, además era arrogante y estaba descontrolado, era grosero e irracional, malintencionado. La gente que trabajaba para mí me tenía miedo y se mantenía a distancia, e incluso en mi propia casa mi esposa y mi hija también me tenían un poco de miedo. Nadie quería abrirse a mí y ni siquiera tenía un amigo íntimo en quien confiar. Era doloroso y me sentía impotente. Aunque a menudo leía la Biblia, oraba, confesaba mis pecados al Señor e incluso me despreciaba a mí mismo, seguía haciendo las mismas cosas terribles. No podía cambiar nada. Alguien como yo que está constantemente pecando y oponiéndose al Señor, ¡está muy necesitado de la obra de juicio de Dios en los últimos días! Ahora, el Señor Jesús ha regresado: Él es el Dios Todopoderoso encarnado. Ahora tenemos la oportunidad de escuchar la voz de Dios y de aprender que el Señor Jesús ha venido de nuevo para mostrarnos la verdad y emprender la obra de juzgar, purificar y salvar al hombre, ¡sin duda soy extremadamente afortunado! La hermana notó que rebosaba de anhelo, así que me dio una copia de un libro de la palabra de Dios: Las ovejas de Dios oyen la voz de Dios. ¡Lo acepté con alegría y decidí practicar mi fe en Dios Todopoderoso!

Leí muchas de las palabras de Dios después de aceptar la obra de Dios Todopoderoso en los últimos días. Leí acerca de las tres etapas de Su obra, el misterio de la encarnación, el significado del nombre de Dios y la historia interior de la Santa Biblia, sobre cómo se crean los vencedores, cómo se hace realidad el reino de Cristo, cómo se determina el desenlace y el destino de cada clase de persona, y otros aspectos de la verdad, de los que poco a poco obtuve cierta comprensión. También gané más fe en Dios.

Al principio, cuando leía las palabras de Dios que juzgan y exponen al hombre con tanta dureza, me sentía angustiado e incómodo y tenía algunas nociones sobre ellas; me parecía que las palabras de Dios eran demasiado severas. ¿No podía ser un poco más amable? Si Dios juzga al hombre de esta manera, ¿acaso no está condenado? ¿Cómo puede entonces ser verdaderamente salvado? Más adelante, leí en la palabra de Dios: “En los últimos días Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la esencia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tal como: el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como también la sabiduría y el carácter de Dios, y así sucesivamente. Todas estas palabras son dirigidas a la esencia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios con relación a cómo el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra de juicio, Dios no deja simplemente en claro la naturaleza del hombre con sólo unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda, no pueden ser sustituidos con palabras ordinarias, sino con la verdad que el hombre no posee en absoluto. Sólo los métodos de este tipo se consideran juicio; sólo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios” (‘Cristo hace la obra de juicio con la verdad’ en “La Palabra manifestada en carne”). “¿A través de qué se alcanza la perfección que Dios tiene para el hombre? A través de Su justo carácter. El carácter de Dios consiste principalmente de la justicia, la ira, la majestad, el juicio y la maldición y Su perfección para el hombre es principalmente por medio del juicio. Algunas personas no entienden y preguntan por qué es que Dios sólo puede perfeccionar al hombre por medio del juicio y la maldición. Dicen: ‘Si Dios maldijera al hombre, ¿no moriría el hombre? Si Dios juzgara al hombre, ¿el hombre no sería condenado? Entonces, ¿cómo puede todavía ser perfeccionado?’. Esas son las palabras de la gente que no conoce la obra de Dios. Lo que Dios maldice es la desobediencia del hombre y lo que Él juzga son los pecados del hombre. Aunque Él habla severamente y sin la menor sensibilidad, Él revela todo lo que hay dentro del hombre y a través de estas palabras severas revela lo que es esencial dentro del hombre pero a través de ese juicio le da al hombre un conocimiento profundo de la esencia de la carne y, por lo tanto, el hombre se somete a la obediencia frente a Dios. La carne del hombre es de pecado y de Satanás, es desobediente y el objeto del castigo de Dios, en consecuencia, para permitirle al hombre que se conozca, las palabras del juicio de Dios le deben suceder y todo tipo de refinamiento se debe emplear; sólo entonces puede ser efectiva la obra de Dios” (‘Sólo al experimentar pruebas dolorosas puedes conocer el encanto de Dios’ en “La Palabra manifestada en carne”). A partir de las palabras de Dios me di cuenta de que Dios realiza Su obra de juicio en los últimos días al expresar la verdad, y que juzga, expone y condena severamente el carácter corrupto del hombre, la naturaleza satánica y las malas obras que se oponen a Dios. Él hace esto para que veamos claramente la verdad de nuestra propia corrupción, entendamos completamente la esencia de nuestro carácter corrupto, y conozcamos nuestra propia naturaleza satánica y el origen de nuestra corrupción. Esta es la única manera en que podemos despreciarnos a nosotros mismos y abandonar la carne. Además, como Dios muestra Su carácter justo, majestuoso e iracundo a través de Su juicio y castigo, somos capaces de ver Su justicia y santidad, además de percibir claramente nuestra propia inmundicia, fealdad y maldad. Dios también hace esto para que podamos conocer nuestra propia naturaleza satánica y la verdad de nuestra corrupción. Si Dios no juzgara al hombre tan severamente, si Dios no expusiera la corrupción del hombre dando justo en el clavo, ni revelara Su carácter justo y majestuoso, entonces nosotros los humanos, que hemos sido corrompidos tan profundamente por Satanás, seríamos incapaces de reflexionar sobre nosotros mismos o de conocernos. Seríamos incapaces de conocer la verdad de nuestra propia corrupción o de nuestra naturaleza satánica. Si ese fuera el caso, entonces ¿cómo nos libraríamos de nuestra naturaleza pecaminosa y seríamos purificados? De los resultados obtenidos a partir de las palabras severas de Dios, nos damos cuenta de que en ellas se esconde Su verdadero amor hacia el hombre y el esfuerzo que Él hace para salvarlo. Cuanto más leo las palabras de Dios, más siento lo maravillosa que es Su obra de juicio. ¡Es tan práctica! Solo el juicio severo de Dios puede purificar, transformar y salvar al hombre. ¡La obra de juicio de Dios en los últimos días es justo lo que necesitamos!

