El matrimonio: la cuarta coyuntura

 Palabras diarias de Dios  | El matrimonio: la cuarta coyuntura

Cuando uno se hace mayor y madura, se distancia más de sus padres y el entorno en el que nació y fue criado, y comienza a buscar una dirección para su vida y a perseguir sus propias metas vitales con una forma de vida diferente a la de sus padres. Durante este tiempo uno ya no necesita a sus padres, sino más bien un compañero o una compañera con quien pasar la vida: un cónyuge, una persona con la que el destino de uno está íntimamente entrelazado. De esta forma, el primer acontecimiento importante que uno afronta después de la independencia es el matrimonio, la cuarta coyuntura por la que uno debe pasar.

El matrimonio es un acontecimiento fundamental en la vida de cualquier persona; es el momento en el que uno comienza a asumir realmente diversos tipos de responsabilidades y a cumplir diversos tipos de misiones. Las personas albergan muchas ilusiones sobre el matrimonio antes de experimentarlo por sí mismas, y todas ellas son hermosas. Las mujeres imaginan que sus medias naranjas serán el Príncipe Azul, y los hombres imaginan que se casarán con Blancanieves. Estas fantasías muestran que cada persona tiene ciertos requisitos para el matrimonio, su propia serie de exigencias y estándares. Aunque en esta era malvada las personas son constantemente bombardeadas con mensajes distorsionados sobre el matrimonio, que crean aún más requisitos adicionales y les dan todo tipo de bagaje y extrañas actitudes, cualquier persona que lo haya experimentado sabe que no importa cómo uno lo entienda ni cuál sea su actitud al respecto: el matrimonio no es un asunto de elección individual.

Uno se encuentra con muchas personas en su vida, pero no sabe quién será su compañero o compañera en el matrimonio. Aunque todos tienen sus propias ideas y posturas personales en este asunto, nadie puede prever quién será finalmente su media naranja real, y las nociones que uno pueda tener cuentan poco. Después de conocer a una persona que te gusta, puedes mostrar interés por ella; pero si este interés es recíproco o no, si puede llegar a ser tu pareja, no te toca a ti decidirlo. El objeto de tus afectos no es necesariamente la persona con la que podrás compartir tu vida; y, entretanto, alguien que nunca esperabas entra silenciosamente en tu vida y se convierte en tu pareja, pasa a ser el elemento más importante en tu destino, tu otra mitad, alguien a quien tu destino está inextricablemente vinculado. Y así, aunque hay millones de matrimonios en el mundo, cada uno de ellos es diferente: cuántos matrimonios son poco satisfactorios, cuántos son felices; cuántos abarcan el Oriente y el Occidente, cuántos el Norte y el Sur; cuántos son uniones perfectas, cuántos son de un mismo rango; cuántos son felices y armoniosos, cuántos son dolorosos y tristes; cuántos son la envidia de los demás, cuántos son incomprendidos y desaprobados; cuántos están llenos de alegría, cuántos están inundados de lágrimas y provocan desesperación… En esta miríada de matrimonios, los humanos muestran lealtad y un compromiso vitalicio en el matrimonio, o amor, apego, e inseparabilidad, o resignación e incomprensión, o traición, incluso odio. Tanto si el matrimonio en sí trae felicidad como dolor, la misión de cada uno dentro del mismo está predestinada por el Creador y no cambiará; cada uno debe cumplirla. Y el destino individual que se encuentra detrás de cada matrimonio es inmutable; el Creador lo predestinó con mucha antelación.

El matrimonio es una importante coyuntura en la vida de una persona. Es el producto de su destino, un vínculo crucial en el mismo; no se fundamenta en la voluntad o las preferencias individuales de cualquier persona, y no está influenciado por ningún factor externo, sino que está determinado totalmente por los destinos de las dos partes, por los arreglos y las predeterminaciones del Creador relativos a los destinos de la pareja. En su superficie, el propósito del matrimonio es continuar la raza humana, pero en realidad el matrimonio no es otra cosa que un ritual por el que uno pasa en el proceso de cumplir su misión. Los papeles que las personas desempeñan en el matrimonio no son simplemente los de criar a la siguiente generación; son los diversos roles que uno asume y las misiones que uno debe cumplir en el curso de mantener un matrimonio. Así como el nacimiento de uno influye en el cambio de las personas, los acontecimientos y las cosas a su alrededor, su matrimonio también los afectará y, además, los transformará de diversas formas distintas.

Cuando uno pasa a ser independiente, comienza su propio viaje en la vida, que le lleva paso a paso hacia las personas, los acontecimientos y las cosas relacionadas con su matrimonio; y, al mismo tiempo, la otra persona que formará ese matrimonio se está acercando, paso a paso, a esas mismas personas, acontecimientos y cosas. Bajo la soberanía del Creador, dos personas sin relación que comparten un destino relacionado entran gradualmente en el matrimonio y pasan a ser, milagrosamente, una familia, “dos langostas agarrándose a la misma cuerda”. Por tanto, cuando uno entra en el matrimonio, su viaje en la vida influirá y tocará a la otra mitad y, de igual forma, el viaje en la vida del compañero o la compañera influirá y tocará el destino en la vida de uno. En otras palabras, los destinos humanos están interconectados, y nadie puede cumplir su misión en la vida o desempeñar su papel de forma completamente independiente de los demás. El nacimiento de uno tiene influencia en una inmensa cadena de relaciones; el crecimiento también implica una compleja cadena de relaciones; y, de forma parecida, un matrimonio existe y se mantiene inevitablemente en una vasta y compleja red de relaciones humanas, implicando a cada miembro e influenciando el destino de todo aquel que forma parte de la misma. Un matrimonio no es el producto de las familias de ambos miembros, las circunstancias en las que crecieron, sus aspectos, sus edades, sus cualidades, sus talentos ni cualquier otro factor; más bien, surge de una misión compartida y un destino relacionado. Este es el origen del matrimonio, un producto del destino humano orquestado y organizado por el Creador.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

Pelicula cristiana para jovenes | “¡Hijo, vuelve a casa!”

Pelicula cristiana para jovenes | “¡Hijo, vuelve a casa!”

Li Xinguang es alumno del último curso de secundaria. Desde pequeño había sido un chico sensato y formal. Sus padres y profesores lo querían mucho. En los primeros años de secundaria se encaprichó de los juegos por Internet en la computadora. Solía saltarse clases para ir al cibercafé. Sus padres hacían todo lo posible por ayudarle a dejar su adicción a los videojuegos. Por desgracia, la adicción de Li Xinguang iba cada vez a peor. Se desanimó y poco a poco se volvió un chico problemático… Cuando los padres de Li Xinguang se sintieron al límite, se enteraron de que Dios puede salvar a la gente y ayudarla a dejar su adicción a los videojuegos y a liberarse de la corrupción de Satanás. Por consiguiente, decidieron creer en Dios y esperaban que Dios salvara a su hijo. A partir de las palabras de Dios comprendieron el origen de la corrupción y la depravación de la humanidad. Vieron la verdad de las tinieblas y la maldad del hombre y comprendieron que sólo Dios puede salvar a la gente y liberarla de la corrupción y la aflicción de Satanás. Lo único que tenía que hacer Xinguang era creer en Dios y comprender la verdad para poder dejar su adicción a los videojuegos. Por consiguiente, le predicaron el evangelio a Xinguang y le guiaron para que leyera las palabras de Dios. Oraron a Dios y le pidieron que salvara a su hijo y que le ayudara a dejar su adicción a los videojuegos… Tras una lucha, Xinguang comenzó a orar a Dios y a confiar en Él. Guiado por las palabras de Dios, acabó dejando su adicción a los videojuegos y liberándose de la corrupción y la aflicción de Satanás. ¡Por fin volvió a casa este hijo que se había perdido sin esperanza en los juegos por Internet y en los cibercafés!

 

Palabras diarias de Dios | La independencia: la tercera coyuntura

Palabraps diarias de Dios | La independencia: la tercera coyuntura

Después de que una persona haya pasado por la niñez y la adolescencia, y llegue a la madurez gradual e inevitablemente, el siguiente paso para ella es despedirse por completo a su juventud, decir adiós a sus padres y afrontar el camino que tiene por delante como un adulto independiente. En este punto,[a] debe hacer frente a todas las personas, acontecimientos y cosas que un adulto debe afrontar, a todos los eslabones de la cadena de su destino. Esta es la tercera coyuntura por la que una persona debe pasar.

1. Después de volverse independiente, la persona ewmpieza a experimentar la soberanía del Creador

Si el nacimiento y el crecimiento de una persona son el “período preparatorio” para su viaje en la vida, y coloca la piedra angular de su destino, su independencia es entonces el monólogo inicial de su destino en la vida. Si el nacimiento y el crecimiento de una persona son la riqueza que esta ha amasado para su destino en la vida, su independencia es cuando empieza a gastar esa riqueza o a aumentarla. Cuando uno deja a sus padres y pasa a ser independiente, las condiciones sociales a las que se enfrenta y el tipo de trabajo y profesión disponibles para él son decretados por el destino y no tienen nada que ver con sus progenitores. Algunas personas eligen una buena especialidad en la universidad y acaban encontrando un trabajo satisfactorio después de la graduación, dando una primera zancada triunfante en el viaje de su vida. Algunas personas aprenden y perfeccionan muchas habilidades distintas, pero nunca encuentran un trabajo adecuado para ellas o que se adapte a su posición, y mucho menos tienen una carrera; al principio del viaje de su vida se ven frustradas a cada paso, asediadas por los problemas, con sus perspectivas ensombrecidas y la vida incierta. Algunas personas se aplican diligentemente en sus estudios, pero se pierden por poco todas las oportunidades de recibir una mejor educación, y parecen destinadas a no conseguir nunca el éxito y a ver cómo sus primeras aspiraciones en el viaje de la vida se esfuman. Sin saber[b] si el camino por delante es liso o pedregoso, sienten por primera vez lo lleno de variables que está el destino humano, y contemplan la vida con esperanza y temor. A pesar de no tener una educación demasiado buena, algunos escriben libros y consiguen algo de fama; algunos, aunque casi analfabetos, hacen dinero en los negocios y son por tanto capaces de sustentarse por sí solos… Qué ocupación elegir, cómo ganarse la vida: ¿tienen las personas algún control sobre la toma de buenas o malas decisiones? ¿Son estas acordes con sus deseos y decisiones? La mayoría de las personas desea poder trabajar menos y ganar más, no trabajar al sol ni bajo la lluvia, vestir bien, resplandecer y brillar en todas partes, estar por encima de los demás y honrar a sus ancestros. Los deseos de las personas son

tan perfectos; pero cuando dan sus primeros pasos en el viaje de su vida, llegan a darse cuenta poco a poco de lo imperfecto que es el destino humano, y por primera vez comprenden realmente la realidad de que, aunque uno pueda hacer planes atrevidos para su futuro, aunque pueda albergar audaces fantasías, nadie tiene la capacidad ni el poder para materializar sus propios sueños, nadie está en posición de controlar su propio futuro. Siempre habrá alguna distancia entre los sueños y las realidades a las que se debe hacer frente; las cosas nunca son como a uno le gustaría que fuesen, y frente a tales realidades las personas no pueden conseguir satisfacción ni contentamiento. Algunas personas llegarán incluso hasta un punto inimaginable, realizarán grandes esfuerzos y sacrificios por el bien de su sustento y futuro, intentando cambiar su propio destino. Pero al final, aunque puedan materializar sus sueños y sus deseos a través de su propio trabajo duro, nunca pueden cambiar su destino. Por muy obstinadamente que lo intenten nunca podrán superar lo que el destino les ha asignado. Independientemente de las diferencias de capacidades, el coeficiente intelectual y la fuerza de voluntad, las personas son todas iguales ante el destino, que no hace distinción entre grandes y pequeños, altos y bajos, eminentes y humildes. A qué ocupación se dedica uno, qué se hace para vivir y cuánta riqueza se amasa en la vida es algo que no deciden los padres, los talentos, los esfuerzos ni las ambiciones propias: es el Creador quien lo predestina.