Debido a mi naturaleza arrogante y extremadamente santurrona, cuando hablaba con otros, a menudo les daba lecciones de una manera condescendiente, y para mí mis actos eran mi propia ley. Siempre me gustó que los demás me escucharan y era propenso a alardear. Comuniqué varias veces en las reuniones sobre cómo había gestionado los problemas de mi equipo de trabajo, cómo había reprendido y sometido al personal que no había seguido las instrucciones y cómo mi esposa y mi hija habían hecho lo que yo les decía. En concreto, cuando compartía la comunicación de las palabras de Dios, decía cosas como: “Creo que este pasaje de las palabras de Dios significa esto”, y “esto es lo que pienso”. Un hermano se dio cuenta de que siempre revelaba un carácter arrogante y santurrón sin ser consciente de ello. Señaló el asunto en una reunión, me comentó que hablar y actuar de esta manera era una expresión de arrogancia, santurronería y ser poco razonable. Si alguien me hubiera expuesto de esa manera en el pasado, y delante de tanta gente, sin duda habría contraargumentado y le habría refutado de inmediato. Pero en ese momento, elegí guardar silencio sin discutir ni justificarme, porque las palabras de un sermón me vinieron a la mente: “Si ante cualquier asunto siempre dices ‘creo que’, entonces más te vale renunciar a tus opiniones. Te insto a que renuncies a tus opiniones y busques la verdad. Mira lo que dicen las palabras de Dios. ¡Tu ‘opinión’ no es la verdad! […] ¡Eres demasiado arrogante y santurrón! Ante la verdad, ni siquiera eres capaz de renunciar o renegar de tus nociones e imaginaciones. ¡No quieres obedecer a Dios en lo más mínimo! Entre aquellos que realmente buscan la verdad y veneran sinceramente a Dios de corazón, ¿quién sigue diciendo ‘creo que’? Ya han eliminado esta palabra, pues al pronunciarla se revela el propio carácter satánico”. (‘Comunicación y predicación sobre la Palabra de Dios “Es muy importante establecer una relación normal con Dios” (III)’ en “Sermones y enseñanzas sobre la entrada a la vida XIV”) Esta comunicación me recordó que, cada vez que me topaba con un problema, las palabras “pienso”, “mantengo” y “creo” estaban generalmente en mi boca, siempre empezaba con un “yo” y tenía la última palabra para todo. Me creía capaz de ver más allá de las cosas y que podía lidiar yo solo con los problemas. Siempre obligaba a otros a hacer lo que yo decía, a que obedecieran. Al considerarme a mí mismo tan importante, ¿acaso no revelaba eso un carácter arrogante? El hermano tenía razón al señalar aquello sobre mi carácter, y debía aceptarlo. Las cosas que yo creía emanaban de mis nociones e imaginaciones, provenían de Satanás, y desde luego no eran la verdad. Ya fuera en casa, en el trabajo o entre colegas, siempre me comportaba como si fuera el número uno. Si alguien no me escuchaba o hacía algo contrario a mis puntos de vista, me enfadaba y le regañaba. El hecho de que fuera capaz de revelar estas cosas significaba que no había lugar para Dios en mi corazón, que no honraba la grandeza de Dios, sino la mía propia. Así era cómo hablaba y me comportaba todo el tiempo, demostrando tener un carácter increíblemente arrogante.

Más tarde leí estas palabras de Dios: “Si realmente posees la verdad en ti, la senda por la que transitas será, de forma natural, la senda correcta. Sin la verdad es fácil hacer el mal, y no podrás evitar hacerlo. Por ejemplo, si albergaras arrogancia y engreimiento, te resultaría imposible evitar desafiar a Dios; sentirías la necesidad de desafiarlo. No lo haces intencionalmente, sino que esto lo dirige tu naturaleza arrogante y engreída. Tu arrogancia y engreimiento te harían despreciar a Dios y verlo como algo insignificante; causarían que hagas alarde de ti mismo en todas las cosas, que te exhibas constantemente y que al final te sentaras en el lugar de Dios y dieras testimonio de ti mismo. Finalmente, considerarías tus propias ideas, pensamientos y nociones como si fueran la verdad a adorar. ¡Ve cuántas cosas malas te lleva a hacer esta naturaleza arrogante y engreída! Para resolver los actos de su maldad, primero deben resolver el problema de su naturaleza. Sin un cambio de carácter, no sería posible obtener una resolución fundamental a este problema” (‘Sólo puedes obtener cambios en tu carácter buscando la verdad’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). Cada palabra pronunciada por Dios es la verdad: estaba totalmente convencido. Pensé en cómo solía sermonear condescendientemente a otros en las obras de construcción, entre mis colegas y cuando estaba en casa. El motivo era que estaba dominado por mi naturaleza satánica y arrogante; no porque fuera una persona malcarada, tuviera mal genio o careciera de autocontrol. Creía que tenía calibre, talento y buen poder adquisitivo, lo que alimentaba mi arrogancia y se convirtió en la moneda de mi vida, de tal modo que me consideraba mejor que los demás. Miraba por encima del hombro al resto, pensaba que era mejor que ellos y siempre me imponía a todo el mundo. Había encontrado el origen de mi pecado y había visto las peligrosas consecuencias de dejar sin resolver mi carácter satánico y corrupto. Así que hice un esfuerzo por buscar y leer muchas palabras de Dios que juzgaban y exponían la naturaleza arrogante del hombre, y reflexioné sobre mí mismo de manera comparativa. A través de las palabras de juicio y revelación de Dios, así como de la comunicación de los hermanos y hermanas en las reuniones, empecé a obtener un entendimiento superficial de mi propia naturaleza arrogante. Me di cuenta de que en realidad no era mejor que los demás, y que mis aptitudes y riquezas habían sido otorgadas por Dios, así que no tenía nada de qué jactarme. Si Dios no me hubiera concedido sabiduría e inteligencia, si Dios no me hubiera bendecido, ¿qué hubiera conseguido solo confiando en mí mismo? Hay tantas personas con talento en el mundo; ¿por qué se esfuerzan y viven toda la vida con prisa para terminar con las manos vacías? También encontré el camino para resolver mi naturaleza arrogante dentro de las palabras de Dios, que consistía en aceptar más de la poda y el trato de los hermanos y hermanas, aceptar más del juicio, el castigo, las pruebas y el refinamiento de Dios, reflexionar sobre mí mismo a la luz de Sus palabras, lograr un verdadero conocimiento de mí mismo, odiarme y no actuar de acuerdo a mi carácter satánico sino a las palabras de Dios. Posteriormente, experimenté muchos casos en los que fui juzgado y castigado, podado y tratado, y sufrí muchos reveses y fracasos. Mi conocimiento de mi naturaleza satánica y esencia corrupta se fue profundizando poco a poco, y también obtuve un entendimiento superficial de la grandeza, justicia y santidad de Dios. Cuanto más las conocía, más era consciente de mi propia inmundicia, bajeza, insignificancia e infamia. Cosas que antes me parecían importantes o de las que me había jactado, ahora sentía que ni siquiera valía la pena mencionarlas. Antes de darme cuenta, mi carácter arrogante comenzó a cambiar. Aceptaba cualquier cosa correcta que dijeran los hermanos y hermanas, mis colegas o mi familia. Ya no hablaba a los demás con condescendencia, sino que actuaba con humildad y no consideraba mi palabra como ley. Cada vez que surgía un problema, lo discutía con los demás y tenía en consideración sus sugerencias y actuaba en consecuencia. Poco a poco, mi relación con los que me rodeaba comenzó a normalizarse. Tenía paz y alegría en mi corazón, y sentía que al fin vivía un poco a semejanza humana.

Al leer constantemente la palabra de Dios y vivir la vida de la iglesia, sentía cada vez más cuán verdaderamente grande fue el haber podido aceptar la obra de juicio de Dios en los últimos días. Experimenté realmente que no tendría forma de resolver mi carácter corrupto por mí cuenta. Solo a través del juicio y castigo de las palabras de Dios, poco a poco he sido cambiado y purificado. En la Iglesia de Dios Todopoderoso, veo a muchos hermanos y hermanas obrando duro en la búsqueda de la verdad, y aceptando el juicio y castigo de las palabras de Dios Todopoderoso. Siempre que alguien revela corrupción, otros lo señalan y todos se ayudan mutuamente. Reflexionamos sobre nosotros mismos, nos conocemos a la luz de las palabras de Dios y buscamos la verdad para resolver nuestra corrupción. Todos practicamos ser gente honesta, ser puros y abiertos; aceptamos y nos sometemos a cualquier comunicación que esté de acuerdo con la verdad y nuestro carácter corrupto cambia cada vez más. Las palabras de Dios Todopoderoso pueden purificar y cambiar a la gente. Dios encarnado ha venido entre nosotros, expresa personalmente Sus palabras para juzgarnos y purificarnos, y nos conduce a desechar el pecado y ser plenamente salvados; ¡somos tan afortunados! Al pensar en todos esos verdaderos creyentes que están esperando impacientes Su regreso, que anhelan deshacerse de las ataduras del pecado y ser purificados, pero que viven con dolor sin un camino que seguir, oré a Dios y tomé una determinación: “Deseo predicar el evangelio de Tu reino a otras personas para que puedan ser como yo, que sigan Tus pasos y se embarquen en el camino de la purificación y la completa salvación”.