2. Dejar a los padres y comenzar en serio a desempeñar el papel propio en el teatro de la vida

Cuando uno alcanza la madurez, puede dejar a sus padres y desenvolverse por sí mismo. Es en ese momento cuando uno comienza a desempeñar su propio papel, cuando la misión de uno en la vida deja de ser brumosa y se va volviendo cada vez más clara. Nominalmente uno sigue estrechamente vinculado a sus padres, pero como su misión y el papel que desempeña en la vida no tienen nada que ver con su padre y su madre, en realidad ese vínculo íntimo se rompe lentamente conforme la persona se va independizando gradualmente. Desde una perspectiva biológica, las personas siguen sin poder evitar depender de sus padres subconscientemente, pero hablando de forma objetiva, una vez que han crecido han separado totalmente su vida de sus padres, y llevarán a cabo los roles que asuman de forma independiente. Además del nacimiento y la crianza, la responsabilidad de los padres en la vida de un niño es simplemente proveerle un entorno formal para que crezca en él, porque nada excepto la predestinación del Creador tiene influencia sobre el destino de la persona. Nadie puede controlar qué clase de futuro tendrá una persona; se ha predeterminado con mucha antelación, y ni siquiera los padres de uno pueden cambiar su destino. En lo que respecta a este, todo el mundo es independiente, y tiene el suyo propio. Por tanto, los padres no pueden evitar el destino de uno ni ejercer la más mínima influencia sobre el papel que uno desempeña en la vida. Podría decirse que la familia en la que uno está destinado a nacer, y el entorno en el que crece, no son nada más que las condiciones previas para cumplir su misión en la vida. No determinan en modo alguno el destino de la persona en la vida ni la clase de destino en el que cumplirá su misión. Y, por tanto, los padres no pueden ayudarle en el cumplimiento de su misión ni tampoco puede ningún familiar ayudarle a asumir su papel en la vida. Cómo cumple uno su misión y en qué tipo de entorno desempeña su papel viene determinado por su destino de uno en la vida. En otras palabras, ninguna otra condición objetiva puede influenciar la misión de una persona, que es predestinada por el Creador. Todas las personas maduran en su entorno de crecimiento particular, y después poco a poco, paso a paso, emprenden sus propios caminos en la vida, cumplen los destinos planeados para ellas por el Creador, de manera natural; y entran involuntariamente en el inmenso mar de la humanidad y asumen sus propios puestos en la vida, donde comienzan a cumplir con sus responsabilidades como seres creados por causa de la predestinación y la soberanía del Creador.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

El crecimiento: la segunda coyuntura

 Palabras diarias de Dios | El crecimiento: la segunda coyuntura

Dependiendo de la clase de familia donde hayan nacido, las personas crecen en diferentes entornos familiares y aprenden diferentes lecciones de sus padres. Esto determina las condiciones en las cuales una persona llega a la edad adulta, y el crecimiento[a] representa la segunda coyuntura crítica de la vida de una persona. Sobra decir que las personas tampoco tienen elección en esta coyuntura. También es algo fijado, organizado de antemano.

Una persona no puede elegir las personas o los factores bajo cuya edificación e influencia crece. Uno no puede escoger qué conocimiento o habilidades adquiere, qué hábitos forma. Uno no tiene nada que decir respecto a quienes sean sus padres o familiares, en qué tipo de entorno crece; las relaciones de uno con las personas, los acontecimientos y las cosas a su alrededor, y cómo influyen estas en su desarrollo, están todos más allá de su control. ¿Quién decide entonces estas cosas? ¿Quién las organiza? Como las personas no tienen elección en el asunto, como no pueden decidir estas cosas por sí mismas, y como obviamente no se forman de manera natural, no hace falta decir que la formación de todo esto queda en las manos del Creador. Del mismo modo que Él organiza las circunstancias particulares del nacimiento de cada persona, también dispone las circunstancias específicas bajo las cuales crece; no es necesario decirlo. Si el nacimiento de una persona produce cambios en las personas, los acontecimientos y las cosas a su alrededor, entonces el crecimiento y el desarrollo de esa persona también le afectará necesariamente. Por ejemplo, algunas personas nacen en familias pobres, pero crecen rodeadas de riquezas; otras nacen en familias acaudaladas, pero provocan que la fortuna de su familia disminuya hasta el punto de crecer en un entorno de pobreza. Ningún nacimiento está gobernado por una regla fija, y nadie crece bajo una serie inevitable y fija de circunstancias. Estas no son cosas que una persona pueda imaginar o controlar; son productos del destino de uno, y están determinadas por este. Por supuesto, el balance final es que el Creador las ha predestinado para el destino de una persona, están determinadas por la soberanía del Creador sobre el destino de esa persona y Sus planes para este.