Recomendación:  Un corazón errante vuelve a casa

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.

Música cristiana | Hace mucho tiempo que Dios determinó el destino del hombre

Música cristiana | Hace mucho tiempo que Dios determinó el destino del hombre

I

En relación al destino, todos son independientes,

y tienen el suyo propio.

Y ningún padre puede impedirlo en la vida

ni ejercer la más mínima influencia sobre el rol que uno juega.

Nada excepto lo predestinado por el Creador

influye sobre el destino de alguien.

Nadie puede controlar qué futuro tendrá;

hace tiempo que fue decidido;

ni los padres lo pueden cambiar.

II

La familia en la que uno nace

es una condición previa para cumplir con su misión.

El ambiente en el que uno crece

también es una condición previa.

Y de ninguna manera determinan el tipo de destino

en el que se cumple su misión.

Por eso los padres no pueden

ayudar a nadie a cumplir con su misión.

Ningún familiar puede ayudar a nadie a asumir su rol.

El destino dicta cómo uno logra su misión

y el ambiente de su rol;

nadie lo puede controlar.

Nada excepto lo predestinado por el Creador

influye sobre el destino de alguien.

Nadie puede controlar qué futuro tendrá;

hace tiempo que fue decidido;

ni los padres lo pueden cambiar.

III

No hay condición objetiva que pueda

influenciar la misión que

le predestinó a uno el Creador.

Toda la gente madura en ambientes únicos,

en sus propios caminos, todos por sí mismos.

Nada excepto lo predestinado por el Creador

influye sobre el destino de alguien.

Nadie puede controlar qué futuro tendrá;

hace tiempo que fue decidido;

ni los padres lo pueden cambiar.

IV

Paso a paso, toman sus propios caminos.

Paso a paso, cumplen sus destinos predestinados.

Paso a paso, entran en el vasto mar de gente.

Paso a paso, toman sus posiciones en la vida.

Paso a paso, toman sus responsabilidades

por el bien de lo que el Creador predestinó.

Paso a paso, hacen todo involuntariamente

por el bien de la soberanía del Creador.

Dios hace tiempo que decidió el destino del hombre.

Nada excepto lo predestinado por el Creador

influye sobre el destino de alguien.

Nadie puede controlar qué futuro tendrá;

hace tiempo que fue decidido;

ni los padres lo pueden cambiar.

De “Seguir al Cordero y cantar nuevos cánticos”

Recomendación: Música cristiana | Dios se encarna para salvar a la humanidad

Película cristiana completa en español 2018 | “Salir de la Biblia” Revelar el misterio de la Biblia

Película cristiana completa en español 2018 | “Salir de la Biblia” Revelar el misterio de la Biblia

Wang Yue era predicadora en una iglesia casera de China. Predicaba y pastoreaba a la iglesia para el Señor con toda su alma y corazón. Pero cuando su iglesia se fue vaciando cada vez más, no pudo evitar que la invadiera la ansiedad. Sumida en el sufrimiento y el desconcierto, por suerte llegó a aceptar el evangelio del reino de Dios Todopoderoso. Mientras disfrutaba de la abundante provisión de la Palabra de Dios, era profundamente consciente de la inmensidad de la salvación de Dios. Esto hizo que la miseria y la impotencia de perder la provisión de Dios y caer en la oscuridad fuera aún más real para ella. Entonces decidió difundir el evangelio del reino de Dios. Cuando Wang Yue difundió el evangelio a sus hermanos y hermanas en su ciudad natal, el pastor y el anciano del mundo religioso hicieron todo lo posible para impedírselo y ponerle dificultades. Propagaron el concepto religioso de que “creer en Dios es creer en la Biblia y creer en la Biblia es creer en Dios. ¡Desviarse de la Biblia significa no creer en Dios!” Al igual que los antiguos fariseos que se resistieron y condenaron al Señor Jesús, delimitaron a Dios a la Biblia y con esto engañaron y pusieron dificultades a los creyentes para que no exploraran el verdadero camino. Ante tal situación, se desarrolló un intenso debate entre las dos partes. ¿Cómo utiliza Wang Yue la palabra de Dios Todopoderoso para corregir los conceptos de esas personas religiosas?

¡Escucha! ¿Quién es el que habla?

Por Zhou Li, China

Para alguien que predica en la iglesia, no hay nada más doloroso que el empobrecimiento espiritual y no tener nada que predicar. Me sentía impotente al ver que cada vez menos hermanos y hermanas venían a las reuniones, y acudí al Señor muchas veces para orar con fervor y pedirle que fortaleciera la fe de los hermanos y hermanas. Pero la desolación de la iglesia no mejoró en absoluto y hasta yo misma estaba sumida en la debilidad y la negatividad…

Un día estaba trabajando en casa, cuando aparecieron de repente el hermano Wang y el hermano Lin y, encantada, los invité a entrar. Después de las cortesías, el hermano Wang me preguntó: “Hermana Zhou, ¿cómo se encuentra ahora tu espíritu?”. Yo suspiré y dije: “Ni me lo menciones. Me siento débil de espíritu y no tengo nada que predicar en mis sermones. Los hermanos y hermanas también están negativos y débiles. Casi no hay nadie en la iglesia”. El hermano Lin preguntó: “Hermana Zhou, ¿sabes por qué no tienes nada que predicar en los sermones y no hay nadie en la iglesia?”. En cuanto lo dijo, pensé que eso era exactamente lo que quería saber. ¿De verdad conocían ellos la razón? Enseguida le pregunté: “¿Por qué?”. El hermano Wang dijo: “Porque el Señor ya ha regresado. Él se ha encarnado por segunda vez y está declarando sus palabras y realizando una nueva obra. Muchos hermanos y hermanas ya han aceptado la obra de Dios en la Era del Reino y viven en la corriente de la obra actual del Espíritu Santo. Sus condiciones son cada vez mejores. Aquellos que no han seguido el ritmo de la nueva obra de Dios han perdido la obra del Espíritu Santo, y por lo tanto carecen de palabras que predicar y se sienten negativos y débiles. Debemos apresurarnos a seguir las huellas de Dios”. Al oír aquello, de repente recordé las palabras de mi colaborador en la obra: “Si alguien dice que Dios ha venido a hacer una nueva obra y ha pronunciado palabras nuevas, eso supone desviarse de la Biblia, y por tanto no creer en el Señor; es apostasía”. Con eso en mente, dije muy seria: “¿No nos dicen a menudo los colaboradores más antiguos que desviarse de la Biblia es no creer en el Señor? Vosotros deberíais saberlo, desviarse de la Biblia es lo mismo que desviarse del camino del Señor. ¡Cómo te atreves a tratar de predicarme este camino!”. Me levanté enfadada al tiempo que decía aquello. El hermano Lin replicó: “Hermana Zhou, no te alteres. Sabemos que crees sinceramente en Dios y eres fervorosa, por eso te estamos hablando de la nueva obra de Dios. Llevamos muchos años creyendo en el Señor. ¿Acaso no hemos esperado siempre Su regreso? Ahora el Señor ha regresado y está realizando la obra de juicio de los últimos días. Es una gran noticia. Debemos buscar y estudiar con diligencia y no perder la oportunidad de darle la bienvenida al Señor”. No esperé a que el hermano Lin terminara, levanté una mano y le interrumpí, alzando la voz: “¡Para, para, para! No digas nada más. No voy a creer en nada que se aparte de la Biblia. Tú no sigues el camino del Señor, pero yo sí debo hacerlo”. Se dieron cuenta de que en realidad no les estaba escuchando y no tuvieron más remedio que marcharse. Más tarde, volvieron unas cuantas veces más, pero yo simplemente los ignoré.