Las circunstancias del nacimiento de una persona establecen, en un nivel básico, el entorno y las circunstancias en las que crece, y estas son del mismo modo un producto de las circunstancias de su nacimiento. Durante este tiempo, se empieza a aprender el lenguaje, y la mente comienza a encontrar y asimilar muchas cosas nuevas; en este proceso se crece constantemente. Las cosas que una persona oye con sus oídos, ve con sus ojos y asimila con su mente enriquecen y animan gradualmente su mundo interior. Las personas, los acontecimientos y las cosas con los que uno entra en contacto, el sentido común, el conocimiento y las habilidades que uno aprende, así como las formas de pensar que influyen en uno, que se le han inculcado o enseñado, guiarán e influirán el destino de una persona en la vida. El lenguaje que uno aprende cuando crece y la forma de pensar son inseparables del entorno en el que uno pasa su juventud, y este se compone de padres, hermanos y otras personas, acontecimientos y cosas a su alrededor. Por tanto, el curso del desarrollo de una persona queda determinado por el entorno en el que crece, y también depende de las personas, los acontecimientos y las cosas con las que entra en contacto durante ese período de tiempo. Ya que las condiciones bajo las que una persona crece son predestinadas con mucha antelación, el entorno en el que uno vive durante este proceso también está, por supuesto, predeterminado. No se decide por las elecciones y preferencias personales, sino de acuerdo con los planes del Creador, está determinado por Sus disposiciones cuidadosas, por Su soberanía sobre el destino de la persona en la vida. Así pues, las personas que cualquier individuo encuentra en el curso de su crecimiento, y las cosas con las que entra en contacto, están todas inevitablemente conectadas con la orquestación y el arreglo del Creador. Las personas no pueden prever estos tipos de interrelaciones complejas ni controlarlas, ni entenderlas. Muchas cosas y personas diferentes tienen influencia sobre el entorno en el que una persona crece, y ningún ser humano es capaz de organizar y orquestar una red tan inmensa de conexiones. Ninguna persona o cosa, excepto el Creador, puede controlar la aparición, la presencia y la desaparición de todas las diversas personas, acontecimientos y cosas, y es precisamente esa inmensa red de conexiones la que da forma al desarrollo de una persona tal como el Creador lo haya predestinado y la que forma los diversos entornos en los que crecen las personas, y crea los diversos roles necesarios para la obra de gestión del Creador, estableciendo unos fundamentos sólidos y fuertes para que las personas cumplan con éxito sus misiones.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

Recomendación:  La segunda venida de Cristo

El nacimiento: la primera coyuntura

El lugar de nacimiento de una persona, la familia en que nace, su género, su aspecto y el momento de su nacimiento son los detalles de la primera coyuntura de la vida de una persona.

Nadie tiene elección en estas partes de esta coyuntura; el Creador las ha predestinado desde mucho antes. No están influenciadas en modo alguno por el entorno externo, y ningún factor producido por el hombre puede alterar estas realidades que el Creador ha predeterminado. Que una persona nazca significa que Él ya ha cumplido el primer paso del destino que Él mismo ha organizado para esa persona. Como Él ha predeterminado todos estos detalles con mucha antelación, nadie tiene el poder de modificar ninguno de ellos. Independientemente del destino subsiguiente de una persona, las condiciones de su nacimiento están predestinadas y permanecen como están; no están influenciadas de ninguna manera por el destino propio en la vida ni afectan en modo alguno la soberanía del Creador sobre este.

¿Qué detalles de la primera coyuntura —el lugar de nacimiento, la familia, el género, el aspecto físico, el momento del nacimiento— puede una persona elegir? Obviamente, el nacimiento es un acontecimiento pasivo: uno nace involuntariamente, en cierto lugar, en cierto momento, en cierta familia, con cierto aspecto físico; pasa a ser involuntariamente miembro de una familia, hereda un cierto árbol genealógico. En esta primera coyuntura de la vida no tiene elección, pues nace en un entorno fijado según los planes del Creador, en una familia específica, con un género y un aspecto específicos, y en un momento específico íntimamente vinculado con la trayectoria vital de una persona. ¿Qué puede hacer un ser humano en esta coyuntura crítica? Como se ha dicho, no puede escoger ninguno de estos detalles relativos a su nacimiento. De no ser por la predestinación del Creador y Su dirección, una vida recién nacida en este mundo no sabría adónde ir ni dónde quedarse; no tendría relaciones, no pertenecería a ningún lugar, no poseería un hogar real. Pero, debido a las disposiciones meticulosas del Creador, inicia el viaje de su vida con un lugar donde quedarse, unos padres, un entorno al que pertenece y familiares. A lo largo de este proceso, la llegada de esta nueva vida queda determinada por los planes del Creador, y todo lo que llegará a poseer le será concedido por Él. De un cuerpo que flota libre sin nada a su nombre, se convierte gradualmente en un ser humano de carne y hueso, visible, tangible, en una de las creaciones de Dios, que piensa, respira y siente el calor y el frío; que puede participar en todas las actividades habituales de un ser creado en el mundo material y que pasará por todas las cosas que un ser humano creado debe experimentar en la vida. La predeterminación del nacimiento de una persona por el Creador significa que Él le concederá todas las cosas necesarias para sobrevivir; y que una persona nazca significa, de igual forma, que recibirá de Él todo lo necesario para la supervivencia, que desde ese momento en adelante vivirá en otra forma, provista por el Creador y sujeta a Su soberanía.

A las personas les gusta imaginar con frecuencia que, si naciesen otra vez, lo harían en una familia ilustre; si fuesen mujeres, se parecerían a Blancanieves y todo el mundo las querría; y si fuesen hombres, serían el Príncipe Azul, a quien no le falta de nada, con todo el mundo pendiente de sus deseos. Algunos tienen a menudo muchas ilusiones respecto a su nacimiento y suelen estar insatisfechos con él, resentidos con su familia, con su aspecto, con su género y hasta con el momento de su nacimiento. Pero las personas nunca entienden por qué han nacido en una familia particular o por qué tienen cierto aspecto. No saben que, independientemente de dónde hayan nacido o del aspecto que tengan, deben desempeñar diversos roles y cumplir diferentes misiones en la gestión del Creador; este propósito nunca cambiará. A Sus ojos, el lugar de nacimiento, el género y el aspecto físico son, todos ellos, cosas temporales. Son una serie de minúsculas marcas, pequeños símbolos en cada fase de Su gestión de toda la humanidad. Y el destino y el final reales de una persona no están determinados por su nacimiento en ninguna de sus fases particulares, sino por la misión que él o ella cumple en su vida, por el juicio del Creador sobre ellos cuando Su plan de gestión se complete.