Más adelante, el hermano Wang y el hermano Lin vinieron a mi casa acompañados de dos hermanas para predicarme el evangelio. Ese día, yo estaba picando judías en la cocina mientras mi esposo trabajaba. Al verlos llegar, los invitó a entrar en la casa. En cuanto me di cuenta, se me aceleró el corazón: ¿Por qué volvían a venir y encima traían dos refuerzos? Los cuatro entraron en casa, me saludaron y luego comenzaron a compartir la comunicación con mi marido. Sentí aún más ansiedad y pensé: “Lo que están predicando se desvía de la Biblia, así que tengo que estar atenta a mi marido para impedir que asimile nada”. Quería echarlos, pero me preocupaba que mi marido se enfadara conmigo. Lo único que podía hacer era guardar silencio, si bien no acepté ni una palabra de lo que dijeron. Sin embargo, mi marido les escuchaba, asentía y no paraba de decir: “¡Sí! ¡Es cierto! ¡Si! Así es. ¡Lo explicáis muy bien!”. Al ver a mi esposo tan convencido, de repente me puse nerviosa y, furiosa, le señalé con el dedo: “¿Cómo que es cierto? ¿Cuánto has leído de la Biblia? ¿Desde cuándo crees en Dios? ¿Le has orado al Señor? Dices: ‘Cierto, cierto, cierto’, pero ¿cuánto entiendes de todo eso?”. Armé tanto alboroto que de repente la habitación se quedó en silencio y todos se miraron unos a otros. Enseguida, mi marido me dijo: “No grites. Escucha primero. Es bueno para nosotros. Si no escuchas, ¿cómo puedes saber si tienen razón o no?”. Como no podía impedir que los escuchara, lo pagué con las judías y las moví de un lado a otro con ambas manos, mientras hacía ruido a propósito. Pensé: “¿Que te deje escuchar? No te vas a enterar de nada. ¡Esto se va a terminar!”. Pero hacer mucho ruido con las judías no impidió que mi esposo escuchara su comunicación. Al contrario, hablaba y se reía con los cuatro y su comunicación era muy armoniosa. Al cabo de un rato, mi marido me dijo con alegría: “¡Oh, Li! El Señor realmente ha regresado. ¡Las palabras de este libro son las declaraciones personales de Dios! ¡Es genial! Li, cocina algo para nosotros”. Le miré, pero no respondí. Luego, el hermano Lin le dejó a mi marido algunas cintas, un libro de himnos y una copia de La Palabra manifestada en carne antes de marcharse. No podía soportarlo más y le dije a mi esposo: “¿Cuántas veces nos han dicho los colaboradores más antiguos de la obra que para creer en Dios no podemos desviarnos de la Biblia, que eso es lo mismo que no creer en Dios? ¿Lo has olvidado? ¿Por qué no te posicionas en este asunto?”. Sin dudar, mi marido dijo: “Lo que están diciendo no se desvía de la Biblia, al contrario, es más alto y profundo. Además, la nueva obra de Dios que están difundiendo cumple la palabra del Señor y las profecías del Apocalipsis. Después de escuchar su comunicación, ahora entiendo y tengo claras muchas cosas de la Biblia. El evangelio de Dios Todopoderoso del que ellos dan testimonio es el verdadero camino. Abre los ojos y mira. Sólo quedan unas cuantas personas en nuestra iglesia. Está desolada. Sin embargo, todavía te aferras a las palabras de los colaboradores más antiguos de la obra. ¿No es eso una enorme idiotez? Será mejor que te des prisa y estudies esto”. Al oírle decir aquello, enfadada, le dije: “¿Qué sabes tú? Desviarse de la Biblia es traicionar al Señor. Si tú no cumples con la Biblia, lo haré yo”.

Después de aquello, mi marido sacaba tiempo todos los días para leer el libro que le había dejado el hermano Lin, La Palabra manifestada en carne. Un día, mi marido se levantó antes del amanecer para leer el libro. Adormilada, oí a mi marido leer: “¿Puede ser que hayas olvidado […]? ¿Realmente has olvidado […]?” (“Cómo Pedro llegó a conocer a Jesús”). Al oírle leer en voz alta, me enfadé un poco y pensé: ¡Tan temprano y no me deja dormir! Pasado un rato, muy bajito, oí: “Porque antes de que Jesús fuera crucificado, Él le había dicho: ‘No soy de este mundo y tú tampoco eres de este mundo’” (“Cómo Pedro llegó a conocer a Jesús”). ¡Qué extraño! ¿Por qué se menciona al Señor Jesús en ese libro? ¿Habré oído mal? Entonces lo oí claramente: “¿Puede ser que hayas olvidado […]? ¿Realmente has olvidado […]?” Al oír aquello, me dio un pequeño vuelco el corazón y ya no me volví a dormir. Me dije: “¿Quién dijo esas palabras? ¡Oh, Dios! ¿Eres Tú quien me está haciendo esta pregunta? Es como si Tú me estuvieras diciendo estas palabras. ¡Son tan amables! Tengo que levantarme enseguida para hacer el desayuno. Luego, a pesar de todo, veré lo que dice en el libro, así averiguaré si se desvía o no de la Biblia y si son o no las palabras de Dios”.