Se dice que existe una causa para cada efecto, que ningún efecto carece de causa. Por tanto, un nacimiento está necesariamente vinculado tanto a la vida propia presente como a la anterior. Si la muerte de una persona acaba con su tiempo de vida actual, su nacimiento es el comienzo de un nuevo ciclo; si un viejo ciclo representa la vida anterior de una persona, el nuevo ciclo es, naturalmente, su vida presente. Dado que el nacimiento está conectado con su vida pasada y con la presente, la ubicación, la familia, el género, el aspecto y otros factores semejantes que están asociados con el nacimiento de la persona, están todos necesariamente relacionados con ellas. Esto significa que los factores del nacimiento de una persona no sólo están influenciados por la vida anterior de esta, sino determinados por su destino en la vida presente. Esto explica la variedad de circunstancias diferentes en las que nacen las personas: unas nacen en familias pobres y otras en familias ricas. Unas son de origen común, otras tienen un linaje ilustre. Unas nacen en el sur, otras en el norte. Unas nacen en el desierto, otras en tierras verdes. El nacimiento de unas personas viene acompañado por vítores, risas y celebraciones; el de otras trae lágrimas, calamidad y aflicción. Unos nacen para ser apreciados, otros para ser dejados de lado como la mala hierba. Unos nacen con rasgos bellos, otros con defectos. Unos son agradables a la vista, otros son feos. Unos nacen a medianoche, otros bajo el brillo del sol del mediodía… El nacimiento de personas de todo tipo está determinado por el destino que el Creador tiene guardado para ellas; su nacimiento determina su destino en la vida presente, así como los papeles que desempeñará y las misiones que cumplirá. Todo esto está sujeto a la soberanía del Creador, predestinado por Él; nadie puede escapar de su suerte predestinada, nadie puede cambiar las circunstancias de[a] su nacimiento y nadie puede elegir su propio destino.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

Nota al pie:

a. El texto original no contiene la frase “las circunstancias de”,

Recomendación: Palabras diarias de Dios

Vídeo cristiano 2018 | “La liberación del corazón” Decir adiós a los celos

Vídeo cristiano 2018 | “La liberación del corazón” Decir adiós a los celos

Zheng Xin es una nueva creyente que recientemente ha aceptado la obra de Dios en los últimos días. Con frecuencia se une a las reuniones con sus hermanos y hermanas para comunicar las palabras de Dios y cantar himnos de alabanza a Dios. Esto le da felicidad y alegría. Sin embargo, superada por un arrogante carácter satánico, empieza a sentir envidia al ver que otra hermana avanza más deprisa y los demás hermanos y hermanas la admiran y alaban, mientras que ella no recibe su admiración. Zheng Xin comienza a competir contra esta hermana en las reuniones y suele estar negativa y débil porque no puede sobresalir por encima de ella. Está llena de dolor y vive en un estado en el cual Satanás juega con ella. Más adelante, una líder de la iglesia viene a ofrecerle apoyo y ayuda y comparte la palabra de Dios en comunión. Por medio del juicio de las palabras de Dios y lo que estas sacan a la luz, al final Zheng Xin descubre el origen de su envidia y crece en ella un odio hacia su propio carácter satánico de arrogancia, de lucha por la fama y la ganancia, de egoísmo y ruindad. Adquiere, además, una comprensión superficial de la justicia y el gobierno de Dios. Zheng Xin toma la determinación de mostrarse dispuesta a obedecer el gobierno y los planes de Dios. Guiada por las palabras de Dios, por fin se suelta de las cadenas y ataduras de la envidia y su corazón encuentra la liberación. Experimenta la paz y la alegría de vivir según las palabras de Dios.

La Palabra de Dios | Dios mismo, el único (III) La autoridad de Dios (II) Fragmento 2

La Palabra de Dios | Dios mismo, el único (III) La autoridad de Dios (II) Fragmento 2

Hoy, primero resumamos la mente de Dios, los pensamientos de Dios y cada movimiento de Dios desde la creación de los seres humanos. Echemos un vistazo a lo que Dios ha hecho formalmente desde la creación hasta la era de la gracia. La idea es desconocida, así que echemos un vistazo a la secuencia del plan comercial de Dios, comprendamos a fondo los antecedentes, el origen y el proceso de desarrollo del trabajo comercial de Dios, y comprendamos a fondo los resultados que Dios quiere lograr en el trabajo comercial. Ese es el núcleo y el propósito del trabajo comercial de Dios. Para comprender estos contenidos, tenemos que volver a esa era distante, silenciosa y libre de humanos …

Relámpago Oriental, la Iglesia de Dios Todopoderoso nació debido a la aparición y a la obra de Dios Todopoderoso, el retorno del Señor Jesús, Cristo de los últimos días. La iglesia está compuesta de todos aquellos quienes sinceramente aceptan la obra de los últimos días de Dios Todopoderoso y están conquistados y salvados por la palabra de Dios. Fue completamente fundada por Dios Todopoderoso personalmente y personalmente la orienta y la pastorea y de ninguna manera fue establecida por ningún hombre. Cristo es la verdad, el camino y la vida. Las ovejas de Dios oyen la voz de Dios. En tanto leas las palabras de Dios Todopoderoso, verás que Dios ha aparecido.

El destino de la humanidad y el destino del universo son inseparables de la soberanía del Creador

Vosotros sois todos adultos. Algunos de vosotros sois de mediana edad; otros habéis entrado en la vejez. De ser incrédulos a ser creyentes, y desde el principio de creer en Dios hasta llegar a aceptar la palabra de Dios y experimentar Su obra, ¿cuánto conocimiento teníais de Su soberanía? ¿Qué perspectivas del destino humano obtuvisteis? ¿Puede uno conseguir todo lo que desea en la vida? ¿Cuántas cosas habéis sido capaces de cumplir como deseabais en las pocas décadas de vuestra existencia? ¿Cuántas cosas no ocurren como se espera? ¿Cuántas vienen como sorpresas agradables? ¿Cuántas siguen esperando las personas que den fruto, aguardando inconscientemente el momento correcto, y la voluntad del cielo? ¿Cuántas cosas hacen que las personas se sientan desamparadas y frustradas? Todo el mundo está lleno de esperanzas respecto a su destino, y espera que todo en su vida vaya como desea, no tener escasez de alimentos o ropa, que su fortuna aumente de forma espectacular. Nadie quiere una vida pobre y oprimida, llena de dificultades, sitiada por las calamidades. Pero las personas no pueden prever ni controlar estas cosas. Quizás, para algunos, el pasado no es más que un revoltijo de experiencias; nunca saben cuál es la voluntad del cielo ni se preocupan de ella. Viven su vida sin pensar, como los animales, día a día y sin preocuparse de cuál es el destino de la humanidad, de por qué están vivos los seres humanos ni de cómo deberían vivir. Estas personas alcanzan la vejez sin haber obtenido un entendimiento del destino humano, y hasta el momento de su muerte no tienen ni idea de en qué consiste la vida. Estas personas están muertas; son seres sin espíritu; son bestias. Aunque viven entre todas las cosas, hallan su disfrute en las muchas formas en las que el mundo satisface sus necesidades materiales; aunque ven que este mundo material avanza constantemente, su propia experiencia —lo que sus corazones y espíritus sienten y experimentan— no tiene nada que ver con las cosas materiales, y nada de esto la sustituye. Es un reconocimiento en lo profundo del corazón, algo que no se puede ver a simple vista. Este reconocimiento se encuentra en el entendimiento y el sentimiento propios de la vida y del destino humanos. A menudo lleva a la comprensión de que un Amo invisible está organizando todas las cosas, y que está orquestándolo todo para el hombre. En medio de todo esto, uno no puede sino aceptar las disposiciones y orquestaciones del destino y, al mismo tiempo, admitir el camino que el Creador ha puesto por delante, Su soberanía sobre el destino propio de uno. Este es un hecho indiscutible. No importa qué profundo conocimiento y actitud se tenga sobre el destino, nadie puede cambiar este hecho.

Dónde irás cada día, qué harás, con quién o con qué te encontrarás, qué dirás, qué te ocurrirá… ¿puede predecirse algo de esto? Se puede decir que las personas no pueden prever todos estos sucesos y mucho menos controlar su desarrollo. En la vida, estos acontecimientos imprevisibles ocurren todo el tiempo, y son un hecho cotidiano. Estas vicisitudes cotidianas y las formas en que se desarrollan, o los patrones por los cuales evolucionan, son recordatorios constantes para la humanidad de que nada ocurre al azar, que el curso del desarrollo que toman estas cosas y su inevitabilidad no pueden ser cambiados por la voluntad humana. Todo acontecimiento transmite una amonestación del Creador a la humanidad, y también envía el mensaje de que los seres humanos no pueden controlar sus propios destinos; al mismo tiempo, cada suceso es una refutación de la ambición y el deseo descabellados y fútiles de la humanidad de tomar su destino en sus propias manos. Son como fuertes bofetadas cerca de los oídos de la humanidad, una tras otra, que obligan a las personas a reconsiderar quién gobierna y controla su destino al final. Y, como sus ambiciones y deseos son frustrados y destrozados repetidamente, los seres humanos llegan, de forma natural, a una aceptación inconsciente de lo que el destino les tiene preparado, de la realidad, de la voluntad del cielo y de la soberanía del Creador. Desde estas vicisitudes diarias a los destinos de vidas humanas completas, no hay nada que no revele los planes del Creador y Su soberanía; no hay nada que no envíe el mensaje de que “la autoridad del Creador no puede ser superada”, que no transmita la verdad eterna de que “la autoridad del Creador es suprema”.

Los destinos de la humanidad y del universo están íntimamente entretejidos con la soberanía de Dios, inseparablemente vinculados con las orquestaciones del Creador; al final, no pueden desenredarse de Su autoridad. A través de las leyes de todas las cosas el hombre llega a comprender la orquestación del Creador y Su soberanía; a través de las normas de supervivencia percibe Su gobierno; a partir de los destinos de todas las cosas saca conclusiones sobre las formas en las que Él ejerce Su soberanía y Su control sobre ellas; y en los ciclos de vida de los seres humanos y de todas las cosas el hombre experimenta realmente las orquestaciones y disposiciones del Creador para todas las cosas y seres vivos, y presencia realmente cómo las mismas sobrepasan a todas las leyes, reglas, e instituciones terrenales, y a todos los demás poderes y fuerzas. A la luz de esto, la humanidad se ve empujada a reconocer que ningún ser creado puede violar la soberanía del Creador, que ninguna fuerza puede meterse en medio de los acontecimientos y las cosas predestinados por Él ni alterarlos. Bajo estas leyes y normas divinas, los seres humanos y todas las cosas viven y se propagan, generación tras generación. ¿No es esta la verdadera materialización de la autoridad del Creador? Aunque en las leyes objetivas el hombre ve Su soberanía y Su ordenación de todos los acontecimientos y cosas, ¿cuántas personas son capaces de comprender el principio de la soberanía del Creador sobre el universo? ¿Cuántas personas pueden saber, reconocer, aceptar, y someterse realmente a la soberanía y la organización de su propio destino por parte del Creador? ¿Quién, habiendo creído la realidad de la soberanía de Dios sobre todas las cosas, creerá y reconocerá realmente que el Creador también dicta el destino de una vida humana? ¿Quién puede comprender realmente el hecho de que el destino del hombre reposa en la palma del Creador? La clase de actitud que debe adoptar la humanidad respecto a Su soberanía, cuando se enfrenta al hecho de que Él gobierna y controla el destino de la humanidad, es una decisión que debe tomar por sí mismo todo ser humano que se enfrente a esta realidad.