Después de desayunar, mi marido continuó leyendo el libro. Pensé para mis adentros: ¿Por qué no me ha dicho que lo lea con él? Pasé bastante rato junto a la puerta, pero mi esposo estaba tan concentrado en la lectura que no se fijó en mí. Así que caminé de un lado a otro de la cocina. Estaba muy preocupada. Tenía ganas de leer lo que ponía en el libro. Entonces me asomé a la habitación y vi que mi marido seguía con la cabeza enterrada en él. Yo también quería leerlo, pero pensé en las muchas veces que los hermanos y hermanas habían venido a predicar y yo siempre me había negado, y me pregunté si mi esposo me criticaría si tomaba la iniciativa de querer leerlo. Si me criticaba, me sentiría muy avergonzada. Con eso en mente, retrocedí. Mientras caminaba de un lado a otro, recordé las palabras que mi esposo había leído en voz alta esa mañana y me sentí aún más ansiosa. Pensé: esto no va a funcionar. Tengo que entrar y ver de qué trata ese libro. Pero volví a retroceder cuando llegué a la puerta. No sabía qué hacer, era como si caminara sobre unas brasas calientes. Me decidí por fin: ¡Oh! ¡Dios quiere que alce la voz! ¿Quién me dijo que hablara así y no escuchara los consejos de mi marido? Así que me preparé y entré en la habitación y, echándole coraje, dije con torpeza: “¿Puedo leerlo contigo?”. Cuando levantó la vista parecía muy sorprendido y, entonces, respondió encantado: “¡Ven, ven! Leamos juntos”. Ese momento me dejó muy conmovida. ¡Mi marido no me había criticado, como pensé que haría! La ansiedad de mi corazón se calmó al fin y, encantada, leí el libro con mi esposo. Sin embargo, las palabras que leí no eran lo que había oído a primera hora de la mañana. En cierto momento, mi esposo tuvo que salir y yo hojeé apresuradamente el libro. De repente, encontré lo que estaba buscando y lo leí en voz alta: “Las palabras de Jesús alentaron mucho a Pedro, porque antes de que Jesús fuera crucificado, Él le había dicho: ‘No soy de este mundo y tú tampoco eres de este mundo’. Después, cuando Pedro llegó a un punto de gran dolor, Jesús le recordó: ‘Pedro, ¿lo has olvidado? Yo no soy del mundo y sólo fue por Mi obra que me fui antes. Tú tampoco eres del mundo, ¿lo has olvidado? Te lo he dicho dos veces, ¿no lo recuerdas?’. Pedro lo escuchó y dijo: ‘¡No lo he olvidado!’. Entonces Jesús le dijo: ‘Una vez pasaste un tiempo feliz junto a Mí en el cielo y un periodo de tiempo a Mi lado. Me extrañas y Yo te extraño. Aunque las criaturas no son dignas de mencionarse a Mis ojos, ¿cómo puedo no amar a uno que es inocente y encantador? ¿Has olvidado Mi promesa? Debes aceptar Mi comisión en la tierra; debes cumplir la tarea que te encomendé. Un día sin duda te llevaré para que estés a Mi lado’” (‘Cómo Pedro llegó a conocer a Jesús’ en “La Palabra manifestada en carne”). Lo leí varias veces y cuanto más lo hacía más me parecía que esas palabras no se desviaban de la Biblia. Eran más claras y transparentes. Pero mis colaboradores de obra habían dicho: “Cualquiera que difunda el mensaje de que Dios ha venido a hacer una nueva obra y está declarando nuevas palabras se está desviando de la Biblia, y hacer eso es desviarse del camino del Señor”. Pero lo que decían no concuerda con los hechos, ¿verdad? Oré en mi corazón: “¡Oh, Dios! ¿Qué significa todo esto? Esclaréceme y guíame para poder comprender Tu voluntad”.

Luego, vi que las palabras de Dios Todopoderoso decían: “Durante muchos años, la forma de creencia tradicional de las personas (la del cristianismo, una de las tres religiones principales del mundo) ha sido leer la Biblia; apartarse de la Biblia no es creer en el Señor, es una heterodoxia y herejía, e incluso cuando las personas leen otros libros, el fundamento de estos debe ser la explicación de la Biblia. Es decir, si dices que crees en el Señor, debes leer la Biblia, debes comerla y beberla, y fuera de ella no debes adorar a ningún libro que no la implique. Si lo haces, estás traicionando a Dios. Desde el momento en que la Biblia estuvo, la creencia de las personas en el Señor ha sido la creencia en la Biblia. En lugar de decir a las personas que crean en el Señor, es mejor decir que lo hagan en la Biblia; en lugar de decir que han comenzado a leer la Biblia, es mejor decir que han empezado a creer en ella; y en lugar de decir que han vuelto a la presencia del Señor, es mejor decir que han regresado ante la Biblia. De esta forma, las personas adoran la Biblia como si fuera Dios, como si fuera su vida, y perderla sería lo mismo que perder su vida. Las personas consideran la Biblia como algo tan elevado como Dios, y están incluso aquellos que la ven como algo más alto que Dios. Si las personas no tienen la obra del Espíritu Santo, si no pueden sentir a Dios, pueden seguir viviendo; pero tan pronto como pierden la Biblia, sus capítulos o sus dichos célebres, es como si hubieran perdido su vida” (‘Relativo a la Biblia (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”). Las palabras de Dios conmovieron realmente mi corazón. ¿Acaso no hablaban de mí? Al rememorar cuando empecé a creer en el Señor, era así cómo sostenía mi fe. Trataba a la Biblia como mi sangre vital. Tenía que guardarla en un sitio alto después de leerla, por miedo a que los niños la tocaran. Consideraba que la Biblia estaba por encima de todo e incluso creía que desviarse de la Biblia era una traición al Señor. ¿Me había equivocado al hacerlo? Con el corazón en búsqueda, continué leyendo desde “Relativo a la Biblia (1)” hasta “Relativo a la Biblia (4)”. Cuanto más leía, más esclarecida me sentía. Las palabras de Dios Todopoderoso me guiaron a la plena comprensión. Resulta que la Biblia era solo un registro histórico de la obra de Dios y un testimonio de las dos primeras etapas de Su obra. Así como el Antiguo Testamento registra la obra hecha por Jehová Dios desde la creación del mundo hasta el fin de la Era de la Ley, el Nuevo Testamento registra la obra del Señor Jesús en la Era de la Gracia. La obra de Dios es siempre nueva, nunca vieja, y siempre avanza. Ahora Dios ha realizado una nueva obra fuera de la Biblia: la obra de la Era del Reino. Esta etapa es la última de la obra de salvación de Dios para la humanidad. Desde la Era de la Ley a la Era de la Gracia, y luego a la Era del Reino en los últimos días, las tres etapas las realiza un único Dios. Leer las palabras de Dios Todopoderoso me abrió los ojos, ¡y me alegré la vista con ellas! Sí, Dios es tan todopoderoso y sabio, ¿cómo iba solo a limitarse a hacer la obra registrada en la Biblia? Y a partir de las palabras de Dios Todopoderoso, de verdad me di cuenta de que las palabras y la obra de Dios de los últimos días no repudiaban la Biblia. En cambio, elevaban y profundizaban en la obra de la Era de la Ley y la Era de la Gracia, tal como están registradas en la Biblia, y todo lo que Dios hace ahora concuerda más con las necesidades actuales de la gente. Un pasaje de las palabras de Dios dice: “Debes entender por qué hoy se te pide que no leas la Biblia, por qué hay otra obra independiente de ella, por qué Dios no busca una práctica más nueva y detallada en ella, por qué hay en su lugar una obra más poderosa fuera de ella. Esto es todo lo que deberíais entender. Debes conocer la diferencia entre la obra antigua y la nueva, y aunque no leas la Biblia, tienes que ser capaz de diseccionarla; si no, seguirás adorándola, y te será difícil entrar en la nueva obra y pasar por nuevos cambios. Si hay un camino más elevado, ¿por qué estudiar ese más bajo y obsoleto? Si hay declaraciones y una obra más nuevas, ¿por qué vivir entre viejos relatos históricos? Las nuevas declaraciones pueden proveer para ti, lo que demuestra que esta es la nueva obra; los viejos relatos no pueden saciarte ni satisfacer tus necesidades actuales, y esto significa que son historia, y no la obra del aquí y ahora. El camino más elevado es la obra más nueva, y con ella, por muy alto que fuera el camino del pasado, sigue siendo la historia de las reflexiones de las personas; independientemente de su valor como referencia, sigue siendo el camino antiguo. Aunque se registra en el ‘libro sagrado’, el camino antiguo es historia; aunque no hay constancia del mismo en el ‘libro sagrado’, el nuevo camino es del aquí y el ahora. Este puede salvarte y cambiarte, porque es la obra del Espíritu Santo” (‘Relativo a la Biblia (1)’ en “La Palabra manifestada en carne”). En aquel momento, de repente vi la luz, y me di cuenta de por qué había defendido siempre la Biblia y aun así mi espíritu se había vuelto cada vez más negativo, hasta el punto de que me había quedado sin nada que predicar. Me daba cuenta de que los hermanos y hermanas también se debilitaban cada vez más, hasta el punto de que ni siquiera asistían a las reuniones, mientras que aquellos que habían aceptado el evangelio del reino de Dios Todopoderoso estaban rebosantes de fe. Daba igual cómo los tratara, nunca eran negativos ni se desanimaban, seguían viniendo a predicarme el evangelio. El motivo de todo esto era que me estaba aferrando a la obra pasada de Dios. Era el viejo camino, que había perdido hace mucho la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, los hermanos y hermanas de la Iglesia de Dios Todopoderoso habían aceptado el liderazgo de la nueva obra de Dios, habían recibido el suministro de Sus palabras actuales y habían obtenido la obra del Espíritu Santo. ¡Esa era la diferencia entre el camino nuevo y el viejo! Esa era la causa primigenia de que el mundo religioso estuviera decayendo y que la Iglesia de Dios Todopoderoso fuera cada vez más próspera. “Señor”, oré. “Ahora por fin entiendo que Tú has regresado y nos has proporcionado un nuevo camino, un nuevo suministro de vida. ¡Te doy gracias!”.