Extracto de “La Palabra manifestada en carne

3. Quién conoce el corazón maternal de Dios

En el pasado, yo no entendía la obra de Dios de salvar a la humanidad. Yo pensaba que en tanto que alguien manifieste corrupción en su trabajo o cometa transgresiones que dañen la obra de la iglesia, esa persona debe enfrentar retribución, perder su deber o ser sometida a castigo. Esta es la justicia de Dios. Dado este entendimiento incorrecto, además del temor de perder mi deber por haber cometido errores en mi trabajo, yo pensé en un método “astuto”: Cada vez que hiciera algo mal, haría todo lo posible para que los líderes no se enteraran y rápidamente trataría de compensarlo yo misma y haría todo lo posible por corregirlo. ¿No me ayudaría eso a conservar mi deber? Por tanto, siempre que presentaba informes sobre mi trabajo, yo reducía los grandes problemas a pequeños y los pequeños problemas a nada. Si a veces era pasiva, yo hacía lo posible por cubrirlo frente a los líderes y pretendía estar muy activa y positiva, aterrada de que los líderes pensaran que yo era incompetente y dejaran de utilizarme. Así que simplemente de esa manera, estaría cuidadosamente protegida contra Dios y los líderes en todo lo que hacía.

Sin embargo, Dios inspecciona el corazón de las personas y mi “soberbio truco” nunca podía escapar de los ojos de Dios. Descubrí que mientras más trataba de cubrir las cosas, más me exponía Dios a la luz. Por ejemplo: siempre que trataba de presumir de mi “talento” frente a los líderes me sobrecargaba y me ponía en ridículo; siempre que trataba de cubrir mi condición pasiva, “nubes oscuras” surgían involuntariamente en mi cara y los hermanos y hermanas las descifraban; siempre que trataba de encubrir los errores y omisiones en mi trabajo, el resultado era como un espejo que lo revelaba todo. … Una y otra vez la vergüenza y el tormento de mi conciencia por ser deshonesto me hicieron caer, sin embargo, no comprendí entendía de ello las intenciones y el propósito detrás de la razón de que Dios obraba de esta manera, ni tampoco entendía cómo Dios salvaba a las personas. Simplemente esperaba pasivamente la llegada del “justo juicio de Dios” para ser tratada por la iglesia.

Pero la realidad no progresó como yo la imaginaba: en mi trabajo, aunque yo había sido podada y tratada por no cumplir adecuadamente mi deber, yo podía recibir la devota guía de hermanos y hermanas, quienes me hicieron saber lo que era superficial y lo que era cumplir lealmente con mi deber. Entendí que únicamente al actuar de acuerdo con los requerimientos de Dios uno puede cumplir adecuadamente su deber. En términos de entrar en la vida, muchas veces me encontré envuelta en pensamientos malignos de los que no podía deshacerme, lo que dejaba mi corazón en agonía. Yo quería abrir mi corazón y buscar comunicación, pero me sentía demasiado avergonzado para hablar. Al final, caí en la oscuridad y perdí la obra del Espíritu Santo. Pero después de abrirme y exponerlo todo, vi que los hermanos y hermanas, no sólo no se rieron de mí ni me menospreciaron debido a ello, sino que más bien me dieron ayuda y exhortación, lo que me permitió vivir en la luz y me dio una senda para practicar y el poder para derrotar el pecado. Más tarde, vi que cuando los hermanos y hermanas a mi alrededor hacían algo mal o revelaban corrupción, la iglesia no los envió a casa debido a ello. En cambio, la iglesia hacía todo lo posible por comunicarse con ellos y apoyarlos, dándoles una y otra oportunidad. Aun si algunas personas eran enviadas a casa al final, era sólo debido a que carecían de buena humanidad; porque estaban alterando e interfiriendo con la obra de la iglesia, fallando en desempeñar un papel positivo. Siempre salían del paso en sus deberes, no lograban ningún resultado práctico y se rehusaban a arrepentirse, incluso después de haber sido podadas, tratadas y hablado con ellas en múltiples ocasiones. Pero incluso para esas personas, la iglesia aún espera que se arrepientan y despierten. Si en realidad auto-reflexionan y cambian después de un tiempo, la iglesia todavía les dará oportunidades de practicar y preparar buenas obras. Estos hechos me hicieron ver que la actitud de Dios es como cuando los padres enfrentan el regreso de su hijo pródigo, con amor y afecto sin igual. Fue sólo entonces que me di cuenta de que, ya sea que Dios trate a las personas con misericordia y amor o que las trate con justicia, majestad e ira, todo esto es para salvar a la humanidad en la mayor medida posible. Dentro de todo esto se encuentra el amor ilimitado y la salvación de Dios para la humanidad y todo está determinado por Su esencia. Reflexionando sobre la voluntad de Dios, pensaba en aquellos que fueron expuestos, reemplazados o enviados de vuelta a casa; fue sólo dentro de ese tipo de entorno de ser expuestos y eliminados que comenzaron a reflexionar sobre sí mismos, a ver claramente la verdad de que Satanás los había corrompido, a postrarse delante de Dios y a arrepentirse verdaderamente. Sin ese tipo de fracaso, probablemente seguirían vagando a ciegas por esa senda. Resulta evidente que la obra que Dios realiza, en verdad es la de salvar a la humanidad y que contiene Su amor y Sus amables intenciones para el hombre. En el pasado, yo no entendía realmente Su obra de salvación; mi entendimiento de Dios era demasiado parcializado.