En ese momento, mis emociones se bifurcaban entre la felicidad y una mala sensación. Estaba contenta porque Dios no me había abandonado, a pesar de haber sido tan rebelde y desobediente, e hizo uso de este método tan especial de recurrir a que mi esposo leyera las palabras de Dios para hacerme escuchar Su voz. ¡Así era realmente el amor de Dios y Su salvación para mí! Me sentía mal porque había esperado el regreso del Señor muchos años, pero nunca había considerado la posibilidad de que rechazaría al Señor cuando Él regresara y llamara a mi puerta. Aquellos hermanos y hermanas vinieron en repetidas ocasiones hasta aquí para difundirme el evangelio, pero lo único que hice fue ignorarlos. Compartieron la comunicación con mi esposo y sin embargo yo me burlaba e interfería deliberadamente… Al pensar en ello, sentí dolor en el corazón y no pude detener las lágrimas que brotaron de mis ojos. Me arrodillé ante Dios y oré: “¡Dios Todopoderoso! Estaba equivocada. Todos estos años siempre he defendido la Biblia y he considerado que desviarse de ella era igual a no creer en Dios. Trataba a la Biblia como a Dios y rechacé una y otra vez Tu nueva obra y Tu venida. ¡Estaba tan ciega! Ahora estoy dispuesta a dejar de lado la Biblia, seguir Tu nueva obra y escuchar Tus palabras de la nueva era. No volveré a mostrarme hostil hacia Ti y de ninguna manera voy a arruinarme la vida entera a causa de mis nociones e imaginaciones. ¡Oh, Dios! Anhelo tomar la determinación de cooperar contigo y, para reparar lo que Te debo, llevar de vuelta a Tu familia a aquellos en la iglesia que realmente creen en Ti”.

Un corazón errante vuelve a casa

Por Novo, Filipinas

Me llamo Novo y soy de Filipinas. He compartido la fe en Dios de mi madre desde que era niño y solía ir a la iglesia a escuchar sermones con mis hermanos. Aunque había creído en el Señor durante muchos años, sentía que yo no había cambiado y era un incrédulo. En el fondo de mi corazón, pensaba en todo momento en la manera de hacer más dinero, cómo pasar mis días cómodamente y disfrutar la buena vida. Además, salía a beber con mis amigos y siempre que me sobraba dinero, lo jugaba. Sabía que esas cosas iban en contra de la voluntad del Señor. Solía rezarle para confesarle mis pecados y ante Él decidía con firmeza que a partir de ese día renunciaría a las malas costumbres y no volvería a pecar. Pero con el engatusamiento y la tentación de mis amigos, simplemente no podía controlarme. Así fue como me volví cada vez más degenerado y mi corazón se alejó más y más de Dios, ya no era sincero en mis oraciones. Cada semana decía unas cuantas plegarias sencillas para cumplir. A veces me sentía muy desesperado porque sabía que a la venida del Señor, Él juzgaría a todas y cada una de las personas según sus actos y su comportamiento, y así decidiría si subirían al cielo o bajarían al infierno. Sentía que era tan degenerado que Dios no me perdonaría de nuevo. Tiempo después me casé, tuve hijos y ellos y mi esposa ocupaban todos mis pensamientos. Había dejado olvidada mi fe en el fondo de mi mente mucho antes. Como deseaba brindar un futuro mejor a mis hijos y cumplir mi deseo de aumentar mi fortuna, decidí ir a trabajar al extranjero, por eso llegué a Taiwán. Encontré un empleo, pero todavía no había cambiado mi estilo de vida. En mi tiempo libre iba con mis compañeros de trabajo a beber y cantar en el karaoke, llevaba una vida de fiesta. Hacía tiempo que había enterrado mi fe en Dios en mi mente.

En 2011, empecé a trabajar como soldador en una fábrica en Taiwán. Un día de 2012, le dije a una compañera que yo era católico y me invitó a asistir a un servicio en su iglesia. Un domingo por la mañana me recogió en la fábrica y me llevó a la casa de su amigo. Allí conocí al hermano Joseph, quien me preguntó: “Hermano, ¿crees en la segunda venida del Señor Jesús?”. Le dije que sí creía. Entonces me preguntó: “¿Sabes qué obra hará Él cuando vuelva?”. Yo le respondí: “Creo que cuando el Señor Jesús vuelva, se sentará en un gran trono blanco y juzgará a la humanidad. Cada uno responderá por sus pecados, arrodillándose ante el asiento del juicio, y entonces Él decidirá si subirán al cielo o bajarán al infierno según sus acciones y obras”. El hermano Joseph continuó y me preguntó: “Si te dijéramos que el Señor Jesús ya ha venido y está haciendo Su obra de juicio de los últimos días, cumpliendo así la profecía de que ‘El juicio comience por la casa de Dios’, ¿lo creerías?”. Me sorprendió mucho oír esas palabras y pensé: “¿El Señor Jesús ya ha vuelto? ¿Cómo es posible eso? No he visto el gran trono blanco aparecer en el cielo ni al Señor descender en una nube blanca. Sin embargo, el hermano dice que Él ha vuelto para hacer Su obra de juicio, cumpliendo así la profecía de que ‘El juicio comience por la casa de Dios’. Tiene sentido. La sabiduría de Dios es insondable para el hombre, así que mejor sigo con la búsqueda”. Entonces le respondí: “Hermano, no me atrevería a afirmar si el Señor Jesús ha vuelto o no, así que por favor, comparte esto conmigo”. Encontraron varios pasajes de la Biblia que hablan de las profecías de la venida del Señor y de la realización de Su obra de juicio y me los leyeron. Por ejemplo, el capítulo 4, versículo 17 de la Primera Epístola de Pedro que dice: “Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios”. Y también el capítulo 16, versículos 12-13 del Evangelio según Juan: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis soportar. Pero cuando Él, el Espíritu de verdad, venga, os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y os hará saber lo que habrá de venir”. El hermano Joseph dijo que este “Espíritu de verdad” se refiere a la venida del Señor, Su expresión de la verdad y Su obra de juicio. Dios de los últimos días ha vuelto hecho carne como el Hijo del hombre. Sobre la base de Su obra de redención en la Era de la Gracia, Él expresa la verdad y realiza la etapa de Su obra de juicio comenzando por la casa de Dios. En realidad, la obra de juicio es una obra para purificar y salvar al hombre por completo. Esto cumple con precisión las profecías del Señor Jesús: “Si alguno oye mis palabras y no las guarda, yo no lo juzgo; porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final” (Juan 12:47-48). “Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo […]. Y le dio autoridad para ejecutar juicio, porque es el Hijo del Hombre” (Juan 5:22-27). Escuché con avidez la enseñanza del hermano y creí que todos estos mensajes que estaba compartiendo conmigo eran verdad porque creo que todas las profecías del Señor tienen que cumplirse y llevarse a cabo.

Después, el hermano Joseph me leyó otros dos pasajes de la palabra de Dios Todopoderoso de “Cristo hace la obra de juicio con la verdad”: “La obra de juicio es la propia obra de Dios, por lo que, naturalmente, debe ser hecha por Dios mismo; no puede ser hecha por el hombre en Su lugar. Puesto que el juicio es la conquista de la raza humana por medio de la verdad, es incuestionable que Dios todavía aparezca como la imagen encarnada para hacer esta obra entre los hombres. Es decir, en los últimos días Cristo usará la verdad para enseñar a los hombres alrededor de la tierra y hacer que todas las verdades sean conocidas por ellos. Esta es la obra de juicio de Dios”. “En los últimos días Cristo usa una variedad de verdades para enseñar al hombre, para exponer la esencia del hombre y para analizar minuciosamente sus palabras y acciones. Estas palabras comprenden verdades diversas tal como: el deber del hombre, cómo el hombre debe obedecer a Dios, cómo debe ser leal a Dios, cómo debe vivir una humanidad normal, así como también la sabiduría y el carácter de Dios, y así sucesivamente. Todas estas palabras son dirigidas a la esencia del hombre y a su carácter corrupto. En particular, las palabras que exponen cómo el hombre desdeña a Dios con relación a cómo el hombre es una personificación de Satanás y una fuerza enemiga contra Dios. Al emprender Su obra de juicio, Dios no deja simplemente en claro la naturaleza del hombre con sólo unas pocas palabras; la expone, la trata y la poda a largo plazo. Estos métodos de exposición, de trato y poda, no pueden ser sustituidos con palabras ordinarias, sino con la verdad que el hombre no posee en absoluto. Sólo los métodos de este tipo se consideran juicio; sólo a través de este tipo de juicio puede el hombre ser doblegado y completamente convencido de la sumisión a Dios y, además, obtener un conocimiento verdadero de Dios. Lo que la obra de juicio propicia es el entendimiento del hombre sobre el verdadero rostro de Dios y la verdad sobre su propia rebeldía. La obra de juicio le permite al hombre obtener mucho entendimiento de la voluntad de Dios, del propósito de la obra de Dios y de los misterios que le son incomprensibles. También le permite al hombre reconocer y conocer su esencia corrupta y las raíces de su corrupción, así como descubrir su fealdad. Estos efectos son todos propiciados por la obra de juicio, porque la esencia de esta obra es, en realidad, la obra de abrir la verdad, el camino y la vida de Dios a todos aquellos que tengan fe en Él. Esta obra es la obra de juicio realizada por Dios” (“La Palabra manifestada en carne”).

Después de leer estas palabras, el hermano Joseph compartió conmigo muchas verdades sobre la obra de juicio de Dios de los últimos días. Llegué a comprender que Su obra es muy práctica y que no es sobrenatural en absoluto. La obra de juicio de Dios de los últimos días no era como la había supuesto. Había imaginado que Dios colocaba una mesa gigantesca en el aire, a Él sentado en un gran trono blanco y a toda la humanidad arrodillada ante Su presencia. Entonces Dios enumeraría nuestros pecados uno por uno para determinar si hemos sido buenos o malos, y decidiría si subíamos al cielo o bajábamos al infierno. En cambio, Él ha encarnado y ha venido al mundo para expresar la verdad de manera práctica, para juzgar los pecados del hombre, para exponer la verdad de la corrupción del hombre, así como su naturaleza y esencia. El hermano Joseph continuó comunicando que nuestras actitudes satánicas, como nuestra arrogancia y soberbia, nuestra corrupción y astucia, y nuestro egoísmo y mezquindad, deben ser sometidas al juicio de Dios para que podamos ser purificados. El resultado final de la obra de juicio de Dios es para que podamos ver nuestra inmundicia y corrupción, nuestra fealdad y maldad, para que veamos nuestra esencia que desafía y traiciona a Dios, para que sepamos que hemos sido corrompidos en lo más profundo por Satanás, que estamos llenos de carácter satánico, que somos la encarnación de Satanás y que deberíamos perecer. Solo de esta manera podemos llegar a odiarnos y maldecirnos a nosotros mismos y renunciar a Satanás de una vez por todas. Además, es de tal forma que dentro del juicio y el castigo de las palabras de Dios, podemos llegar a conocer Su carácter justo y santo que no admite ofensa. Así creamos inconscientemente un corazón temeroso de Dios, ya no nos atrevemos a desobedecerlo y desafiarlo de manera imprudente nunca más, y somos capaces de renunciar a nuestra carne y practicar la verdad. Una vez que nuestro carácter vital haya cambiado, seremos capaces de obedecer y adorar a Dios realmente. Y cuando hayamos entendido varios aspectos de la verdad expresada por Dios en los últimos días, seremos completamente purificados y salvados por Él, y estaremos calificados para que nos lleve a Su reino. Aquellos que rehúsan aceptar la obra de juicio de Dios de los últimos días son incapaces de obtener Su purificación, al final sólo pueden ser eliminados por la obra de Dios y habrán perdido la oportunidad de ser salvados y entrar en el reino de los cielos. Al escuchar la comunicación del hermano Joseph, sentí que la obra de Dios para salvar al hombre era muy cierta y práctica.

Pensé en cómo había creído en el Señor durante tantos años y aunque a menudo le confesaba mis pecados y me arrepentía, continuaba pecando, mintiendo, engañando, siendo deshonesto y astuto, e incluso con frecuencia revelaba mi carácter satánico salvajemente soberbio, arrogante y santurrón. Vivía en un constate ciclo de pecado y confesión, y sufría muchísimo. Dios ha venido ahora a hacer Su obra de juicio y purificación de los últimos días, y esto es muy necesario para la humanidad corrupta. Aquellos que creen en el Señor y han sido absueltos de sus pecados, todavía necesitan la purificación de la obra de juicio de Dios de los últimos días. La Biblia dice: “La santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14). El Señor es santo. Si sólo nos absuelven los pecados, pero nuestra naturaleza pecaminosa y nuestro carácter satánico no son purificados, entonces en cualquier momento seguiríamos siendo capaces de pecar y desafiar a Dios, de quejarnos con frecuencia o incluso de traicionarlo. ¿Cómo podríamos nosotros, llenos de tanta corrupción e inmundicia, estar calificados para mirar al Señor a la cara? ¡Justo entonces sentí en mi corazón lo necesaria que es la obra de juicio de Dios de los últimos días! ¡Sería poco realista y muy poco práctico si el Señor viniera y ascendiera a todos en el aire para encontrarse con Él, según las nociones e imaginaciones de la gente! Entonces el hermano Joseph compartió conmigo sus experiencias y su testimonio sobre cómo aceptó el juicio y castigo de Dios. Realmente sentí que su comunicación contenía la iluminación y el esclarecimiento del Espíritu Santo. Al escucharla, me sentí edificado y creí que el Señor Jesús realmente había vuelto. Así que decidí buscar y estudiar la obra de Dios de los últimos días para no perder la oportunidad de recibir la venida del Señor.