En ese momento pensé en un pasaje de las palabras de Dios: “¿Qué es la esencia de Cristo? La esencia de Cristo es el amor por la humanidad; con respecto a quienes lo siguen, es amor ilimitado. Si Él no tiene amor o misericordia, las personas no serían capaces de seguirlo hasta el tiempo presente. Algunas personas dicen: ‘Entonces ¿no sigue siendo justo Dios?’. ¡Sí! Es correcto que Él sigue siendo justo, pero desde la perspectiva de Su carácter, Su justicia es odio hacia la corrupción y la maldad de la humanidad. ¿Y si Él tuviera meramente justicia y no amor? ¿Y si el amor no pudiera superar a la justicia? Se podría decirse que la humanidad estaría acabada. Por tanto, os hablo con franqueza; es decir, en la obra que Dios hace para la humanidad, durante el tiempo de Su encarnación, Su esencia más aparente y prominente es el amor, la tolerancia ilimitada. De no ser amor, sino que Dios destruyera a las personas como vosotros imagináis; al hablar destrucción, las personas serían destruidas, y al hablar de odio por las personas, serían castigadas, malditas, juzgadas, y escarmentadas, ¡sería muy grave! Si Él se enojara con las personas, ellas temerían y temblarían, y no serían capaces de mantenerse en pie ante los ojos de Dios… Esto no es más que un método para expresar el carácter de Dios y, al final, Su propósito sigue siendo la salvación. Su amor discurre por todas las revelaciones de Su carácter. Reflexionad sobre esto: durante la obra en el tiempo de la encarnación, lo que más se ha revelado para las personas es el amor. ¿Qué es la paciencia? La paciencia es tener piedad, porque contiene amor, y Su propósito sigue siendo salvar a las personas. Dios es capaz de tener piedad de las personas, porque tiene amor. Del mismo modo que si hay amor verdadero entre un marido y su esposa, ellos no miran las deficiencias y los errores del otro. Si fueras provocado a ira, seguirías siendo capaz de ser paciente. Todo se establece sobre el fundamento del amor. ¿Qué ocurre si Él fuera odioso? Su actitud, Su expresión y el resultado no serían como son. Si Dios sólo sintiera odio e ira, y sólo hubiera juicio y castigo, sin amor, la situación no sería la que veis ahora ni estaríais en buenas situaciones. ¿Os proveería Él la verdad?” (‘El verdadero amor de Dios por la humanidad’ en “Registros de las pláticas de Cristo”). Cuando en el pasado veía este pasaje, aun cuando yo dijera que lo reconocía, nunca lo comprendí realmente y todavía estaba llena de desconfianza y recelo hacia Dios. Es sólo ahora que tengo un mínimo de verdadero entendimiento de estas palabras y puedo apreciar que tienen demasiada esencia. Los espacios entre líneas están llenas del profundo afecto de Dios por la humanidad y Su bien intencionada provisión, apoyo y enseñanza para ella.

En este momento, yo no pude evitar desarrollar en mi corazón profundos sentimientos de culpa hacia Dios: ¡Oh Dios! Por todo el tiempo que Te he seguido, incluso aunque yo creía en Ti, yo no Te conocía. No sólo ciega y falsamente malinterpreté Tu corazón maternal, también te causé demasiado dolor. Realmente soy demasiado indigna de presentarme ante Ti, e incluso soy aún más indigna de Tu salvación. ¡Sólo soy digna de Tu maldición! Pero, la manera en que me tratas no se basa en mi desobediencia. En cambio, en gran medida Tú me exaltas, sientes compasión de mi y me toleras, permitiéndome disfrutar de todo Tu amor y gracia, permitiéndome ver Tu belleza y bondad, y experimentar la practicidad de Tu palabra, ¡Dios es justo y, más aún, es amor! Desde ahora deseo conocer más de Tu condición adorable a través de Tu palabra y por medio de la vida real, y esforzarme por ser una persona honesta, que Te ama, ¡y cumplir fielmente mi deber para retribuir Tu gran amor!

Película cristiana en español | “Huida de la guarida del diablo” Dios es mi refugio

Película cristiana en español | “Huida de la guarida del diablo” Dios es mi refugio

Se llama Zhang Hui y es una cristiana perteneciente a la Iglesia de Dios Todopoderoso. Como creía en Dios, el Gobierno comunista chino la tenía secretamente vigilada y fue capturada por la policía. Querían obligarla a traicionar a los líderes y revelar las finanzas de la iglesia, e intentaron usar sus lazos familiares como arma para atacarla emocionalmente. La rodearon y no la dejaron dormir durante medio mes para quebrar su determinación. Se enfrentó al tormento implacable de la policía del Partido Comunista Chino, permaneció en un estado constante de estrés y terror. En ese peligroso entorno le oraba una y otra vez a Dios y le pedía que la protegiera para que pudiera mantenerse firme y dar testimonio. Bajo la guía y el liderazgo de la palabra de Dios Todopoderoso, desentrañó los astutos planes de la policía y resistió sus repetidas torturas. Al final, bajo la protección de Dios Todopoderoso, pudo escapar milagrosamente de la guarida del diablo. Tras experimentar la persecución del Gobierno comunista chino, entendió claramente que son demonios malvados que odian la verdad. Su esencia es la de un malvado y reaccionario enemigo de Dios. Contempló de primera mano la soberanía de Dios sobre todas las cosas y Sus prodigios. Sintió el cuidado y el amor de Dios de todas las maneras posibles. Decidió entregar toda su vida a Dios y cumplir con sus deberes como una de Sus creaciones, para así retribuir la gracia de Dios.