Después, el hermano Joseph me dio un ejemplar de La Palabra manifestada en carne y quedé muy entusiasmado. Cuando volví a mi dormitorio ese día, empecé a leer las palabras de Dios y lo hice durante toda la noche. Leí estas palabras de Dios Todopoderoso: “Vuestras bocas están llenas de palabras de engaño y suciedad, de traición y arrogancia. Nunca me habéis dirigido palabras de sinceridad, ni palabras santas, ni palabras de sumisión ante Mí después de experimentar Mi palabra. ¿Cómo es vuestra fe al fin y al cabo? Vuestros corazones están llenos de deseos y de riquezas, vuestras mentes de cosas materiales. A diario calculáis cómo conseguir algo de Mí, cuánta riqueza y cuántas cosas materiales habéis recibido de Mí. Cada día esperáis que desciendan más bendiciones sobre vosotros para poder disfrutar más y mejor las cosas que se pueden disfrutar. Lo que hay en vuestros pensamientos en todo momento no soy Yo, ni la verdad que proviene de Mí, sino vuestros maridos (o esposas), hijos, hijas, o lo que coméis o vestís, y cómo disfrutar más y mejor. Aun cuando llenéis vuestros estómagos hasta reventar, ¿acaso no sois poco más que cadáveres? Aunque os adornéis por fuera con esplendor, ¿acaso no seguís siendo cadáveres ambulantes sin vida? Trabajáis para llenar el estómago hasta que tenéis los cabellos salpicados de blanco, pero ninguno de vosotros sacrifica ni un solo pelo por Mi obra. Estáis constantemente caminando de un lado a otro, agotando el cuerpo y devanándoos los sesos por el bien de vuestra carne, y por vuestros hijos e hijas, pero ninguno de vosotros muestra ninguna preocupación o interés por Mi voluntad. ¿Qué es lo que todavía esperáis obtener de Mí?” (‘Muchos son llamados, pero pocos son escogidos’ en “La Palabra manifestada en carne”).

Lo que estas palabras revelaban era exactamente la situación de mi vida, lo que en realidad sentía en mi corazón. Fueron como una espada de doble filo que atravesaba mi corazón insensible. Sabía que sólo Dios podía examinar la profundidad del corazón del hombre y que nada más Él podía revelar la verdad de la corrupción de la humanidad y de lo que está escondido en lo profundo del hombre. Sentí que estas palabras eran las declaraciones expresadas por el Espíritu Santo y que eran la voz de Dios. De Sus palabras, llegué a saber que aunque había creído en el Señor durante muchos años y a menudo confesaba y me arrepentía ante Él, mi naturaleza pecadora y mi carácter satánico no habían sido purificados y no habían cambiado en absoluto. Sólo estaba reconociendo el nombre del Señor, pero no había lugar para Él en mi corazón, ni me gastaba ni obraba para el Señor. Únicamente me ocupaba en hacer más dinero, disfrutar más de mi carne y lograr que mi familia viviera de manera más próspera, sin preocuparme jamás por la voluntad de Dios. Incluso sabía que mentía y pecaba a menudo, pero no me importaba. Siempre había creído que Dios era el Dios eternamente amoroso y misericordioso y que, incluso si pecaba, Él absolvería mis pecados, sería misericordioso conmigo y me bendeciría. Sólo después de leer esas declaraciones expresadas por Dios en los últimos días, vi el carácter justo y santo de Dios y supe que Su carácter es algo que nadie puede ofender. El juicio y castigo de las palabras de Dios provocaron que surgiera en mí una veneración por Él y lamenté mi pasado. Me postré ante Dios y lloré amargamente: “Oh Dios, me he rebelado contra Ti, te he engañado y te he desafiado en muchas cosas, y no soy digno de ir ante Ti. Sólo debería ser castigado por todo lo que he hecho. Oh Dios, gracias por darme la oportunidad de arrepentirme y ser salvado. De ahora en adelante, haré todo lo que esté en mis manos para buscar la verdad, desempeñar bien mi deber y compensar Tu amor”. Después de orar, tomé una decisión firme: Debo aceptar el juicio de Dios y cambiar mi vida de pecado y confesión, debo leer más Sus palabras y reflexionar sobre ellas con más asiduidad para que pueda entender mejor la verdad y tener fuerzas para renunciar a mi carne, practicar la verdad y cumplir la voluntad de Dios.

A partir de ese momento, llevé La Palabra manifestada en carne conmigo al trabajo para poder leer y reflexionar sobre las palabras de Dios durante los descansos. En las palabras de Dios Todopoderoso, vi que mi comportamiento y mi pensamiento eran muy corruptos y rebeldes. Más tarde, leí estas palabras de Dios que dicen: “Debes orar, paso a paso, de acuerdo a tu verdadero estado y a aquello que será hecho por el Espíritu Santo, y debes hablar con Dios de acuerdo con la voluntad de Dios y Sus exigencias para el hombre. Cuando comiences a practicar tus oraciones, primero entrégale tu corazón a Dios. No intentes entender la voluntad de Dios; sólo trata de decirle a Dios las palabras que están dentro de tu corazón. Cuando te presentes delante de Dios, habla así: ‘¡Oh Dios! Sólo hoy me doy cuenta de que solía desobedecerte. Soy realmente corrupto y despreciable. Antes, estaba perdiendo el tiempo; a partir de hoy, voy a vivir para Ti, voy a vivir una vida que tenga sentido y voy a satisfacer Tu voluntad. Quisiera que Tu Espíritu siempre obrara en mi interior y que siempre me iluminara y me esclareciera, para que pueda dar un testimonio fuerte y rotundo delante de Ti, permitiendo que Satanás vea Tu gloria, Tu testimonio y la prueba de Tu triunfo dentro de nosotros’. Cuando ores de esta manera, tu corazón será completamente liberado, y después de haber orado así, tu corazón estará más cerca de Dios, y al orar con frecuencia de esta manera, el Espíritu Santo inevitablemente obrará dentro de ti” (‘Acerca de la práctica de la oración’ en “La Palabra manifestada en carne”). En las palabras de Dios encontré la manera de practicar para resolver mi carácter corrupto, y comencé a orar honestamente a Dios con un corazón sincero, abrí mi carácter corrupto a Él y le dije que esperaba alcanzar lo que estaba en mi corazón. Le pedí que me guiara para poder vivir según Sus palabras. Cuando oraba así, solía sentir que Dios me guiaba y esclarecía y que mi corazón se llenaba de fe y fortaleza. Nunca más volví a vivir como antes y dejé de actuar según los pensamientos e ideas corruptos que tenía en mi corazón. Mi vida había cambiado, ya no era la vida degenerada de pecado y confesión de antes, ahora vivía verdaderamente en la presencia de Dios, tenía Su cuidado y protección.

En julio de 2014, volví a Filipinas y sólo entonces me di cuenta de que Dios también había elegido a muchos hermanos y hermanas filipinos. Eso me puso muy feliz. Ahora comparto las palabras de Dios con mis hermanos y hermanas en la iglesia, vivimos una vida de iglesia y nos ayudamos y apoyamos unos a otros. Todos buscamos la verdad, cambiar nuestros caracteres y ser salvados por Dios. También damos testimonio de la obra de Dios Todopoderoso de los últimos días a la gente de nuestro país y a la de otros países para que sepan que el Señor Jesús ya ha vuelto y puedan, como nosotros, ganarse la salvación de Dios de los últimos días. ¡Gracias a Dios Todopoderoso! Ahora vivo una vida muy rica y feliz. Me he librado por completo de la clase de vida degenerada y decadente que llevaba antes. Dios Todopoderoso es quien me ha guiado para encontrar mi meta y mi sendero. ¡Siento que esta es la única manera de vivir una vida significativa!

Scripture quotations taken from LBLA. Copyright by The Lockman Foundation.